La Mar de Músicas, festival que celebra este año su VI edición, nos brindó la oportunidad de conocer la propuesta para el directo de este músico de gusto exquisito, que encarna un crisol de músicas de origen diverso con un sentido musical repleto de matices escogidos con auténtico sentido de la perfección.
El escenario fue el Auditorio Parque Torres, o “Parque de los Patos”, como se conoce popularmente en Cartagena este anfiteatro a cielo abierto sobre el Mare Nostrum. Envueltos todavía en el ambiente de Brasil, país invitado al Festival que aporta varias muestras de pintura, fotografía, cine y música, sin olvidar su fabulosa caipirinha, el concierto de Nitin Sawhney supuso un contrapunto que nos llevó a través de un recorrido inolvidable de sonidos de distinta geografía, de los que Sawhney se ha nutrido desde su infancia, una encrucijada indobritánica. Para la ocasión se presentaron principalmente temas de su tercer álbum, Beyond Skin, un proyecto conceptual que celebra la diversidad, por encima de las limitaciones y barreras. Y es que no todo es música para este poeta de la identidad; cada aportación de su obra deja entrever la filosofía serena de un observador de la vida misma que aboga por la creación, como antónimo de la destrucción, por el respeto, por esa mirada múltiple (¿recuerdan a Escher?), ilimitada.
Sobre el escenario, Sawhney, al teclado y guitarra, está arropado por músicos de excelente calidad. JC001, el hombre groove, acróbata de la voz, fue el encargado de romper el hielo y presentar a los instrumentistas: Marque Gilmore a la batería, Eric Appapoulay al bajo y el enfant terrible de la tabla, Aref Durvesh, uno de los habituales de la formación. Y cómo no, a los tres vocalistas que tuvimos ocasión de escuchar. Devinder Singh, con reminiscencias de lo místico y lo lírico, posee un carisma que nos hace pensar en ese duende del flamenco en una transposición oriental. Constituye, al mismo tiempo, un formidable contraste con la voz más carnal de Sanchita Farruque, de personalidad vibrante, sin duda una mujer de muchas tablas, como demostró en “Inmigrant“, una de las joyas del último trabajo de Sawhney. Más tarde también tuvimos sobre el escenario a Tina Grace quien, tras arengar al público en español, nos presentó “Letting go“, una balada cargada de emoción y nostalgia. Como era previsible, con todo este buen hacer, el concierto nos dejó con ganas de más, aunque para ello habrá que esperar a la próxima gira de Sawhney, con quien estuvimos hablando tras el directo.
Como manifiesto personal, Beyond skin está estructurado alrededor de la identidad del propio Sawhney, que es, por extensión, la de su familia y la de todo un pueblo. El álbum propone un salto de obstáculos -por encima de los poderes armamentístico, político, nacionalista- en pro de una identidad sólida y rica en valores humanos. Comienza este trabajo con “Broken skin”, que versa sobre los efectos de la radiación nuclear (“piel rota”), tras una introducción en la que el Primer Ministro de India anuncia -en inglés- la conclusión satisfactoria (para su partido) de la primera prueba del armamento nuclear del país. Del dramatismo pasamos a la tristeza con “Letting go”, el abandono, la despedida de lo amado, la marcha forzosa del suelo que nos vio crecer y, ay, que tanto ha cambiado -para bien y para mal, y lo llaman Progreso. Se llega tras dos temas de peregrinaje y tránsito a la sección más elegante y representativa del álbum: la tríada “Tides”, “Nadia” y “The nmigrant”. El discurso da un giro con estos temas y nos invita a mirar hacia el futuro con cierto optimismo, con esperanza. Y de la ingenuidad pasamos, con los últimos temas, a la tensión, que simboliza el cambio, el enfrentamiento, el movimiento, la pérdida, el desconsuelo…
Uno se sorprende al encontrar tal riqueza de elementos hilvanados con un gusto tan abierto, pero el hecho se comprende si consideramos que este hombre, nacido británico de padre hindú y madre keniata, comenzó a los cinco años su relación con la música, música de orígenes diversos, y éste es el medio, junto con sus textos, elegido para hablarnos de su propia identidad. Lo extraordinario de este mensaje es la sensibilidad con que los diversos elementos de culturas distantes van reuniéndose en la configuración de un universo único. Beyond skin nos habla de la identidad individual y de la lucha cotidiana por preservarla ante la presión social y gubernamental Para aquéllos que no hayan sido víctimas de experiencias xenófobas será difícil comprender la posición de quienes son obligados por imperativo social o circunstancial a negar su propia identidad, a rechazar incluso las costumbres más familiares. Sin embargo, sí se es consciente de la limitación, e incluso la carencia, de ciertos valores humanos en las sociedades que se ha dado en llamar desarrolladas, del alza de los valores materiales y la carrera armamentística en detrimento del pensamiento y la filosofía, de un trabajo de fondo que nos haga comprender el alcance de la gran responsabilidad de nuestros actos, que pueden tener -si no tienen ya- consecuencias tan alarmantes como la devaluación del mismísimo ser humano. No será porque no estamos avisados.
Según Sawhney, su música es la música que siempre ha estado escuchando. y no se trata de un ejercicio de importación de elementos nuevos, sino que es un trabajo realizado sobre la base de raíces e influencias con las que está familiarizado desde siempre. De paso se encargó de aclarar algunas críticas que recibió recientemente en España: “si alguien me critica diciendo que intento hacer demasiadas cosas distintas es que no entiende en absoluto lo que yo quiero hacer. No se trata de que yo haga muchas cosas diferentes; me gusta la diversidad; yo quiero celebrar esa diversidad, ese ser abierto, ese no tener barreras, ese aceptar distintas influencias. De hecho, Beyond skin expresa muy bien este sentido”. Por cierto que, además de obtener el prestigioso premio South Bank Show Award for Popular Music 2000, este recomendable álbum fue nominado al premio Mercury 2000.
Por cierto, y respecto a la nominación de Beyond Skin – Nitin Sawhney, aquí cabe apuntar una observación que dice muy poco en favor de los Mercury. Y es que el hecho de que el premio de la edición anterior se lo llevara OK – Talvin Singh -un premio por otra parte merecido para un álbum creativo con una producción brillante- convierte en imposible la candidatura de Sawhney, al menos a la victoria, convirtiéndola en una anécdota meramente nominal, por que ¿otro británico-asiático gana el Mercury por segundo año consecutivo? Esto, a priori, cabe en pocas mentes anglosajonas. De modo que el pistoletazo de salida en la carrera por el premio con semejantes condicionantes no es que quite emoción y valor al evento, es que lo pone en cuestión y evidencia, pues da como valor a la baja los méritos propios si consideramos que los ajenos -sobre todo los de ediciones anteriores- tienen mayor peso específico a la hora de ser o no ganador de un Mercury.
Cambiando de tercio, Sawhney nos habló de sus proyectos. Además de colaborar en el trabajo de otros músicos, como Natacha Atlas, y de algunos conciertos más, está preparando su próximo álbum. Para ello va embarcarse en un viaje a India y Australia, para hablar con la gente, con los niños, hablar y escuchar, claro está, lo que tienen que decir, sus ideas, su percepción del mundo. “Más que un viaje musical”, comenta Sawhney, “es un viaje de la mente”.
Reportaje por: Bárbara Ruiz-Bejarano & Maite Liern
(Fecha del reportaje: Julio 2000. Publicado: 15/02/2001.)
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