Tras un año de descanso, vuelve a la actualidad el Festimad, uno de los festivales más exitosos del país y dos reporteros de La Factoría del Ritmo nos desplazamos hasta Móstoles, localidad próxima a Madrid, donde se celebró el evento durante los días 18 y 19 de Mayo.
Este año el cartel se decantaba claramente hacia el rock, aunque con algunas incursiones en la escena dance. Todo ello en cuatro escenarios paralelos (Festimad, Ritmic.com, Carpa y Boxes) donde se ofrecieron más de 70 propuestas musicales. Además… zona de acampada, mercadillo, actividades culturales paralelas y más de 37.000 personas asistiendo al evento.
A continuación os narramos lo que depararon esas dos jornadas musicales:
Viernes 18:
Debido a dificultades logísticas que no viene al caso explicar ahora llegamos bastante tarde al recinto, y entre que conseguimos las acreditaciones, nos ubicamos y demás nos perdimos a Lisabö, a los que teníamos muchas ganas de ver, y otros que no nos interesaban ni lo más mínimo, como Mudvayne o My Vitriol. Lo primero que pudimos ver en el escenario grande fue el comienzo de Amen. Salieron simplemente a degüello, conscientes de que el momento no era el mejor para su música (tocaron de día) y de que debían dejarse los huevos para convencer al personal, que en su mayoría estaba allí por otras historias. Lo poco que pudimos ver dio muestras de su enorme poderío sobre las tablas, encabezados por un cantante al borde de la histeria y un batería que no daba tregua ni a los parches ni a los platos, y apoyados por un sonido que, sin resultar especialmente brillante, al menos no dejaba en entredicho la potencia de sus temas. Al final división de opiniones, como en los toros. Después nos dimos una breve pasada por el escenario Ritmic, donde Feeder desgranaban parte de su repertorio ante un público que supo responder al entusiasmo de la banda con medidas muestras de entusiasmo. La verdad es que no sé quién se lo estaba pasando mejor, si el público del festival por ver a Feeder o Feeder por estar tocando en un festival ante tanto público (que a priori no parecía ser el suyo: lo que primaban eran las camisetas de Slipknot y similares). Rock independiente de guitarras con buenos estribillos y melodías, bastante correcto pero poco convincente (al menos para mí), más que nada por lo sobado de su fórmula. Sólo para fans, supongo. En el escenario principal Sexy Sadie estaban comenzando con su prueba de sonido, por lo que decidimos pasar por la carpa antes de que empezaran con el concierto.
Unos cuantos minutos de relax en el exterior, donde ya se empezaba a caldear el ambiente a base de alcohol y cigarritos de la risa, bastaron para que se diera por concluida la prueba de sonido de Rachid Taha, a mi modo de ver uno de los triunfadores del festival. Con la carpa bastante llena (a la espera de Orishas) confió en sus excelentes músicos y reventó el Zoom Zone por la vía rápida, es decir, dándole al público lo que quería: bombos. Su explosivo combinado de tecnología y raíces argelinas hizo pensar a mi embotado cerebro en un híbrido entre los últimos Senser y Khaled, pero al cabo de quince minutos de concierto las etiquetas fueron derrumbándose ante la magnitud del evento. Construcción, deconstrucción y reconstrucción de esquemas se sucedieron ante la mirada atónita del personal, que veía cómo la tradición Raï se reconvertía, con la mayor de las naturalidades, en una furiosa maratón Techno que puso a casi todos los asistentes a sus pies. Cierto es que quizás se extendieron demasiado en algunos temas, pero la labor de demolición que llevaron a cabo en mis neuronas les pone a salvo de toda crítica por muy pasados de vueltas que estuvieran, sobre todo Mr. Taha, al que el apellido le venía al pelo. ¿Y Sexy Sadie? A esas alturas ya ni nos acordábamos.
