Jordi Bianciotto: Sin bajar la guardia

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Acaba de publicar una nueva entrega de la trilogía de libros "Guia Universal del rock", que abarca las décadas de los 50 y 60. Unos años cruciales en los que el género nació y logró alcanzar cuotas de popularidad inéditas para otros estilos.

Jordi Bianciotto es un periodista y crítico musical de dilatada experiencia. En el pasado colaboró con publicaciones como Popular 1, Diari de Barcelona, La Vanguardia, Factory o Avui entre otras muchas. También ha trabajado como asesor musical en varias producciones televisivas y ha sido jurando en multitud de certámenes.

Actualmente escribe en Rockdelux, Enderrock, Ritmos del Mundo y El Periódico de Catalunya. También es guionista del programa Música Moderna de Barcelona Televisió y colabora puntualmente con distintos medios e instituciones.

Además es autor de 19 libros de temática musical, entre los que se encuentran la trilogía “Guía Universal del rock”, de la que se publicó un primer volumen en el año 2008, abarcando la década de los años 90 y del 2000, otra en el 2009, que trataba sobre las décadas de los 80 y 90, y ahora se acaba de lanzar la última entrega, que va desde al año 1954 a 1970.

Con motivo de este lanzamiento, publicado por la editorial Robinbook, hemos entrevistado al periodista, que nos explica los detalles de estos libros, nos da su interesante visión sobre el momento actual de la música popular y también sobre el oficio de periodista musical:

Jordi BianciottoAcabas de publicar “Guía Universal del Rock, 1954 -1970”, que es el tercer volumen de una colección que abarca toda la historia del rock. En los tiempos actuales, donde hay una saturación de información sobre grupos musicales gracias a Internet… ¿Qué papel crees que juegan tus tres libros?

En Internet hay mucha, muchísima información, es cierto, quizá demasiada y quizá no suficientemente ordenada ni jerarquizada. Las fuentes de información on line no siempre transmiten credibilidad. En mis libros he intentado dar forma a la información e interpretarla. Aportar una mirada que vaya más allá de la acumulación de datos, y hacerlo de una forma sencilla y accesible.

¿Cómo y cuando surgió la idea de escribir estas guías?

Fue una propuesta de la propia editorial Robinbook a principios del 2007, siguiendo la línea de guías dedicadas a otras materias, el jazz o el cine.

El rock es un etiqueta abierta a infinidad de tendencias musicales distintas… para decidir los criterios de referencia a la hora de incluir grupos y artistas en los libros… ¿Dónde pusiste el límite de lo que es rock y de lo que no?

Le di muchas vueltas a eso y, evidentemente, las fronteras entre el concepto rock y el concepto pop muchas veces son imperceptibles, y no es posible ni practicable hilar tan fino. Así que para mí la palabra rock es un paraguas que aglutina el grueso de la, digamos, música popular contemporánea. Tan solo decidí dejar fuera la tradición del soul porque el libro debía tener unos límites de extensión y me pareció que daba forma a un imaginario propio muy marcado y que incluso podría dar lugar a un libro propio; la excepción serían las propuestas más soul-pop, como The Supremes o los ‘girl groups´ de la factoría Phil Spector, que sí he incluido.

Jordi BianciottoMás de una vez he charlado con amigos aficionados a la música sobre un hecho que hemos ido observado… mientras que cuando nosotros empezábamos a escuchar música nos fijábamos en los discos, los títulos de las canciones y los artistas, y los apuntábamos pacientemente en las cintas de cassette que grabábamos a la vez que ansiábamos tener el original, hoy muchos jóvenes y adolescentes vuelcan música en sus reproductores portátiles y no se fijan en la información sobre lo que está sonando… Es decir, la facilidad con la que se accede a la música, y además en tan enorme cantidad, hace que no se mime… ¿Hasta que punto crees que enriquece el disfrute de la música, sobre el hecho de escucharla sin más, el estar informado acerca del artista o del contexto de la canción?

Yo formo parte de una generación para la cual la música es algo más que música: hay un imaginario expresado en el diseño de los discos, a veces muy sofisticado o sugerente. En el producto pop, el envoltorio es muy importante para cubrir las canciones de un aura. Y luego, está la información incluida en los libretos: créditos, autoría de canciones… Para mí, todo eso es importante, y quiero creer que para un aficionado joven del siglo XXI al que realmente importe la música, también lo es. Internet facilita el acceso a las canciones como entes aislados, sin aura, ni carnet de identidad. Pero, en realidad, la gente realmente interesada en la música, en tener información sobre ella, siempre ha sido una relativa minoría; eso era así antes, y seguirá siéndolo ahora, y quien quiera saber más sobre lo que está escuchando buscará y rastreará, ahora con mejores herramientas que antes. Quizá estamos en una etapa de cierta confusión, una etapa transitoria, pero espero que las cosas vuelvan a encajar en el futuro.

En los tres libros, en el apartado de cada artista recomiendas la escucha de algunos de sus discos… ¿Con qué criterios los elegiste? ¿Atendiendo a gustos personales o al impacto en el público o la crítica que tuvieron esas grabaciones?

