Desahucios: Los suicidios y el síndrome de los silencios

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El suicidio por desahucio, que no es ninguna frivolidad, ni tampoco material de desguace, está en el top ten del hitparade mediático en España.

La piel de toro informativa en todo tipo de soporte, tertulia que se precie, y análisis ¿a fondo?, se ha sacado un as de la manga con los suicidios, con el desencanto, la denuncia, el desconsuelo y el escándalo como falsos nuevos mariachis de un tema hasta la fecha igual de importante, y nada reventón, escondido por ser poco cordial.

Entre 2012 y 2013 el país se ha visto sacudido por una ola de muertes consecutivas en breve espacio de tiempo, fruto del degüello y de la estafa de un bienestar social ladino a crédito esclavista endeudando a la deuda. No  puedes pagar, te vas a la calle, no hay nada que hacer, te quedas sin piso, te matas…

¿Chungo, doloroso, innecesario? Claro. ¿Nuevo? No. Ni en este tema ni en otras causas.

¿Y los otros suicidios por otros moratones crápulas por soledad, depresión, amor, celos, tristeza, hambre, miseria, angustia, alcoholismo, drogas, fracasos, frustraciones, etc, etc?

La pregunta que hago no es ninguna broma y el suicido no es algo actual y desproporcionado en estos últimos meses.
El único acto de la vida decidido como tal libremente, pues otros deciden que nazcamos y la muerte va incluida en el mismo pack existencial, ha sido, y es, un tema tabú entre familias, amistades, la sociedad, el día a día, o en los medios de comunicación y ahora dados los nuevos casos resulta hasta rentable y ¿novedoso?

La eutanasia ha sido, y es, tildada como un crimen, lo mismo que el aborto. En ese caso parece ser que cuando una mujer decide con dolor, tristeza, necesidad y riesgo para su vida, por el motivo que sea, abortar, la gente cree, cual necedad bien preñada, que lo hace con alegre alevosía. Mal asunto en todos los casos, ¿verdad?

Una sociedad basada en que las personas sean soportes y escaparates de una ingente multitud de productos con fecha de caducidad, una gran mayoría inservibles provenientes de un catálogo de sandeces, crea en la población un alto grado de frustración y de trauma cuando los productos no se consiguen, se finiquitan, o aparecen otros que les dan puerta a los anteriores.

La denuncia de la enajenada música de aplicaciones que asesinan el derecho de unas necesidades básicas cubiertas por el mero hecho de nacer queda en saco roto en el horizonte repudiable del gasto por doquier.

Los desahucios han provocado muchas muertes por suicidio, las cuales se suman a una cantidad de causas nacidas en la pandemia consumista y a otras de otra índole como las ya señaladas: Soledad, amor, celos, tristeza, melancolía, hambre, miseria, pobreza, etc, etc, y muchas más asignaturas pendientes de resolver.

Estas otras causas del suicido tiene unas alarmantes cifras año tras año que no son nunca noticia, a pesar de su gravedad, ni al lado de la sección de esquelas ni en un simple breve, sabiendo, además, que gracias a profesionales y muchos voluntarios se evitan muchas más muertes.

Todo es cuestión de equidad y de saber informar para que la alarma no se convierta con el tiempo en síndrome de silencios y el olvido cuaje como siempre en tabús y piruetas de despistes.

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Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

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