El actor, rapsoda y escritor cántabro, celebra sus 10 años en las tablas con nuevo espectáculo y un rabio poemario publicado por Alas Ediciones.
Isidro R. Ayestarán, referencia artística de la cultura alternativa cántabra, en constante búsqueda de nuevos espacios y estéticas creativas, es un tío peculiar, inquieto, que no se conforma con lo que dicen que ha de ser el arte escénico, las letras subversivas, en definitiva, los cánones habituales que se dan por supuestos. En constante evolución, este es su año, pues se cumplen ya diez desde que empezó su aventura de afrontar estos tiempos de silencio con el grito ahogado de su fiero planteamiento interpretativo y poético.
Así, girará con un nuevo espectáculo que lleva por título “VARIETÉS”, donde hará un homenaje a su trayectoria sobre las tablas. Además, acaba de terminar un nuevo poemario punzante, que no dejará a nadie indiferente, y que será publicado por la editorial independiente Alas ediciones, que apuesta por voces rabiosas, que no se conforman con lo establecido, como es el caso de este peculiar hombre de mundo y de cultura.
Por todo ello, nos hemos citado con él en el centro de la ciudad, delante de unas cervezas, para charlar sobre cultura, creación y vida, y también, como no, sobre estos tiempos de silencio.
Isidro, buenos días. Cuéntanos qué ha pasado en estos últimos diez años y el porqué de tus pasos en ellos.
Pregunta complicada, porque estos diez años aglutinan todos los sueños y metas que tenía de niño, cuando ya comenzaba a inventarme historias para que las leyeran mi familia y amigos antes de dejarlas reposar en un cajón de la mesita de noche. Historias que escribía y representaba teatralmente durante las cenas de nochebuena, hasta que un día, hace justo diez años, durante una baja laboral de meses, las rescaté para un blog literario llamado NOCTURNOS, donde trasladé aquellos viejos poemas a una estética de fotonovela ilustrada con fotografías que realizaba a una cuadrilla de amigos que se prestaban a encarnar a los distintos personajes que poblaban mis versos. A partir de ahí el avance ya era lógico tras contactar con distintas asociaciones culturales, formar parte de colectivos poéticos y artísticos y fotografiar a distintos artistas en sus camerinos, el escenario, los momentos previos a sus actuaciones. En enero de 2008 realicé mi primer recital en solitario, en la floristería Mil Rosas, donde se proyectaron varios videopoemas de mi repertorio, y fue cuando creé al personaje excéntrico del Maestro de Ceremonias, quien narraba su visión del mundo ataviado con chistera y bastón para dar forma escénica al Isidro autor testigo de todo lo que ocurría a su alrededor. De ahí pasé a autoeditar mis primeros títulos, participar y ganar certámenes de poesía, escribir y protagonizar montajes escénicos, actuar en todas las salas de variedades de la ciudad y viajar fuera de Cantabria junto a mi Cabaret de Sueños porque, como digo en uno de mis poemas, “Volar”: “siempre quise volar, alto, muy alto, por encima de los sueños que poblaban mi infancia…”
¿Qué es para ti la vida? ¿Hacia dónde te lleva? ¿Qué tiene que ver la vida con las lentejuelas, el grito, los versos que se buscan la vida?
La vida, como decía Ana Diosdado, autora a la que seguí hasta el punto de utilizar una frase suya en mi anterior trabajo literario, es una aventura que comienza cada día. Un apasionante viaje a través de un tren escénico – en mi caso –, en el que cada estación es un fragmento de otras vidas que viajan conmigo, unas veces para convertirse en una segunda piel, otras para que el autor y rapsoda se haga eco de ellas para exponerlas ante quienes las desconocen, bien por falta de conocimiento o porque son, literalmente, silenciadas por contravenir determinados intereses. Y ese es el grito desde las candilejas y lentejuelas de mi Maestro de Ceremonias. Voz de quien no tiene voz en forma de verso a viva voz. Charles Chaplin – mi referencia desde niño – decía que la vida, de lejos, es una tragedia, pero si te acercas no es más que una comedia. Pues por ahí van los tiros.
