Tres estupendas jornadas musicales en el 50º Aniversario de este prestigioso festival portugués, con excelsos artistas como Peter Hook, The Legendary Tiger Man, Happy Mondays o The Waterboys.
En la que sería la edición del 50ª Aniversario del Festival Vilar de Mouros, se hacía presagiar que la magia del longevo festival resplandecería con más fuerza que nunca, bajo el techo de constelaciones de estrellas, siempre centelleantes, en lo que prácticamente en otra época se conoció como el confín del Viejo Mundo. Gran parte de sus representantes en la Tierra o dicho de una manera más coloquial, el hecho de contar con grandes figuras de la música pop & rock de todos los tiempos, especialmente de los 80 y 90; sin olvidar a fenomenales artistas, que en la actualidad están acaparando cada vez más la atención del público y crítica internacional, hacían aún más consistente el citado augurio. Excelsos nombres propios como Peter Hook, Peter Murphy, The Legendary Tiger Man, Happy Mondays, David Fonseca, OMD, Bombino, The Waterboys o Blasted Mechanism, así lo refrendarían a lo largo de las tres estupendas jornadas que nos depararía el tramo final del periodo estival en Portugal.
Hablar del festival y no mencionar la belleza natural, que envuelve al estado vecino portugués y la hospitalaria actitud de sus habitantes, sería un gran desmán y es que todo está muy injustamente ignorado, bajo mi punto de vista, desde instancias institucionales o gubernamentales españolas; pues, tenemos una historia y legado común inmensos, que deberían darlo a conocer en los centros de enseñanza reglados y no tener que recurrir al azar de descubrirlo por nosotros mismos, si es que existiera ese afán de aventura y conocimiento. Todo esto, se manifiesta en la exquisitez monumental preservada desde tiempos inmemoriales en ciudades romanas como Conímbriga (ubicada entre Condeixa-a-Velha y Condeixa-a-Nova) o incluso ciudades que hoy día, a pesar de ser consideradas cosmopolitas o principales destinos turísticos, como son los casos de Faro, Lagos, Lisboa u Oporto, han preservado la identidad histórica de los barrios, que albergaron juderías o tienen origen morisco e incluso fortalezas de la época colonial, edificios majestuosos del barroco, art déco o el modernismo en su máxima esplendor. O como el pintoresco y reconfortante caso de la ciudad portuaria ribereña bañada por el río Mondego, Coimbra, sus soberbias y longevas universidades, de la más antiguas del mundo (desde el siglo XIII) con espectaculares barrios aledaños y sus edificios autogestionados comúnmente conocidos como “repúblicas”, muchas de ellas de costumbres y origen goliardo, preservadas hasta nuestros días por grupos de estudiantes con mentalidades asamblearias y de autogestión, cuyas banderas y graffitis aluden al espíritu de libertad que desencadenó el 25 de abril de 1974, la Revolución de los Claveles o lemas de justicia social marcadamente de izquierdas e ideas libertarias. Desde culturas prerromanas que habitaron la península ibérica, hasta posteriores civilizaciones, como la romana o árabe, que dejaron una huella más que palpable y vestigio permanente y muy evidente en nuestro acervo común, manifestándose en la similitud de nuestras lenguas, tradiciones, costumbres y cultura en general. Sin ir más lejos, la misma villa que acoge este longevo e histórico festival luso, uno de los más antiguos de Europa, aún vigentes, es una hermosísima aldea, que podríamos denominar “medieval”, por su enclave de ensueño en plena naturaleza, viviendas de piedra para soportar la humedad de las frescas noches, puente romano que cruza el río Coura, afluente del cercano Minho y a escasos kilómetros de la población fronteriza gallega de A Guarda, Pontevedra. En definitiva, un espacio mágico, perfecto para disfrutar de la naturaleza, gastronomía vecina, la música, la amabilidad, dulzura y cariño que emanan de sus gentes.
Quinta-feira (jueves) 25 Agosto
Nada más llegar, a la zona del festival, nos topamos con el antiguo escenario o escenario histórico, que es como se le conoce en la zona y por todo el público fiel e incondicional, a este gran evento cultural, que cumplía la friolera de 50 años y que lamentablemente, no se celebró el año anterior. En las tablas del mismo, actuaba una formación de rock a la antigua usanza, a modo de bienvenida, con toques progresivos. Me recordó, ineludiblemente, a formaciones italianas del corte de New Trolls o Premiata Forneria Marconi y en comunión, con la música coral; que bien, podría entroncarse en la música barroca o clásica, que tanto juego daban a este tipo de agrupaciones. Que nos podría trasladar perfectamente, a épocas en donde formaciones portuguesas como Pentagono o Psico, además del aire vanguardista de la época, abrazaron el jazz rock y el rock más pesado o rock duro, como señas de identidad de una música experimental, que marcó el final de los 60 y albores de los 70. Y que prácticamente, condensa la línea estilística y orígenes de este gran festival, reinventándose continuamente, que con el correr del tiempo, terminó evolucionando al igual que las posteriores épocas, corrientes, géneros y subgéneros del rock y la propia música popular y folk, hasta nuestros días. Fue muy evocador, por las similitudes obvias, a los propios orígenes del festival, fundado en 1965, por el médico de gran personalidad y muy querido en la villa Dr. António Barge.
Las tablas del escenario histórico, en los próximos días albergarían una gran pantalla gigante de proyección de cine, precisamente destinada a exhibir películas en versión original subtitulada en portugués, así como las secuelas más recientes de Batman o Mad Max y en el plano musical, extensos videos de conciertos memorables en tierras portuguesas de artistas como Peter Gabriel, que por cierto en la edición de 2004 estuvo presente. Al igual que otros grandes nombres de diversas épocas y estilos, a lo largo de la extensa trayectoria del festival, tales como Robert Plant, Iggy Pop & Stooges, Bob Dylan, Manfred Man, The Cure, Melvins, Public Enemy, Neil Young, Sonic Youth, Iron Maiden, U2, Joe Strummer o Elton John, por citar algunos.