Es una mezcla de mi criterio personal y del consenso que puede haber en el mundo de la crítica musical sobre ciertas obras. En cualquier caso, se basa en aspectos artísticos, no comerciales.

Una curiosidad… ¿Tienes ejemplares de todos los discos que recomiendas?

Tengo cerca de 20.000 discos en casa, lo cual me ha causado algunos problemas de desplazamiento en ocasiones y ha condicionado, en parte, mi vida. Pero debo decir que ahora la acumulación de material no es imprescindible como lo fue en otros tiempos, y no tengo problemas en admitir que he utilizado internet, en particular servicios de ‘streaming´, allá donde mi discoteca no llegaba, en algunos casos concretos. No creo que tenga ningún sentido esconderlo: internet ya es parte de nuestras vidas, como el aire. También subrayo que durante la redacción de los libros he escuchado y reescuchado muchos discos y que he intentado que mi percepción de la música se transmitiera al texto. Y ahí, internet me ha ayudado: a veces he escuchado discos a través de la red que poseo físicamente; me ha sido más cómodo acceder a ellos, y pasar de uno a otro con rapidez, a través de Spotify que levantarme cada vez a buscarlo en la estantería o el cajón correspondiente.

Dado el carácter prácticamente enciclopédico de los tres libros… ¿Cuánto tiempo te ha llevado elaborar cada una de estas obras?

Cada libro me ha supuesto alrededor de un año de elaboración, aunque no exclusiva, ya que la he compaginado con mis ocupaciones habituales en el diario y las revistas en las que colaboro.

¿Con cuál de los tres libros has disfrutado más preparándolo?

Los tres por igual. Tenía la impresión de que disfrutaría menos con el de los años 50 y 60, porque me pillan más lejos, pero al final ha sido muy estimulante e incluso divertido vérmelas con discos de Lee Hazlewood, Dusty Springfield o Jackie DeShannon.

¿Se han publicado, o se están distribuyendo, estos libros en otros países?

Me consta que hay acuerdos de distribución en Argentina y otros países latinoamericanos.

Jordi BianciottoTienes un buen número de libros publicados y colaboras con varios medios de comunicación… Personalmente escribo en varias publicaciones y lidero La Factoría del Ritmo, sin embargo tengo que recurrir a otro trabajo para obtener una vía de ingresos sólida… Me parece una quimera poder vivir sólo de escribir sobre música y creo que sólo unos pocos lo habéis logrado. ¿Cómo ves la situación de la profesión de periodista musical en nuestro país? ¿Crees que la falta de profesionalidad, en el sentido de tener que dedicarnos a otras profesiones a tiempo parcial, lastra la calidad general de la crítica y el periodismo cultural en nuestro país?

El balance sobre lo que hemos conseguido en la prensa musical en los últimos 15 o 20 años no es positivo: no se han logrado crear y consolidar suficientes puestos de trabajo y parcelas de profesionalidad, y al final los que estamos en primera línea de los medios seguimos siendo, en su mayoría, los mismos. Lo cual a veces crea una percepción exterior de gueto o coto cerrado que me resulta desagradable. Y ahora, la crisis global y la crisis de la prensa escrita extreman ese panorama. No me hace en absoluto feliz ver que entran pocas caras nuevas en los medios profesionales; ir a los conciertos y encontrarme casi exactamente con los mismos colegas que hace 10 años. Es evidente que ahora hay que redefinir la profesión en el contexto de Internet, pero eso ya va más allá de la parcela musical; afecta al conjunto del periodismo. El gran reto es hacer pagar por los contenidos en la red. El ‘gratis total´ es una ilusión y se ha alimentado de una lamentable ola de demagogia a la que muchos se han apuntado con absoluta inconsciencia, identificando frívolamente ‘modelo de negocio´ con lucro salvaje o capitalismo desbocado. No: se trata de que quien aporta a la humanidad un contenido intelectual pueda vivir de ello; que haya un respeto hacia eso. Si ningún lector está dispuesto a pagar, dudo que los medios sean sostenibles. Solo con publicidad no parece que se generen suficientes ingresos, y tampoco creo que depender de ella al cien por cien sea bueno para la profesión periodística, para su independencia. En cuanto a que la falta de profesionalidad lastre la calidad, no diría que sea un axioma. Hay blogs y webs seguramente poco o nada lucrativos que se han creado a partir de la auténtica pasión musical, con criterio y bien escritos. Aunque seguramente estos son los menos: abundan los tratamientos de fan, los elogios superlativos, la subliteratura promocional, el ‘copiar y pegar´…

¿Qué opinión te merecen los webzines como La Factoría del Ritmo, que hemos tomado el relevo de los fanzines de hace años? ¿Cuál crees que es papel que debemos desempeñar entre las revistas profesionales como Rockdelux y la información sin procesar, proporcionado por los propios artistas o sus departamentos de promoción?

