El ya veterano festival madrileño nos devuelve a tiempos no tan lejanos en una edición para la historia.
Una vez superados los problemas de las tres primeras ediciones (en especial los de la segunda y la tercera), y con el cartel confeccionado casi en su totalidad a mediados de noviembre de 2019, la dichosa pandemia trastocó en la primavera del 2020 los planes del que se pretendía que fuera espaldarazo definitivo a un festival ya consolidado en la escena española y europea. Vuelta a guardar todo en el baúl y a esperar que la tormenta coronavírica escampase.
Y hemos tenido que esperar hasta 2022 para que el multicolorido festival madrileño volviese por sus fueros. Tres años de latencia que no han parecido afectar a la maquinaria madcooleña, que ha ido poco a poco adquiriendo una identidad muy reconocible. La asíntota seguida por el festival madrileño se ha separado de lo que en un principio parecía que iba a ser un festival rock e indie y ha ido dirigiéndose hacia derroteros más “coachelleros”. Así tienen cabida en el espacio de Valdebebas tanto la música como el glamour y el eclecticismo del festival americano. Con una medía de asistencia en los días de mayor fragor de hasta 70.000 personas, muchos de los asistentes poca o nada de atención prestan a lo que se produce en los diferentes escenarios montados por el festival. Mientras, dirigen sus móviles a captar la fotografía o el video que instantes después publicarán en sus redes sociales a la captura de “cuantos más mejor” likes. Pero bueno, bastante mal lo hemos pasado como para tener que andar coartando las libertades de la peña. Qué cada uno haga lo que quiera con su vida, siempre y cuando no interfiera en la de los demás. Y como lo nuestro es la música, pues a ello vamos (o fuimos) hasta el norte de la capital del país.
Miércoles 6
Comenzamos con curvas porque el primer día (miércoles) tenemos el principal reclamo de éste que suscribe para ir al MadCool de este año. Un año atrás por estas fechas se anunció que Metallica sería cabeza de cartel absoluto de esta edición de vuelta. A muchos nos costó creer que los de San Francisco pudieran tener cabida en un festival tan peculiar como éste. Pero como a nadie le amarga un dulce (y menos tras tres años sin catarlos), pues tanta fue la sorpresa como la alegría. Así que allá fuimos a ver a Hetfield y sus huestes. A la llegada al recinto (tras una buena tromba de agua que nos hizo albergar esperanzas de que iba a sonar el “Ride the Lightings” entero) estaba sobre el escenario principal Yungblud, el cual ya formaba parte del roster de artistas para la frustrada edición 2020. Iba el peculiar músico ingles vestido con su indumentaria de colegial rebelde y con su típico aire de locura que le rodea y lo estaba dando todo ante un enfervorecido público que volvía a la rutina aparcada. Curioso estilo musical el de este joven artista, que mezcla punk-rock con indie y otros estilos, aliñado con una estética entre Marilyn Mason y Greenday y que está llamada a ser un artista de referencia en los años venideros.
Como hemos comentado con anterioridad, Metallica es la banda de cabecera del que firma esto y, dado que, por azares del destino, disponíamos de un pase para el Snake Pit y a éste hay que pasar con antelación, seguimos la actuación de Placebo desde las pantallas del escenario principal.