¿Con qué te sientes más cómodo? ¿Con el arte escénico? ¿La literatura?
En mi caso son dos procesos distintos. Mientras la literatura es más individualista, ya que es un proceso aislado, casi litúrgico, en el que me gusta verme rodeado de silencio para poder digerir tanta miseria, decepción y angustia de quienes se acercan a mí para contarme sus experiencias, o bien para trasladar al papel mi visión como testigo de tanta injusticia, en el arte escénico es todo lo contrario. Necesito verme y saberme rodeado de todo tipo de gente, con quien interactúo para dar vida y alma a todo lo que se resalta en la hoja en blanco. Ver miradas de asentimiento mientras suena una determinada música de fondo para resaltar el verso/grito, saber que vamos todos cogidos de la mano en nuestra percepción de la vida.
¿Qué es un día cualquiera en este tipo que se presupone indomable?
Como dije anteriormente, un día cualquiera para mí es una aventura pese a que sigue una pauta rutinaria laboral. Pero todo forma del paisaje que me obligo a presenciar, ya que me encanta ver vidas ajenas, escucharlas, aunque sea en la distancia. Y de noche – porque siempre escribo de noche –, trasladarlas a la pantalla del ordenador. Una determinada mirada en alguien que se cruza conmigo por la calle, un gesto de silencio en un bar, en alguien que está apoyado en la barra de un bar, solitario, mientras a su alrededor hay bullicio y animación. Eso es lo que busco en mi día a día, mientras deambulo como uno más junto a esos “ellos” que viven y se expresan a través de sus silencios.
Y sí, indomable, porque mientras otros se adaptan de manera formidable al conformismo mientras ven la vida pasar, yo lo hago con el grito y la palabra, atrapando esa vida hasta hacerla mía para viajar a través de otros escenarios que miran hacia otro lado. Al igual que Chaplin, yo también peco de inconformista.
Hemos leído obra tuya que nos ha dejado con la sensación de que existen otras estéticas poéticas más allá de lo que se quiere hacer ver. ¿Cómo definirías tus versos, sobre todo esos que escribiste para alcanzar el cielo con tus manos?
Mis versos son puñetazos. Eso lo tenía claro desde niño. Poemas en vena sin edulcorar ni nada de eso. Hay gente que me dice que algunos de mis títulos deberían ser más
poéticos, estar más trabajados, construidos desde la lógica de la poesía y la narrativa. Pero creo que si mi visión del mundo tuviera que adaptarse a esas reglas, a esa manera de escribir, la fuerza que siento se perdería para siempre y ese sería el momento de bajarme del tren para continuar con mi vida anónima de trabajador en un
supermercado. Pero mi objetivo estaba bien definido desde crío: “ir al centro de la diana, el abismo, como cuando de niño quería acariciar el cielo sin saber que la vida se empeñaría en romperme por dentro al intentarlo”.
Isidro, Alas nace porque hay una rabia y un enfado que busca su sitio,¿rabias?
Lo primero que hacemos al nacer es llorar. Como para no rabiar después…
Dicen por ahí que uno es y se le conoce por su voz. Tu voz es demasiadas cosas, demasiados matices, ¿te conoces? ¿te conocen?
No creo en la palabra “demasiado”, pero sí en que uno ha de reconocerse desde el paso uno en la vida. Y tengo la percepción de que al reconocerme en mi propia voz,
otros se reconocen a través de mis versos, de mi manera de recitarlos, de darles vida en el escenario o en la hoja en blanco.
Tuve la gran suerte de vivir una de las experiencias más gratificantes de toda mi vida. Fue al finalizar uno de mis títulos escénicos, mientras firmaba un ejemplar de un poemario, cuando alguien del público se acercó y me susurró al oído “gracias”. Cosas así le dan a uno la fortaleza necesaria para saber que va por el buen camino.
A veces la vida nos lleva por caminos raros. Hemos seguido el camino que nos ha llevado al tuyo, al que parece que recorres, y se intuye en él que no hay señalización alguna. ¿Qué son para ti las señales que indican peligro, precaución, obligación?
