Un ramo de inquietudes, memoria y cuentos.
Corazón de Los Angeles, L.A., EUA. Una revisión de la fauna humana en una época del siglo pasado. Música, oportunidades. Una crítica de ironías con pinceladas narrativas a bote pronto. Se aspiran cromatismos biográficos en el primer cuento y durante todo el libro. Su autor es Steve Earle. Músico contemporáneo que debutó en 1986 con su álbum “Guitar Town”. Aparecen cadencias a un ritmo trepidante. La soledad del artista, una relación de pareja, los guettos y su cotillón de sobrantes y zombis con tiempo que el crack mata más deprisa. La relación de pareja, la música, constante en el primer cuento, y la soledad. Saltando espaciotemporalmente mediante un pulso sincero. Calles de consecuencias trágicas, ritos de muerte vendiendo muerte y unas flores, en un viaje largo por carretera que lleva a principios y finales, que redimen, o destripan lágrimas, amor y abandono, separación y familia. Unas “Rosas de redención”, título del libro y título del cuento. 11 cuentos editados por la editorial Gamuza Azul, en Bilbo, cuya responsable es Teresa Fernández Ulloa. Una editora que va despacito y como ella misma me ha contado en varias ocasiones publica libros de músicos henchidos de literatura. Una literatura que es música. Ya lo hizo con trabajos como “Los malos tiempos ya han quedado atrás” de Dave Alvin, o la biografía de Los Clash por Johnny Grenn titulada “Nuestra rebelión personal”. La traducción es de Carlos Basetor Rey a quien conocí, junto a Teresa, en Barcelona cuando presentamos sus dos primeros libros hace unos cuantos años en la sala y restaurante “Domèstic”. “Condado de Wheler” es el 2º cuento. La carretera es sustancia y carril de vidas. La amistad será en este relato un vínculo y una ascensión a dolores y buena música. Trabajo y expresiones. Steve Earle hace pasar unos cuantos momentos en la vida de una buena cantidad de personas, retrato intimista y extrovertido, con una constancia que es literatura de alto nivel. El autor nació en 1955, en Fort Monroe, Virginia, casado seis veces, su estilo pasa por el country-rock, el bluegrass, folclore irlandés, varias referencias, eslabón entre clásicos indiscutibles, con un tiempo en Nashville y una época de drogas ya abandonadas. Sin duda voz de experiencia que puedes deglutir al leer la parte dedicada a su vida. “La danza del jaguar”, es la 3ª apuesta. Diversos modos de tráfico en una Norteamérica y otro Méjico. Corrupción y dos hombres embestidos por las circunstancias y un paralelismo de un baile. Ilegales, o legales, muerto y horror narrados a pelo y llevándonos a una belleza de lo triste especial. Le sigue “Taneytown”. Una narración contada a primera persona desde un lenguaje entre jovial, semiinfantil, desde códigos de mentalidad diferente entre las risas de la pobreza, la adolescencia, el día a día de los negros en dos sitios diferentes. Odio, muerte y silencio, pues hay cosas que no se cuentan y que nos harán vibrar. Compuesto con una estructura que se distancia de las anteriores historias consiguiendo Steve Earle estilos distintos, como en el siguiente giro que es “La Internacional”, un encuentro emotivo en Europa, uno de los pocos relatos con una mujer como personaje central, o “La Maleta Roja” que parte de la candidez de un hombre en su mundo privado, a la realidad autista de una ciudad que se morirá haciendo desaparecer a sus habitantes y viceversa. Solo un cretino podría liar la que lía y solo un escritor con sensibilidad de este tamaño puede musicarnos algo tan sencillo. El giro apetece más dosis literarias que sigue con “Una especie de elegía” que es un himno a personas entre nihislistas y seducidas por remakes de tantas vidas que se hacen quebradizos horizontes. La amistad es algo que le importa al autor. La amistad y sobretodo la fidelidad y las situaciones límite a las que el tiempo le da fuerzas, o no. La muerte y la vida, la droga y la música son temas presentes en “Rosas de redención”. Malabares de un continente entre vital, semipodrido y con gente que lucha en sus entrañas día a día. Solo diré que “La Reunión” es uno de esos momentos de S. Earle donde se ve su carácter crítico con la sociedad y el poder. Una visión sobre el tema del Vietnam que me dejó callado durante varias horas, no exagero, y que hizo que una noche de viernes no leyera más por sentirme lleno. Dos hombres frente a frente y las ideas ya son solo esquizoides tonterías a tirar por el retrete. El resto de cuentos vas a tener que descubrirlos sin referencias porque las rosas deben seducirte también a tí. Hay una historia de amor de un músico en Nashville que es pura dinamita y también periodismo musical del mejor y un corazón templado como el que escribió los cuentos. Agradecimientos típicos, dibujo de portada Tony Fitzpatrick, fotografía de Dena Flows, casi 200 páginas y pasar un agosto relajado con él.
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