Aunque, como cualquier llegada que se precie a las inmediaciones de un gran festival, puede llegar a ser un poco caótica y más si tenemos en cuenta, la baja densidad de población de Vilar de Mouros, pedanía de Caminha, que no llega al millar de personas en unos escasos 9 kilómetros cuadrados de superficie total. Que esos días de festival, multiplicó en sobremanera, casi con toda seguridad, mínimo por diez o treinta veces sus cifras, más si tenemos en cuenta el numeroso público asistente que no paró de fluir a lo largo de las tres jornadas, en su mayoría originario de Portugal y bastantes gallegos, además de un importante flujo anglosajón. El caos circulatorio se hizo notar en escasos minutos, a unas pocas horas, justo antes del comienzo de las primeras actuaciones en el escenario oficial. Para ello, hubo vecinos amabilísimos que pusieron todo de su parte para poder ayudarnos a maniobrar los automóviles, para no quedar atrapados en las angostas calles del acogedor y encantador lugar. En este sentido, también, es de rigor, tener unas excelsas palabras de agradecimientos para miembros del voluntariado del festival, en especial para Filipa Fernandes, que entre otros cometidos ayudaban a situar y orientar a los periodistas y colaboradores de los medios acreditados, en el mencionado lío que a veces se puede montar en una aglomeración y organización de un gran festival como el que nos ocupa. Dicho esto, hay que comentar que el comienzo de Manuel Fúria e os Náufragos, fue dificultoso a la hora de cubrirlo, tanto en el aspecto visual, como en el estrictamente documental, aunque el buen sonido que presentó sí se hizo notar en el ambiente y en el caso concreto del que suscribe, que por poco no me pierdo la actuación de uno de los grandes nombres propios de la edición de este año, Peter Hook & The Light.
Estaba cantado, por las numerosísimas camisetas que lucían los fans, a quienes habían ido mayoritariamente a ver esa primera noche. Eran como podréis suponer, camisetas que hacían referencia a Joy Division y Bauhaus, así como alguna de las etapas en solitario de los dos históricos de las sagas referidas, al igual que ilustres tocayos provenientes del post punk: Peter Hook y Peter Murphy.
Peter Hook & The Light sobre las 20:00 horas, desplegó lo mejor del repertorio que compusiera el emblemático bajista junto al desaparecido Ian Curtis en el icónico grupo de post punk Joy Division y la banda posterior New Order, más entronizada en la new wave británica, en donde el pop rock, la electrónica y la música dance se darían la mano, fusionándose para originar sonidos muy influyentes en la escena synthpop y por tanto, más eclécticos con respecto a la oscuridad propia, en sí de los orígenes de la saga. Curiosamente, abriría con la última canción tocada por Joy Division en directo en el histórico concierto de Birminghan, el 2 de mayo de 1980, justo antes del suicido de Ian Curtis. Es decir, “Digital” a la que seguiría uno de los temas posiblemente más experimentales de la saga, “Isolation”, donde ya el concepto de electrónica comienza a manifestarse y por tanto, los sintetizadores dan un paso adelante. Tras lo posiblemente simbólico, de la elección de las dos primeras canciones, que abrieron la esperada actuación de Peter Hook. Por todo lo que significa en la música pop rock, una banda como Joy Division, por fin la tercera canción elegida “She´s Lost Control” mostró la parte más gótica u oscura, sin obviar el halo de misterio que le confirió la banda de Manchester en su momento y que ejecutaron a la perfección en la propuesta actual del grupo liderado por Hook. Aunque para oscuridad, nunca mejor remarcada, que en el tema “Shadowplay”, para luego seguir acentuando esas líneas de bajo tan características e influyentes en “Transmission”. Justamente, en esta parte del concierto comenzó la parte más bailable, es decir, comenzó el apartado dedicado a recordar viejas canciones de New Order. “The Perfect Kiss” sería el tema elegido para abrir este bloque y después irían sucediéndole otras joyas de comienzo de los 80 como “Blue Monday”, “True Faith” o “Temptation”. Sin obviar, un curioso tema “Ceremony”, que aunque en origen se sitúa en la primera etapa, cuando aún existían Joy Division; sin embargo, serían ya como New Order los que lo retomarían en su día y de nuevo la simbología pareció entrar en juego de forma para nada arbitraría y el tema sirvió para también ser recuperado, por decirlo así en este directo, como si de unos bucles continuos en el tiempo, nos hubieran hecho viajar a través del mismo, en ambos sentidos. Para a la vez, ir despidiendo a Peter Hook y su banda, en esta estupenda actuación, en el veterano festival por excelencia de Portugal. Y por supuesto, no podía faltar un himno generacional como “Love Will Tear Us Apart” y es de nuevo con Joy Division, en este curioso set list de ida y vuelta, de ir hacia adelante en el tiempo, para de repente rebobinar y dejar al numeroso público congregado satisfecho, pero con ganas de más y es que aún quedaban tantos artistas por mostrarnos sus actuales y en la mayoría de los casos intemporales propuestas. Peter Hook además de dedicar en los momentos finales de la actuación unas amables palabras para Happy Mondays, que actuaría más tarde, también es de destacar el final tan visceral y enérgico que tuvo tras tocar la referida “Love Will Tear Us Apart”, cuando golpeó sin cesar el cuerpo y golpeador del bajo, hasta acabar consiguiendo un ensordecedor acorde final e incluso regaló su camiseta al termino de la descarga, atestiguando una vez más que lo había dado absolutamente todo en esta emotiva actuación.
La siguiente actuación, pasadas las 21:20 horas, vendría de la mano de un conocido rockero portugués de amplio bagaje, Paulo Furtado más conocido por su nombre artístico actualmente: The Legendary Tiger Man. Mientras en los 80, estuvo inmerso en la escena psychobilly y rockabilly, hoy día prefiere explorar los variados caminos del garage y blues rock, además de manera explosiva, gracias a su carismática forma de llenar el escenario únicamente con su sola presencia. Haciendo lo que mejor sabe hacer con su guitarra, armónica, algún que otro elemento percutido y su profunda y personal voz. Aunque para la especial ocasión, contó con fenomenales músicos de acompañamiento que engrandecieron aún más el directo tan visceral de este fenomenal artista. En su momento, ya pudimos disfrutar del gran directo de este gran músico lisboeta, cuando aún permitían organizar el festival a modo de “open air” junto al CAC de Málaga y desembocadura del exiguo Guadalmedina, en la zona conocida en los últimos tiempos, como “Soho Málaga”. Donde también descargarían bandas como Guadalupe Plata o los participantes en el primer volumen split en vinilo de Collector’s Series, The Hairy Nipples. Hablando del sello de marras, una vez más actuamos a modo de embajadores de la autogestionaria idea y repartimos discos entre los compañeros periodistas de los medios portugueses que abarrotaban la roulot en la zona habilitada de prensa.
