Cuarta edición de la mayor feria musical de este país, celebrada los días 11, 12 y 13 de julio. Y lo noticiable es que solo la música fue la protagonista del evento.
Venía el festival de ser portada de los noticiarios por cuestiones nada relacionadas con las siete notas. Pero la experiencia acumulada tras tres ediciones anteriores sumado a una limitación en el aforo del evento, han posibilitado que, tras dos años tumultuoso, hayamos podido disfrutar (y ya era hora) de la música en todo su esplendor. Afortunadamente los aspectos positivos que ya arrastraba el festival han sido, en líneas generales, repetidos un año más. Destacar por encima de todo el sonido, bastante bueno en la mayoría de los conciertos. O la puntualidad en los eventos, solo rota por alguna informalidad de alguna de las celebrities musicales, protagonistas del evento. Y también a resaltar esas pantallas, que tanto ayudan al seguimiento de estos actos tan multitudinarios.
Sin embargo, es de destacar que esa multitud, que en la pasada edición metió en más de un aprieto a la organización, este año ha sido menos cuantiosa. Y quizá aquí radique otro de los motivos que han contribuido a la normalidad del festival. Una media de 45.000 personas por noche (para un máximo de 75.000) se han acercado por el caluroso recinto de Valdebebas, reduciendo en casi a la mitad, los asistentes de la populosa edición del año anterior. La mala publicidad de lo ocurrido entonces ha jugado una mala pasada a los organizadores, por mucho que se hayan intentado resaltar los aspectos positivos de los pasados años.
Pero aun así y todo, nos encontramos con un evento consolidado en el calendario musical del panorama musical español y europeo, celebrado en una ubicación que le viene como anillo al dedo y que se ha convertido en un escaparate no solo en lo relativo a la música en varias de sus vertientes (indie, electrónica y alternativa, principalmente), sino que ha llegado a ser una feria de tendencias, modernidades e inquietudes, en las que se refleja la mayoría de la juventud actual.
Vamos a desgranar por días las actuaciones a las que asistimos:
Día 1
Decidió la organización traer la fiesta de bienvenida al mismo recinto del festival y solo 24 horas antes de que arrancara lo propiamente definido como tal. Y, como en las comidas, el primer plato contiene lo más contundente del almuerzo. La inclusión de la omnipresente y alabada por la crítica nacional e internacional como artista del momento, es decir, Rosalía (de España), convirtió lo que debería de haber sido un aperitivo en un plato casi único para muchos de los allí presentes, que solo se acercaron por Valdebebas ese día.
A la hora fijada en la programación, la artista de Barcelona, hacía acto de presencia en el escenario principal del festival y que lleva su mismo nombre. Acompañado de su inseparable Guincho, la cantante del momento fue desgranando todos los éxitos de su corta pero intensa carrera. Revoloteando alrededor de ella, se encuentra su elenco de seis bailarinas, que la cumplimentan con unas coreografías que harían las delicias del mismísimo Valerio Lazarov. Abre el telón con “Pienso en tu mirá”, al que siguen temas como “De madrugá” o “Milionària” (que estrenaba en directo ese día). La catalana se mueve por el escenario como pez en el agua, con unas uñas tan largas como las de Eduardo Manostijeras y a base de saltitos y grititos que hacen las delicias del público. La chica hace gala de su potencia de voz en estos temas, que canta a capella, solo acompañada por momentos por el repiqueteo de palos y las palmas de sus cuatro palmeros coristas.
Guiño hacia el público de la capital es lo que hace versionando a las malogradas Grecas y así continua con un show para el que solo disponía de una hora pero en la que tienen cabida otros temas como el afamado “Con Altura” (justo cuanto ella baja a la tierra, para saludar los que se encuentran en la primera fila) y que corona con “Malamente” y el ahora top “Aute Cuture”. En fin, puerta grande para la mayor exponente del chonismo musical (en cuanto al teatrillo que representa) pero también a una voz muy talentosa, que solo tiene 25 años y con un futuro, si nadie se lo estropea, muy halagüeño a nivel internacional.
Tras la tempestad viene la calma y, observamos desde la distancia y sobre el escenario secundario, a la artista escandinava Lykke Ly, mientras el hueco ocupado por la artista catalana, se va preparando para la primera descarga de adrenalina en esta edición, la de los ingleses “Bring me the Horizon”.
