Supongo que para todo el mundo será más o menos difícil lo de iniciarse en la música, los hay que tienen hermanos que les aconsejan sobre esto o aquello e incluso padres que en sus tiempos flipaban con maravillas como Flamin’ Groovies o Small Faces mientras aún eran jóvenes, pero para la gran mayoría todo se basa en ir probando y errando de dirección hasta que defines tus inclinaciones y empiezas a profundizar en lo que de verdad te gusta.
A partir de ahí, todo es posible dentro de eso tan raro que llaman música. En mi caso (y tras unos inevitables escarceos pantanosos con Parchís, Regaliz y los payasos de la tele) la base la sentó el metal más fiero, encarnado en la impresionante presencia de bandas ya legendarias como Possessed o Celtic Frost, el Bay Area de San Francisco y el Thrash europeo, la búsqueda de nuevos horizontes más extremos, la llegada del underground, las demos, los fanzines a fotocopia y el resto de componentes de este sub-mundo musical. Una actividad muy centrada en la independencia, como tiene que ser, pero en la que siempre había un espacio para los a nuestros ojos grandes sellos que, abanderados de una cultura aparentemente marginal y con casi nulas posibilidades de éxito, se dedicaban a editar discos de grupos de indescifrables logotipos venidos de los confines del mundo conocido. Cada uno tenía sus debilidades y preferencias entre la vastísima propuesta, allí estaban los inicios de Peaceville, Roadrunner, Relapse o Nuclear Blast, pero para mí los más importantes fueron unos locos de Nottingham que, parapetados bajo el nombre de Earache, se dedicaban a una intensa labor desestabilizadora similar a la de sus afines desde la apariencia tranquila de la mencionada ciudad inglesa, pero con el aliciente añadido de algo que en mi opinión nunca tuvieron las otras hasta mucho después, amplitud de miras y actitud arriesgada. Y es que Earache, por mucho que su nombre esté fuertemente ligado al Death (a pesar de que sus primeras referencias estuvieran dedicadas al Hardcore) no tiene, ni tuvo nunca, la intención de limitarse a escarbar en el mencionado estilo, limitado por sus propias características desde el momento de su nacimiento por mucho que algunos se empeñen en decir que el Death (el puro y original, nada de fusiones Doom-gótico-melódicas) no ha muerto. Quizás tengan razón, pero todos estamos de acuerdo en su notable abotargamiento salvo contadas y honrosas excepciones, y los chavales de Earache fueron conscientes desde un principio que no iban a estar toda la vida editando a grupos como Carnage, Massacre y Entombed. Aunque quizás estoy empezando a hablar de estos asuntos antes de tiempo, será mejor que vayamos por partes.
GÉNESIS
Estamos en 1986 y el germen del cual surgirá la factoría de ruidismos controlados que hoy conocemos por Earache ya lleva tiempo desarrollándose en la mente de un muchacho llamado Digby Pearson, desviado cerebro con un especial interés por lo extremo que entonces cristalizaba en grupos británicos tan peligrosos como Heresy o Concrete Sox y otros yanquis como Septic Death, una afición que tuvo salida en forma de tres flexi-Ep’s (¿los comienzos no eran siempre duros?), dos compartidos de varias “bandas” y su primera referencia capital, el “Never Healed EP” de los mencionados Heresy, por supuesto todas ellas ya ilocalizables en sus formatos originales. En esta etapa embrionaria se empiezan a sentar las bases del futuro, aunque ya os podéis imaginar que estos trabajos no están ni por asomo orientados conscientemente a la creación de un sello en la concepción profesional de la palabra, sino más bien a la ambición de iniciar algo propio dentro de una escena en la que bullen ideas y buenas intenciones. Estas no tardarán demasiado en plasmarse en dos Lp’s (editados con el dinero obtenido por la venta de los singles) que inician el gran viaje, “The Return of Martha Splatterhead”, un disco completo para otro gran grupo como fueron The Accused (que haría el segundo de su discografía tras “Martha Splatterhead Maddest Stories Ever Tell”) y un compartido donde repetían Concrete Sox y Heresy descargando alguno de sus temas clásicos con cinco y seis cortes respectivamente, es decir, contenidos eminentemente Hardcore que pronto se verían unidos a elementos con raíces y conceptos similares pero de planteamientos mucho más terminales. Cambiando de tercio.