El cadencioso garage rock practicado por The Legendary Tiger Man, fue sucediéndose canción tras canción, al igual que los riffs más blues rock que quizás afloraron más si cabe, cuando la banda de power trío estuvo al completo, como anticipamos anteriormente. Los duetos de guitarra y saxo, arropados por la contundente batería, fueron verdaderamente espectaculares, a veces rozando la atonalidad por su singular propuesta de sincretismo musical, por los acoples que se confundían por momentos con los arpegios escalofriantes o las escalas endiabladas que emanaban de la guitarra y saxo, hasta fundirse en un intenso efluvio musical. Incluso, hubo una particular versión del tema, de la también legendaria banda británica The Troggs, “Wild Thing” y que hace poco llevó al acetato y actualidad, otro guitarrista icónico como Ace Frehley en su vuelta a los escenarios, con trabajo bajo el brazo. La verdad que hasta el momento, no podía ser un mejor arranque de festival.
El trasiego de público siguió siendo intenso y nos pudimos percatar, entre actuación y montaje de la siguiente descarga, que la media de edad del público mayoritario podría rondar perfectamente entre los 45 y 50 años de edad, con bastante presencia de juventud y hasta niños, porque al contrario que la desastrosa dinámica en España, de evitar el acceso a menores de edad a eventos similares, en Portugal le siguen dando importancia a la cultura por encima de las falsas y dobles morales. Los siguientes artistas en aparecer en escena, serían los músicos que forman Happy Mondays. De nuevo, el sonido Manchester, UK presente en todo su esplendor en el festival, tras la increíble actuación de Peter Hook & The Light.
A eso de las 22:45 h. El rock alternativo de Happy Mondays fue la excusa perfecta para posibilitar la vuelta a los sonidos con sintetizadores y que en sí, invitaban a bailar y a embellecer aún más la fiesta y el ambiente que se respiraba a estas alturas del festival. Los 80, la new wave, el sonido del “Gran Manchester” estaban otra vez de vuelta, con una frescura inusitada e imperecedera, para transportarnos una vez más a los 80 e incluso, en el caso particular de la banda liderada por el vocalista Shaun Ryder y el batería Gary Whelan, porqué no, a los 90. Décadas que se expresaran en clave de rock o pop, difícilmente superables y siempre recurrentes por parte de artistas de generaciones posteriores como referentes y fuente de inspiración. Otros miembros insignes que aparecieron en escena, como en su día, cuando se fueron añadiendo con el transcurso de los años al line-up de la primigenia formación, fueron sin lugar a dudas, el bailarín y percusionista Bez y la cantante y corista Rowetta Satchell, que engrandecieron aún más el directo actual de la banda, con sus estupendas aportaciones, tales como el tema de comienzos de los ninety, “Step On” o el también tema coetáneo “Hallelujah”. También, fue destacable en este último tramo del concierto, el aporte de la canción “Rave On”, donde mostraron sin ningún estupor a varias generaciones, sus importantes incursiones en la música dance o inclusive acid house, que hoy día se tiende a simplificar por el término rave. No dejaba de admirarme, no sólo por el gran ambiente festivo y buena energía que rondaba por el evento, sino por la cantidad ingente de familias enteras, con sus hijos menores de edad acompañándoles. Y no querría ser pesado en este punto, pero es cierto que hay tantas diferencias obvias con respecto al país vecino en este y otros tantos sentidos, que ya referí, que no me cansaré de insistir en la necesidad de ampliar miras y no dejadnos cegar por las leyes cada vez más restrictivas, que no por ello, sobreprotectoras o útiles en sí. Claro, entendiendo por utilidad, la transmisión de arte y cultura, el feed back necesario para que un estado o una región tengan el intelecto de su población sano y libre. Frente a las políticas rancias que lo pretenden controlar todo, a pesar de las coartación de las libertades e irónicamente muy a pesar de la limitación de las mismas, de precisamente, a los que pretenden proteger. En definitiva, una gran patraña, para seguir adocenando al personal, en donde sólo quepan estribillos y letras fáciles asépticas a cualquier crítica o apertura de mente, que es lo que manifiestamente fomentan los gobiernos reaccionarios. La Educación, la Sanidad o la Cultura de un estado son fundamentales, son cimientos básicos que deberían respetarse y deberían hacer ciertos aquellos artículos de una Constitución, que aluden y se vanaglorian de los supuestos beneficios del “Estado del bienestar”. Cuando en realidad, tan sólo al pie de la letra es negro sobre blanco y nada más, algo así como palabras que se lleva el viento, o como cuando el letrado encargado de defender a la Infanta Cristina por el caso Nóos, no tuvo pudor a la hora de defender lo indefendible: “Hacienda somos todos, es tan sólo publicidad, un slogan nada más”. Si seguimos así, acabaremos con hacer cierto aquello de “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, volveremos a la impunidad y desgobiernos, donde se aparcaron Justicia, Solidaridad y Fraternidad, para darle entrada al liberalismo y al despotismo, que ya por despótico no sería ni siquiera “ilustrado”.
