Ocho años después de su anterior concierto, el famoso grupo liderado por Roberto Iniesta volvía la ciudad que le vio nacer, para ser acogido con entusiasmo por más 15.000 personas que vibraron con sus temas de todas las épocas.
Amaneció Cáceres con ese ambiente festivo que genera todo gran acontecimiento en una ciudad. Extremoduro hacía la única parada en la región, dentro de la gira Robando perchas en el hotel, y los seguidores de la banda recorrían sus calles medievales con la alegría de sueño cumplido después de años de espera.
La expectación vestía camisetas negras, en algunas señalando los lugares y las fechas de esta última gira, en otras con su ya mítica discografía, pero en todas ellas el logotipo de la banda, unas veces abultada por una más que incipiente barriguita y en otras acompañada con la frescura de unos rostros en plena adolescencia y es que los Extremoduro pueden presumir de contar entre sus filas de seguidores con aquellos que empezaron con ellos en sus primeros rasgueos allá por los 80, como a jovencitos que lo que les gustan son “los clásicos”.
La banda no tocaban “en casa” desde el 2004, en el mismo Recinto Hípico y con el mismo cartel de “No hay entradas” colgado de sus taquillas. Fueron 15.000 personas los que tuvieron la fortuna de ver y oír, tanto sus ya más míticos temas como los aquellos inéditos, aún no recogidos en ningún disco, mientras otros miles se tuvieron que conformar con imaginar a los de Plasencia acompañado por los sonidos que se escapaban de los muros del hípico.
Robe hizo su aparición pasadas las 10 de la noche cuando en las pantallas se proyectaba el vídeo de su inédito tema “El pájaro azul”, con un público más que entregado, dispuestos a darlo todo y desde el principio, ahora bien cuando sonaron los primeros acordes de “Ama, ama, ama y ensancha el alma” los 15.000 saltaban en un todo, cantando todo un himno dentro de su discografía, tarareando los versos de Manolito Chinato, la siguiente fue otra de las de toda la vida “No me calientes que me hundo” y al terminar esta, se disculpó por su faringitis: “Esta semana he estado jodido. El lunes bien, el martes regular, el miércoles hecho una braga, y el jueves lo más sensato hubiera sido suspender. Pero ya se sabe que la sensatez no ha sido nunca mi punto fuerte” lo que hizo crecer en el ambiente una sensación de incertidumbre, sobre la continuación del concierto, porque antecedentes hay, pero los dedos cruzados y las voces de 15.000 allí presentes pudo más que una simple faringitis. Luego llegó “Mi espíritu imperecedero” y con “Otra inútil canción para la paz” todos pidieron el mismo deseo “quiero cambiar este mundo tan feo…. puro veneno que haga del mundo un lugar más ameno y respirar y que entré bien dentro sólo con respirar”, “Si te vas” “dedicado a los poetas, que no tienen más posesión que el invierno” y llegó el turno de otra de esas de toda la vida, y el Hípico enloqueció y nadie quiso dejar de lado “La vereda de la puerta de atrás”. Ahora sentado y en momento más intimo, presentó la canción “Contra todos” diciendo: “no es necesario un mundo mejor lo que es necesario es luchar por conseguirlo” a la cual siguió “Sucede” y “Ábreme el pecho y registra” y tras “Pedrá” llegó el primer descanso.
La segunda parte del concierto donde canciones de desamor, tristeza, y soledad y de búsqueda como “Cabezabajo”, de recuerdos y sueños como “Bribriblibli” buscando en cajitas y en cualquier esquina los besos que se deben y te deben de “A fuego” condenado a estar toda la vida preparando alguna despedida con “Desarraigo” temblando los pies a su lado de “So payaso”, siempre en un estado de espera, soñando y soñando con ella en “Stanby” y subidos a las estrellas tirándonos de cabeza con “Puta” hizo que “se nos saliera dando pedales sin nuestro permiso una lagrimilla” llegando al descanso de la segunda parte buscando ese “corazón que nos llevamos encima por si nos lo quitan”.
Y así llegamos a la tercera y última parte del concierto, donde los de Plasencia hicieron un recorrido por “La Ley Innata” desde su tierno y “Dulce introducción al caos” pasando por sus ya, más que, míticos movimientos “El Sueño”, “Lo de Fuera”, “Lo de Dentro” y “La realidad” con sus versos irreverentes, desgarradores, feroces, sangrientos, intensos, furiosos pero tan necesarios como lo que proclaman y así llegó el turno de “Salir”, y sabiendo que llegábamos al final, todos lloramos el “¡joder, que guarrada! sin ti”.
“QUE SI, QUE SI, QUE SI ME ACUERDO” fueron su últimas palabras en el Recinto Hípico, y también nosotros nos acordaremos para siempre de este espectacular concierto de Extremoduro en Cáceres y es que “si la vida de Robe fuera una escalera y se la hubiese pasado entera buscando el siguiente escalón, puede estar convencido de que habrá una legión de admiradores, en el tejado, esperando a que llegue él y nos cambie este mundo tan feo, y haga así un lugar más ameno” con su poesía reivindicativa y sus canciones “que no hablen de sandeces y que digan que no sobra el amor”.
Rockin´ All Over the World, fue el último tema, y con Uoho como encargado de la despedida y es que a Robe no le gustan las despedidas y mucho menos cuando esta en casa.
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 25 (sección: Reportajes).
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