Un álbum lleno de embrujo y misterio, grabado por un grupo creado por músicos conocidos por su militancia en otras bandas de la escena del rock independiente canadienses. Sorprendente y sugerente.
Swan Lake es un grupo canadiense nacido de la mano de tres músicos con nombre reconocido en la escena del rock independiente. Carey Mercer es miembro de Frog Eyes, Daniel Bejar de Destroyer y The New Pornographers, y Spencer Krug de Wolf Parade. El planteamiento de la nueva banda es la de una formación alternativa a los proyectos principales de cada uno de ellos.
"Beast Moans" es su trabajo debut, si bien grabaron previamente un EP que finalmente no fue editado. Es este larga duración proponen un original viaje por canciones llenas de misterio, con mucho de pop y rock clásico (hay estribillos que parecen directamente inspirados por los Beatles), pero pasadas por un detallo proceso de inmersión en cadenas de efectos que potencian un lado entre épico y fantástico.
El tema que abre el disco, "Window´s Walk," tienen un gancho inmediato, gracias a una melodía vocal llena de fuerza. "Nadie Days" comienza relajada y te sumerge en un caos musical. "City Calls" te introduce en el misterio y podía ser la banda sonora de una historia de terror. "A Venue Called Rubella" parece un tema de los Beach Boys sonando al fondo de una cámara de ecos. "All Fires" pudiera haber sido firmada por Bob Dylan. "The Partisan But He´s Got To Know" te sitúa a una taberna, rodeado de cánticos escuchados desde la tontuna del alcohol. "The Freedom" mantiene el pulso con una instrumentación mínima hasta la tormenta final. "Petersburg Liberty Theater, 1914", parece la introducción a un mundo decadente. "The Pollenated Girls" es una cantinela de instrumentación mínima y a la vez ruidista. "Bluebird" lleva al oyente a escuchar a un juglar de un pasado imposible, cuya voz se apaga por los truenos de una guerra cierta o sugerida. "Pleasure Vessels" parece una balada manipulada por un maniaco. "Are You Swimming In Her Pools?" podía entrar en las radiofórmulas, al aligerar llamativamente el componente experimental. Y "Shooting Rockets" despide el álbum, sugiriendo una pesadilla que termina y que se recordará con incertidumbre.
"Beast Moans" es un disco realmente original. Las canciones de haber tenido un tratamiento radicalmente distinto, y cercano a lo habitual en pop o en rock, habrían tenido un carácter muy diferente, ligero, fácilmente accesible, y algunas de ellas habrían sin muy pegadizas. Pero al inundarlas de efectos, con la clara intencionalidad con la que se ha hecho, se ha conseguido un atmósfera oscura, tenebrosa, llena de negra fantasía y que parece transportarte a un mundo paralelo entre surrealista y amenazador.
En definitiva, "Beast Moans", es un disco que se sale de la norma y que resulta verdaderamente apetecible.
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