Nunca Seremos Nada: Desde otro ángulo – Crónica de un pequeño concierto

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Si en el anterior artículo os ofrecíamos la oportunidad de tener una mirada de un gran concierto desde dentro, en este artículo se aborda el caso justamente contrario.

Pascual, bajista de los 70 veces 7, nos cuenta el desarrollo de un pequeño concierto, esos eventos de los que los medios no suelen acordarse, pero que son los que sustentan, al fin y al cabo, la escena musical.23 horas del pasado viernes 7 de marzo: el 75 por cien de 70veces7 (Emilio, Domingo y yo) y un colega (Antonino) que toca en otro grupo (Nunca Seremos Nada) nos dedicamos a tomar cafes y beber extrañas cervezas en un bareto de pijos que había cerca de Zepellin…la sala de conciertos en cuestión.23:30 horas: Salimos hacia la sala. Como si de una pesadilla se tratara doblamos una esquina y nos metimos en un callejon desierto, como abandonado, como de barrio chino, las casas hechas polvo, las sabanas colgando casi hasta el cemento del suelo de la calle…bueno…ya se empieza a ver gente… en frente de la puerta de Zepellin habia un grupo de punkis que vendian litronas a 3 libras (oferta de puta madre teniendo en cuenta que dentro cada caña nos saldrá a 400).La sala es cojonuda, una pinta a lo ABIERTO-HASTAELAMANECER-DETARANTINO, parece que de un momento a otro van a cerrar las salidas y se van a convertir todos en vampiros.Los primeros en tocar son Wallride: guitarras, bajo y bateria, y una tía enrrollada, con el pelo de colores, unos pantalones de bolsillos medio caidos y unos calzoncillos que le asomaban bastante, que se dedicó a cantar la hora que duró su concierto. Sí, tocaron un punk con muchos cambios de ritmo, con tiempos lentos, con tiempos muy rapidos, no estuvo mal… Las primeras filas se desmandaron y comenzaron los saltos de trampolin desde el escenario. La verdad es que nos gustaron bastante los Wallride, lástima que no conociamos ningun tema y las letras no se entendían (como suele pasar casi en todos los conciertos).A continuacion salieron los Aerobitch, un grupo de Madriz (como ellos dijeron) super-cañero de principio a fin. Una guitarra, un bajo, bateria y una !!!niña!!! cantante, joder con la tia de las coletas, se planto en mitad del escenario, se clavó (es un decir) los zapatos al suelo y, tras sus gafas de sol, se puso a berrear, a chillar, a bramar y a escupir letras de tal manera que nos fue imposible no movernos del sitio. Luego el guitarra, había que verlo, un tio alto, fondoncete, barriguilla cervecera, totalmente en bolas…bueno con una capa de dracula y un tanga de estos de sex-shop… Muy buenos si señor. En el tema de las letras y eso…lo mismo que con Wallride.Por último los Shock Treatment. Bajo, guitarra y bateria. Venian precedidos de la clasica fama de ser super-ramonianos, surferos y todo eso, pero no…alternaron alguna de ese tipo con otras que no tenían nada que ver con su fama. Llegaron de Castellón y convencieron a todo el mundo. Pero después de 2 horas moviéndonos ya no podíamos más y todo se convirtió en una tranquila contemplación del último grupo, degustándolo e intentando -cómo no- entender lo que nos estaban diciendo…Y etoetodo-etoetodo-etoetodo-amigos…Comentario por: A. Pascual Játiva

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

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