Un repaso intenso y emotivo a la última obra del escritor Vicente Muñoz Álvarez, que sirve de disculpa para acercanos a la trayectoria completa de este interesante autor.
La poesía es la sílaba que causa los trastornos más apetecibles para el estómago de las sensaciones. Como lluvia, la poesía, es una escuela de diversidad. Y así es el poemario Privado, del poeta, escritor, amigo y viajante de zapatos Vicente Muñoz Álvarez.
Viaje de ínsula a ínsula en derivas libres, o diseñadas. Lo cual no es una dualidad, sino semilla. Abate Vicente la morosidad y la incoherencia de este horror que nos viola y hace de nuestra sangre cemento, piscina, casa y alborozo del poderoso.
Privado, es un espejo de palabras francas y contrastes de dolor, tristeza, pasión y otras ascuas. Y es que es increíble pues estamos advertid@s del desgarro y seguimos procreando.
Publica el libro “Ediciones de Baile del Sol”. Pionera editorial de lo independiente ubicada en otras ínsulas. Precisamente en Tegueste, Tenerife, Islas Canarias. El amigo, escritor y poeta Tito Expósito la dirige junto con Conchy Franchy, diseñadora de portadas y Ángeles Alonso.
Ed. Baile del Sol me ha publicado tres libros. Uno de ellos es el titulado “Miedos del Medio Social”, con dos ediciones agotadas, el otro el de microrelatos “Aquí abajo, hermano, hay un paraíso” y el último, coincidiendo con el 23 de abril, día de S. Jordi, de 2005, también de cuentos, titulado “Figurando en el Paisaje”. Con ellos y habiendo vendido, reseñado, presentado, difundido y promocionado su fondo durante casi diez años estoy en plena forma gimnástica para atreverme con este poemario.
Vicente Muñoz Álvarez, (Editor del fanzine “Vinalia Trippers”), es autor de los libros de relatos: “Monstruos y prodigios” (Premio Letras Jóvenes Castilla y León, 1995), “El Pueblo Oscuro” (Las Palabras del Pararrayos, 1966), “Perro de la lluvia” (Iralka, 1997) y “Los que vienen detrás” (DVD ediciones, 2002, ilustraciones de Miguel Ángel Martín); de los poemarios “Canciones de la gran deriva” (Ateneo Obrero de Gijón, 1999), “38 Poemash” (Vinalia bolsillo, 2000) y “Privado” (Tenerife, 2005); y del ensayo “El tiempo de los asesinos” (Iralka, 1997). Ha editado, junto a Eloy Fernández Porta, la antología “Golpes. Ficciones de la crueldad social” (DVD 2 ediciones, 2004). Ha sido incluido, entre otras, en las siguientes antologías: “Dos veces cuento” (Ediciones Internacionales Universitarias, 1998), “Voces del Extremo” (Fundación Juan Ramón Jiménez, 1999, 2000, 2002), “El último en morir que apague la luz” (Ateneo Obrero de Gijón, 2001), “Poemas para cruzar el desierto” (Línea de Fuego, 2004) o “Cuentistas” (Ateneo Obrero de Gijón, 2004). Colabora habitualmente en diversas revistas y periódicos de todo el estado.
“Privado” es una tonalidad introspectiva que objetiviza la melancolía entre el “público” devenir del contacto, la comunicación y el “otro” con el “yo” sin dialécticas esquizofrénicas, pero sí con las diferencias que nos hacen ver.
Tras la hermosa dedicatoria con la que me obsequia Vicente en mi ejemplar entramos en cuatro lances, o baladas de pasión, poética y contrastes que son: “Vidas paralelas”, “24 Poemash” -un modo aforístico de escribir en la lírica que algunas personas practicamos y siempre diferente por la peculiaridad-, seguidas de “El tiempo apropiado” y de “Privado”.
Arranca el poeta con una cita de Jack Kerouac que es recorrido, ojo que camina y que habla. Referente de duda. El primer poema “Vidas paralelas” atañe a fragmentos del poeta, gramos de vida a ratos, respiración, desencanto y personalidad. “Oveja negra”, cuando el hábito es tedio como en los siguientes versos de la página 14: “la misma lluvia azotando/ la ventana a mi espalda/ y la misma absurda/ incuestionable autoridad”.
Cárceles de la realidad que nos diseñaron y nos diseñan. Cromos de hastío y de repugnancia. Derivaciones, importante contraseña, seguidas de otras cumplidas en una costumbre del instante (“Parque”). Peregrinación desolada que culmina en estos versos donde se dan cita infiernos y descripciones (página 20): “Algo grotesco/ algo despiadado y obsceno./ Aquellas vejatorias orejas/ símbolo de la salud mental/ de un pueblo/”.
