Si por casualidad, estas leyendo este artículo porque conoces el grupo, y por circunstancias de la vida te has perdido el concierto… ya puedes ir tirándote de los pelos. Sé que no es políticamente correcto comenzar un artículo con esta fulminante sentencia, pero es que el recital que ofreció Explosions in the Sky en la sala Moby Dick, estuvo muy por encima de las mejores expectativas.
La noche comenzó con una breve intervención de Camping, un reputado grupo nacional que nos abrió el apetito con sus sencillas y relajadas líneas musicales. Comienzan con parsimonia y acaban con un buen bofetón, un aperitivo ideal para lo que venía después…
Explosions In The Sky suben al escenario. Son sólo cuatro chavales tejanos, con pinta de amigos de barrio, jóvenes y simpáticos. Ellos se lo comen y se lo guisan: colocan sus cables, el batería ajusta su instrumento revolcándose por los suelos como un mecánico… con una humildad que daba la sensación que estabas de visita en su local de ensayo.
Tras un pequeño chapurreo en castellano comienza la función con “Memorial”, cuarto tema de su último disco. El silencio rotundo de la sala abraza a un grupo que trasmite desde la primera nota, y que comienza suavemente a escarbar en las emociones del oyente. Tras minutos de intensa calma llega la tormenta: nadie se podía esperar que aquello estallara del modo en que lo hizo. Las distorsiones caseras de este grupo te retumban en el esternón. El sonido era impecable, nítido y distorsionado, como suele ser en las salas pequeñas, mientras que el juego de luces ínfimo, completamente prescindible.
Sobre el escenario, estos cuatro chicos no paran de moverse. En las partes con más garra se diría que se les va la vida, e incluso la guitarras, que también se llevaron sus buenos golpes. Esta actitud es la mejor receta para llegar al público y a estos chicos se ve que les duele cada nota que sale de sus manos.
Empalman una canción con otra con una maestría de artesanos. Por ello hacen una introducción más que rara, que precede a “Your Hand in Me”. La canción está cargada de belleza y emotividad y a mi alrededor la gente cierra los ojos para paladear mejor las melodías de las tres guitarras, que lo llenan todo. Quizás el momento más feliz de la noche, aunque todavía quedaba mucho por escuchar.
Con “Greet Death” quedó patente que no todo es optimismo. Un ruido atronador nos envolvió, pero cuando ya pensabas que no podían hacer más ruido, pisaban una nueva distorsión que te disparaba por las nubes. Según comentaron después amablemente a un amigo, tienen unas distorsiones hechas a mano que puedo asegurar que chirrían como las bestias del averno.
El concierto se despidió con “The only moment we were alone”, habían tocado sólo cinco temas y yo ya estaba más que satisfecho. Hacía la mitad de la canción hay un crescendo épico que creo que permanecerá en la memoria de los que allí estuvimos por mucho tiempo. Una suma de melodías de guitarra que podría estar en incluida en alguna obertura de Rosellini. Cuando todo terminó, me di cuenta de que había estado en un largo viaje sin moverme del sitio.
Hay que alabar la actitud del público, que fue completamente respetuoso. No como bochornosos espectáculos que se han multiplicado en esta ciudad con bandas como Mogwai o Sigur Rós, donde los aplausos y vítores a mitad de canción siempre te estropean el viaje. Este ha sido el momento idóneo para ver a Explosions in the Sky, en una sala pequeña antes de que pasen a engrosar las listas de la fama.
Al salir la gente no podía disimular una sonrisa de regodeo, nunca nadie estuvo tan satisfecho por un concierto que llegó por los pelos a la hora. En el puestecillo donde vendían sus discos se les agotaron en un abrir y cerrar de ojos. Después del concierto todavía estuve varias horas con las sensación de haber tenido una experiencia narcótica. Estaba desubicado y perdido, como si hubiera vuelto de un largo sueño
Artículo y fotos por: Making
(Fecha de publicación: 12/03/2004)
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