[ INTRODUCCIÓN ] [ VIERNES ] [ SÁBADO ] [ DOMINGO ]
El pasado Domingo 22 se clausuró la primera edición del festival Womadrid con éxito rotundo para los organizadores, según los cuales más de 25. 000 personas acudieron durante el fin de semana llenando los (supuestamente) 47. 000 m2 puestos a disposición del festival por el ayuntamiento de Madrid. Supuestamente, porque el espacio habilitado no alcanzaba esas dimensiones, y la mala distribución del mismo lo hacía más pequeño aún. Eligieron para celebrar el evento una zona (arrebatada a los colombianos residentes en Madrid que los fines de semana se reúnen y montan puestos de comida y bebida) árida e incomoda dentro de la espaciosa Casa de Campo. Al menor movimiento que se realizara, se levantaban nubes de polvo muy desagradables.
Se ha desarrollado contrarreloj, luchando con el cronómetro como si de una carrera por cumplir los horarios dispuestos, se tratase. Por un lado cuestión absolutamente razonable, si bien por el lado humano un tanto deficiente ya que no permitía demasiadas concesiones a los músicos (en más de una actuación sucedió que los escenarios principales se pisaban) y provocó problemas de seguridad a la hora de desalojar el recinto, donde la gente, con ganas de fiesta se negaba a abandonar tan temprano el lugar. Otro de los errores de la organización fue considerar este festival como si de un simple concierto se tratara, ya que mucha gente acudió con la intención de montar la tienda de campaña (teniendo como referencia otros Womad como el de Cáceres) y salieron bien escaldados. Tanto por parte del festival como del ayuntamiento ha sido una organización deficiente en algunos aspectos, pensada más para salir del paso
(920. 000 euros dotó el ayuntamiento al festival) y aumentar el prestigio de la capital internacionalmente (Gallardón soñando Madrid 2012) y cuyo mayor acierto fue permitir la entrada gratuita a los niños y destinar la recaudación a rehabilitar y mejorar el lago y las zonas colindantes, que buena falta hace.
Junto a los talleres de manualidades infantiles, los puestos de artesanía y los de restauración, la programación presentaba tres escenarios de música, en los que 30 bandas de 23 países se encargaron de inundar el espacio con sus ritmos mestizos y exóticos. Las actuaciones del cabaret en el escenario cuarto escenario, de Los Espejos, acogió a contorsionistas, mimos y bailarines. Los números de An Act Above (nombre artístico de la contorsionista noruega Desiree, que muestra una curiosa puesta en escena), Grant Goldie (veterano mimo y malabarista del Reino Unido, con grandes tablas en la calle y festivales encandilo a los pequeños y no tan pequeños que pudieron disfrutar sus trucos) y Stickleback Plasticus (los compatriotas de Goldie, Yvonne y Barry se entregaron con gracia al baile de todo tipo de ritmos) rebosaban magia y risas.
Lactomia, Cristóbal Repetto, N’Faly Kouyate, Wicked Aura Batucada, Oliver Mtukudzi, Enzo Avitabile, Radio Tarifa.
5.000 personas, según datos facilitados por la organización, acudieron a la primera jornada del festival Womadrid.
Le correspondía abrir a Lactomia, la banda infantil de percusión creada en la favela de Candeal y que dirigidos por Jair, asesor pedagógico de Carlinhos Brown, saltaron al escenario con sus instrumentos reciclados atacando con sus polirrítmias, estándares de la música brasileña.
A continuación, Cristóbal Repetto presentó su nuevo disco. El argentino canta como los grandes maestros del tango. Acompañado por violín corneta (un instrumento típico del tango caído en desuso actualmente y que Repetto ha revigorizado), y tres guitarras, nos acercó el Buenos Aires de los arrabales, melancólico y emotivo.
N´Fali Kouyate y el grupo Dunyakan, sustituyeron a Kasse Mady Diabate, ausente por problemas en el aeropuerto. El grupo no terminó de convencer, anclado en medios tiempos. La mayor singularidad de la banda consistía en un par de bailarinas europeas que movían sus caderas a ritmo frenético, y en su instrumento solista, la kora, una mezcla entre harpa y laúd (un instrumento que lleva acompañando más de 200 años a las narraciones africanas y que requiere una afinación extremadamente precisa) que virtuosos como los Diabate han elevado en discos como Songhai y Songhai 2 de Ketama o Koulandjan, de Taj Mahal entre otros. Se salvó graciosa la puesta en escena, con túnicas de Guinea que en apenas un segundo se cambiaron por un atuendo más moderno, típico de raperos.