Volviendo de nuevo a los protagonistas de la noche del 25 de agosto, Peter Murphy, era una de las grandes estrellas, que habían causado gran expectación entre los asistentes. Toda una carrera en Bauhaus y su posterior lanzamiento en solitario, bastante prolífico, así lo conferían. Se suele decir, que quien siembra recoge y quizás, en cuanto a cosecha musical, variada y extensa en lo que se refiere a este artista de origen británico y de rasgos muy marcados, que unido a lo polifacético e histriónico de su carrera y personaje vampírico, creado a su imagen y semejanza, hacen de él, todo un referente de la música más vanguardista de los 80, rock gótico y por supuesto el post punk. La palabra icono se queda corta a la hora de referirnos a este gran artista del siglo XX, que aún tenemos la gran suerte y privilegio de disfrutar de su arte y legado en vivo, en pleno siglo XXI. Ya que por desgracia, de un tiempo a esta parte, ya nos han dejado muchísimos grandes nombres de diferentes géneros, entre los que se encuentra desgraciadamente, su muy admirado David Bowie. Un artista al cual, ya en la época de Bauhaus, en 1981, se registrara el cover de “Ziggy Stardust” y que terminaría por convertirse en todo un revulsivo a nivel europeo, para terminar asentando a la banda entre las formaciones top del continente; e incluso, más tarde, Peter Murphy, haría lo propio, en 2013, ya en su carrera en solitario, con el también archiconocido tema del desaparecido Duque Blanco “Space Oddity”, entre otras versiones y homenajes ofrecidos desde la pasión y admiración que profería por su desaparecido amigo y figura fundamental e irremplazable de la cultura pop, que aún pervive en la memoria colectiva de las generaciones posteriores a los 60. De hecho, en Vilar de Mouros, haría lo propio con el tema “The Bewlay Brothers”. Era un momento mágico y un lugar inmejorable para hacerlo. Con todos estos ingredientes, unidos a la elegancia personificada y sensualidad a raudales, a pesar de haber cumplido en julio, los 59 años. Peter Murphy, el vampiro de ojos grandes y penetrantes, antes de conquistar los corazones del ya de por sí entregado público, con sus giros vocales, coreografías híper expresionistas, donde la contorsión se revelaría como la prueba fehaciente, de las buenas dotes para la danza y terminar creando el ambiente perfecto de sus intrincadas letras, que tratan desde los recónditos rincones más profundos del pensamiento humano, temas metafísicos y cuasi religiosos, cual chamán, guiando a sus protegidos o quien sabe si queriendo compartir los secretos más oscuros y hasta en otras ocasiones, quien sabe si ocultados a posta por los poderes fácticos, en relación al verdadero sentido de la vida y sentir del espíritu humano. Para ello, abriría su inolvidable actuación, con el fascinante tema “The Rose” y ya desde entonces, haría gala de una técnica y capacidad vocal únicas y que harían palidecer a más de un veinteañero de esos que juegan a ser artistas, sólo porque fueron alumnos aventajados del Guitar Hero o buenos imitadores de OT, La Voz u otros sucedáneos “telebasureros” de por el estilo. Le seguiría “Hang Up”, que en directo sonó mucho más contundente, incluso por momentos, las guitarras le daban cierto toque industrial y hasta distorsionado, mucho más dura su propuesta en vivo, que la registrada en disco y también en videoclip. Otro tema que siguió la línea más potente en vivo fue “God In An Alcove” y donde su personalísima voz no sólo fue arropada perfectamente por los punzantes instrumentos de los músicos acompañantes, sino que salió bastante airosa y pudimos corroborar, desde principio a fin, el buen estado actual del músico británico y su banda. Peter Murphy sobrepasó con creces y elevó a cotas de energía pura, el nivel del sonido, donde la voz primaba sobre salvajes riffs y pesados ritmos, con muchísimos vatios y decibelios de potencia que se echaron a las espaldas, como si tal cosa, con unos resultados abrumadores y emocionantes a partes iguales. Temas como “Disappearing” ya no ocultaron esa orientación más rockera e incluso con sonidos más propios del metal, sobre todo por parte del guitarrista en directo, pero que matizaban aún mucho más con las densas y muy en la onda 80 “nueva ola”, por parte de su base rítmica, aunque también hacia recordar, en momentos determinados los citados sonidos más propios del rock industrial. Y de nuevo, volvió a recurrir a su último estupendo álbum “Lion”, de 2014, con el tema “Eliza” y donde más que el rock alternativo, que me parece en este caso una etiqueta demasiada genérica para toda la versatilidad y fuentes que encierra el genio de Peter Murphy, me atrevería a aseverar que recorre caminos más propios del death rock, sin apartar la vista del industrial. Y es que es un secreto a voces, que últimamente, trabaja con Trent Reznor (Nine Ich Nails) y eso de alguna manera se tiene que manifestar en el estado de ánimo de un artista, que ya de antemano, asume todos los roles y riesgos, como sólo lo saben encarar los más grandes. En ese sentido, si sigue la misma línea discográfica y evoluciona dejándose llevar por el lado más salvaje, qué caja de sorpresa nos podremos encontrar en un futuro inmediato. Peter Murphy había salido a por todas y ya era el momento para recordar viejos temas en su etapa en Bauhaus, como el oscuro por excelencia con esas cadencias en la que prevalecen los bajos y su profunda voz impostada, en “Silent Hedges”. Continuó con todo un temazo, de esos que suelen denominarse como hit o himno del rock gótico como “The Passion of Lovers”. Posiblemente, uno de los más esperados por el tumultuoso público hacinado en pequeños grupos, como si de hermandades de las sombras, a lo largo del extenso recinto, que pudieran expresarse mediante bailes y exorcizar a los fantasmas más siniestros o románticos, corear unos temas, que son algo más que recuerdos nostálgicos, de una época que a pesar de todo, sigue super vigente y más viva que nunca, como bien estaban demostrando en la jornada de apertura del festival, estos tremendos artistas. Con “Subway” nos devuelve al lado más introspectivo y tierno, sin dejar de recordar la década de los 80, para pasar a uno de los temas más evocadores y hermosos de toda su carrera y de título tan sugerente y a priori baladístico como “Strange Kind Of Love”. Tras la parte, en la que de nuevo los elementos electroacústicos cobraron más relevancia, más intimidad, fue cuando sonaron los primeros acordes del tema “Cuts You Up” temas así salvaron la década de los 90, sin lugar a dudas, qué estilo, que majestuosidad sobre las tablas. El fragor del público no se hizo esperar y más cuando ya se veía venir el tramo final del concierto, el cual concluyó con el tema “The Prince & Old Lady Shade”. Dejando tras de sí, una puesta en escena inmaculada, por momentos sensibles, por momentos nostálgicos, pero muy bien dosificados; incluso, remarcando el lado más rockero, sin dejar de lado el virtuosismo, que ha caracterizado la estupenda carrera, ya sea grupal o en solitario, de Peter Murphy. Un artista que se despidió muy emocionado de un público, que más que rendido a sus pies, quedó hipnotizado, por alguien, que da un sentido y dimensión a la palabra artista, pocas veces antes manifestada, en las tablas de un macroconcierto de estas características, de corte internacional y condensada en un set; que por las circunstancias obvias, no pudo excederse del tiempo limitado. Pero, que aunque pudiera haberse hecho corto, fue intensamente aprovechado, desde el comienzo. Y seguro, que quedará en la memoria por siempre, de todos los asistentes, a dicha actuación.
Tras haber gozado de un tiempo casi primaveral, cuando ya habían bajado bastante las temperaturas y refrescado la noche, tras haber sido testigos privilegiados del gran concierto, en el que Peter Murphy había hecho honor a su alter ego y al misterio que envuelve la llamada hora de las meigas, casi sin darnos cuenta, nos habíamos metido ya en las 2:00 a.m. Pero como los valientes, aguantamos el tirón, paseándonos por stands. Donde pudimos comprobar que había puestos destinados para todos los públicos y edades, desde juegos de entretenimiento, al estilo de las ferias españolas, snack bar, puestos de ropa, complementos y merchandising, incluyendo uno oficial situado estratégicamente junto a los vomitorios de entrada y salida al recinto. Y el cauce del río delimitando todo el singular enclave y distintas zonas, como las de acampada y áreas de descanso.
