Recientemente ha lanzado su tercer álbum, en el que se inspira en músicas venidas de los Estados Unidos: gospel, blues, country, folk y rock and roll.
Tras cinco años desde su anterior álbum, “Zenbat euri” (Hirusta, 2006), llegar el tercer álbum de Markos Untzeta, un inquieto creador, que a lo largo de su vida ha vivido en muchos lugares, ha tratado de aprender de todos ellos, de las gentes que ha tenido la suerte de conocer y de empapar con sus vivencias sus canciones.
Hoy en día tiene una familia y un trabajo alejado del arte, pero conserva su pasión por la música y sigue creando canciones, con el ánimo de quien tiene algo que decir y su corazón le dice que ese es el camino para hacerlo.
En este nuevo disco mira a los Estados Unidos y a los estilos base del rock, con canciones que incluyen gospel, blues, country, folk y por su puesto rock and roll. Su título es “Mississippi”.
Para darle forma en el estudio ha contado un montón de músicos amigos, incluidos habituales de conciertos y grabaciones anteriores (Dani Merino, Pit Idoyaga, Txomin Guzmán, Mikel Fernández…) y nuevos socios artísticos (iego Lasheras, Manu Iturregi, Juan Gumuzio, Asier Ituarte…).
En la siguiente entrevista nos cuenta detalles de la gestación del disco y de sus próximas actividades:
Han pasado cinco años desde tu anterior trabajo, “Zenbat euri”, que publicaste con el sello Hirusta… ¿En qué has estado todos estos años? ¿Has dejado al margen la música durante este tiempo?
Cuando salió “Zenbat euri” me propuse tener editado el siguiente disco en dos años, no quería que me ocurriera lo que pasó con éste; teniendo las canciones ya preparadas desde que salió “Gaua basamortuan”, se me pasó el tiempo planificando la grabación, reuniendo el dinero necesario para financiarla, una vez se grabó negociando con la discográfica las condiciones… Tan pronto como acabé los conciertos, asumiendo que me tocaría otra vez llevar todas las cargas del proyecto, cerré el grupo de canciones que quería grabar para “Mississippi” y me metí al estudio. Todo iba sobre ruedas, teníamos ya la base de todas las canciones cuando tuve un problema con la voz, y tuvimos que dejar a un lado el proyecto hasta que me recuperara. En ese parón nació mi hija Lore y para cuando pude dedicarle tiempo al proyecto habían pasado ya dos años desde que entramos al estudio. La muerte de Mikel Errazkin, responsable de Hirusta, además de la pérdida humana, supuso que volvía al principio: la necesidad de volver a negociar la edición del disco. Todo esto me llevo a tomarme las cosas con calma; demasiados problemas que resolver para una persona. Venciendo las ganas de tener el disco terminado de una vez, aproveché las ventajas de la situación: la ausencia de una fecha de fin de proyecto me permitió escuchar las diferentes mezclas con la distancia suficiente como para escoger las direcciones convenientes, matizar las canciones con elementos distintivos sin sacrificar cierta unidad en cuanto a sonido, trabajar el aspecto visual de manera coherente con la música…
Este es un trabajo cocido a fuego lento, con mucha dedicación y compromiso por todos los que han tomado parte en él.
En este nuevo álbum sigues desarrollando tu pasión por la música americana… aunque mirando más a las raíces… ¿Has estado descubriendo, como oyente, a los músicos de blues o de folk antiguo en estos últimos años?
Siempre me ha interesado esa música, los he ido escuchando desde que empecé en esto y he ido descubriendo cosas nuevas. El cambió más significativo es que a través de las escuchas he ido aprendiendo cómo lo hacían. De manera intuitiva, además, para evitar caer en modelos calcados; así respetas al referente a la vez que creas algo original aportando parte de tu personalidad.
Para la grabación de este disco has tenido la ayuda de toda una tropa de músicos… hasta quince… ¿Qué nos puedes contar de todos estos artistas? ¿Fueron difíciles de convencer para enrolarlos en tu aventura?
El núcleo lo forman los dos baterías (Juan Uribe y Edu Landeta), el bajo (Txomin Guzmán), y las guitarras eléctricas (Dani Merino y Pit Idoyaga) más mi guitarra acústica y voz. Formamos un grupo fantástico junto a Saúl, el técnico de grabación. Entre todos arreglamos las canciones de manera muy natural, espontánea, creando arreglos sencillos y efectivos. No elaboramos mucho las cosas. Nos gustan las asperezas, las tomas que capturan la creatividad del momento con los defectos propios de lo surgido sin elaboración previa. En cuanto alguien toca de manera mecánica paramos, sabemos que en alguna toma anterior está la buena.
El resto de las colaboraciones se han ido añadiendo según lo pedían las canciones. Es un disco con muchos matices, pequeños detalles que individualizan las canciones según se apartan del Mississippi y se desvían hacia Menphis, Nashville, según avanza hacia New Orleans, mira hacia Texas, se pierde en el delta…
Has fichado con Gaztelupeko Hotsak…¿Qué te llevó a fichar por ellos y no optar por la autogestión como hacen muchos artistas en los últimos tiempos?
