Manu Chao: Próxima Estación… Esperanza

En mi opinión, fue uno de los discos más importantes de la segunda mitad de los noventa. En él, Chao consiguió expresar sentimientos e ideas abrigados por una música minimalista pero certera. A lo largo del mismo se sucedían emociones sinceras, una especie de crisol donde se podía uno acercar al espíritu popular de la gente que vive desde Río Grande hasta la Patagonia. Eran emociones cálidas como el amor, pero también serenas e inquebrantables como esa lucha que muchos llevan adelante para intentar traer a Sudamérica un poco de justicia social.

   Esta mezcla de sentimientos y reivindicación fue lo que me sedujo de aquel disco… y por ello mi decepción ha sido total al faltarme la segunda parte de la fórmula en este “Próxima estación… Esperanza”. Vuelvo a encontrar ese feeling musical que Manu Chao posee, vuelvo a encontrar sentimientos expresados con afinada poesía… pero… ¿y el mensaje, Manu? ¿Es que acaso los sin voz han alcanzado sus metas? ¿Es que la lucha terminó?

   Ciertamente, este disco está más orientado a ser un superventas que a remover conciencias. Empieza con “Merry Blues”, supongo que sólo por el hecho de ser el único tema en inglés, pues los demás temas le superan en mérito. De todos modos, también hay que ser consciente de que cuando se está dentro de la maquinaria infernal de las multinacionales uno no es libre de elegir estos y otros detalles, por lo que tampoco hay que darle relevante importancia.

   Por otra parte, hay que decir que si conseguimos olvidarnos de este detalle de bulto (para mí, imposible de superar) que es la falta de mensaje social, el disco está lleno de canciones increíblemente buenas, aunque no sea un disco del todo redondo. Manu Chao está soberbio en los temas con más sentimiento: “La Primavera”, “Denia” (tema que no es nuevo, pues ya apareció en el disco “Identités” del francés Idir), “La marea” y la canción bomba de la temporada “Me gustas tú”; sin embargo, pierde mucho en los temas más frívolos, como en “Promiscuity”, “Trapped by love”, y sobre todo “Papito”, un tema con una melodía vocal estupenda, pero con una letra que deja bastante que desear.

   Respecto a la “polémica” por el hecho de haber incluido dos cortes con la base de la conocida “King of Bongo”, del anterior disco, pero interpretados de distinta manera… creo que el artista es muy libre de hacer lo que quiera, que para eso es su música. De hecho, si bien el tema “Mr. Bobby” no es demasiado brillante, la segunda versión, titulada “Homens…”, y cantada/rapeada en portugués por Valeria, creo que, en cuanto a calidad, no tiene nada que envidiar a la original.

   Para finalizar, Manu Chao hace honor al título del disco y nos trae de nuevo grandes expectativas con “La Vacaloca”, tema muy socarrón, muy al estilo Chao y sobre todo con “Infinita Tristeza”, que nos devuelve al Manu Chao de antaño. Un sampler genial que si se escucha con atención nos lleva a reflexionar sobre muchas más cosas que el cómo (según algunos) vienen los niños al mundo. Un atisbo de esperanza para los que creemos que Manu Chao, a pesar de este disco, es algo más que un mero intérprete de melodías.

Comentario: Félix Vera.
(Fecha de la publicación: 24/01/2002)