Llega un momento en la vida de todo grupo en que tiene que optar por una decisión crucial, yo diría que es LA decisión.
Siniestro ha ido virando poco a poco, sin prisa, y es que ya se sabe, son gallegos. Desde aquel irreverente “¿Cuándo se come aquí?” han dado pequeñas vueltas de tuerca a un sonido que empezó siendo muy punk y que hoy en nada recuerda a aquellos tiempos de “Nocilla, ¡qué merendilla!”.
Sesión Vermú es la última tapa de ese ir de cañas interminable que es el devenir musical de estos gamberros comedores de pulpo. Y es que si antes hablábamos de música punk, hay algo que no ha cambiado un ápice. El punk es una actitud, y Siniestro siguen siendo una mosca cojonera en al aburrido panorama de las multinacionales.
Con unos textos abiertos pero a veces con cierto grado cripticismo, con más referencias de lo que en principio parece, es Sesión Vermú uno de los álbumes más completos del combo. Hay que reconocer que tiene mucho parecido al vino añejo. Nada de estribillos facilones y guiños a la comercialidad. Este disco merece ser degustado sin prisas, porque su música y sus textos así lo exigen.
De entre las 13 canciones del compacto, destacar: “Joder, Cristina”, una invitación a una tal Cristina (¿estarían pensando en alguien de sangre azul?) a que se lance a la piscina de la vida, “Bueno, pero no empecemos a chuparnos las pollas todavía”, y en cuestión de letras “El enemigo parpadea” y “De por sí”, claro ejemplo de la variedad de estilo musical de este disco y sobre todo de la paranoica filosofía de uno de los grupos imprescindibles del panorama rockero del país.
Comentario por Félix Vera
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