La edición 2011 de este festival nos trajo a Nada Surf, Matthew Sweet, Gigolo Aunts, Man or Astroman?, D Generation, Urge Overkill o Buzzcokcs entre otras bandas. De las dos celebraciones, Santander y Benidorm, estuvimos en la primera.
Cosa rara este verano, un sol glorioso ilumina la costa cántabra mientras me dirijo hacia El Sardinero. Más allá de Ferias Gastronómicas Internacionales, sobresaturación playera, construcciones metálicas con forma de ballena y glorietas a prueba de conductores, está el Parque de Las Llamas, extensa zona verde en la que destacan por contraste numerosos puntos negros e movimiento. Me dejo llevar por ellos hasta que los ecos decibélicos que rebotan por la vaguada que es Las Llamas confirman que voy en la dirección correcta.
Los producen King Salami, rasposa banda consagrada a los preceptos básicos del Garage/Punk, esto es, urgencia, estrépito y cachondeo. Avolucionistas, tienen claro que si un diseño funciona no hay por qué cambiarlo, y su fogoso directo es muy disfrutable como calentamiento. Aparecen a continuación The Sadies, enjutos hombres de raíces que invocan con elegancia los espíritus del Rock, el Country y el Tex Mex, añadiéndoles un plus de desgarro e intensidad que consiguió amplias rondas de aplausos, a las que respondieron con agradecida humildad. Tras escucharles cerrar con Neil Young apetece verles explayarse en tugurio de iluminación mortecina.
Un paseo por el recinto del ECAM me lleva a la terraza superior, desde la que observo a un buen número de treintañeros en zapatillas deportivas, vaqueros azules y camisetas con motivos Pop. Hoy es su día, el de las melodías prístinas de unos Gigolo Aunts que terminan de probar mientras bajo de nuevo al foso. Melódicos y dicharacheros, descargaron un “grandes éxitos” coreado a rabiar por la muchachada, en el que no faltó la versión de Antonio Vega que les hizo explotar en Malasaña en los noventa. Siguió con la tónica dulce Matthew Sweet, recuperando íntegro su lejano “Girlfriend”, desbordante de buenas canciones pero dejando las expectativas a medio cumplir. Fuera por la actitud del cantante, algo/bastante en la inopia, o por un guitarrista deje querencias metaleras no dudó en poner su toque personal a las maravillosas canciones de un “Girlfried”, la cosa no terminó de cuajar. Para un fan como yo es un regalo disfrutar de este repertorio, pero lo cortés no quita lo valiente. A quitarse la caraja Matt: tráete a los Velvet Crush la próxima vez, profaplis.
Nada Surf fueron la gran sorpresa para servidor: a priori no daba un duro por ellos, pero me pusieron en solfa con un concierto sólido adornado por los constantes chascarrillos en spanglish de Mateo, amén del plus que supuso escucharles rescatar a The Go-Betweens (benditos sean) y Mercromina. Y la cumbre del primer día: Man Or Astroman? Lo de los extraterrestres fue inenarrable, una tromba de instrodisciplina con tracción de agujero negro salpimentada por samples galácticos, proyecciones psicotrónicas y la hilarante verborrea de Coco. A medio camino entre el concierto, el despiporre de fiesta privada y el vértigo de un parque de atracciones en hora punta, se merendaron a la audiencia, quemaron theremines, reventaron micros, se pusieron sujetadores por montera y arrasaron con los pocos cerebros que a esas horas quedaban incólumes. Tras años de adoración en la distancia, materializaron todo lo que pude haber imaginado y más. Gracias por visitar nuestro pequeño y solitario planeta.
El sábado es un día extraño en suspensión, las sábanas y la piel sustituyen al desayuno, la comida y casi la cena. Así que llego al ECAM mientras unos Del Lords que suenan a gloria cierran con Neil Young (segundo homenaje del festi) Todavía me pregunto qué hacían en horario tan temprano estos gigantes. Apenas he saludado a los amigos que se incorporan hoy cuando Buzzcocks toman el Turbo Rock al asalto. Literalmente: los vibradores son una banda viva que gira y graba de forma regular, aunque para el festival se ciñeron a sus clásicas primeras canciones, derritiendo los corazones de aquellos a los que nos acompañan desde hace más de dos décadas. Con una ilusión y entrega que es raro ver en banda jóvenes, no ya de su generación, pusieron a prueba el aguante de nuestros tobillos y gargantas, haciéndose con los laureles por varios cuerpos de ventaja. Y mientras el tiempo parece no pasar por Buzzcocks, los noventa quedan ya muy lejos para Urge Overkill. Con “Rock & Roll Submarine” prometían una segunda juventud (bien contentos nos dejó su paso por el Azkena) pero el nervio se materializó en forma de pesada candencia en un arranque cansino que me dejó fuera de onda. Aunque ganaban enteros a medida que avanzaban las agujas y el repertorio fue de escándalo, a Nash Cato y los suyos les pesaron las patitas. Días tontos los tiene cualquiera.
The Bellrays salieron en tromba a hacernos disfrutar del sábado noche, encendiendo la llama esa yesca humana llamada Lisa Kekaula, un catalizador irresistible frente a cualquier audiencia, y quizás la única vocalista capaz de agarrarse un cabreo antológico ante la pasividad de la audiencia, venirse arriba cual Sputnik y arrastrar al festival entero hacia la estratosfera. Una fuerza de la naturaleza, incontenible en su capacidad expresiva, la segunda mitad de su concierto fue una catarsis de energía y High Energy Soul Music que dejó el césped vacío y al público humeante. No digo que triunfaron porque llevan muchos años haciéndolo. De directos más galvanizantes que pueden verse por ahí hoy día. Tras esto, es normal que D-Generation me sonaran un poco tibios. Pero sin faltar al respeto, entiéndase lo que digo. Si Malin se lo hizo suave a primera hora, en la oscuridad se levantó los pelos y recorrió el escenario sin pausa cabalgando esas joyas por las que tres de cada cuatro habían ido al Turbo. Reunión de campanillas, la juvenada echando el resto, NYC Punk Rock versión limpia del que ya no se encuentra.
Pero no tardaría en llegar el reverso oscuro. Donde Nueva York aportó brillantes ráfagas de neón, la América rural vomitó mortecina luz de velas y oscuras criaturas atormentadas: Slim Cessna’s Auto Club, o el reverso oscuro del Americana. Estos seis diletantes representan una forma de entender el Rock que abraza la liturgia de carpa, la performance, el histrionismo vía Dead Kennedys y un número indeterminado de influencias, sonidos y texturas que no se sabe muy bien si es expiación, provocación, performance o simple humor negro. Quizás una mezcla de todo ello, las consideraciones quedan en segundo plano al acercarse al escenario y caer bajo el embrujo de sus acordes y sus historias, retorcidas, como retorcidos son sus movimientos y sus requiebros, su forma de representar esos relatos de vaya usted a saber qué malsanos propósitos. Acérquense, acérquense las polillas, acérquense a la llama del sagrado corazón y comprueben si resisten su fuego.
Y después de esto, ¿quién no se desea caer en las fauces del lobo Turbo Rocker en 2012? Acérquense, acérquense…
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 25 (sección: Reportajes).
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