Por aquellos entonces la escena underground británica era una habitación cerrada y oscura llena de humedad, un ambiente malsano especialmente propicio para que enfermedades traumáticas desconocidas se propagasen y nacieran criaturas deformes, malévolas, profundamente infectadas por el Hardcore y el Thrash pero con la suficiente inteligencia y mala baba como para desarrollar sus propios agentes víricos de asalto y derribo. Entre ellos tres locos llamados Mick Harris, Justin Broadrick y Nick Bullen, compañeros de fatigas de Ripcord y los dementes Extreme Noise Terror, que habían escuchado, asimilado y digerido a los más infames grupos underground del momento para regurgitar su propia concepción del caos se entretenían grabando maquetas como “Hatred Surge”, degenerados cánticos al límite que no tardaron demasiado en llamar la atención de Digby por lo inédito y abrasivo del sonido. Su debut se produjo tiempo antes de la mano de los mismísimos Crass en el tercer volumen del recopilatorio “Bullshit Detector”, aunque por entonces se dedicaban al Punk (recordar que sus inicios se encuentran en 1982) y no sería hasta la incorporación de Mick cuando empezaron a desarrollar su maníaco estilo. Impresionado y, probablemente sin darse demasiado cuenta de lo que está iniciando, Dig decide que es necesario sacar un disco a esta gente que se esconde bajo el nombre de Napalm Death (N.D.), viendo la luz “Scum”, una colección de veintiocho latigazos grabados con dos formaciones distintas (en la segunda cara abandonaban Justin y Nick y entraban Bill Steer, Lee Dorian y Jim Whitely) tan apreciados en la actualidad por los culturetas musicales (todos aseguran haberlo escuchado entonces, pero eso no se lo creen ni ellos) como denostados y poco comprendidos en el ’87 por la prensa, pero que hallaron su público y captaron a sus fieles por lo mismo que a Earache, por que aquello no tenía antecedentes en ninguna escena, no se había desarrollado de la nada pero era único, personal y, lo más importante, jodidamente innovador, tanto que ni tan siquiera el propio sello o la banda supieron definirlo en un principio (lo de Grindcore vendría después) y tuvieron que recurrir a la conjunción de abundantes etiquetas ya existentes para intentar preparar al oyente ante la experiencia de “Scum”. Vano esfuerzo amiguetes, pues por entonces las definiciones no tenían alcance para explicar aquello, y aquí el que escribe se quedó literalmente de piedra pómez ante una especie de Crust llevado al límite por la percusión maníaca de Mick Harris y la voz de Lee Dorian como partes más sorprendentes, aunque los riffs desarrollados por Justin y perfectamente continuados por Bill no se quedaban atrás para nada y confirmaban un prometedor y transgresivo futuro para la banda que se hizo extensivo al sello. Había que seguir consiguiendo desquiciados y así fueron cayendo las primeras referencias del sello, “War in My Head” de Intense Degree, los ciento un temas contenidos en “Disgrace to the Corpse of Sid” de Sore Throat, “O.L.D” de Old Lady Drivers, “Human Error” de Unseen Terror, donde tocaba la batería Shane Embury (más tarde en N.D.), el Lp homónimo de Spazztic Blurr o “Reek of Putrefaction” a cargo de los entonces repulsivos Carcass. Y aunque para mucha gente todos esto no sean más que discos mierdosos con mucho ruido y pocas ideas claras hay que reivindicarlos como parte fundamental no sólo en la historia de Earache, sino también en el de la escena underground en general como base y pilar de muchas cosas que vendrían después. Quizás es cierto que estos discos tenían muchos puntos en común (menos Spazztic Blurr) y podían hacer temer falta de interés por parte de la gente a largo plazo, más teniendo en cuenta que N.D. acababan de editar el insuperable “From Enslavement to Obliteration”, a partir del cual o había cambio o todo iba a ser cuesta abajo, así que mientras la gente se entretiene Dig trabaja para encontrar nuevos valores, y si hay que irse fuera, pues se va.
