Llegaba el momento de ver a Symphony X y la presentación de su último disco “The Odyssey”.
A eso de las 21:30 comenzó la actuación de Symphony X, auténticos maestros que demostraron una vez más que son capaces de sorprender a todos con sus conciertos mágicos. La noche del 31 de Octubre no fue menos. Demostraron ser unos musicazos tremendos, con un virtuosismo interpretativo lejos de ser superable.
Fueron cayendo temas como “Evolution” y “Comunion and the oracle” de su “New mythology suite”, “King of terrors” de su último trabajo “The Odyssey”, “Out of the ashes” del “Divine wings of tragedy”. Siguieron las dos partes de Accolade (Accolade I del “Divine wings of tragedy” y Accolade II del “The odyssey”). A partir de aquí sonaron: “Smoke and the mirrors” de su abandonado “ Twilight of Olimpus” y “Sea of lies” de su aclamado “The divine wings of tragedy”.
El grupo regresó en los bises con otro tema que no habían tocado en los conciertos anteriores que ví de ellos. Cualquier duda o decepción se desintegró tras la interpretación de la colosal y grandilocuente canción de 26 minutos “The Odyssey” en la que Romeo perdió la condición de guitarrista para convertirse en un mago cuyos dedos eran canales por donde el sentimiento fluía a borbotones. A partir de entonces se acabaron las interrupciones entre canciones y la conexión de unos ahora sí motivados intérpretes gozó de reciprocidad entre los aficionados y curiosos que se habían acercado a la Sala Aqualung. Todo acabó con este tema que da nombre a su último disco. Una buena forma de decir adiós. Symphony X no se limitan a tocar: interpretan, sienten… Podría reprochárseles algún aspecto como el que en el repertorio tirasen quizás más de su último trabajo o su poco movimiento, pero ellos son así: caprichosos e impredecibles, como todos los genios. Parece que la gente lo sabe y el público salió contento. Así que, tras una hora y cuarenta minutos que duró su actuación y obviando la falta de algunos clásicos,y el precalentamiento de los primeros compases de la actuación, el feeling de la guitarra de Romeo seguía esculpiendo una sonrisa de satisfacción mientras los asistentes se adentraban en las negras carreteras de vuelta a casa. ¡ No te pierdas la próxima ocasión que tengas de verlos!
Texto y Fotos: Cristina Cuenca
(Fecha de publicación: 20/10/2003)
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