Gran acogida en la primera gran jornada: We Are Standard y Olimpic lograron el llenazo de la sala BNS el pasado viernes 17.
La presencia de las bandas bilbaínas no dejó indiferente a ninguno de los asistentes al festival San Reno: jóvenes, novedosos y provocativos son algunos de los adjetivos que definen a los componentes de estos dos grupos musicales, que son ya un referente en el panorama electrónico nacional.
Los ritmos hipnóticos de Olimpic arrancaron la noche, logrando que el público comenzara a mover los pies. Su característico y particular sonido, marcado por la voz inconfundible de Asier Martín, hace de ellos una banda que sorprende en el directo, tanto en la forma como en el contenido.
En el tiempo que pasó sobre el escenario, Olimpic demostró que sabe defender en vivo y sin dificultad los temas de su pegadizo disco “Dirty Towels”. Este grupo experimenta una ascensión imparable desde la actuación que les llevó a ganar el Proyecto Demo ’07, dándose a conocer incluso en el extranjero durante el año 2008.
Después de la retirada de los olímpicos, la expectación por ver a We Are Standard se hacía notar, y tras unos minutos que parecieron horas los músicos de Getxo aparecieron en escena.
Como siempre la actuación de la banda fue una mezcla de divertido salvajismo, química con el público, sensualidad y buen humor. Una muestra de ello eran los continuos comentarios de su singular cantante, Deu Txakartegi: “¡guapo!” gritaban desde las primeras filas, “¿Pero tú a qué has venido aquí?” replicaba sonriente la voz de la banda.
Musicalmente, We Are Standard realizaron una impecable ejecución en la que no faltaron éxitos como “On the floor”, “Other lips, other kiss” o “Preassure”. Pero sin duda el momento clave del concierto fue la aclamada “The Last Time” en la que una lluvia de confeti calló sobre el excitado público.
Durante el concierto We Are Standard también se atrevió con un tema en euskera, Txakartegi enarboló una camiseta del Athletic de Bilbao e incluso se puso a bailar con los asistentes de las primeras filas. Ante la negativa del público a que abandonaran el escenario, los eléctricos Standard invitaron a sus paisanos Olimpic a compartir las últimas canciones.
El experimento fue un éxito y la unión de las dos bandas creó un ambiente explosivo en la sala que sólo se pudo calmar mediante el baile. En conclusión un derroche de sudor que enloqueció la noche santanderina.
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