PROPAGACIÓN
Inglaterra está muy bien y no hay por qué negarlo, pero, en contra de lo que nos siguen intentando hacer creer los editores de los decrépitos semanarios musicales británicos después de tantos años, no es el único país del mundo capaz de generar buenos grupos y propuestas musicales decentes. El mundo está lleno de gente talentosa que, felizmente para nosotros, no se ha puesto de acuerdo para concentrarse en las islas de su majestad la reina, con lo que para conseguir grupos te puedes centrar en lo que hay por el barrio (respetable postura pero no por ello menos limitada) o salir fuera sin desatender a los paisanos, una opción mucho más recomendable que llevó a Digby a descubrir los primeros cachorros de lo que luego se convertiría en el big-bang del Death made-in-tampa, entre los que se encontraban (junto a otros como Obituary, Massacre, Deicide o Nasty Savage) Morbid Angel, grupo que tuvo una no muy apropiada puesta de largo con “Abominations of Desolation”, Lp editado en cassette por Gorque Rec., propiedad de su futuro vocalista David Vincent. Tras algunos contactos llegan a un acuerdo con Earache y se marcan el impagable “Altars of Madness”, un disco que iniciaría apropiadamente el romance del sello con el Death metal y perpetuaría su unión hasta nuestros días, comenzando también un época dorada para este estilo con la edición de toda una serie de clásicos imprescindibles provenientes sobre todo de Estados Unidos y Suecia, muchos de ellos bajo la marca de Nottingham.
Sin duda el Death metal ha sido una parte muy importante dentro de Earache y tuvo mucho que ver con la ascensión de su reputación editora, si bien al principio fueron los trabajos de N.D. y Carcass fundamentalmente los que le dieron vida al sello con su inclemente Grindcore, la llegada de Morbid Angel a la escudería supuso un cambio en formas y en contenidos por su, llamémosla “depuración”, de lo expuesto por los anteriores. Eran menos caóticos, pero lo que les faltaba de crusties lo ponían de técnica instrumental y referencias slayerianas, potenciadas por una fuerte imagen satánica y textos del mismo corte. Un cóctel volcánico que les hizo convertirse en uno de los puntales del Death mundial como continua referencia para multitud de bandas, aún más cuando poco tiempo después dos de sus componentes , el batería Pete Sandoval y el bajista/vocalista David Vincent, graban un disco para Earache bajo el nombre de Terrorizer junto a Oscar García (conocido por su trabajo con Nausea) y Jesse Pintado (posteriormente en N.D.) que ha sido considerado por muchos como el mejor disco de Grind grabado en la historia, una perfecta combinación de riffs sencillos pero impactantes, percusión frenética y guturales berridos que es otra de las referencias del sello a conocer como fundamental. Claro que Morbid Angel no fueron los únicos que llamaron a las puertas de Digby, peregrinos de todo el mundo fueron llegando para unirse a la creciente familia del dolor de orejas a la vez que la actividad crecía naciendo Necrosis, un sub-sello ideado por Bill y Jeff de Carcass donde se metieron en el bolsillo más grupos Death como Carnage, Cadaver y Repulsion, uniéndose así a las propuestas de Entombed, Bolt Thrower, Nocturnus, Hellbastard y un largo etcétera por el sello madre, incluso Carcass extendían sensiblemente el minutaje de sus temas adoptando estructuras Death en su segundo disco “Symphonies of Sickness”. Como confirmación a esta nueva apuesta del sello se organiza el legendario y exitoso Grindcrusher Tour, en el que participaron Morbid Angel, Carcass, Bolt Thrower y unos remodelados N.D. (con Bill y Lee sustituidos por Jesse Pintado y el ex-Benediction Mark Greenaway a la voz, a los que más tarde se uniría Mitch Harris de Righteous Pigs para la grabación de su tercer Lp “Harmony Corruption”), y que les llevó a girar intensamente por toda Europa ayudando a que las bandas alcanzaran el estatus de grupos de culto underground, aunque de hecho N.D. ya eran bastante conocidos en todo el continente. En este punto se podría decir que el armazón del sello y lo que va a ser en un futuro ya están bastante definidos aunque no completos, se consolida en su crecimiento y empieza al camino hacia la madurez cerrando un anillo. Lo más interesante está por venir, una etapa que, conservando unas raíces indelebles, vendrá marcada por la progresiva apertura hacia otros sectores. Pero antes de seguir adelante, de nuevo hay que hablar de otro grupo que ha ayudado bastante a definir la personalidad de Earache y de parte del metal actual, me estoy refiriendo a Godflesh.
