Para unos, Dream Theater serán dioses, para otros simples ratas de conservatorio que se han chapado multitud de clases de técnica avanzada…para mi son cuatro tíos profesionales de su trabajo que siempre aseguran el 100% en sus actuaciones bajo una actitud, y esto es lo más importante, muy rockera.
Problemas… Esta vez un “atasco” en el peaje de entrada a Oporto que me tuvo allí retenido cerca de veinte minutos, el tráfico lento de “hora punta” en la entrada de la ciudad y una mala idea de donde se situaba el Palacio de Cristal (ahora llamado Pabellón Rosa Mota), provocaron que me perdiera la actuación de los canadienses Unexpect. Por si fuera poco, los más que interesantes Bigelf, se encontraban en la fase final de su show cuando llegué a mi destino. Por ello solo me queda pedir disculpas por no poder contaros lo que estas bandas hicieron esta tarde-noche encima del escenario.
Opeth salían a escena sin demasiados artilugios escénicos y con clara vocación de ofrecernos un show muy a pelo. Ante la desdibujada presencia escénica del cuarteto sueco, el disfrute nos vino dado a través de aspectos estrictamente musicales; primero por una buena selección de temas y segundo con el show particular de Mikael Akerfeldt. Ese Dr. Jeckyll y Mr. Hide que lleva dentro de su alma es uno de los recursos que mejor sabe exprimir a través de su voz, junto a unas dotes como maestro de ceremonias que hacen que dirija el show a su antojo. De sus dedos emana una montaña rusa de agresividad y pasajes melódicos que se unen en caótica armonía, moteada con algunos solos de guitarra donde vemos toda la clase que tiene como músico. El segundo plano en el que figuran el resto de sus compañeros no les exime de ciertas responsabilidades y así, el batería Martín López junto con su tocayo bajista Martín Méndez, hacen un sucio y digno trabajo desde la lejanía y en ocasiones un tanto tapados por el alto volumen de las guitarras de sus compañeros. En esta ocasión, una acústica no demasiado brillante del recinto (del cual esperaba bastante más), fue la causante de que el Sr. López tuviera que vérselas y deseárselas para hacerse notar. Así, Peter Lindgren fue, junto a Mikael Akerfeldt, lo más destacado de este show, con un trabajo de guitarras realmente complejo a la hora de respaldar la oratoria y los dedos de su compañero de batallas.
El corto set list diseñado para esta noche no decepcionó. Para los que quedamos gratamente sorprendidos con su último disco “Watershed”, Opeth nos ofrecieron tres cortes que formaron la columna vertebral de su show. Primero con la inicial “Heir Apparent”, que dejó al personal un tanto descolocado con un inicio un tanto extremo y con el que disfrutó de lleno el sector más purista de la banda. Después con la preciosista “The Lotus Eater”, bien ubicada en el ecuador del show y donde la banda da rienda suelta a toda su imaginación y finalmente con “Hex Omega”, que significó un excelente broche de oro para el ecléctico show de los suecos. Entre medias, la banda nos ofreció dos de sus cortes más queridos y pedidos desde hace algunos años; una “Windowpane” rescatada de un disco clave como fue “Damnation” y muy especialmente con “Deliverance”, con el que alcanzaron el punto álgido en la actuación de esta noche. “Reverie/Arlequin In The Forest” fue la única concesión que dieron a “Ghost Reveries“ que quedó excelentemente representado con este corte.
En general Opeth dieron un show donde se impuso la parte más death del sonido de la banda, dejando su vena más introspectiva y progresiva para otra ocasión. Quizás por ello el show pudo hacerse algo pesado (nunca mejor dicho) en ciertos momentos y aunque el pabellón estaba repleto de fans de la banda, es cierto que para muchos de los seguidores más puristas de Dream Theater pudo resultar una carga dura el enfrentarse con esta actuación. A mi, personalmente, me dejaron un tanto indiferente y aunque musicalmente hay que reconocer que el directo de Opeth es muy bueno, no me parece que sea como para encumbrarlos hasta las cotas celestiales a las que han sido elevados. Espero verlos a ellos solos con su propio show para que además de a mis oídos, también sorprendan a mis ojos y es que es sabido que: “uno sin lo otro, como que la cosa sabe a poco”.
La ciudad de Oporto ya está acostumbrada a que los neoyorquinos no la dejen de lado cuando estos se pasan por la península y una vez más, una representación más que digna de los seguidores lusos de Dream Theater hizo acto de presencia, esta vez en un recinto no tan espectacular como es el Coliseum (donde habían actuado en anteriores ocasiones) para ser testigos del directo de estos gigantes del Rock Metal Progresivo.
El hormigueo en nuestros estómagos mientras suena la intro inicial, segundos antes de que se apaguen totalmente las luces del recinto, da paso a una eterna sonrisa que se perfila en nuestros rostros cuando Petrucci, Portnoy, Myung, Rudess y LaBrie hacen acto de presencia en el escenario ejecutando, con la maestría que les caracteriza, los primeros compases de “A Nightmare To Remember”, el épico y “extremo” corte que abre su último disco “Black Clouds & Silver Linings”. Junto a “The Count Of Tuscany”, la cual dejan para el final, son los dos cortes fijos e inamovibles de este “Progressive Tour 09” y aunque ambos palidecen ante el extenso legado de CANCIONES que engrosan en la discografía de Dream Theater, nos muestran el excelente momento de forma que vive la banda y sobre todo las ganas de dar caña que tienen en la actualidad.