Wicked Aura Batucada, es una banda formada por trece percusionistas de Singapur que sin ser virtuosos de la percusión, realizaron su labor haciendo las maravillas del público. Mejoraron ánimos, y ritmos haciendo un repaso al repertorio de las escuelas de samba y homenajeando al maestro papa Brown con una curiosa versión del Sex Machine. Una de las más agradables sorpresas del festival, refrescante y divertida.
Oliver Mtukudzi “Tuku” para los amigos, trajo desde Zimbabwe sus melodías sensuales e intimistas, que hicieron las delicias de los más maduritos del festival y dejaron con las ganas de baile a los más jóvenes. Un concierto para disfrutar en pareja.
Otra de las grandes sorpresas de la noche, fueron los italianos Enzo Avitabile y Bottari. Enzo Avitabile, cantante y saxofonista, ha acompañado a músicos de la talla de James Brown, Tina Turner o Randy Crawford y fusiona con inteligencia y soltura la música italiana como la tarantella, con ritmos más modernos, de influencia jazz y funk. Acompañando a la banda de Enzo, estaban los Bottari, un cuarteto que incluye su propio director. Recogen la tradición napolitana del siglo XIV según la cual para alejar a los malos espíritus durante la vendimia, se golpeaban grandes barriles de vino y cubos de madera. El profundo sonido de estos barriles y cubos, recuerda al de la txalaparta vasca y aporta a la música que acompaña, una extraña capacidad para echar raíces y de alguna manera, afianzar al que lo escucha en la seguridad de sentirse unido a la tierra por invisibles hilos. Salvamm’o Munno puso la guinda a la curiosa propuesta de los italianos.
Llegó la hora de Radio Tarifa que apareció en el escenario con una nueva formación. Siempre cambiante, lo único que se reconoce a través del tiempo es la voz y presencia del cantante Benjamín Escoriza, un dandy como pocos quedan. Acompañado por percusión (cajón, darbukas, percusión menor…) diferentes flautas árabes y occidentales, guitarra y un curioso Aud Árabe Eléctrico (tocado magistralmente por un nuevo miembro de la banda, alemán, de origen turco) repasaron su discografía sin olvidar grandes temas de su primer disco, Rumba Argelina. La Caná, La picadilla de la mosca, Temporal, Bulerias Tuk, Cruzando el río o Rumba Argelina, fueron algunos de los temas que pusieron broche final a la primera jornada del festival, que a decir verdad, nos dejó a todos un poco con ganas de mucho más, sin tan siquiera un bis que echarse a los oídos.
Kasse Mady Diabate, Amjad Ali Khan, Njava, Billy Cobham, Totó La Momposina, Buika, Enrique Morente, Daara J.
Según la organización, la asistencia a la segunda jornada del festival, llegó a alcanzar la cifra de 12. 000 espectadores.
Inauguró Kasse Mady Diabate, de Mali, que el día anterior no pudo actuar por los ya sabidos problemas, pero se resarció convenciendo al publico con su ejemplar ejecución de la ya citada antes kora. El músico nacido en Kela (corazón de la tradición de los jeli o griots mandé) ha sido reconocido internacionalmente por su capacidad de adaptar las tradiciones orales y musicales de África occidental a un contexto contemporáneo, más fácil de digerir por nuestros educados oídos.
Siguió Amjadali Khan, maestro del sarod, instrumento de cuerda que proviene del norte de la India. Con una sencilla formación de tres sarod y tabla (si bien el dominio dichos instrumentos dista mucho de ser una tarea sencilla) supieron ganarse a los espectadores ejecutando las partes rítmicas de los ragas hindúes más conocidos, popularizados en los años setenta por el maestro del sitar Ravi Shankar.
Njava, el grupo de Madagascar trajo sencillas canciones cantadas a capella por las dos hermanas (fundadoras del grupo y líderes) que también impusieron su base funky, de ritmos locos y bailables.
