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Como cada año a finales de mayo se rompe la tranquilidad en el apacible Parque del Soto mostoleño para acoger toda una tormenta musical: Se llama Festimad y en su noveno cumpleaños nos trajo un sabroso cartel, quizás demasiado ecléctico, persistiendo en su ambición por satisfacer todos los paladares y ofrecer una muestra significativa de las propuestas más novedosas del panorama musical.
Unos tempraneros Sobrinus fueron lo más destacado de las primeras horas de la tarde, estos mostoleños jugaban en casa y lo demostraron acercando al público los temas de su último trabajo 13 muecas complicadas. Siempre es una alegría ver en directo a un trío que desborda creatividad, que hace que la gente se mueva y que además deja el palco lleno de muecas asombradas debido al increíble talento de su bajista.
En esas horas parecía que el festival estaba vacío, algo que en general no cambió durante la primera jornada aunque el goteo de gente llegó a colmar el vaso a eso de las nueve de la tarde. Tras unos The Rasmus tan esperados como decepcionantes, subía al escenario principal uno de los platos fuertes dentro de este festival lleno de contrastes. Patti Smith aparecía con gesto sereno y mirada radiante, pese a la imborrable huella del paso de los años en su rostro. En estos días su repertorio cobra aún más sentido, si cabe, y por eso no podía pasar la oportunidad de arremeter contra la guerra y contra el gobierno Bush. Además hubo un agradecimiento especial para el pueblo español, en sus propias palabras: “España ha sabido demostrar al mundo que son los gobiernos los que están al servicio del pueblo y no el pueblo al servicio de los gobernantes”.
Momentos especialmente emocionantes con el tema Trampin´, que da nombre a su último trabajo, y también con su ya clásico People have the power (la gente tiene el poder), que la organización del Festimad ha utilizado como emblema durante esta edición. Aunque Patti Smith tuvo sus destellos punks y roqueros, la velada fue demasiado íntima como para maquillar los bostezos del público más joven y marchoso. Por eso se produjo una desbandada masiva para ver al prometedor cuarteto australiano alabado por el propio Keith Richards: Jet llegaba a Madrid con varias canciones en la tele y más devotos de los que cabría esperar. Y seguro que se fueron con muchos más, su actuación fue lo más explosivo de un Festimad que en su primera jornada tenía un tinte bastante sereno, porque con Patti Smith y Ben Harper en el escenario principal, no quedaron muy convencidos aquellos que iban al festival buscando un poco de marcha. Jet dejó bastante satisfecho nuestro lado más hedonista y con la sensación además de que estamos ante una banda de rock sincero con mucho campo por recorrer.
Para todos aquellos que ya lo conocían Ben Harper fue de lejos lo mejor del primer día de Festimad, no sólo por el generoso detalle de hacer un concierto de dos horas (algo tan excepcional en los festivales como una rana en el desierto), sino porque sobre el escenario se convierte en un potente conductor de energía que verdaderamente le ensancha el alma a aquellos que lo escuchan. Músico-terapia es la palabra y eso ni tiene precio ni puede ser comparado en modo alguno, el que ha nacido con el don de trasmitir, trasmite, tanto si te gusta su música como si no. Además este excepcional chico californiano esta acompañado por todo unos veteranos artistas: The Innocent Criminals saben muy bien cómo hacer de un roquero espiritual un crac de la música en todos sus aspectos. Hubo guiños al reggae, al soul, al funk, todo ello fundido con la gran personalidad de Ben Harper, más conocido por estas tierras como “Benito”.
En las carpas la sorpresa la protagonizó Matthew Dekay, este dee jay holandés poco conocido para los paganos del house hizo con sus furiosas subidas y sus estallidos que la pista se convirtiera en una gran comunidad en la que todos exhalaban complicidad y felicidad asistida.
Desde las primeras horas de la segunda jornada se vio un cariz completamente distinto: aquello adquiría dimensiones de auténtico festival, comenzaban las famosas colas en los baños, los agobios de gente, el perder a los amigos y el codearse hasta lo indecible para hacerse con un buen sitio. El momento álgido llegaría entrada la noche, con nada menos que 20.000 personas borrachas de música.