El artista encargado de cerrar la primera jornada fue António Zambujo, que nos obsequió con un concierto muy opuesto, en cuanto a las anteriores propuestas musicales, pues el rock y el pop, era relegado por el fado, la canción francesa y la música tradicional del Alentejo, su lugar de procedencia. Canciones muy íntimas y melancólicas, pero que todo hay que decirlo, quien no se conmueva por un buen fado, es que no tiene sangre en las venas. El fado es la máxima expresión portuguesa en cuanto a música, es lirismo, es sentimiento, es lo que sería al blues o al soul en Norteamérica o al flamenco en Andalucía. Aunque, pudimos comprobar, que dentro de su estilo más melódico, también tendía a fusionar, darles un toque personal y novedoso a los temas; quizás, les daba una nueva dimensión, con respecto a lo que los profanos pudiéramos haber oído antes, a grandes figuras como Amália Rodrígues, Carlos Do Carmo o Mariza. Por el contrario, más próximo quizás, a otros grandes referentes como Joao Gilberto e incluso, Tom Waits o Chet Baker, sobre todo por la tendencia a renovar e investigar otros campos o puntos de vista posibles sobre el fado y la fusión con elementos de otros géneros musicales, ya sean provenientes del folk internacional o la cultura popular. Donde pudimos encontrar géneros e influencias que iban desde la bossa nova, al blues o al jazz. Por tanto, un broche muy interesante, a la vez que una apuesta muy arriesgada, que hizo que gran parte del público y a pesar de las frescas temperaturas y helor remanente, disfrutáramos del infrecuente y cordial cierre de una maratoniana jornada, que nos invitaba a descansar, para coger fuerzas y proseguir los siguientes días.
Sexta-feira (viernes) 26 Agosto
Tras el consabido receso y poder disfrutar del relajante baño, en el río Coura, siendo testigos, no sólo de la belleza del paraje, que acoge al importante festival; sino, de la excelente calidad del ecosistema del mismo, en donde pudimos ver in situ, como una nutria cazaba truchas, mientras recorría el tramo más cercano al milenario puente romano. Y poder escuchar, mientras tomábamos el sol, el soundcheck de las bandas participantes ese día, nos dispusimos a prepararnos, para encarar una nueva y apasionante jornada en este histórico festival portugués; que en cierta edición de comienzos de los 70, fue considerado nada más y nada menos que el Woodstock portugués. Y la verdad, tanto en el aspecto de consideración, como en el propiamente dicho de comparación, la persona que hiciese tal aseveración, no iba nada mal encaminada.
El primer artista en abrir la jornada sobre las 19:00 h fue Neev. Un joven multinstrumentista, escritor, compositor y cantante lisboeta, que irrumpió en el escenario acompañado por un elenco de buenos músicos que conforman su banda. De estilo marcadamente emo y alternativo, aunque arrancó su repertorio con una contundencia rockera muy poco habitual en este tipo de formaciones. Poseedor de buenas composiciones como “Staring Through” o “Breath”, eran más que suficientes avales, para participar en la dura tarea de abrir de forma tan temprana un evento de cartel y prestigio muy alto. La voz de Neev es muy llamativa, por la “blancura” de la misma. Una agudeza inusual que casi recordaba las tesituras y armonías vocales más propias de prepúber. Incluso, por momentos podía recordar a Roger Hodgson de Supertramp. Precisamente, en cuanto tocaba temas más baladísticos o donde los medios tiempos afloraban, su personal voz alcanzaba cotas más altas y notables por tanto. Neev arrancó los primeros vítores y aplausos del respetable, que curiosamente, aunque en número tímidamente escaso en afluencia. Precisamente, por tal hecho, aprovecharon y como en festivales de antaño, se acomodaron sobre el césped. Totalmente, atentos a los quehaceres de Neev y su banda, que a veces, sus elegantes guitarras me recordaron a bandas como Kansas; aunque, su estilo realmente va por otros derroteros, como antes especifiqué. Set list en realidad, que se hizo algo corto, para la calidad que atesora Neev y derrochó sin ningún tipo de complejos en directo, que obtuvo la recompensa del reconocimiento, por mantener la intensidad de la misma y así poderla agradecer el puntual público.
Sobre las 20:00 h. Le tocó el turno a Linda Martini, una banda portuguesa muy galardonada con premios y buenas críticas desde sus comienzos, en donde predomina la música indie con toques garage & pop e incluso, alguna influencia post punk. De base rítmica muy contundente, que curiosamente, su bajista, Cláudia Guerreiro, es la única fémina del cuarteto, en alusión a la tendencia de usar genéricamente nombres femeninos, por parte de agrupaciones musicales de estos estilos, donde predomina más el género masculino, entre sus integrantes. Ofrecieron un excelente show, mostrando el recinto ya una media entrada. Quizás, atraídos por buenos trabajos predecesores como “Olhos De Mongol” de 2006, “Casa Ocupada” de 2010 o el trabajo de larga duración que presentaban este año “Sirumba y temas contenidos en el mismo, como el propio que da título al álbum o “Putos Bons”. El listado se repartió entre canciones emblemáticas de los comienzos del grupo como “Dá-me A Tua Melhor Faca” o “Amor Combate”. Repasando también temas del álbum anteriormente mencionado “Casa Ocupada”: “Juventude Sónica” o “Belarmino Vs”. O incluso del álbum de 2013, “Turbo Lento”: “Volta” o “Panteão”. Mostrando toda su capacidad y evolución natural de una banda de rock en continúa expansión.
Sobre las 21:15 h. le tocaba el turno a Milky Chance, un dúo alemán que combinan el folk y el rock con fundamentos de la música electrónica. Venían precedidos por el gran éxito cosechado, gracias a las redes sociales y al fenómeno mediático conseguido por sus millonarias visitas en el sitio oficial del grupo, en el conocido canal de Youtube. Clemens Rehbein fue el encargado vocal, por cierto en calidad de barítono, por poseer una voz grave, además del toque personal que le da el propio intérprete. Mientras, Philipp Dausch actuó en calidad de DJ. Para la actuación en el festival, venían acompañados de un segundo guitarra, que le confería un toque muy pop rock, muy apropiado para radio fórmulas de FM. Su máximo logro en cuanto a hit o super éxito, hasta el momento “Stolen Dance”, un tema muy bailable con percusión incluida, fue quizás, junto al tema más “folkie” “Loveland”, lo más destacable de su actuación en el festival de Vilar de Mouros. Incluso, por la particular forma de cantar, Clemens Rehbein, me recordó mucho al cantante de la banda The Parrots, aunque en apariencia no tuvieran nada que ver los estilos musicales a priori, porqué no. Porque ya sea Radio 3 en España o en la FM de Portugal, es la tendencia o moda últimamente, fusionar estilos y beber de fuentes dispares. Para luego, con según qué suerte conseguir unos híbridos o propuestas musicales singulares, quizás difícilmente digeribles por “puristas” o críticos más exigentes, de según qué escenas, pero al fin y al cabo, el que decide en última instancia, siempre es el público, muy a pesar de la tendencia o moda, impuesta o no, por los típicos “gurús” y sus fieles “adeptos”, que siempre habrá en cualquier momento de la historia, presentes en el show business.