Con unos minutos de retraso sobre el horario estimado (la puntualidad exquisita de la que presumía MadCool ha fallado varias veces este año), sonaban los acordes de la típica canción de AC&DC que abre los conciertos de los cuatro jinetes, previa a The Ecstasy of Gold. Y tras la música de Morricone aparecen los cuatro artistas para ponerse a tocar los tres primeros temas de su show en el Snake Pit (Ulrich incluido). Whiplash, Creeping y Ride prometen un concierto de altas revoluciones para el personal. Sin embargo estamos en el MadCool, un festival heterogéneo, con una zona vip donde la gente le da igual estar escuchando esto que C. Tangana o una zona Vip-Pro, con un enclave en la propia torre de sonido y luces y muy del gusto de ticktockeros e influencers. Por ello es necesario apaciguar a las masas tocando temas más populares como Enter Sandman o el Nothing Else Matters, para deleite del postureo. Pero Metallica se debe a su familia y pronto se dejan de chorradas y vuelven a la carga con la tralla musicada en temas como Moth Into The Flame de su último disco o recuperan Dirty Windows del denostado St. Anger. Se le ve en forma a Hetfield tras los problemas sufridos hace 3 años y, aunque todos cometen fallos en la ejecución de alguno de los temas (Kirk el que más), están relajados sobre el escenario y disfrutando de lo que hacen. Acaban con el Seek&Destroy de su añorado Kill’em All y vuelven para los bises con el Damage Inc, One y acaban con el ahora afamado Master. Quizás uno de los setlist más interesantes de las ocho veces que los he visto (entre otras cosas por tocar el Whiskey), pero al que le han sobrado un par de temas del álbum negro y le ha faltado algo más del Kill’em All, el Trapped (que venían tocando al principio de la gira) y que ya no se acuerden ni del Load, ni del Reload ni del Magnetic.
No acabamos la jornada, pues nos trasladamos al segundo de los escenarios para ver a los Twenty One Pilots, otra de las bandas que se quedó en el tintero de la edición del 2020. Salen los americanos a contener el bajón previsto tras la actuación de sus paisanos y con un show divertido y tirando de clásicos mantienen la atención del publico durante su hora y media asignada. Mucha guasa tienen en sus temas, tirando mucho de trompeta y versionando pequeños trozos de Carmen (Bizet), la Fiesta Pagana de los Mago, el Bésame Mucho o el Falling in Love del rey del rock. Hubo tiempo también de escuchar sus clásicos como Jumpsuit, Chlorine, Ride, Heavy Dirty Soul o Stressed out. Buen colofón a una primera jornada que nos hace revivir sensaciones perdidas y que vuelve a demostrar que la música sigue viva.
Jueves 7
Al día siguiente nos acercamos por el recinto una vez se había aplacado algo la fuerza del rey sol. Estaba pronosticada para esas fechas el comienzo de una ola de calor y precisamente, en el recinto madrileño, la sombra no es lo que sobre (y los precios con lo que refrescarse están tan altos como las temperaturas). Llegamos justo para escuchar parte del show de Amyl and the Sniffers. Punk-rock crudo y en vena es lo que ofrece la rubia cantante australiana y su banda, todo actitud sobre el escenario pero con un sonido no muy melódico, rayando el desafine en algunos momentos. Sonaron algunos de sus hits como Hertz o Control para una peña que iba subiendo las revoluciones a la par que el calor.
Tras ellos llega el turno de Deftones. La banda de Chino Moreno llegaba a Madrid tras unos años de ausencia y lo hacía ante unos fans ansiosos de recordar viejas melodías de estos pioneros del metal alternativo. Sin embargo el sonido les jugó una mala pasada. Sonaba muy chillona la voz de su líder, predominante sobre la música de los diferentes instrumentos, en la que destacaba el sonido del sintetizador. Moreno no dejó de moverse en todo el rato por el escenario (y eso que ya no es un chaval) y no dejó tampoco de poner piel de gallina a los que asistíamos al concierto por su constante gesto de enrollarse el cable del micro en su cuello. Supongo que será algo ensayado y plato típico de la casa, pero a nosotros nos dejó una angustia cada vez que lo veíamos… Sonido muy Rage Against the Machine pero sin el virtuosismo de Morello a las cuerdas. Sonaros temas como Genesis para abrir el concierto o el famoso Ohms para casi cerrarlo. Tuvieron como invitado en uno de sus temas a Jason Aalon Butler, cantante del grupo Fever 333, que había actuado la noche anterior.
