Sexto trabajo discográfico del grupo liderado por Terri D.I., en el que vuelven a hacer una ácido y profundo análisis de los males sociales que amargan la vida de muchas personas de nuestros días.
Camino por los entresijos de nuestra sociedad impoluta. Hay parados en el parque, tullidos apurando un vaso de alcohol en la tasca inmunda de la esquina. Todo el mundo grita: ¡Obama! Predomina el mal, el capital. Sexo viciado, imprevisto, en un apacible y soleado piso del centro. En otra parte de la ciudad alguien se dispone a salvar una puta, matar al gran macarra. Vivimos en la república del miedo, recesión, recesión…
Huele a perro mojado. Gente señera toma café solo, mojan con él su alma hasta que se marca en los huesos una raquítica desgana. Pis y caca: hartazgo generalizado. Te rodean modernos aterciopelados, subnormales a la americana, tocapelotas sin pelotas. La pose de cada noche que ya no es noche sin anabolizantes para la mente. Nadie, nada te convence. Es el momento; adobados, pegados vecinos temerosos apiñados en colonias sin sentimiento buscan estúpidos su invisible quimera calma. Amas de casa frustradas, intelectuales de bolsillo, rollo mestizo, paz y amor… ¡A otra puta con ese preservativo! Tú lo que eres es un ninot con acidez estomacal ¿Estudias, trabajas, vendes cromos, pegas chapas, filosofeas, pateas más que bailas? Quizá yo sea un cordero chiflado aullando como un lobo con expresión suplicante. Me estoy cansando de besos secos con cobardía y traición, pero esto no es Canción Triste de Periferia Street. Dame un abrazo o te apuñalo.
Se trata del síndrome XYY, la anomalía con que Sindicato del crimen vuelve a romper el uniforme devenir de la música en este país sin demasiado criterio. Hace unos años que los madrileños desaparecieron de manera radical con un disco estremecedor y escandalosamente genuino, acabando (así lo creímos muchos) para siempre una trayectoria infravalorada en extremo pero, con todo, decisiva por los derroteros independientes hispánicos. Pero Sindicato adolece de tendencia genética a la vanguardia y nos regala, más de un lustro después, un nuevo atentado musical, “el asunto más marrano que puedas imaginar”
XYY es un álbum ecléctico con respecto a sus antecesores y ello no sólo es fruto del talento individual de cada uno de los nuevos integrantes de Sindicato del crimen (los de antes también lo poseían a raudales) En él se recuerda la frescura, el gamberrismo y cierta escatología de los primerísimos cortes de finales de los ochenta; la variedad de registros y múltiples facetas que ya asomaban en Que aproveche; la contundencia y sofisticación incipiente de Guetto Paradise; y, cómo no, la oscuridad onírica, el surrealismo de denuncia y sarcasmo poético, más bien freudiano, palpable en Viaje al fondo de la mente. XYY es la asunción de todo eso y el resto de ingredientes propios de Sindicato: guitarras contundentes, bases fundamentales, un repertorio instrumental variadísimo que sigue abierto, intertextos cinematográficos, ese conjunto de voces compaginado con maestría, puro idiolecto, originalidad… Mucha originalidad opuesta a lo vano y comercial, de lo que se infiere que Sindicato del crímen no se hará famoso con este nuevo asalto, pues siguen bastantes años después fieles a su discurso autónomo, si bien los incondicionales (los que tienen los grupos clave) vuelven a esperanzarse con ¿el comienzo de la tercera etapa de la banda? Nunca se sabe con estos temerarios, criminales de la estética imperante, pero Terry i.d y los suyos “han vuelto a hacerlo”, esta vez con un disco muy cañero, ambicioso, sugerente, complejo, monografía delirante acerca de los cromosomas defectuosos de una humanidad enferma de posmodernidad y castración moral.
Regresa, se reconozca o no, el paradigma.
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