De vez en cuando los músicos sienten la necesidad de probar cosas nuevas a las que no están acostumbrados dentro de sus ámbitos musicales habituales, lo cual suelen hacer con extrema buena voluntad y más o menos acierto.
En algunos casos nos demuestran que el genio no está reñido con el estilo, y en otros que es mejor quedarse en lo tuyo si no tienes las ideas claras, que es lo que le ha ocurrido a Moby con este “Animal Rights”. El genio del Techno/Dance recuerda sus inicios más punks, desempolva su vieja Fender y se lanza a un batiburrillo de Industrialmetalpunkrockynosequemás bastante poco convincente y que en algunos momentos llega a extremos de patetismo supino. No es tan fácil como parece montárselo tan bien como Lard, ni está al alcance de todo el mundo hacer discos interesantes tanto de Metal como de Jungle o Ambient, sólo algunas mentes privilegiadas como las de Bill Laswell, Justin Broadrick o Mick Harris lo consiguen. No todo el disco es una mierda, hay canciones como “Come on Baby” y “Someone to Love” que pasan del aprobado con holgura, pero cuando te sale con bazofias como “Say it´s All Mine”, “You” (lo de esta es unas risas) o los inaguantables diez minutos de “Face it” no queda más remedio que tachar el disco de malo aunque no todas las canciones lo sean. Dudo mucho que guste, por que esto no satisface ni a los incondicionales ni a los cañoides menos exigentes.
Como regalo y en edición limitada tenemos “Little Idiot”, música ambiental muy adecuada para desplazamientos en ascensor o como acompañamiento para la siesta; ensoñaciones ligeramente tristonas, teclados sinfónicos y mucha tranquilidad a lo largo de cincuenta minutos que, si bien no dicen nada especial, se dejan oír agradablemente mientras charlas con los amigos. Lo curioso del asunto es que si me dan a elegir entre los dos me quedo con este de largo.
Comentario por: Jorge X.
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 5 (sección: Discos, Internacional).
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