Comienzan el show de los de Sheffield con su tema Mantra, demostrando al público allí presente (ya en menor cantidad que con Rosalía, pues al día siguiente hay que trabajar) que la intensidad de sus directos está a años luz de lo grabado en estudio. Acompañados en todo momento por unos efectos especiales dignos de “La Fura dels Baus”, los británicos golpean una y otra vez a los allí presentes con los temas de sus 6 álbumes. Su líder, el carismático Oliver Sykes, maquillado para la ocasión con un ojo rojo que reflejaba las continuas llamaradas existentes sobre el escenario, se desgañitaba canción a canción, recorriendo el escenario como alma que lleva el diablo e incluso subiendo en un momento hasta la torre de sonido situada enfrente al mismo, desde donde acabó el tema que estaban tocando y se sirvió una copa en el bar allí situado.
También hubo tiempo para algún tema más electrónico y con una base más de sintetizadores como “Nihilist Blues” aunque acaba la noche con su afamado “Throne”.
Día 2
Calurosa fue la bienvenida que no dio el Festival en su primer día real del mismo, donde las altas temperaturas resistieron hasta bien entrada la noche. Se nos presentaba un día bastante light en cuanto a la contundencia de la música, donde los dos platos fuertes los representaban Noel Gallagher y Bon Iver.
Empezamos escuchando a Tash Sultana, una música experimental que ha sabido llamar la atención del público por su peculiar manera de crear música. Multinstrumentista ella, comienza sus canciones con un ritmo que marca y pregraba para ir añadiendo capas de otros instrumentos sobre lo ya incluido. La australiana sorprendió al respetable con sus cadencias étnicas y sus melodías reggaes. Un “by myself” en toda regla…
De ahí nos fuimos a ver a una de las artistas más esperadas del día: la laureada (valga la redundancia) Ms. Lauryn Hill, excomponente de las Fugees y poseedora de 5 premios Grammys. Sin embargo, una vez más, la actriz que compartió película con la mismísima Whoopi Goldberg se hizo de rogar, saliendo a capear el temporal la pinchadiscos que la acompaña DJ Reborn. Es por ello que la dejamos nosotros plantada a ella y nos vamos a ver a Iggy Pop en el tercero de los escenarios del recinto.
Se presentaba la Iguana de Detroit en el festival con 72 años, lleno de arrugas y sin camiseta pero con la misma fuerza e intensidad que le caracteriza desde hace ya más de 50 años. A pesar de su notable cojera, producto de una poliomelitis que superó ya hace tiempo, no tardó en saltar al público en su primera canción que interpretó. Haciendo gala de su irreverencia (bebiendo de un cáliz y sentado en su sillón), no se dejó nada en el tintero, incluyendo sus éxitos como “Lust for life” o el multicoreado “The Passenger”. Fuerza y desparpajo para un auténtico superviviente del rock psicodélico de los 60, capaz de enterrar a todos sus compañeros de los Stooges (a los cuales recordó con varios temas) mientras él sigue dando cera.
De ahí nos fuimos hacia el escenario principal, con el objetivo de ver a Bon Iver. En el trayecto echamos un vistazo al escenario Madrid te Abraza para comprobar si la Ms ya se encontraba sobre las tablas. En esta ocasión ya había hecho acto de presencia, pero acortando su setlist que acabó con un acertado “Killing me softly with his song”.
Pero el bajonazo estaba por llegar cuando, en el escenario número uno aparece uno de los artistas más reputados de la escena indie americana pero que quizá no fue planificado en el mejor momento del festival. Su música amuermó a las masas allí presentes y, aunque puso su empeño y clase, no era el momento para sus melodías.
Así que pasamos turno y nos fuimos a ver a Perry Farrell, o lo que quedaba del exlíder y cantante otrora de los Jane’s Addiction o de Porno for Pyros. Extravagante en su figura y con una música muy alejada de lo que nos tenía acostumbrado, el bueno de Perry tiró de oficio para seguir los pasos de la joven bailarina que le acompañaba en los primeros temas del concierto (y luego a los coros). Sonaron temas interpretados por la gran carga instrumental que le acompañaba (violín y violonchelo incluido), donde hubo hueco para reinterpretar temas de su exbandas como “Mountain Song”.