Y fue precisamente la faceta más metálica y moderna de la banda la protagonista esta noche, con muy pocos momentos para la vena más sentimentalista e incluso más “elegante” que los hizo famosos en discos como “Images & Words” o “Falling Into Infínity”, álbumes de los cuales obviaron tocar cualquier tema. De echo el único guiño clásico de la noche llegó tras una larga y potente “A Nightmare To Remember” (que dejó estupefacto a más de uno) con “The Mirror” y “Lie”, dos excelentes cortes de su disco “Awake” y que suelen ser fijos en la mayoría de sus shows.
Tras un inicio muy metálico, la banda se ausenta del escenario dejando solamente al “marciano” Jordan Rudess rodeado de sus juguetes para ofrecernos su show particular, en esta ocasión amenizado con animaciones proyectadas en las pantallas donde el propio músico se ve caracterizado de una forma más que divertida. Sin duda la labor de Rudess es esencial para entender la actual orientación musical de Dream Theater. El genial teclista no solo nos ofrece sus cualidades como músico, sino que escenifica de una forma más divertida encima de las tablas. Un soplo de aire fresco para contrarrestar a un encorsetado John Petrucci a las guitarras, que desde los tiempos del “Images & Words” no es que variase demasiado su forma de ejecutar su técnica, si bien su maestría a la hora de hacerlo nunca deja de ponernos los pelos de punta. La candidez de un James Labrie que definitivamente ya no volverá a ser el de sus mejores años también se ve maquillada gracias al show particular de Rudess. En este sentido, el bestial Mike Portnoy, del cual muchos no dejan de depositar sus miradas en gran parte del show, también ayuda a que el espectáculo visual aumente considerablemente.
Tras el solo de Jordan, que como veis da para pensar y cavilar sobre ciertos asuntos, Dream Theater vuelven a escena para ofrecernos la que para mi fue la parte más memorable de este concierto. Primero fue el turno para una ironía sobre los conflictos bélicos con “Prophets Of War” del anterior “Systematic Chaos”, en lo que fue una excelente y oportuna elección, tanto por la temática del tema como por ser uno de los mejores cortes del mencionado disco. Buena idea la de proyectar el estribillo por las pantallas para que todos gritáramos al unísono “Time For Change/Fight The Fear/Find The Thruth/Ttime For Change!!!!!!!”. Tras nuestro encuentro con los profetas de la guerra, James Labrie nos presenta otro corte de su último disco: “Wither”. Fue este el tema más lento de la velada, y si ya en disco está muy bien, en directo gana en potencia y brillantez. Fue una buena ocasión para dirigir nuestras miradas hacia John Petrucci y su buen hacer en este tipo de cortes. Una vez más nos puso los pelos de punta haciendo sangrar su guitarra.
“Wither” es despedida con numerosos aplausos y antes de que nos demos cuenta, suenan los compases de “The Dance Of Eternity”, la instrumental más famosa de la banda y punto álgido del show. Como siempre, la danza de la eternidad provocó el delirio de un personal que no sabía muy bien hacia donde mirar debido al derroche de fantasía que nos desborda por completo. El montaje en las pantallas de video donde podemos ver a los músicos interpretando el tema en pequeñas sub-pantallas ayuda a la causa, sin duda, y además podemos percibir la esencia que desprende John Myung, un bestia a la hora de conducir sus dedos por su bajo con apuradas de frenada continuas y lindezas varias que me hicieron pensar que aquí tenemos otro de los secretos mejor guardados para que los Dream Theater actuales sigan siendo creíbles.
Junto a “Prophets Of War”, uno de los momentos más emocionantes fue el vivido con “Sacrifice Sons”, rescatada del “Octavarium”, tocada magistralmente y acompañada con imágenes del atentado del 11-S que hicieron que la canción cobrase mayor carga sentimental. El show estaba siendo ejemplar en cuanto a ejecución, si bien al igual que con Opeth, una acústica bastante mejorable del recinto restó mayor grandilocuencia a la actuación, adjetivo este último que viene de perlas para calibrar el siguiente tema en caer: “In The Name Of God”, que se ha convertido en un clásico moderno de la banda y cuyo estribillo fue uno de los más acompañados.
El final estaba cerca y este llegó demasiado deprisa. Como decía al principio, Dream Theater están cerrando todos los shows del Progressive Nation con “A Count Of Tuscany” , que de una forma más elegante, sustituye a los medleys que suele tocar la banda, y es que estamos ante un tema que nos evoca en muchos momentos a viejas melodías compuestas en un pasado ya lejano. Estructurado de forma que algunos de los artistas puedan descansar en ciertos momentos, “A Count Of Tuscany” tiene un comienzo con una intro clásica que nos lleva directamente a los tiempos del Images, una primera parte muy cañera en sintonía con la mayoría de cortes de su último disco, una parte central psicodélica que es un claro tributo a los grandes Pink Floyd y un final progresivo de infarto, digno broche a un bestial concierto. Puede que dentro de algún tiempo ya no toquen esta oda progresiva en sus directos pero al menos que quede para la posteridad que cuando lo hicieron fue de manera impecable.
Para unos serán dioses hagan lo que hagan, para otros simples ratas de conservatorio que se han chapado multitud de clases de técnica avanzada…para mi son cuatro tíos profesionales de su trabajo que siempre aseguran el 100% en sus actuaciones bajo una actitud, y esto es lo más importante, muy rockera. Aquellos que los tienen encasillados como una banda fría, conservadora y excesivamente comercial no saben lo que se pierden…Long Live Dream Theater, Long Live Prog & Roll, Yeah!.
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