Nueva recarga de pilas y primer chungo del día. Lo ideal hubiera sido que, después del conciertazo de Rachid Taha, Orishas hubieran salido lo antes posible para acabar dar la puntilla a nuestros maltrechos cuerpos. Sin embargo, la prueba de sonido se eterniza y el grupo no parece terminar de tenerlo todo a su gusto; pasan los minutos, entre la gente se empiezan a dar síntomas de un mosqueo preocupante y el grupo no parece tener intención de aparecer en el escenario hasta que todo esté listo. La situación sigue sin avanzar y el ambiente se tensa indefinidamente hasta que Roldán hace su aparición y empieza a sembrar el buen rollito mientras se le une el resto del grupo para atacar el primer tema del set. Muchos problemas con el sonido de la percusión (inaudible durante buena parte del concierto) y un DJ completamente apático no consiguen hundir la fuerza de Orishas en concierto, que a los pocos minutos ya tienen al respetable comiendo en la palma de su mano. El público coreó enfervorecido todos los temas procedentes de su exitoso “A Lo Cubano”, los más celebrados de la actuación, pero para mí lo mejor del concierto estuvo en el material nuevo, que nos permitió ver una cara de Orishas mucho más cercana a lo que yo entiendo por Hip Hop. Bases muy crudas y flows variadísimos para un grupo que, en principio, parecía estar en el lado más amable del estilo, pero que promete nuevas y excitantes emociones para un futuro no muy lejano. Su manager nos comentó que entran a grabar ya mismo, así que estate atento.
Roots Manuva protagonizaron una de las mayores injusticias del festival. Su actuación coincidía primero con Biohazard (que por lo poco que escuchamos desde la zona de periodistas siguen con un set muy similar al de anteriores visitas) y después con Manic Street Preachers, con lo que el dúo inglés, aumentado a cuarteto con dos MC’s de apoyo, apenas conseguía reunir a unas decenas de personas para su concierto, que se resintió tanto por la escasa asistencia como por la apatía general de los presentes. El panorama no parecía demasiado alentador, a pesar de lo cual pusieron mucha voluntad y calidad, pero acabaron cediendo al desencanto en vista de la escasa/nula respuesta obtenida, dando por finalizado excesivamente pronto un concierto que podría haber sido de órdago. Ahora bien, a los fans del Hip Hop nos dejaron más que satisfechos con su alucinada percepción del ritmo y la rima; bases de una modernidad insultante y versos ágiles merecedores de los mayores elogios que pasaron desapercibidas para la mayoría de los “enterados” y, una vez más, vinieron a demostrar la poca cultura musical existente en este país. Al final hubo una pequeña reacción por parte de una audiencia que parecía salir del coma (si no, es inexplicable), pero la actuación estaba herida de muerte y no hubo lugar para más. Una auténtica pena.
Podríamos inventarnos mil motivos para justificar por qué nos saltamos a Manic Street Preachers, uno de los platos fuertes del día y cabezas de cartel del escenario Ritmic, pero lo cierto es que los cambiamos por un bocata de panceta. También hay que entenderlo: todo la mañana viajando, el mediodía entero dando vueltas por Madrid, luego hasta Móstoles en bus (que se tarda un huevo, por cierto), la llegada hasta el festival, toda la tarde de pie viendo conciertos… vamos, que estábamos muertos de hambre, así que nos fuimos en busca de algún lugar en el que nos proporcionaran alimento sólido por un precio módico. Cuando volvimos a la zona de escenarios los Manic ya se habían despedido, así que nos pasamos por el escenario principal a ver que se cocía.
Allí nos encontramos una panda de yankis locos (léase Slipknot) haciendo el loco y creyéndose que estaban en yankilandia rodeados de yankis locos como ellos, lo cual fue, probablemente, su mayor fallo. Supongo que no se enteraron bien de que estaban tocando en Madrid y de que Madrid no está en Minnesota, con lo que tiraron del rollo garrulero que tanto parece gustarle a los estadounidenses y claro, la gente ni puto caso. Que si “motherfucker” por aquí, que si “fucking nosequé” por allá… igual me estoy pasando un poco con ellos, pero es que ellos también se pasaron un pelín. Y no estoy poniendo a los europeos como el público más inteligente y a los estadounidenses como unos descerebrados, que de todo hay en ambos lados; simplemente digo que allí funcionan unas cosas y aquí funcionan otras. La prueba está en que acabaron renunciando al numerito de poner a toda la explanada en cuclillas porque el grueso de la concurrencia, para desesperación del cantante, pasaba olímpicamente de seguirles el rollo. Eso sí, si bien mi desconocimiento sobre el grupo era total y en principio me los tomé a chufla, reconozco que en lo musical estuvieron impecables y me parecieron altamente competentes, sonando brutos de verdad. Mucho nivel instrumental por parte de todos ellos, púas rascando a velocidades supersónicas y un batería increíble que hacía las cosas más extrañas que te puedas imaginar, aparte de lo chocante que resulta ver a nueve tíos con esas pintas demenciales pegando botes por el escenario y haciendo el majara sin parar. Por lo menos en el aspecto visual resultaron un espectáculo de los más entretenido, y dudo mucho que sus fans salieran decepcionados. Ante la posibilidad de aglomeraciones en el autobús de vuelta y el evidente cansancio que arrastrábamos decidimos hacer mutis por el foro, pues el día siguiente se presentaba movidito.