Esas señales me indican, sencillamente, que voy en la dirección correcta, como os dije anteriormente. Para mí, esos otros caminos traducidos en atajos, carreteras bien asfaltadas o rodeados de paisajes idílicos que llevan al bienestar, me parecen sosos y aburridos. Y, por supuesto, nada apetecibles para transitar por ellos. Son los otros, los que describo en cada uno de mis versos, los que de verdad me gusta recorrer.
Nos gustas, nos pareces un tío que hace sangre cuando el cuerpo está desangrado y las venas sirven para otros menesteres. ¿Te gustan a ti las manchas que nacen de los torniquetes en situaciones de auxilio?
No es que gusten o no, es que son necesarias, porque ahí está la verdad de la vida. Muchas veces desviamos la mirada ante determinados horrores. Y esa es la manera cómoda de evadirse de ellos aunque nos cuenten que están ahí. Pero sólo si uno es capaz de mirarlos de frente, sabrá combatirlos, ya sea en verso, en prosa, o como mero habitante de este circo llamado vida.
Cuéntanos hacia dónde te lleva tu camino, qué es para ti dejar atrás lo que sea que dejes, qué determina la existencia y qué estás dispuesto a hacer por ella.
“Existe algo tan inevitable como la muerte. La vida”. Ya os dije que Chaplin es mi referente. Y esta frase, dicha por el viejo payaso Calvero en su inolvidable “Candilejas”, es el verdadero leit-motiv de mi existencia, lo que llena la mochila que llevo a las espaldas mientras recorro este inevitable sendero hacia… ¿ninguna parte? Como aquellos viejos cómicos de la legua, a los que tanto debemos los artistas por mucho que algunos prefieran acomodarse en el aplauso fácil sin mancharse las manos, uno tiene que bajar al barro y pringarse las suelas de sus zapatos para caminar y vivir, que a fin de cuentas es lo único que de verdad tenemos. La vida.
Eres popular, haces por lo popular, no declinas ante ello. Nos gustaría saber tu opinión sobre el estamento intelectual y la creación artística.
Complicado, sí. Últimamente veo mucho “postureo” – por utilizar una palabra de moda ahora – en todo lo que rodea a la creación artística. Veo que se “intelectualizan” muchos dramas de la vida, prostituidos en galas solidarias, de “ayuda a ……”, pero siempre desde la óptica de ocupar un determinado lugar en un cartel publicitario, sólo si se ciñen a una determinada opción política que se ajuste a la de uno mismo, en darse autopublicidad. He visto a muchos “artistas” (poetas, cantantes, pintores…) aglutinados bajo un mismo título artístico a favor de una causa justa, hacer su parte, cobrar su porción de aplauso que llene su ego, y bajarse del escenario para irse hacia otra parte, lejos, pero creyendo que ya ha cumplido.
Para mí un artista es otra cosa. Ser artista implica formar parte de todo un proceso, desde sus inicios en forma de ensayo hasta que se baja el telón, ya sea para intervenir en un número o poema de cinco minutos o una hora y media. Ser artista es desnudarse sin pudor alguno. Ser artista es creer lo que se hace, ya sea ante una hoja en blanco o un micrófono. Ser artista es vivir. Ser artista es mancharse. Y veo también a muchos poetas y escritores desde sus atriles, investidos de reglas literarias, con la norma y la palabra enrevesada como armas de caballería para hablar del subsuelo cuando en su vida lo han pisado. Y de gente que los aplaude como locos por miedo a ser tachados de ignorantes.
Si me permitís la expresión, veo mucha mierda a mi alrededor. Pero esa mancha de mierda es falsa, no me la creo en gente como ellos.
La creación artística, desde mi punto de vista, es sudar hasta la última palabra, el último verso. Y después de haberlos sudado, lo que tiene que hacer uno es fumarse un buen cigarrillo.
Por último, ¿te gustan más las camisetas o las camisas?
Las camisetas son más de asfalto, ¿no?
Pues eso.
Muchas gracias Isidro, ha sido un placer
Más información sobre el nuevo libro de Isidro R. Ayestarán, “Silentium”, en: http://www.alasediciones.com/reserva_silentium
Vídeo presentación de “Silentium”:
Enlaces de interés:
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 25 (sección: Entrevistas).