José Luis Moreno-Ruiz: La cara B del Madrid de los 80

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Aprovechamos la reciente publicación de la tremenda crónica “La movida modernosa”, para entrevistar a su autor: José Luis Moreno-Ruiz. Hablamos con él sobre La Movida, Cervantes, Sasha Grey, Tristán Tzara, Bob Dylan, Lipovetski y demás flores en llamas.

Podéis tener Movida

Hace tiempo

Movida promovida por el

Ayuntamiento.

The Refrescos Aquí no hay playa (1.989)

Aquí el menda sufrió la adolescencia en la década de los ochenta. Es cosa bien sabida que uno se aferra a ciertos estímulos en esa fase de su vida como el pionero del far west a su Winchester. Las balas de mi Winchester eran los viejos músicos del blues norteamericano, la cuadrilla de tarados, o eso me parecían a mí, que siguió a André Breton y todo lo que sonara a trastorno mental en general. Llegó el día, más bien la noche, en el que me hice asiduo a un programa de radio que comenzaba con una niña recitando siempre el mismo soneto de Valle-Inclán; a continuación se escuchaba una base musical perturbada sobre la que un hombre recitaba un poema salvaje de Buñuel o interpretaba de manera monocorde todos los personajes de un serial imposible sobre madres ecónomas, jugadoras de balonmano o cualquier otra pirotecnia que estallaba bajo mi almohada a las tres de la mañana. De vez en cuando se hacía el silencio y sonaba She was hot o alguna bendita chatarra de Tom Waits, así sin avisar y sin saber uno todavía que existía Tom Waits, claro.

Aquel programa era Rosa de Sanatorio, de Radio 3, y aquel hombre que recitaba era José Luis Moreno-Ruiz. Hace unos años, un amigo me puso sobre la pista de Moreno-Ruiz y resultó que tenía su tela: había emigrado con su familia de Santander a Estados Unidos en los sesenta; de vuelta en España había colaborado con Ajoblanco y El Viejo Topo, trabajado en Radio 3 en los años ochenta, había sido jefe de edición de Interviu en los noventa, publicado un par de discos con el respaldo de Javier Corcobado. Además, se dedicaba a la traducción y era autor de varias novelas y libros de relatos. ¡Y escribía bien! En sus obras lo mismo encontrábamos a fanáticos de José María de Pereda que, con la ayuda de un antiguo médico nazi acogido por la CIA, intentaban clonar al escritor cántabro cruzándolo con una vaca tudanca (Pereda Cebú) que éramos informados de los tejemanejes de Mao y Kruschev en plena Guerra Fría.

Así, por ejemplo, en Hemorroisa, incluido en Lentas nubes que dan sueño (Huerga & Fierro, 2.000) podemos leer:

Sueña la costurera que estrangula peces de colores con hilos de oro. Y que cuando toma la aguja entre los dedos, para despenarlos definitivamente, y la dobla como doblan los toreros el estoque contra las tablas, salta hecha añicos y llueve acero hiriente sobre su pubis antes en reposo. Mas siempre tiene un perrillo lamedor que se hiere la lengua. Y que se conforma con los ojos de los peces para enhebrar largas siestas de sobremesa.

Y su último libro de relatos, Coach emocional (Huerga & Fierro, 2.015) comienza con esta frase:

La neurobióloga, con las mejillas bañadas en lágrimas, amamanta a su marido ginecomástico e impotente.

Pero casi siempre se le nota ese afán de reportero al que le gusta contarnos cosas que él sabe y nosotros no. Y así llegamos a “La Movida modernosa. Crónica de una imbecilidad política” (La Felguera Editores) su último trabajo. Un adictivo ajuste de cuentas.

José Luis Moreno-RuizEstá claro que no hay nada como meterse con algo como la sacrosanta movida para que los suplementos de turno te soliciten entrevistas. ¿Cuál es la historia de este libro? Tengo la sensación de que La Felguera ha jugado un papel importante.

La Felguera, al contrario que otras editoriales, no me exigió ni pidió siquiera que eliminase cosas. Ni una coma. Por lo demás, sí, es la primera vez que un libro mío levanta tamaño interés y eso que he publicado ya más de una docena (dicho así, al peso). En buena parte se debe al tema de que trata y en otra parte al buen trabajo de La Felguera.

