Buen blues, buena música, buena gente. Un año más volvió a sorprendernos Cambayá y nos trajo grandes nombres del blues y el jazz.
Un año más volvió a sorprendernos Cambayá y nos trajo grandes nombres del blues y el jazz y como telón de fondo el ciclo especial dedicado a “Mamá África”. Un crisol multicultural de hijos prodigiosos del continente africano, con grandes nombres propios como los citados en las primeras actuaciones realizadas en el patio de San Zoilo.
Kilema: la curiosa inquietud intelectual elevada a la enésima potencia y personificada en un músico multiinstrumentista, nómada e investigador de aquellas músicas con las que se va tropezando desde su camino hecho al tocar, a la vez que andando un largo camino desde la isla de Madagascar. Estupenda apertura para este estupendo festival.
Apolo Bass: otro gran ejemplo de vida, tanto por su actitud frente a la misma, como por la belleza que destilan sus composiciones jazz, blues y multitud de exóticas influencias, todas ellas provenientes sin duda de la perfecta coordinación entre la conexión hispano-africana-sudamericana liderada por Dr. Apolo. Tienen un grandísimo disco bajo el brazo, “Another World Without Racism” y que ha obtenido numerosas buenas críticas en medios de prensa del foro. En directo no defraudaron y las buenas expectativas depositadas que se tenían sobre este gran conjunto se materializaron en una noche mágica, continuación del resto de compañeros de marras en este especial ciclo “Mamá África”.
Wafir: nos trajo lo mejor de la tradición sudanesa, sin olvidar la fusión con ritmos y cadencias tan diversas como los irlandeses y búlgaros; que junto a Yolanda Eyama, tal vez fueran las grandes apuestas por parte de la organización, hacia terrenos más vanguardistas este año. Especialmente, en el caso de Yolanda que es capaz de darle ese toque soul y llevar músicas urbanas y actuales como el rap a todo un reconocido festival de blues como es el que nos ocupa. Mucho feeling y delicadeza proveniente de la hermana Guinea.
La gran pregunta que circulaba por el backstage, entre medios y músicos: ¿”Y el año que viene con que nos sorprenderán?” Porque lo cierto es que llevan tres años contando con esta edición que han tomado una dinámica de crecimiento artístico e innovador impresionantes. Una progresión que no sabemos hasta donde nos conducirá… La respuesta, el año que viene, seguro que no nos defraudarán. Es un festival que se ha internacionalizado tanto, que podríamos decir con la boca llena que viene a sumarse las grandes citas del país, San Sebastián y Sierra de Cazorla.
Para esta nueva cita, siguiendo con la estela dejada el año anterior con “Palabras de blues”. Las tertulias, conferencias y como no, la propia música darían paso como gran novedad este año a las exposiciones de tres reconocidos artistas antequeranos y reputados pintores a nivel nacional, como son Jesús Martínez Labrador, Cristina Galeote y Felipe Sánchez.
Los siguientes días confluirían en el patio de San Zoilo, grandes nombres del blues y la fusión más actual, como Tres Mil Hombres y el “cachondeo” y buen rollo por bandera de Txus Blues & José Bluefingers. También, habría espacio para la veteranía singular de Gypsy Swing Band, interpretando música manouche, a la más pura tradición de los gitanos centro europeos.
