San Quirico

Muchos de nuestros lectores recordarán el nombre de Jon Maia por su colaboración en el tema "Gora Herria" de Negu Gorriak. Él es un bertsolari, seguidor de la tradición de ésta suerte de juglares vascos, que cantaban versos acappella de población en población y suponían una de las mayores distracciones de la zona hasta el primer tercio del siglo XX.

Dentro del "bertsolarismo" Jon Maia tiene una gran reputación, siendo una de las figuras que lo está manteniendo vivo, en un momento en el que las nuevas generaciones no parecen interesarse por este arte y no salen nuevos valores (o los que salen abandonan muy pronto y se dedican a otras cosas).

Pero Jon Maia no es alguien que se haya anclado en la tradición y no vea más allá. En absoluto. De hecho es el compositor de canciones de varios grupos de rock, entre los que se encuentran Negu Gorriak, Soziedad Alkoholika y Def Con Dos.

Además Jon Maia tiene un grupo, llamado Karidadeko Benta y que parte de las tradición pero se abre a un sano mestizaje lleno de frescura.

Karidadeko Benta era el nombre de una posada que existió hasta principios del siglo XX en un cruce de caminos situado entre Billabona y Zizuzkil (Guipuzcoa). Allí se encontraban los bertsolaris para emborracharse, improvisar y "echar pulsos" de versos. Jon Maia recuperó ese nombre para su grupo.

La banda surgió hace unos pocos años, sin ninguna pretensión, entorno a un puñado de amigos músicos que se juntaban para pasarlo bien. Fueron tomando la forma de orquestina (un tipo de agrupación que iba recorriendo los pueblos y tocando en sus fiestas) y haciéndose con un repertorio.

Después Gaztelupeko Hotsak les invitó a grabar y a día de hoy ya van por su tercer disco, el cual se editó a finales del pasado año.

Se trata de este álbum que ahora nos traemos entre manos, "San Quirico", un trabajo que incluye once canciones y en el que el grupo muestra de forma espléndida su curiosa mezcla de sonidos: la componente vasca es la principal, pero en ella acogen con cariño al cha-cha-cha, el flamenco, la música marroquí y hasta la de Irán.

Lo mejor de este disco es el optimismo que transmite. Es pinchar su primera canción y según avanza te inunda una alegría que dura, como mínimo, hasta el final del disco (el crescéndo sobre el que se estructura ese primer tema es mágico).

A partir de ese inicio uno se encuentra con melodías alegres, con ecos de mil lugares y con la personal voz de Jon Maia y la bonita voz de Aran Santamaría compartiendo protagonismo con una instrumentación tan discreta como efectiva. Hay que felicitar a los músicos (Tolo: clarinete, trompeta, saxo Jon Manzisidor: laud, guitarra Imanol Manterola: percusiones Domentx Uzin: Helicón, violín; además Ana también toca el clarinete) por esa frescura que han inyectado en sus interpretaciones… sencillez, calidez y detalles con chispa.

Otro elemento a no dejar pasar por alto son las letras. Estás interpretadas en euskera, pero el libreto incluido en el bonito digipack las ofrece también traducidas al castellano. Así podemos leer textos poéticos tratando cuestiones como la emigración, las prohibiciones sobre el tabaco o la desaparición de la conciencia social, abordadas desde la ironía, junto con otras temáticas directamente más distendidas y dicharacheras. Siempre cuidando los aspectos formales y con un buenos desarrollos y remates.

En definitiva, un disco divertido, alegre, bonito y frescachón.