Los aficionados al jazz encuentran en sus páginas un espacio para el conocimiento sosegado de sus artistas y para el descubrimiento de las tendencias y acontecimientos relevantes de esta corriente cultural que va más allá de lo estrictamente musical.
Raúl A. Mao es el director de Cuaderos de Jazz… y Algo +, una revista especializada en música jazz, aunque abierta a expresiones artísticas afines, con espacios dedicados al cine, el cómic y siempre abierta al blues.
Su número 119, publicado en el mes de julio y que cubre desde aquel mes hasta octubre, se ha correspondido con su XX aniversario.
En estos años han pasado por sus páginas los artistas más relevantes del jazz nacional e internacional, con entrevistas y reportajes de textos cuidados, sólidos en su fondo y llenos de respeto por el personaje tratado.
En nuestro país mantener a flote un medio de comunicación vinculado a la cultura es tradicionalmente complicado. El reto es aún más elevado si está dedicado a un aspecto no mayoritario. Y a esto hay que sumar que la crisis económica que sufrimos, sumada a la previa del mundo de la música, pone aún más alto el listón.
Por ello, llegar con cada nuevo número al kiosko es todo un logro en si mismo, y alcanzar momentos simbólicos como éste, son el equivalente en deporte a alcanzar un record, ganar una final o alcanzar una cima.
Con este aniversario como punto de referencia hemos entrevistado a Raúl A. Mao, con la esperanza de repetir experiencia dentro de diez años (algo que sin duda será una magnífica señal tanto para Cuadernos de Jazz como para nuestra propia publicación electrónica):
Enhorabuena. Mantener activo cualquier proyecto durante 20 años es sin duda un éxito. En el ámbito de la cultura es además algo especialmente difícil de lograr. Y si hablamos de una revista de jazz y en nuestro país… parece un milagro. ¿Cómo se gestó la idea inicial de fundar una revista como Cuadernos de Jazz?
Gracias por la felicitación. Soy muy consciente de que mantener un proyecto como el de Cuadernos de Jazz durante veinte años ha sido una tarea difícil, especialmente por tratarse de una publicación especializada en un genero musical que sigue siendo minoritario y desconocido para una gran parte de los aficionados a la música.
La idea de empezar a editar la revista fue muy inocente, tanto que dentro del grupo inicial involucrado hacíamos apuestas sobre cuántos números podíamos llegar a publicar: los más optimistas creíamos que seis, el resto ni eso. Empezamos a tomar conciencia cuando conseguimos editar los diez primeros números en continuidad. Ahí vimos que el proyecto podía funcionar.
¿Cómo ha evolucionado el equipo de personas que hacen Cuadernos de Jazz? ¿El equipo de dirección se mantiene?
Con María Antonia García como subdirectora he compartido la dirección de la revista desde su fundación. En el grupo que inició la idea y empezamos a editar Cuadernos de Jazz, estaban también Ebbe Traberg, Adolfo Montejo, Federico González, Quique Rivero, Claudo Gabis, Don Hillegas… Poco después se fueron agregando Carlos Sampayo, Vicente Ménsua, Don Hillegas, Chema García Martínez, Jorge García, Federico García Herraiz; Javier Nombela y Ester Cidoncha como fotógrafos… la lista de colaboradores ha ido ampliándose hasta el día de hoy y el dibujo-ilustración que aparece en las páginas 6 y 7 del número del 20 aniversario da cuenta de ello. Por supuesto ha habido bajas, algunas de ellas tristes pérdidas, como las de Ebbe Traberg, Federico González o Don Hillegas. Otras sencillamente por decisión personal, pero siempre ha habido gente nueva e interesante que se acerca al proyecto.
Los primeros números de la revista que leí son de principios de la década del 2000, por lo que no tengo una referencia como era la revista en la década anterior… ¿Cómo ha ido evolucionando la revista en cuanto a línea editorial y diseño?
El cambio ha sido importante en cuanto a presentación y diseño. Siempre pensamos que la revista tenía que tener una apariencia cuidada y destacar por ello entre las publicaciones que se pueden encontrar en los quioscos. Esto ha hecho que a lo largo de los años cambiase la cabecera, el formato… En cuanto a la línea editorial, también se ha ido adaptando a los tiempos pero siempre bajo una línea de coherencia e independencia que nos llevase a conseguir fiabilidad para con los lectores.
