El grupo de mestizaje Che Sudaka acaba de lanzar un nuevo álbum, con el que celebran su década de actividad.
Quizá hay quien no lo recuerde, pero no hace demasiado la música alegraba las calles de Barcelona sin que hubiera policías atentos a prohibir que sonara una guitarra. Ni siquiera existía la institucionalizada figura del vecino que odia el arte y la diversión y al que, en cambio, nunca molesta el ruido de las obras municipales. Fue por aquellos días cuando estos músicos llegaron de Argentina y Colombia con toda la ilusión del mundo como equipaje. La “Trippie Town” les acogió en sus brazos, aunque poco a poco vieron como la Barcelona mestiza se iba transformando en una Barcelona postiza. Había que estar atento, sobre todo manteniendo el corazón puro. “Alerta Bihotza” fue su grito de entonces. Así aprendieron que, en este mundo, todo iba al revés. Que hay dinero (nuestro) para salvar a los bancos, pero no para salvar a las personas. Que había que mantener la “utopía para no morir”. Que “no solo durmiendo se puede soñar”. Que “Mirando El Mundo Al Revés” era la única forma de entender está locura. Eso les hizo descubrir que “Tudo É Possible” y por eso ahora cumplen diez años y casi 1.000 conciertos que les han llevado por las calles, bares, salas y grandes festivales de veintitrés países distintos. Justo esa mítica cifra del millar de conciertos fue “la zanahoria” que les empujó a formar la banda y ¡cuidado! porque están a punto de alcanzarla. Mucho se ha escrito ya sobre Che Sudaka, tanto que resulta imposible resumirlo en unas pocas líneas. Si en estos diez años han pasado de inmigrantes ilegales en las calles de Barcelona a tocar en los mayores festivales de todo el mundo ha sido, sin lugar a dudas, por haberlo dado todo en cada actuación. El secreto es sencillo: Che Sudaka es una forma de vida. Y eso lo sabe la treintena de músicos que han pasado por la banda, aunque ahora sean Leo, Kacha, Jota, Sergio y Córdoba quienes mantienen la llama. Ha llegado el momento de celebrarlo y lo han querido hacer con “10”. Un disco para el que se han exprimido al máximo, grabándolo y produciéndolo ellos mismos. Han vuelto a escuchar hasta las canciones que oían desde niños y han querido, de alguna manera, homenajear a aquellas músicas que les hicieron apasionarse por esa MÚSICA con mayúsculas, y que les empujaron a ser músicos. Diez años resumidos en estas diez composiciones que abundan en sorpresas. Aunque eso, lo de sorprender, sea algo que en realidad han conseguido en cada uno de sus discos anteriores. Aviso para navegantes: próximamente les verán cantando estas canciones en los festivales más grandes de su ciudad o en el bar más pequeño de su pueblecito. Aunque como dijo Joe Strummer (uno de sus múltiples iconos): “Si en directo quieres oír las canciones igual que en el disco, mejor quédate en casa”.
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