Cuatro intensas jornadas, con seis escenarios y una menú de artistas de lo más variado: nombre clásicos de nuestro, de nuestro metal, algunas figuras internacionales y con espacio para el Hip Hop y la música electrónica. Se celebró en entre los días 1 a 4 de mayo en Villarobledo, en la provincia de Albacete.
Se presentaba esta edición del Viña como la de un gran macrofestival, que aprovechando el posible tirón de puente del 1º de Mayo, iba a tener la duración de cuatro días. Cuatro intensas jornadas, en cuyos tres escenarios principales, más el escenario para bandas emergentes y zona “chill-out”; iban a desfilar lo más granado del rock estatal, música de fusión, metal, DJ’s, cabezas de cartel excepcionales y auténticas figuras internacionales, como los punks The Toy Dolls o Pennywise, como también el metal extremo de Sepultura.
El pueblo de Villarrobledo, fue prácticamente puesto a disposición de los “viñarrockeros” , que unida a la cordialidad y acogedora actitud de los naturales del lugar, hacían del lugar un paraíso para los amantes de los ritmos duros. El único apunte negativo en este sentido, habría que hacerlo por el típico bar de retrógrados, frecuentado por gentes moralmente “bien pensantes”. Y se debe a que sin comerlo, ni beberlo, sólo por ir con pintas o pulseras del festival de marras, simplemente se negaban a atenderte, a pesar de presentarnos con educación y para mor, en nuestro caso concreto, ir cargados con los equipos y visibles acreditaciones de prensa. Y por tanto, cubriendo un festival, para un medio de comunicación, que en mayor o menor medida, tiene una gran repercusión mediática y de paso, promocionar un lugar singular en la geografía estatal, de lo cual los primeros beneficiados deberían ser los restauradores y hosteleros de la zona. Pero, está claro que este tipo o espécimen de “manos blancas”, “peperos”, “derechistas rancios” o simplemente “fachas”, solo se les da bien ser conocidos por los sobres, contabilidades B, y tantos casos de corrupción, estafa a la población civil y en general, al secuestro del sistema democrático y sometimiento al que nos quieren hacer llegar, a base de gravarnos con injustos impuestos, recortes y miles de medidas que afectan a los más débiles. El caso es que deberían de tener un mínimo de vergüenza, ser mandados todos a la Luna y sin billete de retorno.
Volviendo a temas menos mundanos, pero igualmente liberadores, ante tanta injusticia social, está el rock para alimentar al espíritu y de paso gozar de la contracultura y espacios, donde en principio no tiene porque haber “cortapisas” de ningún tipo. Además, de haber desfilado durante estos días, artistas de talla y mucha diversidad musical que abarcaba desde el flamenco, la fusión, el ska, el punk o el metal, con nombres fundamentales de estos géneros como: Tomasito, O’Funk’illo, Obrint Pas, Segismundo Toxicómano o Warcry, respectivamente. Había una última jornada, la del sábado 4 de mayo, que además de no decaer, mantuvo la tónica del evento de este año, batiendo todos los records de asistencia, habidos y por haber, superando la escalofriante cifra de 200.000 localidades vendidas y repartidas, entre bonos y entradas diarias. Todo un acontecimiento cultural y social, que como siempre, ciertos “mass-medias”, se encargaron de minimizar con la falta de rigor periodístico, a favor siempre y con el punto de mira puesto en festivales, quizás “políticamente más correctos” como los consabidos FIB o los cada vez más “dulcificados” y comercializados a partes iguales, “Rock in Rio Madrid”. En donde priman las últimas tendencias de mercadotecnia aplicada a la música, no como expresión artística, sino más bien como función económica, pura y dura de consumismo al más puro estilo “franquicia de comida basura”, rápida de servir y dinero fácil de conseguir, contante y sonante.
Si tuviera que destacar nombres y actuaciones memorables, me quedaría sin lugar a dudas, con las del día “grande”, el último día del festival que cayó en sábado. Artistas que brillaron con luz propia, además de la expectación creada para el cierre del evento. Me quedaría con los histriónicos, cachondos y provocadores Lendakaris Muertos, los hijos pródigos que estaban de vuelta al gran festival que los encumbró prácticamente al lugar que ocupan hoy día, en lo más alto, Ska-P. Ambas bandas pisaron el escenario #Hazlolegendario; Fermín Muguruza Kontrakantxa puso el pabellón bien alto en el escenario Ron Legendario y unas auténticas leyendas del metal como Sepultura o Barón Rojo, se encargaron de hacer lo propio en el escenario Villarrobledo.