El grupo surge en 1988 con Paul Neville, G. Christian Green y Justin Broadrick como hiperactivo lider y cabeza visible formando inicialmente la estructura de Godflesh (ya tenían la experiencia conjunta de Fall of Because a inicios de los `80), primer paso de Earache hacia otros horizontes marcados por una agresividad menor a simple vista pero de iguales efectos dañinos. Industrial o como lo queráis llamar, el caso es que las seis canciones de su primer MLp “Godflesh” (editado inicialmente por Swordfish Rec., reeditado más tarde por Earache) y las nueve de “Streetcleaner”, su primer álbum Earache, mostraban a un trío que destilaba angustia y asfixia por los cuatro costados en temas de estudiados esqueletos obsesivamente repetitivos con la intención de provocar el máximo de sensaciones con el mínimo despliegue de golpes de efecto. De hecho, la música de Godflesh carece de efectismos y fluye con la fluida naturalidad del brazo que golpea, se le han aplicado muchos calificativos y definiciones, pero la realidad es que tanto ahora como en el pasado siempre han sido indefinibles y uno de los grupos más personales de la última década, marcado sin duda por la continua labor creativa de Justin como parte de innumerables proyectos y sus inteligentes y disonantes guitarras, inteligencia con la que destilan la sensación en sonido, quizás el referente más próximo que podríamos encontrar sería Fugazi en el sentido de la carga emocional que lleva su música, aunque en Godflesh esta esté centrada en contenidos más dolorosos, como plomo fundido cayendo en tu oído. Sin duda Godflesh abrieron las puertas a otros que más tarde vinieron a incorporarse a la escudería Earache, como Mighty Force, Sweet Tooth (otro de los proyectos de Justin, esta vez con ex-miembros de Slab y Head of David), Six Yard Box e incluso Pitch Shifter en un pasado cercano y Misery Loves Co. en el presente, no en vano se les puede considerar como unos de los padres putativos de todo el metal industrializado que se puede escuchar actualmente por ahí, aunque hace tiempo que abandonaron cualquier movimiento que no sea su propia evolución. En mi opinión son y siempre serán un concepto más que una banda, algo totalmente necesario para cualquiera que no se conforme con la obviedad y sepa apreciar la calidad por encima de las etiquetas.