Tenías una posición envidiable para analizar aquel panorama. ¿Qué mito te da más rabia que se haya dado por bueno?

La Movida en sí. No fue una cuestión de personajillos; fue en realidad un concepto, la tapadera de una serie de políticas represivas iniciadas por los sociatas de Felipe González.

Sin olvidar que aquello, según tu análisis, fue cosa de dos, políticos y artistas, achacas a estos falta de calidad, oportunismo, ausencia de crítica en un momento crucial, desprecio a lo que no formara parte de su círculo, recuperación de los clichés culturales del régimen anterior… ¿qué te parece más grave de todo ello?

Claro, es que los artistas conscientes o con obra válida no suelen prestarse a hacer de payasos o de bufones, salvo en algunos casos. Lo más grave, para mí, fue la recuperación de ese nacionalismo español casposo, de ese patrioterismo barato. Fue como cuando en el 98 famoso, ya hundida la Armada española en las bahías de La Habana y San Juan de Puerto Rico, en España se decía que la única cosa a negociar con los yankees era su rendición.

¿Qué o a quién salvarías de ese movimiento o, al menos, qué protagonista te genera simpatía a pesar de todo?

Yo no creo que Poch, de Derribos Arias, fuera un adalid de la Movida, aunque lo asimilen a ese rollo. Me caía muy bien, era un tipo con gran talento. Lo digo por hablar de la música pop, porque en todo lo demás, es que no hubo nada destacable ni de lejos. Quienes en aquellos años hacían cosas importantes llevaban años trabajando y han seguido tras lo de la Movida.

¿Qué se perdió (si es que se perdió algo)?

Supongo que no se ha perdido nada, si te refieres a la desaparición de todo eso… Ni siquiera se ha perdido la desvergüenza, pues algunos siguen viviendo y muy bien a costa de la estupidez subvencionada de aquellos años.

Dejando a un lado la actividad actual de los supervivientes ¿qué ha perdurado de ese movimiento?

Nada. La Movida ahora es una cosa de la que hablan en la revista “Hola”. Ahí dijeron no hace mucho que Almodóvar y la Movida resultaron fundamentales en la formación intelectual de las princesas de Mónaco.

Lo de la proliferación de la flamenquería y lo latino como coda del movimiento no parece tan grave ¿no?

Hombre, desde luego fue más grave la reforma laboral que iniciaron los sociatas para allanar el camino a la derecha cuando llegara al poder. Y se lo allanó perfectamente. Lo peor de la flamenquería es que ha dejado en segundo plano el flamenco, una música única, y lo peor de la llamada música latina es que ha ocultado lo muy bueno que se hace en el Caribe y por parte de los hispanos de Nueva York.

La gente suele recordar La Movida por su vertiente musical y por Almodóvar, pero tú haces hincapié en lo irrelevante que fue su aportación a la pintura, la fotografía… por no hablar de la literatura.

Insisto: Lo que se hacía de bueno en aquellos años venía ya de antes y siguió después. Valgan de ejemplo la pintura de José Hernández o la fotografía de García Alix.

Señalas también un par de fenómenos que tienen importancia, a mi modo ver, a otro nivel: la asimétrica apreciación del SIDA y ese asunto del matonismo.

Lo del sida fue tremendo y daba pavor ver la frivolidad con que se lo tomaban los movideros, lo trataban como si fuese una condecoración. Lo del matonismo fue propio de esos tiempos en que corría el dinero público sin medida para sufragar chorradas. Había hostias por pillar cacho, una subvención. Aquello convirtió en hampones a muchos adalides de la Movida. No es broma: hubo palizas y hasta violaciones en grupo para castigar a los competidores. Ganaban los mejor situados en el plano institucional, claro. Felizmente, unos cuantos de ellos ya se han ido al otro barrio.

José Luis Moreno-RuizEntre tanto ajusticiamiento, se nos ofrecen recomendaciones que funcionan a modo de contrapeso. Esta es una gran aportación del libro. Las notas son muy interesantes y, sobre todo, recuperas una buena cantidad de escritores que apetece leer.

Siempre digo que soy un reportero, incluso cuando escribo ficción. Por eso me gusta hablar de cosas tangibles, fáciles de comprobar, como la grandeza de algunos autores.

En lo musical, a Javier Corcobado, autor del prefacio del libro, no hace falta traerlo de vuelta, pero quizá la gente no se acuerde tanto de Los Vancouvers.

