Red Hot Chili Peppers: Concierto 28/02/2003 en Madrid

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28 de Febrero Pañacio Vista Alegre (Madrid)

    No podía morirme sin ver a los Red Hot Chili Peppers en directo. Esta era una de las promesas que me hice en mi temprana adolescencia, despertada esencialmente por un grupo de punk funk que nada tiene que ver con los Red Hot Chili Peppers de hoy en día.

    Pero nadie puede dudar de que los californianos viven un gran momento, prueba de ello es la hazaña de llenar por dos días consecutivos el Palacio de Vistalegre, agotando las localidades en ambas jornadas.

    El concierto comenzó con una dura advertencia: Un By the way potentísimo, con el que dejaron claro que no viven del pasado. Un mensaje directo contra aquellos que se alimentan de nostalgias. Desde el primer momento sentenciaron que la noche iba a girar en torno a su último trabajo, titulado como la canción, By the way, y que todo lo demás serían gestos de caridad para mantener la compostura.

    Teniendo en cuenta que su último trabajo es un gran infumable de canciones pseudo pop que se derriten antes de tocarlas, disfrutarlas en directo resultó infinitamente mejor de lo que uno encuentra en el álbum. Temas construidos con un fuerte hilo conductor, con melodías muy perfiladas y armonías más coherentes de lo que solían hacer.

    Sin embargo, si hubo grandes ausentes en la velada, estos fueron el punk y el funk, aunque esta notable carencia intentaba atenuarse mediante brillantes improvisaciones por parte de los que siguen siendo, de lejos, grandes virtuosos de su instrumento.

    Canciones como Don´t forget me o The Zephyr Song, sonaron esplendorosas recuperando un sentido que uno no encuentra cuando las escucha en la grabación, mientras que el repaso a clásicos como Suck my kiss o Give away fue tan vibrante como debía haber sido diez años atrás.

    Entre el público había dos tonos marcados, los que veníamos a cumplir promesas del pasado y las nuevos adeptos “by the way”, que fueron los que más disfrutaron. La noche alcanzó tintes melosos cuando entró en acción la retahíla de temas lentos que son clara mayoría en su último trabajo. Pero no se les podía olvidar una versión del tito Jimi Hendrix: su peculiar Fire a doscientos por hora, que es como si a uno le cortaran el bostezo, cuando ya empezaban a entrar ganas de echarse una cabezadita.

    A fin de cuentas fue un concierto potente pero sin furia, tuvieron el público en todo momento de su lado y diría que incluso ellos mismos disfrutaron. Al adolescente que fui le habría dado vergüenza verles cantando lo que ahora cantan, pero los años nos doman a todos y hasta yo mismo me he reconciliado con ellos.

Comentario: Making.
(Fecha de la publicación: 17/04/2003)

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

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