PROGRESIÓN
El recopilatorio “Grindcrusher: The Ultimate Earache” había incluido entre los veintitrés grupos que lo formaban la sangre nueva que buscaba Earache, entre ella Naked City, una especie de supergrupo experimental en formato de sexteto ideado por el genial John Zorn junto a algunos amiguetes como Bill Frisell, Wayne Horvitz y Yamatsuka Eye (vocalista de los tremebundos Boredoms, abanderados del ruido nipón) con la intención de aproximarse de una forma muy personal a los conceptos propuestos por Digby y sus compinches que dio como fruto “Torture Garden”, una chaladura a medio camino del Jazz, del Grind, de la Bossanova y de cualquier estilo imaginable con resultados francamente sorprendentes e inesperados que a más de uno dejó a cuadros y a más de dos les hizo dudar de la integridad del sello. Craso error, pues poco después editaban nuevos trabajos Entombed, Morbid Angel, Godflesh, Carcass, Massacre y nuevos valores como Fudge Tunnel o unos irreconocibles Old Lady Drivers, reconvertidos del Grind fiesta de su primer trabajo al industrial más sesudo y pasado de vueltas por obra y gracia de su líder James Plotkin. ¿Qué significaba esto?. Progresión amigos míos, ideas claras y progresión que permitían albergar bajo una misma carpa el depresivo Doom que Lee Dorian y sus Cathedral exponían en “Forest of Equilibrium”, los ejercicios monolíticos de un “Vae Solis” que era incapaz de hacer vislumbrar la transformación que sobrevendría sobre Scorn tiempo después y la esquizofrenia desatada por Painkiller en “Guts of a Virgin”, pieza angular del desvarío surgida de la cabeza de Zorn y perpetrada en compañía de un gritón Mick Harris y el semi-ubicuo Bill Laswell (pero, ¿de donde saca el tiempo este hombre?). Y todo esto como fruto de un trabajo constante y una fe ciega en las referencias editadas, la búsqueda de iniciativas que al cabo del tiempo les acabó dando la razón con Morbid Angel y las excitantes ventas de “Blessed are the Sick”, que dieron acceso al grupo a una multinacional y proporcionaron al sello lo indispensable para redoblar la fuerza de su asalto al trono de los sellos malsanos.
1992 va a ser un año realmente decisivo en la historia de Earache, no sólo a nivel de ediciones, ya que este año va a ver la puesta en marcha de la continuación del legendario Grindcrusher Tour, que esta vez albergará bajo el nombre de Gods of Grind a Entombed, Carcass, Cathedral y Confessor, gira polémica desde el principio por las quejas de los grupos sobre diversos aspectos de la misma, pero que consiguió una buena repercusión y venta de entradas, lo que no pasó inadvertido a los avispadillos de MTV, que dedicaron al show un programa especial de varias horas de duración. Con motivo del mogollón que se monta, el sello pone en la calle cuatro Ep’s con material inédito, un de cada banda (todos juntos en formato CD y cassette), con el consiguiente cabreo por parte de Carcass, que no habían autorizado la edición. Curiosidades aparte, la gira es un exitazo que significará mayor atención para las bandas y para el sello que pone en las tiendas su material, una entidad siempre activa que en vista de la cantidad de grupos nuevos que se dispone a sacar tiene la felicísima idea de editarnos el recopilatorio “Naive”, buen muestrario de los sonidos que van a definir a Earache ese año, conteniendo temas de gente como Fudge Tunnel, Clutch, Pitch Shifter, Scorn, los cada día más mutantes OLD y Painkiller, que ya andaban haciendo de las suyas con “Buried Secrets”, otro disco capaz de convertir a cualquiera en un esquizoide terminal. Y aún había tiempo para crear Sub Bass/Frecuency, subsello dedicado a la por entonces subterránea escena drum’n’bass (a ver quien es el comentarista radiofónico que ahora flipa con estos rollos que sabía de esto por entonces, me respondan), sin demasiado éxito en sus referencias pero con clara intención de renovación, ignorado por una prensa especializada siempre ignorante que por aquel entonces se deshacían en elogios cuando Cobain se tiraba un pedo en escena y por los seguidores más metaleros del sello, que se podían contentar con las maravillas que nunca dejaron de hacer Napalm Death, aunque “Utopia Banished” significara un paso atrás en muchos sentidos, el impacto de Brutal Truth, el aporte polaco de los fantásticos Vader y un antológico “Pure” de la mano de Godflesh que se pasaba por la piedra mil veces al interesante (aunque excesivamente influenciado por los primeros trabajos de Broadrick) “Submit” de sus más avezados imitadores en la escudería, Pitch Shifter. Mucha consistencia, mucha calidad, mucha variedad y un sello al máximo de sus posibilidades tras seis años de actividad continua que todavía tenía mucho, mucho que ofrecer para asombro de muchos y envidia de otros.