Edité con ellos el primer disco. Estaba contento con el resultado. El poco rendimiento del disco en general me pareció que no le hacía justicia, y opté por otros caminos por ver si por ahí había mejor viento. Error. No avancé una milla. Así que volví y aquí estoy de nuevo, a ver si esta vez llegamos a alguna parte.
La edición es un trabajo más, uno que requiere insistencia, dedicación, estar alerta, tocar puertas, investigación, saber vender… Soy profesor de secundaria en un instituto, casado con dos hijos, un chaval de 5 años y una niña de 2. Escribo mis canciones, las grabo, y me hago cargo de todos sus costes hasta la finalización del master. Ya es un equilibrio difícil de mantener así. ¿Si le sumara la autogestión que crees que sucedería?
¿Y qué tal está funcionando vuestra colaboración para este disco y su lanzamiento?
Bien. El disco ha encontrado eco y poco a poco hará su camino. Mi cabeza ya está en otras cosas.
En este disco hay mucho blues, pero también rock y folk… Si hubiera sido más blues, habrías tenido oportunidad de entrar en los festivales blues peninsulares… ¿En qué circuito crees que pueden encajar las canciones de tu nuevo álbum? ¿O no te importa… y con haberlas grabado y poderlas tocar de vez en cuando te basta?
Creo que tengo la ventaja de que con “Mississippi” –y mi música en general- tenemos una oferta muy versátil. Si voy con banda entramos en cualquier circuito de pop-rock. Pero tengo un grupo de canciones que toco yo solo en formato acústico que encajaría en cualquier festival de blues y de folk. Tocar en directo es una parte de mi oficio tan importante como grabar. Es ahí donde la canción encuentra su sitio natural, ha nacido para que alguien la escuche delante de sus narices. Hasta entonces es un fenómeno incompleto.
Háblanos de tus momentos de inspiración… ¿Cómo surgen en ti las canciones?
Te pondré un ejemplo. Todas las canciones que forman Mississippi surgen desde el momento en que dibujo el riff de la canción “Zubiak eta ibaiak”. Un día, jugando con la guitarra afinada en re abierta, di con él. En ese momento soy consciente de que tengo algo más que un simple riff, pero no sé el qué. Lo grabo y para identificarlo escribo “Mississippi” en la etiqueta. Días después sigo con él de manera obsesiva y de pronto, sobre una secuencia de acordes en mi menor surge una frase “Mississippi dut gogoan” (“Llevo el Mississippi en mi mente”) y veo frente a mi a Robert Jonhson tocando Crossroad blues “save poor Bob if you please”. ¿De qué pedía ser salvado el pobre Bob? De la soledad, había sido abandonado por su amante y se sentía solo… la voz del narrador del principio de la canción y la de Bob se funden en el último párrafo y son arrastrados por el Mississippi, o sea por el blues. Así fue como escribí la canción “Mississippi”. Tuve claro que el disco iba a ser una colección de historias que partiera de esa base, el fundamento del rock: un riff, tres acordes y un sentimiento; el abandono. Luego las canciones tomaron su curso, se me aparecieron Buddy Holly, Elvis Presley, Hank Williams, una banda callejera de New Orleans, los grupos de la British invasión…
Las canciones, cuando las has ido vistiendo con la ayuda de todos los músicos participantes… ¿Han cambiado mucho?
Sí y no. Con el grupo adquieren una dimensión más compleja, más coloreada, más rítmica, pero la esencia es la misma; cuando las toco en la soledad de mi casa con la guitarra acústica y la armónica sigue siendo el mismo universo, más pequeño, pero yo cierro los ojos y veo todo lo que abarcan.
¿Tienes preparados ya conciertos para presentar el álbum en directo? ¿Vas a ir con una banda de acompañamiento?
Lo estoy pensando. Por ahora voy a preparar unos conciertos acústicos. Luego ya veremos.
Hemos visitado tu MySpace y hace más de un año que no entras en él… ¿Qué valor das a la promoción? ¿Y a las nuevas posibilidades que da Internet para que los artistas y grupos se den a conocer?
Mucha, pero no tengo el tiempo y la habilidad suficientes. Un día me sentaré y lo haré-. Tengo un blog –Markos Untzetaren bloga.
¿Cuáles son tus sueños en el mundo de la música?
Seguir creciendo, poco a poco; seguir escribiendo canciones que tengan el suficiente valor como para importarle a alguien de manera que me permitan continuar en este oficio.
¿Tienes algún otro proyecto musical o artístico paralelo a tu carrera como solista?
No. Los músicos que me acompañan sí, porque son buenos. Yo bastante tengo con lo mío.
¿Te gustaría añadir algo más para nuestros lectores?
Gracias por vuestro interés, de verdad. Escuchad mis discos, hay mucho amor por las canciones en ellos. Gracias.
Enlaces de interés:
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 25 (sección: Entrevistas).
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