A las 22:35 horas, hicieron su aparición estelar Echo & The Bunnymen. Muy esperados por fans y adeptos de la música new wave, por temas que descargaron en el festival, como “Bring On The Dancing Horses”, “The Killing Moon” o “The Cutter”. Sencillos y grandes éxitos de su carrera, que no ejecutarían hasta el tramo final, en lo que significó ser su cierre y despedida del festival, algo fría y distante por su parte. Tras la esperanzadora intro coral a modo de canto gregoriano, que fue espectacular, comenzó a flojear hasta el tramo final, a pesar de los hits o el gran cover de “Walk On The Wild Side”, que sirvió de homenaje al desaparecido Lou Reed en 2013. Y eso, que el ambiente del recinto, prácticamente al completo, invitaba a ofrecer una actuación algo más cálida, por parte del grupo; que en contraste, mostraron una falta de ánimo y quien sabe si de actitud. Muy preocupante y algo descorazonador, la verdad. A medida, que fue avanzando la actuación, parecieron animarse algo, pero sinceramente, entre la prueba de sonido y la actuación final, que estábamos presenciando, pocas diferencias veíamos. Había una desgana total por parte de la banda, como si hubiera subido al escenario agotada, pero no eran precisamente horas, para una “pájara”. Puede que en este tipo de formaciones, que se tiende por parte del fan de toda la vida y la crítica especializada, a mitificarlos en exceso, así como engordarles la vanidad y el ego. Terminen con el tiempo adoleciendo del ímpetu, descaro y ansías de mostrar el arte, ese mismo que gracias a la creatividad, le otorgaban en tiempos pasados laureles y el trono de la fama, en el cual un artista que se precie jamás debe caer en brazos de Morfeo… Y menos aún, que ese sueño “profundo”, le haga creerse como una divinidad, con derecho a admisión perpetua, hagan lo que hagan, por encima del bien y el mal, en el Olimpo de los dioses.
Tras la anterior decepcionante actuación de Echo & The Bunnymen, David Fonseca nos devolvería la sonrisa y el ánimo, por su espectacular directo. Pasamos literalmente, del frío al calor, de la languidez y adormecimiento, al rock más cálido y buena energía que contagió el ambiente, un tanto gélido, que habían dejado en claro contraste los de Liverpool. Esto sucedió como no, a la hora de las brujas, curiosamente, un flash back en el sentido positivo, me recordó la buenísima e intensa actuación del sensacional Peter Murphy, la noche anterior. Pero el emblemático rockero portugués, además de extensa carrera, tanto en bandas como en solitario, nos ofrecería una propuesta más diversa, con muchos sabores y guiños a los 80, pero desde la perspectiva de la generación de finales de los 90, que es de donde realmente procede su carrera como artista musical.
David Fonseca abrió de manera sensacional el concierto, con una puesta en escena fantástica, con atrezzo como si de un decorado de cine o teatro se tratara y un video proyector, el cual lanzaba imágenes relacionadas al tema que tocara en ese momento. Fue sencillamente, la mejor actuación del día, hasta ese preciso instante. Hizo numerosas versiones, como por ejemplo “Video Kill The Radio Star” de la banda británica de synth pop, The Buggles. El rock enérgico y la simpatía que irradió durante toda la actuación David Fonseca, animó muchísimo al público. Para colmo, iba intercalando buenos temas en solitario, muy conocidos en Portugal, como “Superstars” o “Futuro Eu”, con alguna que otra versión de los 80. Mostró muchas influencias de artistas, cuya onda o estilo, bien podría ser del tipo de Tom Jones, Bryan Ferry o Roxy Music. Hay que apuntar que es un artista multidisciplinar, que se movió profesionalmente en sus orígenes, en el mundo de las artes escénicas, llegando a ingresar en la Escuela Superior de Teatro y Cine de Lisboa, también estudió Bellas Artes y trabajó como fotógrafo y eso sin duda, lo muestra en todo su esplendor en el espectáculo en vivo, muy colorido y fresco, como su propia manifestación musical. No podía faltar el homenaje a Bowie y el tema elegido para tal ocasión fue “Let´s Dance”, que hizo vibrar a todo el mundo. También, llamaba mucho la atención el bajista con camiseta de Ramones y bajo a la altura de las rodillas, como “mandan” los cánones punk garajero de la vieja escuela. El juego de luces no se quedó atrás en toda esta fantástica actuación. Fue muy curioso, como fue intercalando canciones en inglés con otros temas de su lengua vernácula. Por cierto, tan dulce y transmisora de tantos sentimientos y sensaciones fenomenales. Otros de los temas que destacaría en el repertorio de David Fonseca, sería sin duda “Kiss Me, Oh Kiss Me”, más tranquila, guitarra en mano, tras las diversos bailes y coreografías, de las que hizo gala, pero muy en la sintonía descrita justo anteriormente. Brío o sentimiento cuando tocaba, no están reñidos, el feelin´ fluye a mayor o menor tempo, pero hace falta ponerle ángel, como hizo en Vilar de Mouros, David Fonseca.
