Jack Johnson: In Between Dreams

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La historia de Jack Johnson es una de las más curiosas que ha dado el circo de la música en varios años.

Antes de convertirse en una estrella de la música y vender millones de discos, fue campeón internacional de surf (no en vano, nació y sigue viviendo en Hawai) y fue un brillante estudiante de cine en Los Angeles (ha dirigido dos documentales de surf que ya se perfilan como clásicos). Con su primer disco, Brushfire Fairytales (2000), estuvo apadrinado por Ben Harper y demostró que la sencillez a veces es una virtud y que no hace falta ser un gran virtuoso para facturar un disco de melodías pegadizas con un aire folk / surf delicioso. Más de medio millón de discos después y ya convertido en una figura de culto en la escena independiente, lanzó su segundo disco, "On and On" (2003). Un disco que redundaba en los logros de su primera entrega, pero que nos presentaba un Jack Johnson más oscuro (a veces pesimista) y experimental, con pasajes pseudo-psicodélicos y algunas guiños cómplices al reggae.

Este disco que nos ocupa, "In Between Dreams" (2005), es la obra que ha consolidado definitivamente al cantautor hawaiano como abanderado absoluto de la nueva hola de pop-folk que nos llega desde Estados Unidos (Donavon Frankenreiter, G. Love, Matt Costa o ALO pueden cantar mejor, ser más potentes, más rockeros o más fashion, pero no tienen ni el carisma ni la presencia de Jack Johnson). "In Between Dreams" es una apuesta segura, un disco redondo de principio a fin, que, sin aportar nada nuevo a los dos álbumes anteriores, nos ofrece más de lo mismo pero mucho mejor. Canciones como "Sitting", "Waiting", "Wishing" (el primer single), "Banana Pancakes" y "Do You Remember" nos despiertan una sonrisa y nos evocan utópicas imágenes playeras. Con "Crying Shame", "Breakdown" y "No Other Way" nos conduce por el camino de la reflexión (¿melancolía?), pero sin perder de vista esa chispa de vida que tan bien sabe colocar en sus canciones. A la pregunta de "dónde va la gente buena" que nos lanza desde "Good People", sólo hay una respuesta posible: al estrellato, lo que este joven cantautor ha conseguido con tan sólo 30 años y tres discos de escucha obligada.

Eso sí, el disco no se salva de dos canciones a medio camino entre la broma y el work in progess que rompen el desfile de canciones (casi) perfectas. Mejor que cada uno las descubra por su propio pie.

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

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