Llegó a España a finales de los 80, cambiando la traumática realidad argentina de aquellos años por el vitalismo de la incipiente movida madrileña. Desde entonces siempre ha estado ahí, escribiendo buenas canciones aunque no todos se hayan enterado.
Un compositor y cantante de los de toda la vida, que se ha desarrollado artísticamente en España, aunque nació en Argentina, y que siempre se ha mantenido a un paso de la gran popularidad: los aficionados a la música le conocemos y seguimos, pero para la inmensidad del gran público sigue siendo un desconocido.
Su nuevo disco, el sexto, se lanzó seis años de su anterior álbum e inicialmente se puso a la venta solo en formato virtual. Pero “la presión” de sus seguidores le impulsaron a hacer una primera edición “física” de tirada limitada y su consecuente éxito, a que el CD, presentado en un bonito digipack, sea la edición regular y la que más ventas está obteniendo.
El disco, “Número 1”, ha contado con la producción de Jose Nortes, quien también ha grabado muchas de las guitarras, y con la dirección musical de Ariel Rot. Además de con la participación de un nutrido número de músicos: César Araque, Osvi Grecco, Marcela Ferrari, Txetxu Altube, Carlos Raya, Tony Jurado, Luis Prado, Alejandro “Boli” Climent, Paco Tamarit, Phil Skillman y Javier Schoendorf, además de tres de los miembros de Señor Mostaza.
En esta entrevista el artista nos acerca a su nuevo álbum y a su universo de inquietudes:
Descubriste el rock a principios de los 60 y llegaste a él a través de los discos de vinilo: Beatles, Kinks, Rolling Stones… Ahora que lo físico parece que se repliega y da paso a lo virtual e intangible… ¿Crees que está muriendo una forma de entender la música… y de disfrutarla también con el tacto y la vista?
Lo que hay es una especie de cansancio mundial ante la música pop, rock… como quieras llamarla. Es lo que se llama “morir de éxito”: ha habido y hay tantas canciones, tantos artistas y tal machaque sonoro que parece que la gente está saturada.
Hay música en las tiendas, los videojuegos, los anuncios, los coches, los bares, los teléfonos…
Una canción ya no es el tesoro que era en la época de Sinatra, Elvis y los Beatles, ya no conmueve e impacta, no te cambia la vida.
Es un bien de consumo desechable como tantos otros.
De hecho tu nuevo disco se ha publicado de forma digital y solamente con una pequeña tirada para coleccionista en versión física… ¿Qué está teniendo una mejor respuesta en cuanto a ventas, la versión digital o el digipack?
La tirada física fue pequeña en principio, pero tuvo buena acogida y ya es el formato que más prefiere la gente.
Está en FNAC, El Corte Inglés… como cualquier disco.
Este álbum lo has autoeditado… ¿Crees que las discográficas tradicionales están precipitándose hacia su fin?
No; los tiempos cambian, la gente se comunica de maneras nuevas y los que venden cosas tienen que adaptarse… o morir.
Creo que al principio se desconcertaron pero finalmente se están adaptando.
¿Intentaste que se publicara por una disquera? ¿Qué explicaciones te daban para decirte que no estaban interesados?
Lo intenté, vi que no había demasiado interés y entonces lo hice yo mismo.
Las explicaciones fueron pocas y repetitivas: la crisis, etc.
En este disco participan un buen número de músicos, con dos de ellos que desempeñan papeles especialmente importantes: Ariel Rot como director musical y José Nortes como productor. Sabemos que tu relación con Ariel viene de muy lejos… pero para nuestros lectores que menos te conocen… ¿nos puedes resumir tus vínculos artísticos y tu amistad con Ariel Rot?
Somos amigos desde 1975.
Siempre colaboramos en nuestros mutuos proyectos, componemos canciones juntos… una historia de amor.
Es un músico completísimo y muy inspirado.
Pasa de hacer las cosas muy bien a hacerlas increíblemente bien: nunca baja de ahí.
He visto por ahí que hablas maravillas de José Nortes… ¿Qué ha aportado a tus canciones?
Es un productor discográfico diplomado por Berklee, la más prestigiosa escuela de música del mundo.
Por supuesto que su titulación empalidece cuando contemplamos su talento natural y actitud frente al trabajo.
Tiene su propio estudio –La Cabaña Sonora- y además es guitarrista, cantante y un muchacho excelente: lo tiene todo.
Es el productor ideal, vamos.
No se puede pedir más.
