Esta velada se gozó de principio a fin. Noches lluviosas y grises tienen cura con conciertos como los de la pasada noche. Sinsal nos trae una vez más, lo mejor de la escena musical mundial por encima de estilos y clasificaciones banales.
Vayamos por partes. Noches lluviosas y grises tienen cura con conciertos como los de la pasada noche, donde una vez más el colectivo Sinsal nos trae a las puertas de nuestras vidas lo mejor de la escena musical mundial por encima de estilos y clasificaciones banales.
THE KIDS ARE ALRIGHT!!!!!. Empezaron Prince Rama. Recién lanzado su disco en el sello de Animal Collective, este trío de yogurines nacidos en una comuna Hare Krishna, son la muestra de que existe desde hace unos años una grande y válida corriente de música psicodélica. No nos engañemos. La herencia de la etapa de locura lisérgica de Brian Wilson (o la voz de Grace Slick) se ha reinventado de unos años para acá. Unida a la experimentación que supuso el Drums not Dead de Liars, la locura tribal del colectivo animal de Baltimore, con el amor a la síntesis analógica de MGMT y las melodías de corrientes más pop como Tame Impala, tenemos un resultado más que palpable en Prince Rama. Y es, muy pero que muy digno, ya que estos rapaces aportan su toque de originalidad a esta nueva cruzada del LSD. Las repeticiones a modo de trance tribal de los tambores, atmósferas lúgubres rotas por cantos de mezzosoprano, influencia de liturgias en sanscrito a la par de riffs de sintetizador (donde más parecen disfrutar), tienen cabida en la propuesta de Prince Rama. Momentáneamente flirtean con el prog más alemán, juegan con los tempos de su música para crear silencios reconvertidos en caos ruidista. Su repertorio se basó en su mayor parte en su último disco ‘Shadow Temple’, mallado, nota por nota, aunque a veces la precisión a los tambores dejaba un poco que desear. Un pastel de zanahoria cubierto de purpurina.
Y al rato tuve un flashback. Creía que tocaban King Midas Sound pero mi cortex cerebral retrocedió a febrero, cuando Sunn O))) atronaron el Marco. Humo verde, capuchas, y un volumen ATRONADOR!!!!, repito ATRONADOR!!!!!, hasta que recapacito y vuelvo en mí. Mi mente enfoca al escenario y mis tímpanos sufren con el retumbar de los bajos de este trío londinense liderado por Kevin Martin. KMS cogen el dub y lo ralentizan hasta que tiene el registro emocional de una pérdida eterna. El poeta de Trinidad y Tobago que da la voz caribeña, Roger Robinson, parece candyman, entre nubes de humo y bajos, mientras que la cantante japonesa Kiki Hitomi es la encargada de dar una voz más melódica y anclada en este mundo. Porque KMS parecen la voz al fondo del túnel en tus pesadillas de niñez, te atrae por momentos, te aleja en otros, pero realmente no sabes cual va a ser el resultado, hasta que te enfrentes a ella cara a cara. A ratos disfrutamos con un dancehall reconvertido a puro 2step, a ratos Kevin ‘the Bug’ muestra un sonido más convencional, y unido a fáciles y pegadizas melodías donde Hitomi marca su territorio. De todas maneras el momento cumbre de su actuación llega en cuanto Robinson toma el centro del escenario, y canta “Earth a Killya” de su gran disco “Waitin for you”. “Stop the relentless pursuit of money…” suena alto y claro en medio del humo, así que nadie desprecie el dubstep, tiene mensaje. Y los tímpanos vuelven a sufrir, con combinaciones desquiciantes del bajo más cavernoso, con los agudos más estridentes, de un segundo a otro. Y nos preguntamos, que le hemos hecho a este tipo para que nos trate así. No sólo abordan temas del disco arriba mencionado, sino que nos regalan nuevas composiciones, más melosas y digeribles. Porque amigos, este concierto ha sido una revisión de la dulce tortura de Black Dice o Sunn O))) tiempo atrás: humo, humo y más humo, capuchas, luces de colores y sonido de ultratumba, con unos graves que no dejaran piedra en el riñón de ninguno de los presentes. ¿Llevarán trajes de plomo a prueba de graves?. Pero no me mal interpretéis, esta velada se gozó de principio a fin. Y ahora se queda el invierno en mi alma.
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