Es verdad, duraron muy poco. Alguien tendría que recuperar sus discos, lo que se puede encontrar en YouTube no tiene calidad ni de imagen ni de sonido. Fueron además unos buenos amigos míos, gente con la que podías tomarte unas copas tranquilamente.

Bendices una película como American Pie atribuyéndole una “estupenda intrascendencia”. ¿Por qué La Movida no merece entrar en esa categoría?

Creo que una cosa es la intrascendencia y otra la imbecilidad. La intrascendencia puede resultar muy salutífera. La estupidez es perversa. Una diferencia como la que hay entre estar loco y ser tonto.

A la vista de todo esto, abandonando ya el Madrid de los 80, me planteo hasta qué punto se puede o debe desdeñar lo frívolo. Siempre se me va el pie al freno ante la tentación de despreciar algo y acaba imponiéndose un benévolo not my cup of tea. Pero también puedo ser víctima de la maldita ¿o no? corrección política. Precisamente hace poco ha vuelto a la carga Lipovetski, al que también citas en tu libro, con este asunto de la ligereza en el arte. Lo de Bob Dylan con el Nobel es más de lo mismo: ¿pueden las manifestaciones populares aspirar a acceder al Olimpo del Gran Arte? ¿Cómo ves todo esto? ¿La propia idiosincrasia de la música popular le impone unos límites?

El gran arte, desde siempre, comienza siendo una manifestación popular. De Bob Dylan: el problema es que le quitas la música a sus canciones y las letrujas quedan, salvo en unos pocos casos, en una cosa como de monjitas belgas con inquietudes. Lipovetski dice unas perogrulladas apabullantes, como tantos palabreros franceses que gastan fama de filósofos: Mala poesía.

En 2.015 publicaste Coach emocional, donde se recopilan tres cuentos peculiares y muy disfrutables. En uno de ellos, Ana Botella envía conejos asesinos con dientes de sierra en persecución de Atalanta, uno de los leones de la estatua de Cibeles, que se ha dado a la fuga pasando a instalarse en la playa de Aarhus, Dinamarca, con un entrenador. Introduces también la historia de Cervantes y el Cardenal Acquaviva. ¿Qué podemos dar por cierto de todo eso (de lo de Cervantes, no de lo de Ana Botella)?

La terrible historia de Cervantes en Italia es completamente cierta, los libros que cito ahí y que hablan de ello están en las bibliotecas (al menos, en la Biblioteca Nacional, en Madrid). El resto es ficción, claro; lo de Atalanta, etcétera… Saqué a la cantante Pink en ese cuento porque en el video de su canción “Try” me pone mucho. Lo de Ana Botella, pues porque me apetecía meterme con ella un rato, ya que no se me daba la ocasión de hacerlo en la prensa.

Jose Luis Moreno-RuizEn El Chino Mao las referencias a la cultura del siglo XX ya son abrumadoras. ¿Lo del joven Bob Dylan persiguiendo a Marlene Dietrich tiene fundamento?

No, eso es una broma y un pequeño homenaje a las versiones que hizo Marlene de canciones de Bob Dylan, que son una delicia. Por cierto, lo que se cuenta de la reunión entre Mao y Kruschev es completamente cierto, una historia sabida. Mao ofreció a los rusos atacar a los USA y Kruschev le dijo que cómo iba a hacer eso, cuando los yankees le habían perdonado el pago de la artillería, armamento, munición y avituallamiento, que los americanos les dieron, gracias a todo lo cual pudieron derrotar a los alemanes. Curiosamente, Inglaterra y Francia se habían opuesto a esa ayuda, que resultó fundamental para acabar con Hitler.

¿De qué trabajos literarios te consideras más orgulloso?

De ninguno, de veras. No es una impostura. Hay cosas que me gustan más o menos, pero nunca he sido capaz de plasmarlas como las imaginé. Por eso siempre digo que lamento mucho no tener el arte ni del dibujo ni de la pintura: Me ahorraría un montón de palabras. Eso sí, y no obstante lo anterior, creo que mi literatura es mucho más importante que buena parte de la literatura española actual de la que dicen los periódicos que es importante.

¿Cuáles enviarías a la hoguera?