Billy Cobham, el baterista americano mítico de la escena jazzística y habitual en la formación de la Mahavishnu Orquesta junto a John Mclaughlin, impartió una Master Class a los asistentes. El maestro de las baquetas realizó ejercicios de alta dificultad (como Bonhan en Four Sticks, con cuatro baquetas) que solo podrían apreciar músicos expertos. Eso sí, inteligencia y tablas no le faltan a Cobham, que repasó ritmos de jazz, caribeños, funky, de brasil, rock… que permitieron a los que lo deseaban, echarse unos bailes. Ritmos cortados, síncopas, notas fantasmas… durante una hora estuvo deleitándonos con proezas técnicas de todo tipo. Una pena que no le acompañara una pequeña banda que amenizara con melodías las bases rítmicas de Cobham.
A la vez que el baterista americano actuaba Totó y La Momposina. Se anunciaba como estandarte de la música del caribeña de Colombia, tan rica en influencias (africanas, afroamericanas, indígena e flamenca, si no podemos olvidar la influencia de los palos de ida y vuelta de los gitanos que han dejado profunda huella en América) se quedaba un poco lenta y melosa para la marcha que se conoce por esos lares (sino pregunten a grupos como Lumbalú)
Concha Buika acompañada por una banda de autentico lujo con Israel Sandoval a la guitarra (uno de los más grandes representantes de dicho instrumento en el jazz español) puso la actuación más emotiva, apasionada y sensual hasta el momento. Esta mujer tiene garra, gancho y se nota que disfruta de lo lindo actuando, abusa demasiado del grito, pero se le puede perdonar ante tanto publico. Podría hasta decirse que para ella actuar es un acto amatorio de entrega absoluta, un desgarro. En un repertorio lleno de estándares, temas como Nostalgia o Jodida pero Contenta, demostraron las dotes de la banda, una formación que ya ha pasado a formar parte de los grandes festivales del país.
Llegó el turno del maestro del cante Enrique Morente, que tuvo que actuar en el escenario Siam, en una carpa que le quedaba pequeña al granadino, dejando fuera a un buen número de aficionados que apenas lograban ver o escuchar algo. Con curiosidad e impaciencia esperábamos las sorpresas del músico más experimentado (junto a Bill Cobham) del festival. Se arrancó con cantes de Cádiz en el pequeño homenaje que viene haciendo últimamente en sus actuaciones a Camarón. La sorpresa llegó con los temas de su polémico y trasgresor disco Omega, La aurora de Nueva York, (del libro Poeta en Nueva York de Lorca) y la versión de Leonard Cohen de su First We Take Manhattan. Repasó su discografía con cantes de Granada como Tienes la Cara y como primicia los nuevos temas aún inéditos del documental Morente Sueña la Alambra. Acompañado a la percusión por Enrique Morente Jr. el resto de la formación viene siendo la misma que en sus últimas actuaciones, con el niño Josele a la guitarra y varios integrantes de la familia Carmona a las palmas y coros. Salvando los problemas técnicos del comienzo y el desacierto de no programar a Morente en el escenario al aire libre, resultó una actuación dada con el buen arte que tiene este gran maestro del cante.
Para terminar la jornada del sábado, el grupo senegales Daara J (que significa escuela de la vida) tomó el escenario al aire libre. Un país, Senegal, donde el rap está encontrando fieles seguidores, hecho facilitado por una antigua tradición en el manejo de las narraciones orales. Con un fuerte contenido social, político y espiritual, estos tres militantes del hip hop, hicieron su pequeño homenaje a Bob Marley y repasaron su discografía, que ya contiene tres discos. Lord Aladji Man, Ndong D y Fadda Freddy forman este trío que fusiona la música tradicional senegalesa como el mbalax, con el lenguaje urbano del rap, el funk y bases techno, reggae, dub y ragga, mezcladas por el Dj que les acompaña. No es este el único festival que conocen en nuestro país, ya se han subido a los escenarios del Pirineos Sur, Mar de Músicas o el festival Grec de Barcelona, si bien siguen siendo grandes desconocidos en el panorama musical de España. Su tema “Bopp Sa Bopp” fue el más bailado y cantado por los asistentes y con él, terminaron su actuación. Womadrid, se convirtió el sábado en una gran discoteca, cerrando el segundo día de festival con un poco de música enlatada.
Amjad Ali Khan, Andy White & Allison Russell, Little Axe, Lactomía, Akim El Sikameya, Son de la Frontera, Asere & Bill Cobham, Yasmin Levy, Femi Kuti & The Positive Force.