Las nuevas tecnologías y en especial la implantación de Internet nos ha hecho también adaptar los contenidos: para la revista están los temas y secciones, digamos imperecederos: para la actualidad puntual e informativa está nuestra página web. Esto no quita que la revista mantenga una de sus secciones “estrella” como es la dedicada a reseñas de discos.
En estos años he ido viendo que nacían algunas revistas de jazz, pero publicaban un par de números y desaparecían… ¿Cuáles son las claves para que una revista especializada de estas características pueda mantenerse en el tiempo?
Trabajo, trabajo y cohesión con el grupo. No se puede mantener un proyecto de estas características con visión exclusivamente empresarial. Gestionar una empresa editorial-cultural es difícil si no se mantienen la ilusión y las ganas de innovación. A su vez, esto sólo es posible si en torno al proyecto se aglutinan las personas idóneas y se conforma el grupo no sólo profesional sino humano que sea capaz de llevarlo adelante. Y creo que en este aspecto hemos sido muy afortunados.
¿Si una nueva publicación lograra mantenerse en el mercado… lo vería como una competencia y una dificultad añadida para la trayectoria del Cuadernos de Jazz o como un signo saludable de que el público de jazz es lo suficientemente numeroso como para que se mantengan dos publicaciones?
De ninguna manera lo vería como competencia: además, el término competencia me desagrada. Cuando a lo largo de estos años hemos visto aparecer una nueva publicación nos ha alegrado infinitamente… lo triste viene después, cuando constatas que el proyecto no ha avanzado. Y esto no es sólo por la falta de público o dificultades del mercado: también influye si el proyecto se afronta con seriedad o no: esto creo que es también lo que falla.
¿Cuáles son las mayores dificultades a las que se ha enfrentado la revista para seguir activa durante estos años?
Sin duda el tema económico y financiero. Sin generalizar, este tipo de publicaciones están abocadas a tener problemas siempre ya que son medios sin ningún poder, digamos, mediático. En ellos se promociona y promueve la reflexión, las ideas o las propuestas creativas. Todo esto ha dejado de ser rentable desde un punto de vista no solamente económico.
En los números 119 & 120, el especial 20 aniversario, se incluye un artículo muy crítico de Yahvé M. de la Cavada, sobre el estado del jazz en España en el año 2010… ¿Qué reacciones provocan artículos como éste? ¿Los músicos, directores de festivales o profesionales del sector en general, les transmiten su acuerdo o desacuerdo con artículos tan incisivos como éste?
Artículos críticos como el firmado por Yahvé son cada vez más necesarios en este pequeño universo que es el del jazz en España. Vivimos rutinariamente dentro de la “cultura de la queja”, pero soportamos mal las críticas y practicamos menos la autocrítica.
Por fortuna, siempre hay alguien que hace comentarios a este tipo de artículos, ya sea para mostrar su acuerdo o su desacuerdo. Pero por otro lado, son más aquellos que no se manifiestan y te hacen la guerra de manera vengativa y callada.
El estado del jazz en nuestro país no puede disociarse del nivel cultural general… Telebasura que triunfa, planes de estudio que no se desarrollan adecuadamente y que enseguida dan el relevo a otros nuevos, el arrinconamiento permanente de la educación musical en los planes generales de estudio… ¿Tiene algún grado de optimismo respecto al futuro cultural de España? ¿Debe producirse una catarsis en nuestra clase política para que la cultura reciba la atención que merece?
Pienso que la cartasis tiene que producirse más en la sociedad que en la clase política. ¿Alguien recuerda que alguna vez el término cultura apareciese mencionado en los proyectos politicos electorales? Y si llega a mencionarse se olvida ràpidamente una vez ganadas las elecciones.
Sólo puedo sentir optimismo si pienso que pueda llegar un momento en el que haya un público que harto de tanta basura busque escuchar otra clase de música, o leer otro tipo de publicaciones o artículos. Novedades en la música y entre los músicos hay, el problema es que el público es cada vez más cómodo, no quiere complicaciones ni riesgos y los programadores tampoco se esfuerzan porque es siempre más fácil lo reconocido -por rentable- y aunque esté cayéndose a cachos.
Por supuesto hay excepciones, tanto entre los oyentes de música como entre los programadores. Pero son insuficientes para poder ser optimista.