Normalmente, los viernes últimos de cada edición y vísperas de clausura, han tenido lugar, los bolos de mayor trascendencia o al menos aquellas actuaciones que han dejado un gratísimo recuerdo entre los asistentes. Este año la Tonky Blues Band, para mi gusto, se encuadró un día antes, en base al comentario anterior. La formación original se reunió de forma puntual para una serie de conciertos a lo largo del país, a modo de conmemoración por estos veinte años alejados de los escenarios. Además contaría con las inestimables colaboraciones del excepcional guitarrista sevillano Lolo Ortega y la privilegiada armónica de Mingo Balaguer. En la que se puede denominar más emblemática banda de blues al estilo Chicago, brillaron las individualidades por todo lo alto: Tonky a la voz y guitarra inmenso, con ese toque que solo dan las tablas cuando encaró junto a sus compañeros de marras versiones clásicas del rock y el blues, como “Rock me baby”. También recordaron viejas hazañas con temas anecdóticos y hoy día autenticas perlas como “Necesitas mucha pasta”, en aquel Madrid de los años ochenta. Hicieron que la magia fluyera entre la basca, en los dos pases que dieron en la plaza de San Francisco. Mucha peña bailando al son de Tonky, acompañado claro está, por otro excepcional guitarrista, Francisco Simón. Sin olvidar, a todo un armonicista de lujo, a ambos lado del “Guadalsissippi” como es Ñaco Goñi o la apisonadora sónica personificada en el binomio formado por Josele Martín y Pancho Company, al bajo y baquetas, respectivamente. Todos nombres históricos del blues más guitarrero y cañero al más puro estilo de Chicago, hecho en la capital del reino.
Tras esta magnífica actuación nos dispusimos a preparar los bártulos para el día siguiente y presenciar sin duda, la que acabaría siendo, una de las jornadas más explosivas y carismáticas actuaciones, no solamente de este año, sino de toda la historia más reciente de este veterano festival que cumplió los veinte añitos justo este año.
La Climax Blues Band, llevan entorno a los treinta y cinco años de carrera, repartidos entre conciertos y grabaciones memorables, pasando de modas y superando con honestidad los inevitables y típicos cambios de “line-up” a lo largo de tantísimos años de bagaje musical. Los discos del stand desaparecieron a la tercera o cuarta canción y sus fieles fans compatriotas británicos no pararon de animarles, dándoles un apoyo incondicional que terminó por crear un ambientazo en la Plaza de Santa María, que no olvidaremos en años. Antes, Gail Mudrow vino, tocó y se largó como vino, tal vez algo endiosada, pero con buena nota, se mostró algo distante y fría con el público asistente.
Otro de los grandes “pesos pesados” del blues de los últimos tiempos, Otis Grand, se acercó hasta el pórtico de “La Colegiata” y es que ser grande entre los grandes, significa también saber demostrarlo, no sólo en los escenarios, sino fuera de los mismos. Siempre es mejor saber mantenerse que vivir del pasado y comportarse como si uno fuera el ombligo del mundo. Otis además de representar la antítesis de este tipo de reprobables comportamientos, tuvo la gratísima compañía de Blues Intruders para poner un estupendo broche final. Como realmente se merecía una jornada, que tal vez hubiera tenido un extraño comienzo, por las típicas “servidumbres” de cierta artista y los consiguientes cambios de horarios provocados por las exigencias de la misma. Cosa que al final agradeceríamos profundamente. Porque gracias al carisma de los músicos de la Climax Blues Band, Otis y Blues Intruders no solo maquillaron de manera soberbia, sino que la elevaron como una de las más explosivas de todos los tiempos en que lleva funcionando el evento.
Tino Digeraldo y Federico Lechner estaban entusiasmados como espectadores de excepción en el set habilitado para medios de prensa y artistas por Cambayá. La verdad que la labor llevada a cabo por Antonio Blanco, Bárbara y Navy, cada año que pasa cobra mayor dimensión y eso es de agradecer entre un público ávido de buen blues.
El sábado como colofón cerrarían el festival, músicos más cercanos al jazz, como los que conforman la conexión hispano-argentina por Antonio Serrano y Federico Lechner, el swing de Susana Raya con Ángel Andrés Muñoz o el trío Benavent, Digeraldo y Pardo, todo un compendio de buen jazz y buena fusión flamenca.
Un año más en Antequera, estuvo presente una buena representación del buen blues, de la buena música en general y como no, de la basca más auténtica.
No te pierdas la galería fotográfica: “Antequera Blues Festival Cambayá 2007: 13 al 28 de Julio (2007) – Antequera (Málaga)”.
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 23 (sección: Reportajes).
Be the first to comment