Cuando los últimos rayos solares entran en el recinto es el turno de los también americanos Imagine Dragons. Apuesta ganadora con el grupo de Las Vegas, encabezados a la voz por un Dan Reynolds que supo ganarse a las masas desde el primer momento. Mucho y diverso público el que les sigue, destacando la cantidad de chavales que habrán accedido a su música seguramente vía videojuegos o series. Y no se dejaron nada en el tintero los americanos. Abrieron con It’s Time y, sin solución de continuidad, su celebérrimo Believer. Locura sobre la pasarela de Dan, que no deja de mandar mensajes visuales (recogiendo la bandera LGTBI) y hablados (speechs sobre la paz, la música, el amor…). Un sonido excelente el que les acompañó en todo momento, con una actitud muy buena del resto de la banda (con Ben McKee al bajo siempre sonriendo tras unas gafas de los más originales o Wayne Sermon dando un recital de instrumentos varios y virtuosismo con ellos). Quizás como única pega el abuso del video y que no pronunciara ninguna palabra en español y, señalar como anécdota, que el concierto tuvo que pararse dos veces por dos posibles desvanecimientos por calor que Dan observó desde el escenario. Este hecho casi trastoca el setlist de la banda americana, que acabó con himnos coreados a capella por el público como Radioactive o Enemy.
Las fuerzas ya empiezan a flaquear y aun nos queda uno de los platos fuertes de la jornada: The Killers. También estaba la banda de Las Vegas planificada para la edición 2020 y no podían faltar para esta primera post-pandémica. Aguantamos treinta minutos del show para ver a Brandon Flowers, quizás algo falto de voz pero con el apoyo de tres coristas que hicieron el resto. Con un público entregado para las horas que son (y la tralla que llevamos), desfilan uno tras otro, sus éxitos más importantes como Human, Somebody Told Me o Mr. Brightside. Unos de los triunfadores estos estandartes del indie rock. Nos vamos a la cama, que nos queda un rato en coche y mañana espera Muse.
Viernes 8
Llega otro de los días señalados en el calendario de los seguidores más rockeros de este festival madrileño. Hoy rinde visita Muse, una de las bandas inglesas con más éxitos a lo largo del planeta en la actualidad y que tiene previsto sacar su nuevo disco en el próximo mes de agosto. Dado que la actuación de Bellamy y sus compañeros está señalada para ya adentrada la madrugada, no hacemos acto de presencia en el recinto madrileño hasta entrada la noche. Es el momento de ver a Incubus, veterana banda de metal americana, que ha tenido que sustituir en las ultimas fechas a sus paisanos Queen of the Stone Age, quienes han causado baja de última hora. Dado que es uno de los días grandes (y se nota porque parece que hay mas gente que otros días), seguimos el concierto de Incubus desde la distancia y por las pantallas (para así no perder sitio de cara a Muse). Sonido muy grunge y alternativo el de los californianos, muy parecido al de sus paisanos de Alice in Chain. Tiran de plato, con contundencia en sus cadencias y una voz que suena algo desafinada como a propósito. Pero es que jugaban a muy mala hora porque luego venía lo gordo…
Y lo gordo comenzó, sin anestesia, sin preámbulos y sin aviso. El escenario se oscureció para ver arder las siglas del nuevo disco de Matt Bellamy y los suyos, y en el cual aparecieron ataviados con unas máscaras que dan identidad a su nuevo trabajo pero que anticipábamos no iban a vestir durante el resto del show. Al segundo tema descubrieron sus caras y Bellamy empezó sus carreritas por la plataforma que se adentraba en el público. Locura general en el personal, que anticipaban que estábamos ante una noche histórica. Y más si para introducir Hysteria pues te tocas los primeros acordes del Back in Black. Empieza el show de Matt con sus falsetes típicos pero con una contundencia en su música que parece mentira que pueda venir de solo tres personas (más una cuarta en la retaguardia) en el escenario. La gente se deja lo poco que queda en sus cuerdas vocales para gritar con el trío londinense temazo tras temazo como son SuperMassive Black Hole o Uprising. Y todo ello adornado de un elenco de luces y efectos especiales que te hacen pensar quien pagará la factura de la luz en la casa de estos chicos (con el precio que tiene la energía ahora). El Bellamy (que seguro que era de esos que se dejaba las luces encendidas en casa), mientras tanto, no deja de moverse de lado a lado del escenario y tiene tiempo incluso de destrozar una guitarra al lanzarla a la batería al más puro estilo Pete Townshend. Guitarra que sustituye por otra que contiene una pequeña pantalla donde puede “rascar” melodías electrónicas (me gustaría ver un concierto unplugged de Muse…). Pero ahí no acaba el show…Al rato aparece con un brazo biónico que contiene otra pantallita de éstas y, situado en medio de la pasarela, empieza a toquetearla para que comiencen a fluir los primeros acordes de Starlight…despiporre general, aderezado por la chaqueta que viste Matt que dispone de LEDs que se iluminan al ritmo de sus canciones. Casi agradecemos la pausa pre-bises, para recuperar el aliento (entre el público la gente empezaba a hacer pogo). Y, de postre el famosísimo y glorioso Knights of Cydonia (que Matt comienza con una harmónica que seguro le hubiera costado más barata de romperla que la guitarra anterior). Punto y final a uno de los triunfadores del festival, que no visitaban nuestro país desde justo hace 3 años en el Wanda por estas fechas. Muse es de esas bandas que tarde o temprano esperabas en el MadCool (no como Metallica), pues su filosofía sí creo que encaja a la perfección con lo que demanda la mayoría del heterogéneo público que acude al festival madrileño.
