Densidad pudiera ser la palabra.
Once cortes componen “Denbora”, segundo trabajo de esta banda vasca que a todos nos sorprendió en el 96 con un canción de estribillo grandilocuente y arrebatador: “Hil da jainkoa”. “Dios ha muerto”, proclamaban entre guitarras poderosas, teclados gruesos y una voz emocionada, el resto del disco nos deparaba un puñado de buenas canciones, que prácticamente a nadie nos importó que se oliese en ellas el rastro de Faith no More, Rage Against the Machine o Clawfinger, pues la personalidad propia ya ganaba el pulso.
Pero ahora con “Denbora” (“Tiempo”), las influencias hay que leerlas para conocerlas. Aunque para experimentar el sentir de los componentes del grupo, lo mejor es escuchar su música: intensa como pocas, terrorífica por momentos, incendiaria en otros, si es lenta da pavor, si es rápida inquieta, nunca deja indiferente.
Me niego a resaltar ningún tema de un disco que se escucha con interés de un tirón, pero que para disfrutar en toda su extensión es imprescindible leer atentamente la traducción de las letras (para aquellos que no somos vasco-parlantes, evidentemente).
En definitiva, un segundo magnífico trabajo para un grupo que ya es de culto y que de ser más conocido, seguro que gustaría a muchísima gente. Buenísimos.