Una leyenda de la música del siglo XX, acompañado de la Roma Sinfonietta y el Coro Intermezzo. El concierto se celebró en el Palacio de los Deportes de Santander.
Afortunadamente parece que en Cantabria este año, gracias al Año Jubilar Lebaniego y una promoción turística excepcional, la actividad cultural está alcanzando niveles más que aceptables. El escenario desmontable del Palacio de los Deportes de Santander ha sido pisado en este año por músicos de reconocido prestigio internacional como Bruce Springsteen, Simple Minds y, en este caso, por el maestro Morricone. En la valoración de la relevancia y magnitud de este tipo de eventos por las esferas políticas estriba la continuidad de este nivel en un futuro y que no se quede en un mero escaparate que se pone en venta y llama la atención una vez cada cuatro años.
No es muy común poder ver y escuchar en directo a uno de los pilares de la música de cine del siglo XX. Junto a Morricone, son pocos los nombres de compositores que han tenido una carrera tan prolífica y coherente. John Williams, John Barry o Henry Mancini completan el cuarteto de los nombres de compositores de cine más populares.
A sus 78 años, cumplidos el mismo día del recital, ha compuesto más 500 bandas sonoras y otras tantas composiciones sinfónicas y se encuentra en plena forma. No se conciben las películas del Western, que representan un ínfima parte de su carrera, sin su aportación, aunque este hecho no le enorgullezca especialmente.
Para este recital contó con los 98 músicos de la Roma Sinfonietta, donde predominaban los instrumentos de cuerda, y las 100 voces del coro Intermezzo. Durante dos horas, centró su repertorio exclusivamente en bandas sonoras, dividiéndolo en siete partes temáticas: La vida y la Leyenda, Cinema Paradiso, Malena, Hojas Dispersas, Modernidad del mito en el cine de Sergio Leone, Cine Social y, por último, la parte más esperada, La Misión.
Fue el tema central de “Los Intocables” el escogido por el maestro para comenzar el recital, enlazándolo con el “Tema de Deborah” de “Érase una vez en America”, acabando el primer bloque con “La Leyenda de Novecento”. Tras este primer bloque, un apartado especial para el entrañable tema central de “Cinema Paradiso”, que inevitablemente te lleva a recordar flashes de la relación entre los personajes de este film: el niño y el operador de cámara del cine del pequeño pueblo italiano unidos por la pasión por el cine y su magia.
Otro apartado especial para el tema central de “Malena” que es seguido por otro bloque en el que se enlazan “H2 S”, “El clan siciliano”, el tema central de “Supongamos que una noche cenando” y “Uno Che Grida Amore” de la misma película y “Come Maddalena”.
El siguiente bloque, el más popular y esperado, era el dedicado al western. Para el que entró en escena el coro Intermezzo, con lo que ya eran más de 200 personas las que había encima del escenario. Inaugurando esta sección, el tema con el que comienza “El bueno, el feo y el malo”, quizás el más popular y conocido de todas las bandas sonoras del western, con especial mención a la emotividad que transmitió la parte central y final del tema en el que el coro de voces y la guitarra protagonizan un diálogo en crescendo. Siguió “Hasta que llegó su hora” en el que la soprano Susanna Rigacci en solitario, situada junto al maestro, entonó el hilo conductor de la melodía y arrancó al respetable los aplausos más intensos hasta este punto del recital. Después, fue “Un puñado de dinamita” el tema que precedió al colofón de esta sección, con “El éxtasis del oro”, el tema que orquestaba el duelo final de “El bueno, el feo y el malo”.
La siguiente sección dedicada al Cine Social, menos popular y relevante, incluía temas de “Sostiene Pereira”, “Investigación de un ciudadano sobre sospecha”, y “Corazones de Hierro” entre otras.
Llegando a la parte final y como no podía ser menos, los temas finales repasaban tres de los cortes de la banda sonora de “La Misión”. Comenzando por el tema más conocido: “El oboe de Gabriel”, seguido de “La Misión”, finalizando el programa del concierto con la delicada y conmovedora “En la tierra como en el cielo”, que provocó una ovación de varios minutos, interrumpida por la salida de nuevo al escenario de Ennio para dirigir a sus músicos en el primer bis para interpretar de nuevo “El éxtasis del oro”.
Tras el bis, y dado que en ese día Ennio cumplía 78 años, le entregaron un ramo de flores y los músicos a modo de tímida improvisación tocaron unas notas del “Cumpleaños Feliz”.
La gran ovación del público solicitaba la salida de nuevo del maestro al escenario que fue satisfecho por el tema “Sacco y Vanzetti”, que no estaba contemplado en el programa y concluyó el recital con un halo de optimismo y vitalidad.
La impresión post-concierto era unánime y se reflejaba en las caras de los asistentes que salíamos eufóricos tras haber asistido, sin duda, a uno de los mejores conciertos del año en la región.
No te pierdas la galería fotográfica: “Ennio Morricone: Concierto en Santander – 10/11/2006”.
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