Sábado 9
Día más tranquilo en lo musical y con nueva compañía en mis andanzas madcooleras, que hacen que me lo tome con mayor pausa y visitando varios escenarios y disfrutando en pequeños sorbos. Llegamos para ver empezar el concierto de The Pixies. Pocas canas peinan ya los integrantes de la banda americana (a excepción de ella) pero no pierden ápice de la contundencia de su música (a punto de cumplir 40 años). Voz algo ronca la de su líder Black Francis, que aun guarda fuerzas y arrestos para deleitar a sus fans con una dosis del punk-rock que les catapultó a la fama a finales de los 80 y que hizo que se convirtieran en uno de los grupos de cabecera del malogrado Cobain. Suenan temas como Head On, un cover de The Jesus and Mary Chain con un toque muy pistoliano y, aunque algo estáticos sobre el escenario, descargan toda su ira sobre él (musicalmente hablando).
Nos movemos por primera vez en todo el festival al tercero de los enclaves, para acabar de ver el show de Gang of Youths, banda de rock indie australiana. Nos quedamos allí para ver como despliegan el escenario para una de las divas del pop escandinavo: Zara Larsson. Sale la rubia cantante sueca rodeada de cuatro bailarinas y dos coristas que hacen las delicias del público que se concentra ante su escenario pero que no desatan ningún tipo de emoción para éste que suscribe. ¿Cómo es posible que te hagas acompañar de este elenco y, sin embargo, traigas toda la música enlatada? Que estamos en un concierto criatura…
En fin, dejamos a la rubia versionando un tema de sus paisanos de Abba y nos desplazamos para ver, desde la lejanía, a los Kings of Leon. Ya estuvieron los de Nashville en el último día del cartel del año 2017, pero el desafortunado suceso acaecido la jornada anterior y que acabó con la vida de Pedro Aunión hicieron que este humilde aprendiz de reportero no tuviera ganas de ver a estos mainstreaming del rock indie. Llegó la familia Followill al recinto madrileño con ganas de darlo todo a un público con el que seguro que iba a comulgar y a fe que lo hizo. En especial cuando sonaron sus dos grandes hits como son Use SomeBody o el Sex on Fire. Sonidos con influencias grunge o al estilo Foo Fighters, con una voz muy pausada y quejumbrosa la de su líder y cantante Caleb.
Y acabamos nuestro divagar por el MadCool de este año con la actuación de Florence And The Machine. Salen puntuales los ingleses, encabezados por la diva que da nombre al grupo, vestida de faralares largos y en plan sacerdotisa del bosque. Gran voz la suya y también actitud para tirar de la banda y del público. Música con toques a The Coors o Texas, muy también indie rock con toques folks y que no pierde instante para lanzarse a los brazos del público que se agolpa en primera fila y a los que abraza y agradece volver a estar con ellos.
Y con este mensaje finalizamos esta crónica de un festival que nos ha hecho recuperar las esperanzas a los músicos y al público en general de que, por fin, volvemos a brillar.
Más información:
MadCool, web oficial: https://www.madcoolfestival.es/
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Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 26 (sección: ).