Bah, no; basta con no mentar esos libros… Lo malo es que con el rollo este de Internet siguen corriendo por ahí e incluso hay algunos que los buscan.

¿En qué fase se encuentra tu siguiente libro?

Tengo acabado un libro de relatos, que acaso salga en el primer trimestre del próximo año, y estoy acabando una novela, por llamar de alguna manera a lo que hago… Es una coña sobre los artisteros o artisteadores y su mundo. Una cosa cómica con mucho, también, de reporterismo.

El surrealismo es otro ingrediente importante de lo que escribes. Con el tiempo, se me han caído algunos mitos de juventud, como Dalí, y he detectado otros. Eso de que Tzara y Lenin fueran vecinos en Zurich parece sacado de un relato tuyo, por cierto. ¿Cómo valoras el dadaísmo, el surrealismo y aledaños desde el 2016?

Bueno, Tristan Tzara en principio era leninista… Creo que el surrealismo sigue teniendo una importancia grande, no sólo por su aportación imaginaria; también por sus capacidades deductivas, aunque parezca una contradicción. Como mejor se deduce es cuando te tomas las cosas del pensar a broma, cuando le rompes las bragas a la solemnidad cultureta.

Buñuel agradecía en sus memorias el adormecimiento, ya en la ancianidad, de su deseo sexual y de la esclavitud que conlleva. Siendo el sexo un elemento importante en tus creaciones ¿te ves diciendo algo parecido dentro de veinte años?. ¿Cómo valoras la gran difusión actual de la pornografía?

A mí me gustan las películas porno, si las protagonizan Amarna Miller, Belladonna o Sasha Grey. En mis narraciones, sin embargo, el sexo no resulta estimulante, no creo que mis relatos se puedan leer a una mano… Se vincula, más bien, a personajes repugnantes. El sexo retrata mucho a la gente, como el alcohol. El que tiene mal vino es de común un hijo de puta, y el que tiene mal sexo suele ser de común un psicópata… En cuanto a lo de Buñuel, pues bien; cada uno lleva esas historias como puede… A mí me gusta tener novias por lo menos veinte años más jóvenes que yo y espero seguir así mucho tiempo. Cioran escribió que el hombre impotente tendría que dar gracias a Dios pues así no tiene que tratar con mujeres, pero Cioran decía un montón de gilipolleces.

En alguna parte hace tiempo te leí/oí defender el sicoanálisis. ¿Mantienes esa postura?

Es un género literario sublime. Ese es su mayor valor, por mucho que hayan querido demostrar lo contrario los psiquiatras malos, los que no son buenos médicos internistas. Freud se olvidó mucho de la medicina pero fue muy agudo al observar el comportamiento en sociedad de los humanos.

José Luis Moreno-Ruiz¿Qué opinas de tus incursiones en el mundo de la música?

Fue divertido hacerlo, pero nada más. Como ir a jugar al fútbol o al frontón. No soy jugador de fútbol, ni pelotari, ni músico, aunque le dé al balón, a la pala y a la guitarra.

Recupérame una estampa de tu adolescencia americana.

Son varias estampas: Las fiestas de High School, en las que tanto se follaba; el descubrimiento en la tele del Show de Johnny Cash; la revista Playboy; el acceso a obras literarias y a películas que en España se silenciaban o se prohibían directamente; las playas de Puerto Rico… Tantas cosas…

¿Te molesta que la gente te venga con lo de “yo escuchaba Rosa de Sanatorio”?

No, qué va… Tantos años después, he apreciado más aquellos días al comprobar que hay gente interesante que recuerda el programa. Es más, yo no tenía grabaciones y ahora las puedo recuperar porque mucha gente que las guardaba las ha colgado en Internet.

¿Qué pasa con esa maravilla de blog que dejaste de alimentar? ¿Hay posibilidad de que vuelva a la vida?

Es posible… Pero a veces me da mucha pereza trabajar en algo que no voy a cobrar, y el blog, tal y como yo lo concebía, merecía una atención diaria, como si estuviese en un medio de comunicación.

Por cierto: ¿venderán La Movida modernosa en la Librería Estvdio, de Santander (esta librería retiró de la venta su novela Pereda Cebú)?

Ja, ja, ja… Espero que sí, ahí no se habla de Pereda. Y, si no, les mando a una prima mía de Santander que les quería inflar a hostias cuando retiraron “Pereda Cebú”.

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

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