El irlandés Andy White y la canadiense Allison Russell trajeron con su taller el mensaje pacifista. Su música, repleta de poesía y sencillas melodías consiguió atraer a un público un tanto frío, que poco a poco fue entonándose. Little Axe desde el Reino Unido, trajo su personal visión de músicas como el blues, rock y soul, mezclando guitarra, bajo y batería con ambientaciones electrónicas.
Akim El Sikameya subió al escenario principal con las melodías árabes y andalusíes extraídas de su violín. Acompañado por una guitarra flamenca, cajón, Aud y otros instrumentos, el argelino animó a los asistentes a mover las caderas a la cadencia laberíntica de las escalas árabes.
Desde Sevilla Raúl Rodríguez, (hijo de la Martirio a la que ha acompañado en numerosas giras como guitarrista), al tres cubano; Paco de Amparo guitarra; Moi de Morón, al cante y al compás, Pepe Torres y Manuel Flores, al compás y al baile; y, forman Son de la Frontera, que acompañados por un conjunto de bailaores y palmeros, ofrecieron su personal fusión de flamenco y música cubana, que rinde tributo al guitarrista Diego del Gastor. Un grupo que promete dar un toque de aire fresco al recargado panorama del nuevo flamenco.
En el escenario de Lago, tomó el relevo el grupo Asere, una formación de jóvenes músicos cubanos que recuperan los sonido tradicional de Cuba. Apadrinados por Totó la Montosina, llegaron al festival y contaron con la colaboración de lujo de Billy Cobham en varios de los temas que interpretaron, donde repasaron los abundantes palos de esta rica música.
De Israel, Yasmin Levy, nos enamoró con su voz, cantando en sefardí, la lengua de los judíos cuando en España convivían las tres culturas. Acompañada de un quinteto, los matices de su voz traían al recuerdo melismas flamencos. Muchas similitudes encontramos entre ambas músicas así como entre el sefardí y el castellano antiguo, si bien el primero posee una sonoridad que a nuestros oídos puede resultar infantil e inocente.
Y por fin le llegó el turno del nigeriano Femi Kuti. Se presentó con su banda Positive Force, como heredero del reino del afrobeat (estilo que bebe de ritmos africanos, funk, jazz y algo de soul y gospel) creado por su padre Fela Anikulapo Kuti conocido como el presidente negro por su compromiso y su lucha contra el colonialismo y el imperialismo (Kuti significa aquel cuya muerte no puede ser causada por el hombre) y que tristemente nos dejó en el año 97, a causa de un paro cardiaco (murió a los 58 años, desgastado e indefenso por el VIH, enfermedad que nunca admitió pudiera acabar con él)
Desde los 16 años, acompañó a su padre tocando en la banda Egypt 80, que llegó a contener más de 80 instrumentos y que Fela Kuti dirigía con exactitud y rigor. En 1985, debido al encarcelamiento de su padre, tuvo que sustituirlo al mando de la orquesta en el Hollywood Bowl, dando un asombroso concierto. Dos años después, formó The Positive Force, la banda que desde entonces le acompaña (compuesta por Emmanuel Oke a la guitarra; Joseph Darlinton, bajo; Said Obara, batería; Adekunle Abeyemi a los teclados y cuatro metales saxo alto, barítono, trompeta y tuba; más tres bailarinas y coristas entre las cuales se encuentra la mujer de Femi Kuti)
Hace apenas unos meses nos visitó en Madrid para presentar su nuevo disco Africa Shrine, que ya es el cuarto dentro de su carrera en solitario. Estricto como su padre (multaba a sus músicos si se equivocaban en una sola nota) cual claqueta, el eléctrico multiinstrumentista marcaba los tiempos con la mano, atacando el repertorio sin descanso. Sobre Una base rítmica contundente, Femi Kuti improvisó extravagantes solos de saxo y teclado basados en una sola nota, haciendo alarde de una ejemplar técnica de respiración, manteniendo largos sostenidos. Truth don die, I wanna be free, Do your best, Sorry sorry y Oyimbo, fueron los más destacables de la noche, tocados con furia y garra. Una lastima que la figura más llamativa del cartel no tuviera a su disposición al menos otra hora más con la que deleitarnos.
Así terminó la primera edición del festival WoMadrid, que ha firmado por tres años su asistencia en la capital y que dista mucho de alcanzar los gloriosos Womad de Cáceres, cuando aún se celebraban en el casco antiguo.
Artículo y fotos: Charly Parka.
(Fecha de publicación: 2005/06/30)
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 19 (sección: Reportajes).
Be the first to comment