La disquera “Resistencia”, que habitualmente edita discos de grupos punk, hardcore, metálicos o de fusión metal/rap, ha recuperado a un curioso personaje del pop español de finales de los 80 y principios de los 90: “El Pingüino”.
Por aquellos años un tipo, armado casi exclusivamente con un organillo y unos conocimientos musicales muy básicos, se dedicó a hacer canciones de estructuras pop, con un voz nasal muy marcada y unas letras imposibles.
Si la primera impresión es la de un niñato pijo con su organillo, la verdad es que su cancioncillas tenían mucha gracia y tras escucharlas, nos hace pensar más en un chico del montón, abducido por el atrevimiento del punk y emborrachado por la ironía.
Canta a las amas de casa (“El ama de casa estafada por la publicidad”), se dedica a destrozar el jardín con la esperanza de hacerse rico (“Arqueología en mi jardín”), intenta una violación para terminar siendo la víctima (“Atrapados en el ascensor”), reivindica la promiscuidad (“En la variedad está la diversión”), hace cantos a los productos que salen en la televisión (“Camp”, “La Vaca que Ríe”, “Mi café”, “He-man y Barbie”), hace una versión de “Les Cornichons” de Nino Ferrer (“El Salchichón”) y cuenta otras historias imposibles o absurdas en “Tú me induces al mal”, “Juegas con mi corazón”, “El camión de la basura ilegal”, “El club de tenis” o “El arzobispo makarios (y su botella de Larios)”.
Sus canciones son tan robustas como un chicle de cinco pesetas, pero su ingenuidad lo salva todo.
El disco se grabó en la Sala el Sol de Madrid el año pasado, contando con el apoyo de Mario Gil (reforzando los teclados, con las programaciones y a los coros) y Santiago Racaj a guitarra. La diversión está asegurada.
Comentario: F-MHop
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