Pero no todo van a ser continuos descubrimientos, y posiblemente el ’92 significó un gran asentamiento de la estructura de Earache. No estoy diciendo que a partir de entonces las cosas se hayan relajado dentro del sello, ni mucho menos, pero no es menos cierto que había una sensación de estabilidad flotando en el aire, una estabilidad ganada a pulso que había llevado a Digby a hacerse con algunas de las propuestas más importantes dentro del panorama Death y metal en general, lo cual sin duda desemboca en una situación más relajada pero no por ello trabajada con menos intensidad. Y es que no es fácil manejar un sello de las características de Earache, aunque a muchos les parezca todo lo contrario por como funcionan sus bandas en la actualidad y la distribución que tienen, no hay que olvidar los inicios duros y que la sensación de fluidez en sus ediciones no es más que un reflejo proyectado por un trabajo concienzudo y continuo. Es posible que el ’93 fuera menos sorpresivo que su predecesor, no todo van a ser días de vino y rosas a pesar de devolvernos a unos inspiradísimos Entombed vía MLp primero y Lp después, a Morbid Angel con otro discazo como los anteriores, a Carcass facturando textos concienciados y un trabajo que oscilaba entre lo meramente interesante y lo vulgar. También a partir de aquí el ritmo de edición se dispara y resulta casi imposible (excepto para esos maníacos que coleccionan todo lo que tiene el logotipo de un determinado sello) seguir con exactitud los pasos del sello, y menos con un sueldo de la entidad del que escribe esto, diseñado más para las necesidades nicotínicas de un bebé en gestación que para las de un adulto con inconfesables vicios. Nuevos grupos como Sleep eran interesantes pero no aportaban demasiado con su sonido setentino en la estela de Black Sabbath, Cathedral se comercializaban con su segundo álbum, también fijando la vista en el rasgueo demoníaco de los Masters of Reality, Lawnmower Death se despedían con gran pena para mi y Scorn … bueno, Scorn seguían siendo Scorn, lo cual ya era suficiente tras “Colossus”. Y aún así no había malas vibraciones, si no más bien la sensación de que lo único que estaba haciendo Digby era replegar a sus fuerzas en pos de el asalto final.
CONQUISTA
Se acercaba un momento especial, un motivo de celebración y reconocimiento por parte de todos los que les veníamos siguiendo desde hacía mucho. Supongo que, ni siquiera en el más loco de sus sueños, Digby podía imaginar cuando salió el flexi “Putrid Evil” que llegaría el día en el que utilizaría el número cien junto a su etiqueta Mosh, pero mira, el mundo es un lugar extraño y ese preciso instante se asomaba ya al portal de su pequeña oficina, algo que no olvidó y supo conmemorar convenientemente con esa espectacular bolsa de la que yo sólo he oído hablar maravillas a modo de regalo para los listos que pudieran echarle el guante a tiempo, compuesta por “Rarearache”, un CD con material raro de algunos de los otíticos más legendarios; “Masters of Misery”, otro CD pero este con versiones de Tony Iommi y sus demoníacos secuaces sabáticos; un vídeo con clips raros, un calendario muy jander y un buen taco de pegatinas. No es que fuera precisamente barata la dichosa cajita, pero no se puede negar que a cualquiera se le ponen los dientes largos sólo de pensar en ella. Cien referencias, que se dice pronto pero no se edita en un momento, y ya estábamos pensando en las doscientas al paso que íbamos, incorporaciones de tarados de la talla de Johnny Violent y su grupo Ultraviolence ocupando el espectro del Hardcore Techno, los sabrosones Dub War, Misery Loves Co. y Blood from the Soul (Shane Embury y Lou Koller de Sick of it All en plan industrioso) haciendo de las suyas, Godflesh saliéndose de madre una vez más en “Selfless”, Napalm Death renovándose a pasos de gigante, Morbid Angel convenciendo con lo de siempre pero mejor, Brutal Truth cada vez más estrellonas y recuperación de los siempre necesarios Extreme Noise Terror, tocando todos sus temas clásicos de nuevo para un disco recopilatorio que sonaba mucho más metal que antaño y hasta tenía punteos (óyete el “Murder” original y me cuentas), que te parece.