Perplejo mundo en los siguientes versos. Sueños con preludios de cierto fantasma y un poema posterior donde el amor y las relaciones pululan entre la desidia y el spedd de la paranoia (“crack”), suavizados por una tertulia en “Managua” abierta a la razón. En sí, ahora en este momento del poemario, salidas y entradas, públicas y privadas. Acosadas en el poema titulado “Vecinos” por las cadencias del agobio de edificios cementerios, llegando a una joya de extraordinaria voz. Registro y estilo de poemas más largos. Lirismo y estética de verso y de prosa poética que muchas editoriales españolas nos han descubierto en la asignatura cultural que es también el arte independiente.
El interior poético va calando en el rechinar de la aceptación de nuestra mente “talego” (“la cárcel más oscura del planeta”, pag, 32). Éste lance nos marca una secuencia del poemario. Un ciclo de retornos, del yo al tiempo, del espacio a las ideas y a las emociones. Espirales y desvarío, a ratillos, por atascos. En “Estación del frío” (pag, 35) hay un pequeño descansillo en la escalera, un poema para Silvia que aparca en “Tregua” para entrar en la 2ª estancia, como 2ª estación de sensaciones.
Se trata de 24 “Poemash”. Lugar donde Vicente escancia un vino poético, o un cava para sibaritas. La cita de Bernardo Soares apuntala una presión que se vierte en la vida donde el poeta enseña los dientes (página 41) en esta tragicomedia de marionetas con guión escrito, dándose cita una elástica congoja (pag, 42), procesos de la vida, cierta búsqueda y una lánguida revolución (páginas 42 a 47). Trifulcas contenidas por una lectura de Pessoa, la reivindicación del propio libro -íntimo, privado, soledad- (pag, 49) y el registro del propio disgusto y la agonía.
Casillas variopintas en las que navegan cierto sadismo infantil, o el yo enfrentado al tiempo desde los sueños que es un deseo carcomido (Pag, 56), así como la reflexión, ¿qué poema no lo es de algún modo?, voces privadas y una dualidad de la enajenación.
Vicente Muñoz Álvarez nos sumerge después en energías y carencias. El poema transfigura descuartizando el redil siendo belleza y afirmación (pag, 61-61), empeño empuñado (pag, 62) y regreso al instante concreto (pag, 63). El tiempo es temperatura y la poesía la materia dúctil que ¿sirve, o no sirve? No sé.
Podría encontrarse alguna señal más al respecto en la 3ª balada titulada “El tiempo expropiado” (pag, 65), que es poesía, como todo el libro, nada uniforme, más de cantera. Guiños literarios de blues, punk, o rock perdidos y otras culturas de vivencias aliñado con la cita de Claes Anderson que Vicente nos muestra como intriga del devenir y no como adivinanza. ¿Retorno, otra vez?.
El poema “el tiempo expropiado” es un síntoma de secuestro y robo que deja de fingir fingiendo y va a ser perdido, porque no instaura quantums de esperanza, en los siguientes poemas para encontrarse con una ganancia (pag, 72) y la permutación del “yo” en derivas de horas de sombras y entremeses (pags, 73-74). “Las horas contadas”, poema muy cinematográfico, se lee sin distracción. No hay claudicación total y esos viajes como naufragios nos llevan a un poema (pag, 78) que es respiración en la madurez de “privado” (4ª parte del libro).
Vitamina de un tiempo sin presiones y sin arrestos. Cita de Henry Miller y un poema, “Zona”, que es una vena del camino. La dedicatoria a un amigo común, el escritor y poeta asturiano David González, se hace coincidente en el poema “Diferencias”, conduciéndonos a unos “límites” de la cordura falsa y a algún que otro escozor (pag, 91) y dos retos con palabras. La palabra que caza y que nunca es lo que es siendo. Dialéctica hegeliana haciendo un servicio a la poesía.
Es precioso el poema “Subway” (Pag, 91) que nos atrapará en próximos versos de vida más dura. El poeta es requiebro, lucidez y consecuencia (pag, 93) acordada en “el tiempo de los asesinos”.
Vicente Muñoz Álvarez hace conclusiones después de la derivación que es libro con márgenes e interrogantes. Dudas y una conspiración básica en la página 101: “cuando te ofendan/ grita fuerte/ cuando te golpeen/ no apagues la luz/.”
Cierra el poeta el libro con el poema “Azul” que es filtro, o sea, ese hoy, nada más y nada menos que el “otro” y el “yo” de “Privado”, título, a su vez, del libro.
Barcelona, diciembre 2005, enero 2006.
Julián Sánchez, escritor, periodista, poeta, periodista musical y redactor en medios de comunicación.
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