¡Viernes Santo!, ¡Fiesta paga del Metal!. Aquella noche salimos de la Vivero, muy satifechos, muy instruidos en las artes del rock, muy ebrios de las copas y por supuesto, muy borrachos de libertad...
La gélida y lluviosa noche del viernes santo malagueño, nos condujo sin remisión, a un grupo de buen@s amig@s, hacia la sala vivero, en el polígono La Estrella, en el extrarradio más metalero de la ciudad sureña. No sin antes, sortear los típicos obstáculos: algún taxista maleducado, la tardanza propia de “los hombres tranquilos”, calles cortadas por divino decreto y sacro mandamiento; e incluso, pajas mentales en una Shell a punto de chapar y que el destino, nos quiso hacer confluir en la misma, junto a los expendedores de combustible, quien sabe si como analogía de lo “cargados” que íbamos ya a esas alturas. Aunque para carga los dos kilos de teleobjetivo que llevaba encima, cosa que no impidió ni de lejos que me uniera al festival salvaje de mis congéneres, que no pararon de privar brebajes miles, que durante el resto de la etílica y rockera noche brindaríamos por doquier a los dioses del metal, al dios Baco y por supuesto, por estas fechas no nos podríamos olvidar de Genarín y allegados al templo del “buen beber”.
Solamente una mente retorcida, enferma y degenerada podría haber urdido tal plan. Y hacer que nuestras almas, nuestros destinos coincidieran en el ocaso de la noche, la única noche, según tradición intemporal en que las puertas del averno permanecen cerradas.
Sin más rodeos, iré al grano; básicamente, teníamos dos opciones. Una, seguir castigando el hígado, mientras oíamos “covers” de la banda mexicana Moderatto, temas sueltos de artistas tan dispares como Miguel Bosé, “Pau” o Nancys Rubias. Eso sí, mientras se producía la extraña dicotomía de departir, hasta degenerar en profundos debates, filosofeando como catarsis y acto final de tan dantesco episodio. Y la otra opción, la descarga de Ñu y Perversion, sin duda la mejor alternativa y es más, diría que nos libró de la locura ebria colectiva y actitud extremadamente disoluta, que a saber a qué “alter-hours” nos hubiera conducido.
Los renovados Perversion con el vocalista Kubero “Metal God” al frente, como gran adalid del heavy rock, derrochando muy buenas cualidades sobre el “stage” de la Vivero. Apoyado en el contundente tempo que marca el bajo efectivo de Luis Darder y los sucesivos solos técnicos del virtuoso Paco Púa a las seis cuerdas, repartidos en verdaderos himnos del metal.
Los encargados de abrir fuego en la noche, Perversion, basaron su set-list en temazos del thrash metal como “Creepin` Death” de Metallica o la también contudente y resultona del género, “Symphony Of Destruction” de Megadeth. También hubo hueco para clásicos entre los clásicos, como “Bark At The Moon” de Ozzy, “2 minutes to midnight” de Maiden y el siempre afilado “Painkiller” de Judas o el “power” de “Fast As A Shark” de Accept. Kubero siempre estando a la altura y adaptando su potente voz, jugando con diferentes registros, en resumidas cuentas, auténticas piruetas vocales hasta llegar al culmen de la actuación. Un sobresaliente sin género de dudas. Visto lo visto, no se pudieron negar a ofrecer un temazo donde los haya de Deep Purple, “Burn”, de la época en que las riendas vocales se las repartían dos pesos pesados del hard rock, como son Glenn Hughes y David Coverdale. Y como durante todo el show, se salieron sobremanera y supieron caldear muy bien el ambiente de cara al plato fuerte de la noche.
Entre el público se había formado una auténtica algarabía de fans comentando lo espectacular de los covers, entre emoción contenida e impaciencia por ver saltar al Molina y sus sagaces secuaces. Una base rítmica que aunque llena de juventud, Gorka Alegre al bajo y Javi Bumper a la baquetas, a estas alturas de la película se han hecho estables en un grupo que sigue en la brecha a pesar de las modas, las épocas y los contratiempos que suelen ir acoplados a este tipo de formaciones rockeras. Arropados por la sapiencia musical, personificada en un mago de las seis cuerdas, de toda una institución en el foro: Mr. Víctor Manuel Arias, antiguo miembro histórico de bandas como Bella Bestia, Niágara o el último gran “line-up” de Muro.
Ninguna banda que haya secundado a José Carlos Molina, ha dejado a nadie impasible y menos aún al propio genio de las flautas, que siempre ha tenido las ideas muy claras, en cuanto a los derroteros por los que ha querido dirigir sus mensajes y música, siempre grande, siempre rebosante de gran calidad. Pero, ahora no vamos a descubrir las virtudes de un gran compositor y multiinstrumentista como José Carlos.
El caso que la formación actual que lleva ya unos añitos funcionando como tal, está de nuevo devolviendo cierto regustillo fiero de antaño y además sin restarle lirismo y ese especial toque medieval que tan bien sabe aplicar José Carlos a sus creaciones. Pero sobre este punto, ampliaré datos más adelante, cuando vuelva a repasar el listado de canciones y pararme en ciertos aspectos de la puesta en escena actual.
Abrieron con “Mono” del álbum “Títeres”, grabado en la querida Sacedón de Guadalajara por nuestro juglar y flautista particular. Como singular y particular fue la puesta en escena de salida por parte de José Carlos, guitarra colgada en pose cuasiparecida a la de un cantautor e “intro” mucho más relajada y acústica que la original, para terminar dando la tralla enchufada de costumbre. Algo que repitiría a lo largo de la noche en otros temas.
