Rocktiembre: Madrid, 17 de septiembre de 2016

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Puerta grande para el rock urbano. Como seis toros seis fueron las bandas que hicieron su faena sobre el escenario de Las Ventas para dejar patente cual fue la semilla del rock nacional que hoy todos conocemos.

RocktiembreEn 1978 la OMS declaraba erradicada la viruela. Ese mismo año, en Roma, tuvieron un año movido, pues el Vaticano tuvo hasta tres distintos inquilinos en el plazo de 100 días. Al otro lado del océano Atlántico, Argentina se proclamaba Campeona del Mundo en un torneo que ellos mismos organizaron. Y en España…

En una España que se desperezaba del letargo franquista, que sudaba la gota gorda (como este año) y que también tenía tiempo para hablar de la separación de Julio Iglesias y la Preysler, una serie de bandas nacionales trataban de dar una impronta propia (y con denominación de origen) a las influencias rockeras que, desde principalmente Inglaterra, nos estaban llegando. Parte de esas bandas se reunieron una tarde de Septiembre, celebrando un cónclave en la antigua plaza de Vistalegre que podría definirse como el embrión del Rock Urbano español.

Casi cuatro décadas después, algunos de los actores de aquella tarde para la historia del rock patrio se volvieron a reunir en otra plaza de Toros, en este caso de Las Ventas, para homenajear a esos grupos, esa gente y esa música, que formaron parte indispensable de esa época tan convulsa en lo social y lo político y tan fructífera en lo musical y lo artístico, que fueron luego los ochenta.

Con todo y con esto, con unos padrinos de lujo como el Pirata y Mariskal Romero, unos espectadores que en gran número y cuya media de edad superaba la cuarentena, la madrileña plaza de Manuel Becerra fue testigo de un acontecimiento de nuevo para los anales del rock en la capital.

En este caso seis fueron las bandas que desfilaron por el escenario (Coz, Topo, Ñu, Asfalto, Barón Rojo y Burning), dando como resultado una descarga brutal de más de seis horas de rock auténtico que muchos aguantaron a base de bailes como si 38 años no fuesen nada.

Coz

RocktiembreCon puntualidad taurina (para no desentonar), los chicos de Juan Márquez abrieron las hostilidades ante un público que ya se convocaba en gran número frente al escenario. Uno a uno fueron desgranando sus grandes éxitos, pues la tarde iba de clásicos. Estilo rockabily para empezar, coronado por sus dos celebérrimos temas como son Más Sexy y Las Chicas son Guerreras. En resumidas cuentas, buena nota para estos veteranos que tuvieron el peor lote de la tarde pero que solventaron a base de ganas y rock.

Topo

RocktiembreQuizá uno de los triunfadores del evento. Se encargaron Lele Laina y Jose Luis Jiménez de ir caldeando el ambiente a base de temas que forman parte de la banda sonora de una generación. Con ciertos problemas técnicos al principio que fueron solventados al momento, los madrileños se metieron al público en el bolsillo desde el primer momento gracias a canciones como Marea Negra. Destilando virtuosismo en la guitarra con Luís Cruz en El Blues del Dandy o comprobando que la voz de Josele Jiménez sigue siendo mágica en Vivir en Vallekas, uno de los momentos de la tarde llega cuando suenan los acordes de Días de Escuela. Lágrimas, piel de gallina y rabia se juntan en quizá el momento más emotivo del evento. Y para finalizar Mis Amigos y la plaza se cae…

Ñu

RocktiembreLos últimos en apuntarse a la fiesta fueron de los que mejor salieron parados del encuentro. Con un sonido que dejaba bastante que desear durante todo el concierto, los chicos del showman Molina fueron de los que mejor se hicieron escuchar a lo largo del evento. Gracias a su carismático líder y, acompañado de una banda de músicos donde desde la violinista Judith Molina hasta su batería, todos tenían su cuota de protagonismo. Sin embargo, la palma se la lleva José Carlos, que mantiene intactas sus cualidades vocales y “teatrales”. Les costó conectar con el público (quizá por la larga duración de sus temas), pero a partir de su clásico Ellas todo fue hacia abajo, llegando la apoteosis cuando el clásico de El Tren hizo entrada en la estación de Ventas. Se nota que están en forma y para rato…

Asfalto

Ya con las luces de la plaza, saltó Julio Castejón de blanco impoluto acompañado del resto de los miembros de la banda, entre los que se encontraba su propio hijo. Con un rollo más tranquilo, hicieron gala de ese rock sinfónico donde el teclado tiene un peso fundamental en los temas. Más que una intención sirvió como chispa para el resto del show, donde cayó de nuevo Días de Escuela (yo me quedo con la de Topo). Rocinante quizá fue el tema mejor interpretado) y se hicieron esperar hasta que llegó, al final, el Capitán Trueno.

Barón Rojo

RocktiembreSin duda alguna, lo menos bueno del día. De todos es sabido que fueron nuestro grupo más internacional y que sus cotas, de no haber pasado lo que pasó, podrían haber estado mucho más altas. Por lo tanto, muchas eran las esperanzas puestas en los hermanos De Castro, apuesta más heavy de los que teníamos en el cartel. Sin embargo, un setlist mal elegido, un sonido deplorable (solo se oía la batería) y una voz que, para que nos entendamos, nunca llegó al nivel de Sherpa, dejaron al público helado. Y eso que los temas que tocaron son temazos, pero se dejaron lo mejor en la buchaca. Solo Con las botas sucias se salvó, siendo desastroso el sonido en Las Flores del Mal.

Burning

RocktiembreY para acabar Johnny y su tropa (bien digo tropa, pues eran por lo menos 13 o 14). Les tocó levantar el ánimo a un público en estado latente tras lo ocurrido con los Barones y, que ya adolecía de cierto cansancio (tras más de 5 horas de música sin pausa y con unos cuerpos que ya no son lo que eran hace 40 años). Quizá fueron los más compactos en sonido de toda la noche (para eso eran todos lo que eran) y ganas le pusieron, reanimando al respetable con temas como Jim Dinamita o Que hace una chica como tú en un sitio como este. La gente (ya menos que al principio pues el frio también hizo mella) sacó fuerzas de flaqueza para cerrar una noche histórica con un clásico como Mueve tus caderas que volvió a demostrar la grandeza de estos músicos que eran nuestros y teníamos en el cajón del olvido.

Mención aparte tiene el número final donde todos los artistas intentaron cantar el clásico de Moris de Sábado en la Noche que, eso, quedó en un intento. En resumidas cuentas, noche de Rock&Roll añejo que valió para, en parte, saldar una deuda con un estilo y una generación
 

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

Sobre los autores del artículo:

Alfonso Fernández
Apasionado del rock más duro y experto en el Bosón de Higgs, que ha mamado y amado la música desde la cuna. El flechazo del rock le atravesó hace ya tres décadas. Militó como guitarrista en el grupo de rock Containers, aunque también le van otros estilos y tendencias, incluído el folklore. Forma parte del equipo de La Factoría del Ritmo desde el año 2009.

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