Sábado 19
Teniendo en mente el retraso con el que aparecimos en el recinto el día tomamos la decisión de salir un par de horas antes con el objetivo de ver al mayor número de bandas posibles en los escenarios grandes, pero de nuevo nuestros planes se vieron truncados. Al llegar nos encontramos con que, por razones desconocidas en aquel momento, había que bordear todo el parque para entrar al festival rodeo que nos impidió ver a Mermaid, RIP KC y gran parte del show de La Vaca Azul. Más tarde nos enteramos que el desbarajuste se debió a las exigencias de Limp Bizkit, responsables de este y otros muchos problemas que afectaron a la organización de Festimad a lo largo de todo el día. En fin…
La Vaca Azul abrían la programación del escenario grande para aquel día, y cual no fue nuestra sorpresa al encontrarlos tocando en el Ritmic. Por lo visto Limp Bizkit necesitaban mucha intimidad para preparar sus cosas, por lo que cerraron completamente el escenario Festimad y obligaron a trasladar las actuaciones de La Vaca Azul y 59 Times The Pain al anexo, con el consiguiente retraso sobre el horario previsto para todas las bandas. Sobre La Vaca Azul decir que apenas pudimos ver un par de canciones, pero el respetable parecía bastante satisfecho con su combinado de esencias Rock setenteras y Funk, muy adecuadas para empezar a caldear el ambiente ante lo que se avecinaba en el Ritmic, que resultó ser el más interesante de todo el día.
Les tocaba el turno a Diamond Dogs, que nuevamente sufrieron en sus carnes una de las interminables pruebas de sonido que caracterizaron los dos días. Viendo que la gente no tenía ganas de esperar demasiado atacaron con un concierto muy guitarrero, con pocos parones entre canciones y clase a raudales. Siendo como soy un fan impenitente del Rock canalla que practican lo tenían bastante fácil para conquistarme, y ni siquiera el parco sonido que tuvieron que soportar al principio (la cosa pareció solucionarse al cabo de unos minutos) pudo ahogar la fuerza que desprenden en directo, embebida por el espíritu de New York Dolls, Rolling Stones y Faces, amen de sentidos homenajes a Joey Ramone y el ínclito Johnny Thunders. Dicen sus detractores que en su música no hay nada que no se haya escuchado ya, pero ¿de verdad es necesario hacer cosas nuevas cuando se le puede sacar tanto partido a un repertorio con vocación de clásico? Desgraciadamente, las dificultades técnicas se cebaron con las teclas de Bobba Fett, que era incapaz de conseguir la más mínima colaboración por parte de los técnicos y acabó por abandonar el escenario en plena actuación con un cabreo considerable. Tras unos instantes de incertidumbre, en los que el grupo siguió descargando con idéntica convicción, volvió y ayudó a sus compañeros a concluir un concierto al que se le echaron de menos quince minutos más. La próxima vez deberían ocupar un puesto más importante en el cartel.
Tras disfrutar de los Dogs se imponía retomar impulso, así que nos dimos una vuelta por el mercadillo. Después de deambular un rato entre los puestos nos encontramos con Fernando de El Corazón Del Sapo, con el que mantuvimos una charla de lo más agradable (léela en el próximo número) que no sólo nos hizo perder la noción del tiempo, también el set de 59 Times The Pain, así que al regresar al escenario Ritmic nos encontramos con que saltaban al escenario los australianos 28 Days. Estos también parecían dispuestos a aprovechar al máximo la posibilidad que se les brindaba, encadenaron una buena sucesión de canciones que oscilaban entre el Hardcore melódico y aproximaciones al Old School (con preferencia por lo primero), y se fueron dejándome tal como estaba. Buen sonido, energía abundante, mucho movimiento pero poca innovación; quizás si hubiera conocido su música me habrían llegado, pero ya se sabe cómo son estas cosas. Correctos y poco más. Una vez concluida su actuación hicimos una breve pasada por el escenario Festimad, donde Guano Apes habían comenzado hacía escasos minutos, y dado el poco interés que despertaban en el personal de La Factoría Del Ritmo decidimos hacer un alto el fuego, ya que nos quedaba lo mejor del día.