Prácticamente, sobre las 2:00 h. Orchestral Manoeuvres in the Dark o como comúnmente se le conoce OMD, continuarían la fiesta, con el bajista y cantante Andy McCluskey, con o sin bajo, durante toda la noche, puro nervio, rebosante de simpatía y radiante de energía, no paró de bailar y animar al público a unirse en comunión, para que hiciera lo propio. Abrieron nada más y nada menos que con la canción bandera antibelicista “Enola Gay”. A partir de ahí, podría haber sucedido cualquier cosa, pero la actuación no decayó ni por un instante, más bien todo lo contrario. Ya fuera, Andy McCluskey o el otro vocalista y teclados Paul Humpreys, fueron los principales maestros de ceremonias, de todo un recital de grandes éxitos de los 80 y cómo condensarlos en una sola, única e irrepetible ocasión, como la que tenía lugar aquella noche, de cielo estrellado y mágica a todas luces. Siguió “Tesla Girl”, momento que aprovechó Andy McCluskey, para recordar que se cumplía prácticamente el 37º Aniversario de su debut en un gran festival en UK, curiosamente junto a Echo & The Bunnymen, quien lo diría. Tras la pausa de “Messages”, Paul Humpreys comienzó a cantar en el tema “Radio Waves” a dos voces con Andy McCluskey. En los tema “History Of Modern” o “If You Leave” McCluskey se liberó del bajo y no paró de cantar y brincar por todo el escenario. Tras lo cual Humpreys hizo lo propio, tomando entonces el relevo a la voz principal con el tema “Live And Die”, mientras el incansable McCluskey ocupó el puesto de teclista, intercambiando roles por un momento. Mientras, los miembros de OMD hacían gala de sus múltiples habilidades musicales, el público de muy distintas generaciones y venidos de los más remotos rincones de Europa, al igual que el día anterior, abarrotaba el recinto del festival de Vilar de Mouros. Humpreys más tarde seguiría con el precioso tema “Souvenir”. Pero no sin antes, McCLuskey lucirse como vocal en canciones como “She´s Leaving” o la archiconocida “Maid Of Orleans”; eso sí, apuntando que toda la banda al completo, desde los teclistas al batería, conseguirían conjuntarse y ejecutar los temas con una elegancia sin par, a la vez que hicieran bailar prácticamente y a pesar de las horas a todo el auditorio. Tras sumergirnos en el mar del Norte y comprobar que los años no pasaban por las canciones dedicadas a la figura “Joan Of Arc”, llegaba la hora final, la despedida, que para nada fue triste, más bien electrizante, ya que como podréis suponer cerraron su increíble descarga de adrenalina con “Electricity”. OMD nos evocó tiempos y canciones que viven dentro de los corazones de millones de personas y tras esta gran actuación, nos seguirán acompañando por muchos años más, estoy segurísimo.
Sábado 27 Agosto
A priori, la última jornada parecería la más rockera de todas, aunque hubo alguna que otra sorpresa, como no podía ser de otra manera. Samuel Úria sería el encargado de la difícil labor de abrir la última tanda de conciertos, el sábado 27, sobre las 19:00 h. De hecho, la banda para alguna canción, se usaban tres guitarras, además de la sección rítmica, percusión y coros. Un potente acompañamiento instrumental, incluso con algún mensaje reivindicativo, aunque también habría momentos, para la pausa y por tanto, canciones que nos harían experimentar sensaciones que denotaban un intimismo más marcado y profundo. Sobre todo, en el plano solitario, cuando Samuel Úria, recurría práctica y precisamente tan sólo con su guitarra vintage Gibson en mano o la electroacústica, a la hora de encarar temas, que ahondaban en interioridades del ser humano o visiones más personales. Hubo bastante afluencia de público, para ser el primer artista de la jornada en abrir y además, en líneas generales, se sabían bastante bien las letras de este músico portugués. Que además, de desenvolverse bien en el ambiente del rock alternativo, es compositor y escribe letras para artistas de otros estilos más próximos al fado y la canción tradicional como António Zambujo, Ana Moura o Kátia Guerreiro.
Hubo un cambio en el cartel y había cierta confusión, con los horarios y los propios artistas, a eso de las 20:00 h. Mientras, hubo público que asombrado no paraba de preguntar que quien era el chico que acompañado, por otros músicos ataviados con vestimentas tuareg, estaba desplegando todo su arte en tierras lusas, que no era otro que Bombino. Yo particularmente, estaba alucinando con su tremenda actuación, de hecho era uno de los artistas a los que venía a ver fijo y disfrutar de su propuesta musical sí o sí. Y la verdad, que no me equivoqué. Por una vez, la fama antecedió con todas las de la ley a este gran artista africano, natural de Agadez, Níger. Ya sólo el hecho, de presentarse con esos atuendos tan coloridos y exóticos al más puro estilo tuareg, tanto Bombino, como su banda acompañante, era un espectáculo en sí mismo. Si a ello le añades las de sabores y matices, gracias a la fusión de la música africana, con ritmos blues y rock, entonces hacían de los condimentos perfectos, para aderezar una de las mejores actuaciones del festival, sin entrar a valorar de quien pueda tener mayor o menor trayectoria o galardones. Porque todo esto es subjetivo y más para alguien como Bombino, que emana humildad y grandeza a partes iguales. Bombino es un músico excepcional en el manejo de las seis cuerdas, fusiona como hemos especificado el blues y la escala pentatónica la injerta, como quien no quiere la cosa en la música tradicional tuareg, haciendo más que justificado el apelativo del “Jimi Hendrix de África”, aunque sin rubor, para mí es “otro” Jimi Hendrix, es un gran talento por sí mismo, un genio y portento con la guitarra. A la cual, sabe sacarle todo el partido habido y por haber, con escalas vertiginosas y solos rockeros; además de los fraseos, cuando toca templar en medios tiempos, que se van transformando, poco a poco, a veces, en saltos endiablados en el mástil, hacia de nuevo, rapidísimos solos. Omara Moctar, tomó su nombre artístico de Bombino, precisamente por el tema central de la película documental “Agadez, la música y la rebelión”. Y bastante de ese espíritu rebelde y mensaje combativo, tiene su música. Una música, que aunque universal, las letras están escritas en lengua de la familia bereber y tuareg, denominada tamasheg, para difundir y reivindicar este dialecto del Níger. Uno de los temas más bailados en el festival, del repertorio de Bombino, fue la ejecución de “Agadez” que también dio título genérico al álbum publicado en 2011. Al igual, que en la primera actuación, en poco tiempo se llenó con bastante público el recinto. Y posiblemente, gran parte de ese público estuviese descubriendo a Bombino por vez primera, corroborándolo como el triunfador moral del festival, entiéndase a modo de revelación. Incluso, dejando la anécdota de la interminable cola, la más numerosa, que se formó en el stand oficial, donde se podían comprar sus discos en formato vinilo y CD. Un gran músico, que lleva ya bastante tiempo, paseando su arte por escenarios internacionales, llegando a publicar discos en USA y abriendo conciertos para la gran voz de la legendaria banda Led Zeppelin, Robert Plant o el gypsy punk de Gogol Bordello. Un excelente artista, que gracias a su gran talento y al poder de la música, está dando a conocer la cultural tuareg y la idiosincrasia e identidad de su pueblo, al mundo entero. Un artista, que está llamado a figurar entre los grandes de la música.
Tras la sorpresiva y apabullante actuación de Bombino, pasadas las 21:00 h. aparecería en escena, Tiago Bettencourt, un cantautor luso, en la línea de guitarras elegantes y canciones muy melódicas, con ciertos toques pop, muy pareja al resto de propuestas de la escena portuguesa más novedosa. Pero era la noche del rock y las guitarras de sonidos más afilados y punzantes buscaban cobrar más protagonismo y el público portugués estaba deseando ver en directo a los escoceses The Waterboys, a lo cuales les llegaría el turno a partir de las 22:45 h.