Es una buena opinión, naturalmente. Ahí, el nivel es muy superior al de los fanzines de otros tiempos. Hay una generación de consumidores de música y de periodismo musical muy entrenada: informada y con criterio. Es imprescindible que haya voces que discrepen del tratamiento promocional de la música y que reivindiquen el trabajo del periodista especializado que sabe de qué habla. Pero también es necesario que se vaya creando un modelo de negocio; que esos webzines no vivan en el amateurismo permanente, que haya una dignificación profesional. En eso estamos todos: a estas alturas, los periodistas que hemos crecido en el papel ya sabemos que esa batalla también es la nuestra. Todos acabaremos en la red o tenemos ya un pie (o un dedo) en ella.

La piratería y las descargas gratuitas en Internet han estrangulado a los sellos discográficos en primer lugar, pero esto ha repercutido en otras muchas empresas y otros muchos profesionales vinculados al mundo de la música, incluidas las revistas y los periodistas… ¿Eres optimista sobre que en el algún momento se encontrará un nuevo equilibrio entre el acceso a la música y la compensación del esfuerzo que conlleva crearla?

Quiero serlo. Tiendo a pensar que ningún avance técnico en la historia de la humanidad ha traído retrocesos de orden cultural o intelectual. Pero el momento actual es preocupante e incluso doloroso. Como apuntaba antes, creo que estamos en un momento de transición; el problema es que no sabemos si esta durará 5 años o 20. Pero hay iniciativas que aportan un poco de luz: Spotify, por ejemplo, me parece un invento interesante que podría marcar un camino. Contenidos abrumadores a cambio de un precio que me parece muy razonable, incluso ridículo. Espero que iniciativas como el streaming funcionen, que satisfagan a todas las partes (incluidos los creadores) y que sirvan de modelo.

¿Estimas que el disco, como formato físico y también como concepto de obra coherente que es un reflejo de un determinado periodo de madurez de un artista, está condenado a desaparecer?

Nadie sabe qué ocurrirá con exactitud. De momento, el concepto de disco, aunque ya no sea necesariamente físico, sigue imperando: las propias webs de venta de canciones o streaming siguen utilizándolo como referente, reproduciendo incluso las portadas, cuando se trata ya de objetos más virtuales que reales. Yo diría que la idea del paquete de 10 o 14 canciones seguirá vigente: puede proporcionar en principio más beneficios que la canción suelta y representa un campo expresivo mucho más atractivo para el artista.

Jordi BianciottoHace unos pocos años Sabino Méndez en su libro “Limusinas y estrellas” defendía que el rock había muerto, porque ya no conectaba con el espíritu rebelde y rompedor de la juventud, que ahora prefiere la música electrónica o el Hip Hop… ¿Qué opinas de esta visión? ¿Crees que el rock sigue vivo?

Creo que sigue vivo, aunque seguramente convertido en un estilo musical más, sin los valores añadidos que tuvo durante una época; más aún en España, cuando durante el franquismo, por ejemplo, incorporaba unos valores de rebelión que ya no se pueden trasladar a la actualidad. Lo del hip-hop como nuevo punk creo que ya terminó; ya hemos visto cuáles son sus posibilidades expresivas, y hemos comprobado que también se puede pervertir y entrar en el juego comercial igual que cualquier otro género. Lo mismo con la electrónica: su boom ya pasó, e incluso el Sónar recurre a Madness o Roxy Music para garantizarse los titulares de prensa y atraer al público, porque el star system de esa parcela está encallado, no genera nombres nuevos, y mucha gente se ha perdido en las corrientes, subcorrientes y microtendencias electrónicas.

¿Estás trabajando en algún nuevo libro?

He terminado un libro a medias con Mar Cortés, “Bruce Springsteen en España”. Es un volumen dedicado a repasar de forma exhaustiva todas las giras de Springsteen por aquí, con testimonios, mucho material fotográfico, reproducción de las entradas de todos los conciertos, todos los setlists, prensa de la época… Ha sido un trabajo monumental. Ya está en imprenta y sale a finales de noviembre.

¿Te gustaría añadir algo más para nuestros lectores?

Si están leyendo esto es que son personas con interés sincero por la música, seguramente también por el periodismo musical, y es probable que estén preocupadas por el momento que vivimos. Les pido humildemente que no bajen la guardia, que no se resignen ante los mensajes apocalípticos, que no se conformen con ciertos subproductos periodísticos que corren por la red, que premien a quien crean que hace bien las cosas… Yo pienso hacerlo. Saludos muy cordiales a todos.

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

Sobre los autores del artículo:

F-MHop
Jefe de redacción de La Factoría del Ritmo desde su fundación en 1995. Ha colaborado en diversas publicaciones musicales, entre las que se encuentran Rockdelux, Hip Hop Life, Hip Hop Nation, Serie B, Metali-k.o., Zona de Obras, Pulse! Latino o Astur Music. También ha hecho radio, colaborando con Onda Cero, Arco FM y Onda Verde Gijón. También fue beatmaker en el grupo Soul Dealers, practicantes de un Hip Hop combativo y comprometido.

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