Y así ha continuado la cosa desde entonces, los clásicos han seguido haciendo clásicos pero alguno se ha quedado en el camino dejando un vacío que el sello no tardó demasiado en rellenar cuando era posible, Carcass desaparecieron tras dejar un decadente “Swansong”; Mick Harris se largó tras seis discos a su propio sello y desde entonces no ha dejado de parir material, pero sus sucesores Sings Ov Chaos han demostrado en “Frankenscience” que lo de Scorn se podía hacer igual de bien y con una mayor amplitud de miras; Entombed no pudieron superar sus desavenencias con los de Nottingham y se largaron a Music for Nations, lo cual se ha suplido con la edición de todos sus singles (excepto el directo del ’90) recopilados en un CD y el fichaje de los también suecos At the Gates; Pitch Shifter fueron puestos en la puta calle tras el excepcional “Infotainment?” del ’96 y sus espectacular disco de remezclas del ’94, vete tu a saber por que, pero si escuchamos pronto lo nuevo de Misery Loves Co. nuestras lágrimas puede que no sean tan amargas. Las nuevas apuestas pasan por el Brooklyn más infecto y termonuclear, aquel desde donde Lenny Dee dirige el sello Industrial Strength y edita a la plana mayor del gabber más terrorífico, una actitud que no tardó en enamorar a Digby y llevó a la estrecha colaboración que une a los dos sellos en la actualidad, comenzando con el recopilatorio que hacía la referencia ciento cincuenta para Earache, “Industrial Fucking Strenght”, algunos de cuyos participantes (especialmente seleccionados por Mr. Dee para la ocasión) ya han editado sus trabajos a medias entre USA y la vieja Europa, ahí están “Disco Inferno” de Delta 9 y “New York City Speed Core” de los intratables Disciples of Annihilation, completando los bastonazos mentales de Disintegrator, Ott, Strychnine, Bloody Fist o Rob Gee. Y aunque a muchos les sorprendiera en su momento esta colaboración, para Earache no ha significado más que un nuevo génesis parcial; comenzaron trabajando con lo más extremo del underground y doce años después la apuesta vuelve a ser la misma, aunque esta vez a través de un horror mucho mayor que el de las guitarras, el de las máquinas. ¿Será Earache el nuevo Tetsuo?. Es una posibilidad que no deberías ignorar, sobre todo ahora que han fichado al grupo del guitarrista de The Prodigy.
¿Qué más quieres que te diga chico?. No creo que se hayan convertido en una entidad centrada únicamente en el dinero a pesar de que ha tenido grandes vendedores en su escudería, no hay más que remitirse a su fidelidad a las bandas que ficha y como ha mantenido el compromiso mientras que otros sellos como Roadrunner no han dudado en aprovecharse económicamente de determinados movimientos para, una vez exprimido el tirón de las bandas, echarlas a la calle sin ningún tipo de contemplación, que lo pregunten por la escena Death y Hardcore. Sin embargo en Earache han desechado el fichaje de bandas con un (a priori) clarísimo potencial vendedor como Black Star (uno de los proyectos post-Carcass, en este caso de Jeff Walker) o Burzum, editaron durante bastante tiempo las incomprendidas referencias de Scorn y han prescindido de bandas que funcionaban tan bien como Pitch Shifter (rescindidos por diferencias irreconciliables con el manager del grupo) sin atender a los discos que iban a dejar de vender. Yo llevo mucho tiempo confiando en su criterio y no me han ido del todo mal las cosas, si hay algo de lo que se puede hablar cuando se menciona a Earache es de confianza, la que les das y a la que responden con las otitis más placenteras del mundo. Y es que en el fondo todos somos un poquito masocas, ¿o no?.
Reportaje por: Jorge X.
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 6 (sección: Internacional, Reportajes).
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