Había mucho curiosidad, al menos en lo que a mí respecta, por ser testigos del directo de Sôber, y la verdad es que los madrileños supieron estar a la altura de las circunstancias. Con su último disco han obtenido una respuesta más que notable por parte de crítica y público, y el lugar que ocupaban en el cartel les situaba como uno de los puntos fuertes de todo el día, así que huelga decir que estuvieron a la altura de las expectativas y no decepcionaron. Tremendamente profesionales, con una presencia escénica aún más impactante por lo sencillo del montaje y apoyados por los técnicos de luces, que estuvieron bastante inspirados durante todo el concierto, fueron desgranando temas de su última entrega y del anterior, “Morfología”, para deleite de sus fans, que no eran precisamente pocos, e incluso se atrevieron con una versión (rarísima, por supuesto) de Judas Priest. Muchas piruetas instrumentales, pocas paradas entre canciones, continuos cambios de atmósfera y un grupo que, por encima de todo, parecía disfrutar enormemente del momento, cosa que el público apreció y agradeció. La verdad es que es todo un gustazo ver a grupos nacionales como Sôber tratando de tú a tú a las estrellas del panorama internacional, certificando que, al igual que otras muchas bandas del estado, tienen poco o nada que envidiar a los de fuera cuando se ponen a su alcance medios suficientes. Otra cosa es la personalidad, ya se sabe que las influencias de Tool a veces les pesan demasiado, pero el concierto en sí fue incontestable, y terminaron resultando una de las grandes sorpresas del festival.
A Backyard Babies en directo no hay quien les tosa. Volvían a Festimad dos años después, con disco nuevo en ciernes y ganas de repetir la buena impresión que causaron en el ’99, y lo lograron… casi del todo. Salieron victoriosos cuando interpretaron clásicos de “Total 13” y “Diesel & Power”, pero las canciones nuevas no terminaron de convencerme. Puede que fuera el sonido, que se lo puso cuesta arriba durante todo el concierto (no era malo, pero tampoco el adecuado para el tipo de banda que son), aunque en líneas generales creo que el material nuevo no llega a la altura de composiciones como “Highlights” o “Look At You”, puro barbarismo que contrasta bastante con lo comerciales que suenan las últimas canciones. Supongo que habrá que escuchar el disco. No obstante, como decía al principio, a los Backyard en directo no hay quien les tosa, e incluso un escenario tan tocho como el Festimad (hubiera sido mejor verlos en el Ritmic) no se les quedó grande. Comandados por el omnipresente Dregen, tocaron con cojones y de cojones a lo largo de cuarenta y cinco vertiginosos minutos cargados de punteos cruzados, guitarras asesinas y actitud motherfucker, alcanzando un gran nivel que sólo decaía cuando entraban en terrenos excesivamente melódicos. Cuando llegaba el momento de los bises tuvieron la mala suerte de recibir la única ración de lluvia que cayó en todo el fin de semana. Al principio la cosa parecía que no iba a pasar de unas cuantas gotas, pero el chubasco arreció súbitamente, forzando a la mayoría de los que allí estábamos a buscar un inexistente refugio, y para cuando nos quisimos dar cuenta el escenario ya estaba desierto.
A estas alturas la programación llevaba un retraso de más de una hora, y acabó por confirmarse la noticia que llevábamos esperando toda la tarde: la suspensión de Limp Bizkit. Después de estar toda la tarde jodiendo, obligar a los asistentes a dar una vuelta demencial para acceder al recinto, desorganizar completamente el orden de los dos escenarios y provocar un desajuste horario imposible de arreglar (Zen Guerilla, que cerraban el festival, salieron una hora y pico después de lo previsto), se van al hotel y llaman diciendo que no van a tocar por razones de seguridad, dejando a la gente de Festimad literalmente en bragas. A mí que tocaran Fred Durst y sus compinches no me importaba en absoluto ya que no tenía el más mínimo interés en ellos, pero dudo mucho que eso le ocurriera a la gente que estaba comprando la entrada y accediendo al festival a última hora con la intención de ver al niño de la gorra. Afortunadamente Biohazard supieron estar a la altura de las circunstancias, dando toda una lección de clase al ofrecerse a tocar gratis ocupando el lugar de ese grupo al que prefiero no nombrar. Y vaya si tocaron. Montaron un pollo de órdago, descargando con su contrastado buen hacer temas de todos sus discos y haciendo olvidar casi por completo el desplante que sufrió la audiencia. Buen rollo desde el principio hasta el final del concierto, que terminó con invasión del escenario y el grupo agradeciendo de corazón la buena conexión que lograron con los asistentes. Así que vaya desde aquí un aplauso para Billy Graziedi y los suyos, por saber comportarse como verdaderos profesionales a los que no les mueven los intereses económicos, y la peor nota del festival para los “otros” por su falta de respeto hacia la organización, sus compañeros de cartel y los fans que se dejaron los cuartos en taquilla por ellos.