Volviendo sobre el artículo crítico… incluir este texto no es un caramelo para músicos, sellos, festivales… Aunque sí es una muestra de independencia y personalidad editorial. ¿Tienen que bregar con la presión de organizadores de festivales o sellos discográficos a la hora de definir el contenido de la revista y su tratamiento?
No. Nunca hemos doblegado nuestras ideas o línea editoral bajo pedido de nadie. Es evidente que siempre son mejores las buenas relaciones pero somos tan independientes como lo puede ser el festival con cuyo programa no estemos de acuerdo.
De hecho, las mejores relaciones entre la revista y algunos festivales o casas discográficas, por ejemplo, se han mantenido a lo largo de los años y pese a las críticas por ambas partes. Cuando hay diálogo todo puede tratarse: lo malo es que existe quien piensa que su trabajo es intocable, que sólo nosotros nos equivocamos y que por tanto el error es sólo nuestro.
Leer los textos de la revista lleva a pensar inmediatamente al gran conocimiento que tienen los redactores sobre la materia… ¿Cuáles son los criterios para formar parte de la plantilla de colaboradores de Cuadernos de Jazz?
Conocer el tema y tener ganas de trabajar en ello. Además es necesario saber transmitirlo, esto es, escribir.
A lo largo de veinte años hemos tenido nombres ya formados, incluso en la literatura y con obra publicada pero también nombres que empezaban y se han curtido en nuestras páginas. Y es que aquí nos encontramos con otro problema: el crítico profesional de jazz no existe como profesión, parece que hasta va desapareciendo de las páginas de los periódicos.
La tienda musical Carmen CD Center está vinculada a Cuadernos de Jazz y es una forma útil de poder conseguir los discos de los que se habla en la revista, que en algunas poblaciones son especialmente difíciles de encontrar. ¿Cómo ha afectado a la tienda la irrupción de las descargas digitales indiscriminadas? ¿Son los aficionados al jazz más respetuosos con el formato físico?
Cuando comenzamos a editar unas páginas de venta de discos dentro de la revista el propósito no fue otro que dar un servicio a aquellos aficionados en cuyos lugares de residencia no había una tienda que ofreciera discos de jazz. Después creamos la tienda on line, carmencdcenter.com, pero continuamos incluyendo en cada número el encarte (conocido también como “las páginas amarillas” de la revista). Por supuesto que la llegada de Internet, las decargas y el “es posible conseguir todo gratis” han disminuido las ventas de cedés pero en nuestro caso seguimos manteniendo una clientela fiel que sigue teniendo dificultades a la hora de comprar discos sencillamente porque cada día hay menos tiendas y porque sólo se distribuye una parte mínima de lo que se publica.
Por cierto… Tengo alguna revista de hace años en la que se incluyó un CD… Creo que habría sido un buen complemento para este aniversario un disco recopilatorio… ¿Barajaron la posibilidad? ¿Los tiempos de crisis actual hacen especialmente difícil llevar adelante ese tipo de iniciativas?
En este momento, y desde hace ya varios años, es imposible editar la revista acompañada de un disco si no hay ayudas o interés por parte de casas de discos. Los tiempos han cambiado en las formas de promoción y tampoco está muy claro si al lector que va al quiosco le resulta más interesante la publicación porque le den con ella un CD. Hoy por hoy, no es posible.
Su revista admite suscripciones fuera de España… ¿Qué alcance tiene en otros países? ¿Cuenta con un buen número de seguidores en Sudamérica?
Hacia finales de los años noventa la revista podía encontrarse en ciertos puntos de venta de países como México, Colombia, Venezuela, Uruguay, Argentina. Cuando en 2002 España cambió de la peseta al euro, la revista pasó a ser un artículo casi de lujo imposible de exportar a estos paises que por un lado son extensión natural por el idioma pero que por otro también tienen grandes problemas económicos. Suscriptores sí tenemos en todos esos países, incluso en EE.UU. y en muchos de Europa, como Portugal, Italia, Francia, Alemania…
¿Cómo le gustaría ver a Cuadernos de Jazz dentro de diez años?
Me gustaría verla, sencillamente. Esto querría decir que la prensa en papel no habría desaparecido ni tampoco el lector de formato clásico, por llamarlo así. Dudo mucho que el número de lectores crezca tanto de aquí a diez años como para mantener en el mercado una publicación de estas características.
¿Y al jazz en España?
Enriquecido por las aportaciones de los músicos y valorado por el público. Y como un valor exportable más allá de nuestras fronteras.
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 24 (sección: Entrevistas).
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