Con la banda The Waterboys el rock cogió de nuevo el testigo de la iniciativa, fueron incluso, presentados por miembros de la organización, como una actuación muy esperada y especial, ya que en Portugal, guardan muy buenos recuerdos y su música tuvo un éxito más que aceptable. Siempre que presentaron sus trabajos en giras por tierras lusas, consiguieron el cariño y reconocimiento del público. Un rock que siempre estuvo impregnado de música celta, música folk, también muy influida por sus otros miembros irlandeses e ingleses, que aportaron su toque personal. Mike Scott interpretó los temas dándole ese sentimiento tan blues o country rock, según terciara y que sabe proporcionar desde canciones más movidas como “Still A Freak” o “Medicine Bow”. Los teclados y bellas armonías, entraron en juego para tocar la tremenda y dramática “A Girl Called Johnny”. Hablando de teclados, ver actuar a Brother Paul Brown, es todo un espectáculo en sí mismo, como vive sobre el escenario, cada una de sus notas. Otras estupendas canciones fueron “We Will Not Be Lovers”, en donde el violín eléctrico de Steve Wickham, jugó un papel fundamental, en el desarrollo del tema. Con el tema “Nashville, Tennessee”, sacaron su vena más country, por alusiones obvias a la cuna de la música folk norteamericana por excelencia. Otros temas interesantes e importantes del repertorio de Waterboys, que tocaron la noche del 27 de agosto, fueron “Long Strange Golden Road” o “Glastonbury Song”. Pero sin duda, uno de los momentos más simpáticos y movidos de la actuación, fue cuando se atrevieron con el famoso tema de Chuck Berry “Roll Over Beethoven”. Sobre todo, cuando el violinista Steve Wickham se arrancó a bailar el “duck walk” o paso del pato con los guitarristas. Para ir acabando la estupenda actuación, también tocarían algunos de los mejores temas de su carrera, prácticamente despidiéndose con “The Whole Of The Moon” y el precioso tema “Fisherman´s Blues”, que fueron los elegidos para tal cometido.
Tindersticks aparecieron en escena pasados unos minutos con respecto a la hora de las meigas o brujas, que por tercera vez, esta vez iría a la vencida y no acompañó para nada; al contrario que las mágicas actuaciones, que espolearon a público y artistas en un feed back inigualables. Que ofrecieran en noches anteriores el genial Peter Murphy y el enérgico David Fonseca. Para mi gusto, fue de nuevo un cambio bastante brusco Lo que también podría denominarse, un cambio de tercio bastante abrupto, incluso entre la gente de la prensa, costó asimilar algo así. Otra vez de nuevo, hacia aparición un músico demasiado melódico, para un evento, que ya estaba bastante caldeado, por buenas apariciones rockeras, quizás en otro momento, no hubiera creado un contraste tal, que ya digo en líneas generales se respiró cierto rechazo en el ambiente, salvo el público más fan. Siempre está la excepción, el o la irreductible, incondicionales al fin y al cabo. Tindersticks practicaron una música indie pero más que orientada al rock, su orientación es hacia un pop muy melódico. Pudimos intuir en sus temas, arreglos de jazz o soul, pero eso no mejoraba la opinión generalizada, tras actuaciones donde las guitarras bramaron tempestad. Los británicos ejecutaron temas conocidos a nivel internacional como “We Are Dreamers!”, “Were We Once Lovers?” o “Hey Lucinda”. También, el conocido en el ambiente disco e indie, el cover del grupo Oddissey, “If You’re Looking for a Way Out”.
Afortunadamente, la guinda a estos tres estupendos días en líneas generales, estaba a punto de aparecer en escena, sobre las 2:00 p.m. Blasted Mechanism, la banda portuguesa, de amplia trayectoria, que sumaban dos décadas, desde su nacimiento como grupo de rock alternativo en 1996, con diversas influencias. Entre las que destaca sobremanera, la música electrónica. El aspecto era de unos extraterrestres o versión actualizada de lo que en su día quisieron provocar Kiss o The Residents, sin olvidarnos a grupos como Gwar, eso en el concepto estrictamente visual, de disfraces y teatralidad. Pero, en el aspecto musical, bien podrían recordarnos a bandas como Prodigy o Asian Dub Foundation. Por aquello, de fusionar sonidos electrónicos como drum and bass con el reggae, pero también cierto ramalazo oriental, de hip hop y hasta ciberpunk. Las guitarras distorsionadas, más propias del metal y ritmos tribales también dieron mucho juego a esta banda, que a pesar de las horas, el cansancio acumulado de los tres días y la temperatura, extremadamente fría, que no acompañaba, invitaba a bailar sin parar, era imposible estarse quieto. Porque independientemente, de lo estrafalario o extravagante, que pudieran parecer sus disfraces, que les conferían un aspecto a medio camino entre insecto y alienígena, como salidos directamente de la imaginación de H.R. Giger. Son muy buenos músicos y temas que llevaban implícitas reivindicaciones y mensajes de lucha, así lo avalaban. Es una banda que está sensibilizada con los movimientos sociales surgidos en los convulsos últimos tiempos, lo que podríamos denominar el “15 M portugués”.
Un buen ejemplo de gran tema sería “Blasted Generation”. Otros temas que condensa la filosofía de la banda lisboeta son “Start To Move” o “Battle Of Tribes”. Ver a los miembros moverse y desenvolverse con sus respectivos instrumentos fue todo un espectáculo. Los miembros de Blasted Mechanism: Karkov (voz), Valdjiu (guitarra), Ary (bajo), Syncron (batería), Winga (percusión) y Zymon (guitarra, cítara y teclado) no pararon de bailar y demostrar su buena valía como instrumentistas. Está claro, que habrá que seguirles muy de cerca la pista a esta interesantísima formación extraterrestre, antes que decidan viajar a otros mundos. Guinda, broche, cierre especial, cualquier palabra o expresión se queda corta, para describir las sensaciones, en general buenísimas, tras algún que otro altibajo, probablemente evitable, pero que es prácticamente imposible que no tengan lugar, a lo largo de tantos días y entre tantos artistas y géneros en liza. El 50º Aniversario del Festival decano de Portugal, no sólo cumplió, sino que rebasó las buenas expectativas depositadas en el mismo y ojalá se pueda seguir organizando, porque lo tendremos muy presente, como un gran festival referente en el continente europeo, ¡larga vida al Vilar de Mouros Fest! ¡Muito Obrigado!
Enlaces de interés:
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 25 (sección: Reportajes).
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