La ocasión idónea para bajar a ver qué se cocía en el escenario B-Core la brindaban Standstill, estos abanderados del hardcore catalán consiguieron llenar la carpa a horas todavía vespertinas. Mucha gente estaba allí con ganas de saber cómo sonaba en directo su nuevo trabajo llamado de forma homónima, pesé a tratarse de su quinto disco. El concierto estuvo deslucido por tres motivos: Calor, polvo y mal sonido. Los dos primeros tolerables pero el tercero… es evidente que una carpa de circo que posteriormente se utiliza para música dance quizás no es el recinto idóneo para albergar conciertos. Pese a todo, sonaron más íntimos, más personales y además en castellano, toda una novedad. La furia vino de mano de temas más antiguos como “Ride down the slope” con el que abrían su fogoso Memories Collector, y algún tema puramente harcoriano y metalero de su primer álbum. Sin embargo, para cera la que dieron horas antes los primerizos Terroristars. Parecerán una banda muy de pose y de coña con sus máscaras y su rollito visceral, pero hay que tomarse muy en serio su nivel musical. Siempre es difícil encontrar algo tan nuevo e impactante dentro del redundante panorama del nu metal.
En cualquier caso la jornada del viernes estaba de antemano rendida hacía los grandes protagonistas de la noche. El Festimad fue lo que fue gracias a incluir en su cartel un nombre del pasado tan controvertido como influyente: Pixies en directo después de doce años es una oportunidad de las que no se pueden dejar pasar. Es lo inagotablemente especial que tiene ver en directo a una banda que cuando empezaste a escuchar ya se había disuelto y que jamás pensaste que verías en una actuación. Sin embargo allí estaba, se podía tocar, la emoción contenida de los miles de devotos (y algún que otro curioso) que se agolpaban en el escenario principal.
Y la recompensa fue desmedida desde el primer segundo. Armado con su guitarra acústica Black Francis se sube al escenario y sin más comienza con los ya tan trasteados acordes de “Where is my mind?”. No se me podía ocurrir un comienzo mejor. Todas la voces se unieron para cantar el tema más popular de esta leyenda resucitada. Tiraron todo el rato de grandes éxitos y además sin dejar un respiro entre canción y canción, haciendo que el personal se atragantara con sus propias emociones. No se les vio ni el más mínimo gesto de complicidad entre ellos, casi al contrario, se evitaron en el escenario, pero la verdad es que de manera individual dieron todo lo que llevaban dentro. Fue un concierto corto e intenso, de estos verdaderamente inolvidables. Creo que todo el mundo quedó bastante satisfecho y desde mi punto de vista éste ha sido el mayor acierto del Festimad 2004.
Otro éxito significativo de la organización fue la elección del grupo que se encargaría de cerrar el festival. Si la noche del viernes fue demasiado relajada para tratarse de un festival, el sábado las tornas cambiaron por completo. Quizás Korn sean los principales culpables de que el nu metal haya llegado a la Mtv, pero precisamente por eso nunca hay que perderlos la vista. Llegaron al Festimad y lo incendiaron. Con su demoledora artillería hicieron un concierto crecido y bastante generoso. A todos sorprendió una puesta en escena tan sobria y clásica. Ni espectáculo con imágenes ni sofisticaciones varias, suficiente con cuatro tipos sobre el escenario atizando sus instrumentos de manera desmedida. Repasaron todos sus discos, desde el tema con el que abrieron, “Right now” de su último trabajo, hasta lo más antiguo de su historia como fue el siempre coreado “Blind”. La gran sorpresa para todos fue escucharles tocar un fragmento del “One” de Metallica, tema que ya publicaron en un tributo a estos padres del thrash. Miles de personas votaron ofuscadamente durante una hora para después rendirse ante la despedida con su polémico “Ya´ll one a single”, paradójicamente una canción en la que Korn arremete contra la industria discográfica.
Este ha sido el último Festimad en el Parque del Soto, por lo que había que aprovechar para despedirse de él con un sencillo paseo. No creo que los madrileños volvamos a disfrutar nunca de tanta buena música en un marco tan sugerente como éste parque, costará mucho volver a repetir estas sensaciones, algún día estos recuerdos valdrán más que el oro.
Galería “Festimad 2004”, con fotos de Xurxo Lago. Publicada el: 2004/06/17.
Reportaje por: Kalamaking.
Fotografías por: Xurxo Lago.
(Fecha de publicación: 17/06/2004)
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 17 (sección: Reportajes).
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