Antes hablábamos de la digitalización de la música… y es algo que también ha afectado a la prensa musical, como es el caso de Efe Eme, revista en la que escribes habitualmente y que hace algo más de un año pasó de los kioscos al formato PDF… ¿supuso un shock para los que hacéis la revista ese cambio tan radical?
Un shock tan grande como el teléfono móvil e Internet.
Los tiempos cambian que es un portento, pero eso es bueno.
Yo la sigo leyendo siempre porque lo que me interesa es lo que dice; el formato es secundario.
¿Te interesa el periodismo musical que se hace en Internet? ¿Eres lector de blogs o de páginas como la nuestra?
Sí. De hecho no distingo el medio, sólo me fijo en los contenidos.
Me siento tan cómodo frente a una pantalla como con un papel en la mano.
Nuevamente, lo que importa es lo de dentro.
Según he leído eres un compositor muy prolífico y sólo una muy pequeña parte de lo que compones termina grabado… ¿te da lástima que haya canciones que se quedan encerradas en un papel para siempre?
Lo que me daría pena es no componer tantas canciones: no las compongo para grabarlas sino para que existan.
Son un fin en sí mismas.
Compongo por placer, me lo paso bomba.
Eventualmente las grabaré todas, espero.
¿Y cómo es ese pulso creativo? ¿Es algo instintivo? ¿Se tienen que dar unas circunstancias especiales?
Es una mezcla de inspiración y oficio.
Sobre todo es una actividad gratificante, satisfactoria, super guay.
Es como ser mago. Nada por aquí, nada por allí y… ¡hala!… donde no había nada hay una canción nueva.
Mi fórmula secreta es tener ganas de componer.
Ese es mi estímulo: creo que puedo llegar a componer un tema decente y me pongo a hacerlo encantado de la vida.
En tu carrera has compuesta también para otros artistas… ¿creas específicamente para otras personas o simplemente inventas canciones y a veces las usan otros?
Básicamente lo segundo, aunque con Ariel, por ejemplo, hice unas cuantas letras por encargo, teniendo una música suya o sabiendo que él le iba a poner música después.
Y con otros amigos también.
Puedo trabajar así, aunque prefiero sentirme totalmente libre.
En los años 70 viviste en Estados Unidos y tuviste la suerte de asistir a conciertos de figuras legendarias como Jimi Hendrix, Dr. John, Allman Brothers o Grand Funk Railroad… ¿Cómo fueron esas experiencias? ¿Eran tan místicas como las imaginamos los aficionados al rock que por edad descubrimos a esos artistas tiempo después de aquella época?
Pues sí. Mucha gente se tomaba totalmente en serio el ideario hippie y eso daba un ambiente increíble a los conciertos.
Recuerdo un festival en el que actuaban, entre otros, Linda Ronstadt y Arlo Guthrie. Era al aire libre, en una colina, y una chica iba recorriendo el lugar preguntándole a todo el mundo, con ojos muy lisérgicos… “¿puedo hacer algo por ti?”. Lo decía totalmente en serio y si le pedías algo lo hacía.
En tu vida has tenido etapas con un mayor trascendencia pública y otras con menos… y es de suponer que algunas de estas últimas se deban a momentos vitales más duros… ¿La música es un salvavidas al que aferrarse cuando todo parece perdido o has pasado temporadas en la que la repudiabas?
Sí, coger la guitarra es un antídoto poderoso contra los males del alma.
La fama no es lo que me hace más o menos feliz.
Un poco mola, pero es un arma de doble filo, lo he visto en muchos casos.
Personalmente nunca fui demasiado famoso, siempre pude pasear tranquilamente por la calle, ir al super, etc.
Casi todos los días alguien me reconoce y me dice algo agradable.
Eso me da vidilla.
Durante un período trabajaste en un programa de Andreu Buenafuente en Cataluña, quien ahora tiene una gran fama a escala nacional… ¿Cómo valoras esa experiencia?
En general muy buena.
Mientras duró sí que era un poco incómodo ir a sitios, porque la gente me miraba y comentaba; era el programa más visto en Cataluña, Valencia y Baleares.
Recuerdo que fui a actuar a Menorca y salí a pasear al atardecer por el puerto de Ciudadela. Un grupo de chavalitos me reconoció y me siguió todo el rato gritando “¡es el de la tele, es el de la tele!”.
Un rollo patatero.
¿Qué es lo que más te gusta de tu nuevo disco?
La portada.
¿Y lo que menos?
Un trozo de una canción tiene voz de resfriado, porque ese día lo estaba.
No diré cuál es porque me parece que solamente lo noto yo…
¿Te gustaría añadir algo más para nuestros lectores?
No contaminéis, reciclad.
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 24 (sección: Entrevistas).
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