Revindican el espíritu del rock pionero y lo hacen con la sabiduría de una amplísima experiencia. Cuatro músicos fantásticos con tanto entusiasmo como el primer día.
Una nueva banda, que acaba de debutar con su primer disco, aunque está compuesta por músicos veteranos que han estado involucrados en innumerables aventuras musicales durante las últimos cinco décadas. El disco se llama “Amigo Chet” y sus canciones miran con entusiasmo, sinceridad y buen gusto, hacia el sonido del rock and roll primigenio de los años cincuenta.
Su líder es Tony Luz, un fantástico guitarrista que en los 60 formó parte de los Pekenikes y luego ha compuesto y producido para muchos grupos y artistas (de Karina a Loquillo), se ha dedicado al diseño gráfico de carátulas de discos y también ha pasado por diversas formaciones, como Zapatón o Bulldog.
En la segunda guitarra, y aportando la voz principal, se encuentra Ile Hammalainen, un finlandés afincado en España que ha girado por todo el mundo y ha tocado con bandas y artistas como Carey y Lurries Bell, Ediie Clearewate, Michael Coleman BAnd o The Kingston Mines Blues Gang.
Al contrabajo y los gritos está Alfonso Mújica, de Los Rebeldes, Montana, Los Faraones y Rock And Roll Club.
La batería la toca Javier “Lucky” Lobaillo, quien ha colaborado con Mingo Balaguer y su Caledonia Blues BAnd, Litte Victor & Sophie Kay, Uncle Williams, TheZumbidoos Mama’s Biscuits.
Tony Luz, toda una leyenda de la música en nuestro país, ha respondido a nuestra entrevista:
Tu nombre es conocido en el panorama musical de nuestro país desde los años 60 cuando formaste parte del legendario grupo Los Pekenikes… ¿Cómo era el panorama musical en aquellos años? ¿los “profesionales” de la época os tomaban en serio a los grupos de rock y pop?
En los años 60 se vivía un nuevo concepto de música en España. Previamente, al final de los 50 nos llegaron los primeros ecos de eso llamado rock and roll, llegó y se quedó. La música habitual en las radios de esa época era la canción española, la copla y las músicasde autor tanto francesas como italianas. El rock and roll se fue decantando en sus facetas más suaves y fáciles como Platters, Paul Anka… y en español como Los 5 Latinos, Los Teen Tops y Los Llopis. Pronto todas estas corrientes fueron sustituyendo a las modas anteriores precedentes con más o menos resistencia, pero sin violencia formal. La culminación se produjo con la aparición del fenómeno Vétale en Inglaterra, aquí empezaron a crecer tímidamente las melenas de los chicos y a menguar también poco a poco las faldas de las chicas. Lógicamente en cualquier cambio siempre hay algo de resistencia pero era mayor la expectación y curiosidad por el cambio que la oposición a que se produjera. España tena ganas de cambio. En resumen, los profesionales poco a poco se hicieron ye-yés. Ya sabes, si no puedes con el enemigo es mejor aliarte a él.
Por aquella banda pasaron un montón de músicos… me gustaría saber cuanto tiempo pasaste con ellos y como valoras aquella experiencia…
Cuando llegué a los Pekenikes, tenían ya algunos meses de existencia. Sus conocimientos musicales eran superiores a los míos, así que pasé a ser la guitarra rítmica con los ojos bien abiertos y preparado para aprender paso a paso todo lo que hiciera falta. Lucas Sainz era un guitarrista espectacular e Ignacio Martín Sequeros tocaba el bajo con sabiduría, pero además tenía conocimientos de armonía y me resolvía cualquier duda musical, (y tenía muchas). Sí, pasaron muchos y buenos músicos por la banda, tendría que hablar bastante tiempo de ello, pero como resumen puedo contar que intenté empaparme como una esponja de todo lo que me llamaba la atención. Estuvimos juntos aproximadamente diez años y guardo buen recuerdo, muy positivo, pero nada de nostalgia.
En los 70 hiciste muchas cosas… por ejemplo componer para Karina… Hoy en día Karina es pasto de la prensa del corazón y para mucha gente, que no vivimos aquella etapa suya de éxito, nos resulta difícil tomarla en serio como artista, porque solo tenemos la referencia de “Buscando en el baúl de los recuerdos” y de su vida social… ¿Cómo era Karina en aquellos años? ¿merece la pena rescatar sus discos y descubrir sus otras canciones?
Efectivamente, me dediqué en cuerpo y alma a componer para ella y estoy orgulloso de ello. Era mi novia y luego fue mi esposa.
Conocía sus cualidades y componer para ella era como hacer un traje a medida porque siempre ha cantado muy bien. Ahora su imagen está mediatizada por los programas del corazón y cotilleo, que no aportan nada a su aspecto musical. Si sois capaces de oír sin prejuicios, hay joyitas en varios LPs que merecen la pena: “Colores”, “Tiempo al tiempo”, “Lady Elizabeth”, “Pasaporte a Dublín”… Buen pop y algo de rock.