Siguió con “Manicomio”, una de mis preferidas de la época sinfónica de los 80, claro está con el “permiso” de “El Flautista”, “El Juglar” y su single posiblemente más popular, “No Hay Ningún Loco”. Temas que irían cayendo con el devenir de la madrugada, en esta exclusiva y muy interesante velada. Sobre todo, en comparación al bolo de hace un año y pocos meses, en el cual la vivero estaba prácticamente llena a rebosar. Aunque en esta nueva lid, también pudimos sentir mucho más cercanos los ingeniosos comentarios y chistes, puros y duros, en un momento dado, dulcemente irónicos diálogos, entre José Carlos y los “fans”. Que bien podrían sentirse privilegiados. Pocas veces eso del “feed-back” podrá ser tan espontáneo. ¡Y bueno! Aunque pocos, creo que el gracejo andaluz, conquistó al pícaro manchego y dejó llevarse por el buen humor, protagonizando múltiples anécdotas. Como el solo de armónica que precedió a los nuevos arreglos del tema “Una Copa Por Un Viejo Amigo”, tras espetarle alguien entre el respetable, que tocara tal instrumento a modo de simpático desafío. A su vez, entremezclado con la siempre contundente “Más duro que nunca”. Aunque este episodio tendría lugar con el final del bolo y con anterioridad resonaron en la magnífica cúpula de la sala Vivero, cuya acústica ya la quisieran muchos garitos.
“Animales Sueltos” es una de esas canciones que se ha ido haciendo hueco entre otras de más señas. Otros acordes ilustres y que empiezan a ser clásicos en el repertorio de José Carlos Molina y Ñu son los pertenecientes a “Preparan” y la instrumental “De Fiesta”, ya prácticamente, fijos en el “set-list” por derechos adquiridos.
Lo bueno de bandas de dilatada carrera como Ñu, es la posibilidad de poderse permitir el lujo de que elijan la canción que elijan, siempre acertaran; ya hace tiempo que celebraron sus “bodas de plata” con su público y la cuenta suma y sigue hacia los treinta y tantos años de carrera. Habrá conciertos más acústicos o predominancia de los elementos folks, otros más blues o hard rockeros o como nos tienen acostumbrados en los últimos años, volviendo a sonidos heavy metal de comienzo de los 80, ese regustillo salvaje y visceral que según en qué épocas el grupo había ido dejando un poco aparcado, para adentrarse en sonidos más sinfónicos y líricos, también muy interesantes. Y claro, todo esto también muy íntimamente ligado al tipo de acompañantes del que se ha rodeado José Carlos. Y está clarísimo, que los que tiene ahora le dan ese punto heavy con reminiscencias “ochenteras” que tan buenos resultados les hace tener en directo últimamente, además de poder seguir practicando el bálsamo melódico cuando tercia. Todo lo anteriormente dicho, reflejado en canciones como “La Bailarina” de principios de los 80, pasando por “Destierro”, en pleno albor de los 90, cuando en sus filas había dos futuros miembros fundadores de Saratoga: Niko y Jero. Hasta llegar a una de sus grandes piedras de toque, el álbum “La Danza De Las Mil Tierras” con “Perro Ladrador” como gran exponente del microcosmos Molina.
Una balada como “Ella” no podía faltar en una noche donde las emociones se desbordaban y cada dos por tres se evocaban tantos buenos recuerdos, siguiendo la longeva trayectoria de la banda.
José Carlos aprovechó para ir a tomar un refrigerio al camerino mientras sus acólitos permanecíamos entusiasmados, entre los que por supuesto, se encontraba un servidor, disfrutando de “Moby Dick” de Led Zeppelín y los solos. Totalmente hipnotizados por tan buenas maneras a la hora de encarar unos instrumentos y dignificando la música que llevan en la sangre una batalla más. Javier Bumper, emulando a su ídolo “Bonzo” Bonham, demostró unas cualidades muy buenas en la batería, aunque V.M. Arias y Gorka no se quedaron rezagados precisamente.
Tras bastante insistencia del público y lo bien que se mostró el grupo sobre las tablas, el bis no se hizo esperar y constaría de tres temazos de la talla de “Tocaba Correr”, la ya anteriormente mencionada por mí “El Flautista” y para broche y cierre de auténtico lujo, “El Tren”. Tema que además de habérselo oído a Ñu y a Rosendo se lo hemos podido ver interpretar a multitud de bandas, desde Insania a La Leñera, esta última gran formación a modo de tributo de Leño, que dejaron muy buen sabor de boca en la primera edición del “I Festival Leyendas del Rock”, celebrado en la localidad murciana de Puerto de Mazarrón, que tras la estela del espíritu del mítico “Mazarrock”, terminó por desbordar, en el más estricto y buen sentido de la palabra, hecha rock, cualquier cálculo o expectativa previa, para regocijo de los allí presentes. Y donde Ñu practicaron un metal potente, metiéndose en el bolsillo a las decenas de miles de personas que se acercaron desde distintos puntos de la geografía.
El caso que entre las clases magistrales de los “covers” metálicos ejecutados a las mil maravillas por Perversion y la siempre posibilidad segura de ilusionarnos con un bolo de Ñu, buque insignia de músicos con mayúsculas, luchadores y honestos, salimos de la Vivero, muy satifechos, muy instruidos en las artes del rock, muy ebrios de las copas y por supuesto, muy borrachos de libertad …Una noche más.
No te pierdas la galería fotográfica: “Ñu + Perversiones: Concierto en Málaga – 06/04/2007”.
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