Pero había mejores cosas por las que preocuparse en aquellos momentos que las tonterías que tienen en la cabeza algunas superestrellas, y es que Los Enemigos se estaban marcando uno de los conciertos del festival en el Ritmic. El que a estas alturas no haya visto a Josele, Fino, Manolo y Chema en su medio natural, el escenario, no sabe lo que se está perdiendo. Sin ningún tipo de aspaviento, con total naturalidad, demostrando un saber hacer sobre las tablas que ya quisiéramos muchos se metieron a todo el personal en el bolsillo con la mayor sencillez, tocando todas esas grandes canciones que conforman su repertorio y les han convertido en una de las mejores bandas de Rock en la historia de nuestro país. Este es el momento de Los Enemigos, el momento en el que todo el mundo debe darse cuenta de la grandísima banda que son, pues en el seno de esta agrupación se conjuran todos los elementos que hacen grande a un grupo: talento, canciones enormes y pericia técnica sabiamente administrada. Porque tocando son de lo mejorcito y supieron demostrar que como instrumentistas poseen una solidez a prueba de bomba, sin caer por ello en arcaicas exhibiciones de destreza. El único pero del concierto fue la sonorización de voces, que hacia el final hizo casi imposible seguir las evoluciones vocales de Josele y Fino, un poco cascados por el desgaste a esas alturas, sobre todo Josele. El petardo final llegó con “No Amanece En Bouzas”, uno de sus clásicos atemporales, tras lo cual el se despidieron sin dejar lugar a bises, y eso que había ganas de más. Pero ya se sabe cómo es esto del showbiz; había que cumplir unos horarios (aunque poco importaba ya a esas alturas un poco más de retraso) y siempre es mejor saber parar a tiempo que arriesgarse a hacerse pesado. Un diez, así de claro.
Y para el final dejo lo que para mí fue una de las grandes decepciones del festival, a la que me resisto a ponerle el nombre de 4Hero. Partíamos con la incertidumbre de no saber si venían a tocar o a pinchar, pero fuera como fuera estábamos deseosos de ver el jugo que los autores de ese monumental disco llamado “Two Pages” eran capaces de sacarle a su propuesta en los Boxes del Zoom Zone. Pues bien, ni 4Hero ni leches. Yo no sé quienes eran esos dos señores que aparecieron por allí, pero lo que tengo clarísimo es que 4Hero no eran, al menos no los 4Hero que yo tengo en mente. Un DJ que ni me acuerdo cómo se llamaba pinchando Techstep, Drum & Bass y Jungle sin ningún tipo de convicción y un MC de lo más chungo (salido de dios sabe donde) capaz de aburrir a un muerto, pesado de solemnidad e incapaz de lograr un flow mínimamente decente. Incapaces de asimilar el desatino que estábamos presenciando decidimos huir despavoridos antes de sufrir una embolia. ¿Dónde se metieron aquella noche Dego y Marc Marc? ¿Qué extraño suceso presenciamos los allí reunidos? ¿Se trató acaso de una invasión de los ultracuerpos del Jungle? ¿Fuimos transportados a la zona negativa por un vórtice interdimensional? ¿Puede alguien explicarme lo que pasó aquella noche?
Explicación de las fotos y gráficos:
1) Logotipo de METROSUR-FESTIMAD ’01.
2) Acreditación de fotógrafo para LA FACTORIA DEL RITMO.
3) Rachid Taha (primero por la izquierda) y su banda en acción.
4) Orishas, la pasión cubana abranzando al Hip Hop y al son.
5) Roots Manuva, rap de alta calidad para un escaso público.
6) Experimento pictórico en la carpa dance: el primo de Cortocircuito aplastaba unas bolas de pintura y luego les pasaba un pincel… un humano controlaba en remoto los movimientos.
7) Rueda de prensa de Los Enemigos… nos quedamos con ganas de preguntarles por el proyecto paralelo de Fino… “Fino y los Fitipaldis”, pero como no tenemos tanto morro como Pablo Carbonell, nos quedamos con las ganas.
8) ¿4 Hero?… ¿quién sabe?
Texto: Jorge X (entradilla y explicación de las fotos por F-MHop)
Fotos: F-MHop
(Fechas del festival: 18 y 19 de Mayo del año 2001. Publicación: 07/06/2001)
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 11 (sección: Reportajes).
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