Y para redondear el día nos fuimos a ver la descarga del bueno de la familia de los Gallagher. Llegaba el de Manchester a Madrid el mismo día que su queridísimo hermano tocaba en Bilbao. Con un escenario donde destacaba el escudo de su queridísimo City de Manchester, Noel comenzó el show con temas de su cosecha propia como “Fort Knox” para acabar tirando de la reserva de los temas de Oasis como “Wonderwall” o “Don’t look back in Anger” e incluso demostrando al respetable que se atrevía con un tema beattleliano como “All you need is Love”. Bien por Noel, quizá de lo mejor de este primer día real de Festival en Valdebebas.
Día 3
Arrivamos al recinto junto a IFEMA cuando hacían acto de presencia, sobre el escenario principal, el grupo de Cincinnati liderado por Matt Beminger. Hacen The National un rock con altas influencias indies. Apoyados en un gran complemento musical (con varios teclados) y unos coros compuestos por hasta tres personas, los de Ohio intentaron animar el cotarro con constantes apelaciones al público e incluso saltando el propio Matt hacia el respetable (aunque dejando las gafas en el escenario, no sea que las perdiese).
Tras escuchar un rato a la banda norteamericana, nos dirigimos hacia el escenario secundario para asistir a uno de los platos fuertes de la noche, los Smashing Pumpkins. Aterrizaban las huestes de Billy Corgan con una de las escenografías más impresionantes del festival. Unos muñecos gigantes vigilaban el escenario desde su parte posterior cuando, al son de “Sarabande” de Haendel, los de Chicago se presentan sobre las tablas antes incluso de la hora estipulada. Pudimos contar hasta tres miembros de la formación que hiciera las delicias de la generación grunge de los 90, entre los que destacaba también el llamativo James Iha, muy interactivo con el público. Vestido con sotana y con menos pelos que hace 25 años, Corgan y los suyos fueron alternando clásicos como “Zero” con temas de sus discos más modernos. Entre los que más pasiones levantaron se encontraban los himnos generacionales como “Bullet With Butterfly Wings” o el multicoreado “Tonight Tonight”. Así que gran noche de rock, con unos solos dominados por la crudeza en la guitarra de Billy y una banda que, por momento, nos retrotrajo a tiempos pretéritos.
De ahí nos fuimos a ver a los vecinos del barrio (como ellos mismos recalcaron, al estar muy cerca de su local de ensayo), los Vetusta Morla. Buen momento el que atraviesan los madrileños, donde Pucho, con esa voz con toques nasales características del de Tres Cantos, volvieron a dejar el listón muy alto en su regreso al festival madrileño. Momento aparte merecen sus críticas a la supresión de Madrid Central, con críticas explícitas al alcalde de turno a las primeras de cambio en “Palmeras en la Mancha”.
Tras escuchar varias canciones del grupo capitalino, nos desplazamos al tercero de los escenarios donde nos esperaba una de las sorpresas de la noche. Saltaron los australianos de Wolfmother a las tablas del escenario Comunidad de Madrid a la misma hora que la mayoría de sus compatriotas se levantaban en un nuevo día. Rock&Roll en estado puro fue lo que nos inyectaron Andrew Stockdale y los suyos, en una frenética descarga (es lo que tiene tocar solo una hora) donde hubo hueco para alguno de sus temas más conocidos como “Woman”. Con su pelo megacardado y ante más público del que se esperaba la organización, Andrew se movió como el rabo de una lagartija, dando patadas al aire, bien secundado por el Hammond de Katie McGurl. Temas muy largos los de la banda de las antípodas, con solos contundentes, a veces unicamente acompañados por la batería y el bajo. Hubo lugar para las típicas peloteras entre el público ya que, el speedico ritmo que Andrew le aplicó con su Gibson magullada a algunos de sus temas como “Apple Tree”, invitaba a ello. También hubo momento para jugar con el público, al que mandó sentarse y levantarse en diversas ocasiones.
En fin, que colofón (por lo que a nosotros respecta), a una gran jornada de rock en Valdebebas.
Día 4
Flaquean ya nuestras fuerzas tras tres jornadas intensas previas y nos disponemos a vivir la última de las entregas con el quizá plato más fuerte del festival, la banda inglesa de The Cure.
