Un año más se organizó esta celebración de la mujer que es el ciclo Voces Femeninas. Y digo celebración porque realmente lo es. Más allá de la ceguera mediática, creo que nos toca reivindicar el feminismo desde la feminidad, con raíces en la admiración y la alabanza.
Un año más se organizó esta celebración de la mujer que es el ciclo Voces Femeninas. Y digo celebración porque realmente lo es. Más allá de chauvinismos machistoides, todavía nos queda mucho camino por avanzar hacia una plena igualdad entre sexos, basada en el respeto y la tolerancia. Más allá de la ceguera mediática, creo que nos toca reivindicar el feminismo desde la feminidad, con raíces en la admiración y la alabanza. Alén de trenzas, sobacos peludos y piernas vellosas, la reivindicación femenina (y feminista) se debe apoyar en la poesía, en la voz celestial, en la usanza de ese lado cerebral cargado de emotividad, desde el asombro y la superación de tabúes, creando babas de admiración que caigan por nuestras caras. Y allí estuvimos con sabor más dulce que agrio, siendo testigos de talentos extraordinarios.
Si bien el año pasado fue dedicado a Francoise Hardy, este año le tocaba protagonismo a Astrud Gilberto, y creedme, las artistas estuvieron a la altura.
La primera en salir fue Jesca Hoop y su amiga Zoe. Con una voz que roza el desgaste, exprime su fuerza con una carga sentimental bastante intensa. Por momentos susurra la afonía, y su técnica de guitarra, con arpegios descendentes, nos recuerda a blueswomen clásicas, ronroneando melodías pantanosas que roza lo claustrofóbico. Jesca nos anuda en un manojo de sogas, apretándonos o soltándonos a su antojo. A veces naive, a veces (sobre todo al final) con registros más próximos al scat jazzístico, la que fue niñera de los críos de Tom Waits, imprime en su música los cielos grises del noroeste inglés. ¿Cómo puede alguien irse a vivir a Manchester siendo de California?. Supongo que será por su huella en la industria anglosajona. Como dice en sus letras: hay que mantener a los demonios felices, que mejor sitio que Vigo para escupirlos al mundo.
Acto seguido la gran sorpresa del ciclo. Lo que en mi opinión ha sido el bombazo musical del semestre. Sharon Van Etten, su guitarra y su voz que por momentos tienen la dejadez energética de la mejor PJ Harvey, la de “To bring you my love”. Su voz languidece y se deja fluir en líneas de armonía errante. Celestial, onírica, Sharon nos envuelve en su manto, nos arropa, mece y ama; pero a veces con una actitud desafiante, que lo único que consigue es que nos demos cuenta de su sinceridad, de su transparencia, de su naturalidad que evita lo forzado y lo innecesario. En pasajes oscuros como la noche, nos imprime la sensación de que realmente tiene lo que hay que tener. Más allá de la gracia que le pueda causar al público, sus chapurreos en castellano (muy encomiables por cierto), uno no graba para Drag City así como así, no es la típica discográfica que firma contratos por modas, tendencias o estrategias de mercado: tienes que tenerlo. Y Sharon lo tiene, compone y canta con una brillantez inusitada. Hace fácil lo difícil, alcanzando los lados más oscuros del espíritu humano, encaramándose sobre sus puntillas, queriendo ser una y otra vez más alta que los sentimientos que canta. La entrega al ser querido es un juego de esperas y recompensas.
Cerrando la noche salieron Azure Ray al escenario, lidiando problemas de sonido, y transmitiéndome la sensación de que son el típico grupo facilón que debería salir en los cd’s de la revista Cosmopolitan, donde te explican a querer con estereotipos impregnados de prejuicios. Quizás el problema residió en el orden, y salir después de un torbellino que destrozó el escenario, pues quedaron bastante sosas, insulsas y demasiado políticamente correctas. Inofensivas para mi gusto. Y en una noche donde hay que reivindicar el instinto primordial de supervivencia, Azure Ray invitan a la superficialidad, a la opinión ligera.
Desde aquí agradecer a David e Isaac, impulsadores constantes y eficientes de la escena musical ourensana desde el Bar Torgal, y a Coconut Producciones, este tipo de iniciativa, que usa la música para romper barreras sociales. Gracias, y hasta el año que viene.
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