Lendakaris Muertos no pararon de tocar temas, uno tras otro, sin tiempo de descansar. Canciones, que sumen a todos los asistentes en una gran y grata fiesta de punk, con mensajes totalmente irónicos, en temas cada día más conocidos por todos, como “Veterano de la Kale Borroka”, “Drogolegas” o la archiconocida “Detector de gilipolleces”. Siempre saltando hacia el público y sorteando a la vez que mareaban a la seguridad del recinto, que no sabían si acudir en ayuda de Aitor, su cantante, que trepaba por cualquier torre de sonido, luces, la propia valla de seguridad u obstáculo que se le presentase, para mayor gozo de fans y asistentes en general.
Ska-P, que tras cierto parón de tiempo se les volvía a ver en un gran evento, con temas emblemáticos y de toda su trayectoria, a la vez que tocaban canciones con mensajes de triste actualidad, como los que hacen alusión a la pedofilia, “Crimen Sollicitationis”.
Fermín Muguruza, cumplió las expectativas con temas de proyectos más recientes con parte de las componentes de Zuloak, además de canciones legendarias de las épocas en que Kortatu y Negu Gorriak se pateaban los escenarios del estado. Aunque, el “Sarri, Sarri”, todo un himno generacional y del rock vasco, destacó sobre todos e hizo saltar a las decenas de miles de personas que abarrotaban el recinto. Fermín leyó un manifiesto a favor del derecho de autodeterminación de Euskal Herria y haciendo de paso alusión, al proceso de paz por el que pasa actualmente. Mostró una bandera de apoyo a presos de ETA, que un fan le lanzó desde las primeras filas. Una vez más demostró su integridad y militancia por una causa, que considera justa y por la cual siempre ha dado la cara. Eso sí, medio estado siempre lo ha señalado y junto a nombres como Sociedad Alkoholika, los sitúa en el ojo del huracán y punta de lanza, de los que no ceden a sus principios, a pesar de las numerosas cazas de brujas que pesan sobre ellos.
Sepultura, salieron arrolladores y con una puesta en escena brutal. El batería Eloy Casagrande se lesionó y tuvo que ser reemplazado por su asistente. De hecho, vió el concierto desde el foso de prensa, junto a nosotros, pero aún así la actuación no decayó, basaron su set en temas de sus primeros discos como “Morbid Visions”, “Beneath the Remains” o el “Chaos AD”. “Arise”, “Territory” o la versión y homenaje que hacen de Motorhead, “Orgasmatron” resonaron una vez más, atronadores en la cerrada noche manchega.
Cuando llegó la hora de Barón Rojo, la gente del público, simplemente enloqueció, daba igual que tuvieran 20, 40 o 50 años, o que hubieran pertenecido a tal o cual “tribu”, independientemente que fueran del punk o del heavy. Incluso, entre la prensa allí citada, se veía bastante personal, incluido algún músico emblemático de otros estilos, vibrando y emocionándose al recordar himnos generacionales, que marcaron una época del rock del siglo pasado y en el presente siguen manteniendo exultante la llama del rock. Barón siguen volando más alto que nunca, con película bajo el brazo y apoteósico trabajo dedicado a la ópera-rock de los Who, “Tommy”. Precisamente, de “Tommy” tocaron “La Reina Ácida” y también dejaron caer alguna canción poco habitual en sus set-list, sobre todo por la gran cantidad de buenas canciones, clásicas o no, que atesora su carrera musical. Una de estas rarezas, fue el caso de “El Presidente” de su primer disco “Larga vida al rock and roll” de 1981. Y la verdad, pasen treinta años o no, sus temas siguen más vigentes que nunca. Sobre todo, los que hacen alusión a la corrupción y manipulación política. Como siempre, se despidieron con “Los rockeros van al Infierno” y el público enfervorizado por hambre de más rock. Pero ya eran altas horas de la noche y aún quedaban más bandas y DJ’s por saltar al resto de escenarios: Babilonia, #Nolimits o Ron Legendario.
Grandes jornadas, gran y abrumadora respuesta por parte del público, ante un festival, el cual antes de acabar el año, ya está confirmando nuevas bandas para el año 2014 y ha puesto a la venta abonos y facilitando precios especiales muy rebajados a conciencia, para volver a revivir momentos espectaculares.
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 25 (sección: Reportajes).
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