Llegamos a punto para disfrutar de una de las entregas más radicales del festival de la mano de la superbanda Prophets of Rage. Con los puños en alto hicieron acto de presencia Tom Morello y los suyos, encabezados por un Chuck D megáfono en mano y un B-Real con una palestina en la cabeza. Temas de sus antiguos grupos componen principalmente su setlist, aunque hay hueco para composiciones propias de la banda como el “Unfuck the world”. Pero lo que sube el ánimo de la gente es escuchar los celebérrimos “Killing in the name” o “Bullet in the head”, con el que reivindican la lucha de clases que siempre han defendido en sus bandas originales. Estelares las labores en la banda principalmente de Tim Commerford al bajo y, por encima de todo, del gran Morello a las seis cuerdas. Gran despliegue de recursos técnicos del bueno de Tom, llegando a tocar hasta con la nariz o la lengua (no se veía bien) o tirando constantemente de adornos y florituras con el vibrato o el trémolo. Mientras tanto las dos voces cantantes hacían referencia al sueño americano en temas como “Hail to the Chief”, aunque lo que hacía disfrutar a la peña eran clásicos como “Bulls on Parade”. Destacar las innumerables intervenciones en castellano de B-Real, presumiendo de sus raíces castellanoparlantes. También hubo hueco para que DJ Lord se marcara un tema, mientras sus compañeros tomaban aire. Tras la tormenta de rabia, toca apaciguar al personal con el sonido oscuro y más íntimo del rock de Robert Smith y sus The Cure.
Se hicieron esperar los de Crawley unos 15 minutos, en parte por las dificultades para poder aparcar el autobús de la gira. Tras ese asumible receso para unas estrellas del panorama rockero mundial, saltaron a la palestra del escenario principal del Festival para clausurar (básicamente), una nueva edición del MadCool. Con Robert vestido de un negro impoluto, quizás un poco pasado de kilos pero con la misma voz de antaño, los The Cure empezaron con platos fuertes como “Pictures of you” de su afamado “Desintegration”. La banda se mantuvo estática en los primeros compases del show aunque, a medida que fueron cayendo los temas, se fueron soltando el corsé. A destacar los detalles técnicos tanto de Reeves Gabrels a la guitarra (y que en sus años acompañó a Bowie), como principalmente de Simon Gallup, genial a las cuatro cuerdas. Robert alternó temas a la guitarra con temas solo a la voz e incluso se arrancó con la flauta. Dejaron para el final los temas más sonados como el “Boys don’t cry”, “Friday in love” o el brutal “Lullaby”. En fin, prueba palpable de que el rock oscuro y psicodélico de los británicos nunca pasará de moda.
Aun así, guardamos fuerzas para asistir al último de los conciertos que nos interesaba de esta edición: el desembarco (por primera) vez de los Greta Van Fleet en tierras hispanas. Mucha era la expectación que rodeada la primera actuación de los hermanos Kiszka por estos lares y, en definitiva, no defraudaron. No más de 23 años tiene el mayor de los tres hermanos de origen polaco que, junto a Danny Wagner, estructuran una de las formaciones con más futuro del rock (dicho por un tal Robert Plant). Con unos ciertos problemas de sonido al principio (no se oía la voz del cantante Josh), enseguida empiezan las subidas de tono del propio frontman (tiene un tono altísimo, aunque necesita descansar la voz con frecuencia), a la vez que su hermano Jake comienza con el contoneo de su cuerpo a la vez que castiga a la guitarra con solos eternos. No acaban de solucionarse del todo los problemas con el micro de Josh, curiosamente vestido para la ocasión con un estilo muy a los Bon Scott. Los temas son, en su mayoría, correspondientes a su único disco, aunque hay tiempo para algún que otro cover. No desentona tampoco a la batería el único no Kiszka, que se marca un solo junto a la guitarra bestial. Acaban el concierto con el “Highway Tune”, uno de sus temas estrella. En resumidas cuentas, brutal la puesta en escena de estos cuatro chavales que parece que son ochenta y que, podemos afirmar, que darán mucho que hablar en los próximos años.
Punto y final a la cuarta edición del festival, no tan llamativa quizás en cuanto a las estrellas musicales reunidas para la ocasión, pero seguro que la más exitosa en cuanto la satisfacción de los que asistieron. Nos vemos al año que viene.
La Factoría de Ritmo agradece la invitación para poder asistir a este evento y, en especial, a Sara por su paciencia para con los fotógrafos.
También puedes visitar nuestra galería fotográfica: “MadCool 2019: 11, 12 y 13 de julio, en Madrid“.
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Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 26 (sección: ).