¿Para que otros artistas compusiste?
En esa época me dediqué sobre todo a lo que he contado previamente solo con alguna colaboración en Pekenikes y Miguel Ríos.
También en aquella época formaste Zapatón, en onda rockabilly… ¿qué nos puedes contar de ese grupo?
Zapatón fue una aventura de finales de los 70. En realidad era una búsqueda dentro del panorama del rock de la época, pero no era un grupo de rockabilly. Era un grupo experimental pero dentro de estas coordenadas temporales. Éramos Rafael Fortes, Antonio Martín Caruana (Ñete), Enrique Guerrero y yo. Ñete pasó luego a Nacha Pop y ha tenido y tiene una larga trayectoria en la escena. Duramos un par de años pero creo que nos vino bien a todos para preparar las armas, para guardarlas o seguir en otras historias. Grabamos un LP raro y creativo.
En los 80 comenzaste a producir a un montón de artistas de rock… Loquillo, Los Rebeldes, Más Birras… ¿Qué te parecieron aquellas nuevas bandas en su momento? ¿daban valor a la ayuda de un “veterano” como tú?
La producción me apasiona. El poder aprender de tanta gente diferente y a la vez el poder ayudar con tu experiencia a toda esta gente es altamente gratificante. Cuando luego funcionan sus trabajos es como si fueras tú el que también funciona. La producción nunca me ha dado pasta pero sí muchas satisfacciones.
Más allá de las canciones, la actitud y las ideas frescas que aportaban esos grupos en aquel momento… ¿qué te parecían como músicos? ¿tenían una pericia similar o superior a la habitual en los grupos de los 60?
Como es fácil de entender cada generación se edifica sobre los logros de las anteriores y así pasaba con estas nuevas. El virtuosismo es un don que no es patrimonio de ninguna época en especial, buenos músicos han existido y existirán. Cada vez la información es mayor, y eso ayuda a hacer más fácil todo el aprendizaje. La historia básicamente se repite, es un ciclo. Quizás ahora con las técnicas informáticas, la aportación humana queda más mermada, se facilita demasiado todo con mínimo esfuerzo.
¿Nos puedes decir algún grupo o artista que hiciera sentir especialmente orgullo del trabajo de producción que hiciste con él?
Claro que sí: “Rebeldes con causa” de Los Rebeldes y “Mis problemas con las mujeres” de Loquillo y Trogloditas. También los trabajos con
Los Hurones y con General Lee, en general con casi todos……..
También has trabajado como portadista… ¿nos puedes contar algo esa faceta artística tuya?
Voy a contar la batallita. Estudiaba Arquitectura, se me acabaron las prórrogas por estudios y me sortearon para ir a la mili. Haciendo
guardia una noche dentro de la garita tomé la decisión de entrar en diseño gráfico en una discográfica (Hispavox), para sustituir a la persona que se dedicaba a ello (que también se iba a la mili más tarde). Siempre me moví con soltura en el diseño y el dibujo, y aprovechando lo que además aprendí en la Escuela, me fuí a la discográfica, era la fórmula ideal para estar a la vez conectado con la música, no me arrepiento. He vivido de ello y sigo teniendo mi propio estudio, aunque con la crisis actual del disco el trabajo se ha resentido negativamente. Quiero nombrar en este apartado de contenido gráfico a Miguel Lofish que es el inspirado diseñador de nuestro disco, ya sabeis, “en casa del herrero…”, yo no hubiese realizado nuestra portada mejor que él.
No he encontrado mucha información sobre tu trabajo en los años 90… ¿seguiste vinculado al mundo de la música en que proyectos te involucraste?
En los 90 me dediqué a tocar con diversas bandas de garito: El Purgatorio, La Brigada Senil, Los Stereos… Pero en los 80 sí toqué en una banda de rockabilly, Bulldog. Otros dos años intensos y dos LPs históricos para los seguidores, buenos compañeros de viaje, Jorge Ortuño (autor de “Olivia” en el disco de SilverTones), Josele Marín, Ramón Peñas y yo. A finales de los 80 produje y toqué en la grabación de una historia de pop divertido y provocador que se llamó Los Frenillos……
Y en la década del 2000… ¿qué actividades artísticas has realizado?
En el 2000 he trabajado básicamente en diseño y he compuesto temas y temas instrumentales que saldrán alguna vez (espero). Conocí a Ile a mediados de esta década y decidimos comenzar la aventura de SilverTones, que nos ha llevado hasta ahora.
Ahora acabas de lanzar el primer álbum de Los Silver Tones… ¿cómo surgió la idea y la gestación de este nuevo proyecto?
Alfonso Mújica tocó conmigo en algunas de esas bandas de garito. A su vez conocía a un finlandés, Ile Hämäläinen, blusero y enamorado del rock and roll. Ellos dos tenían la intención de hacer algún experimento musical, total: Alfonso nos puso en contacto y desde el primer momento la música fluyó como si hubiéramos tocado juntos toda la vida. Ya éramos tres, llamamos a Steve Jordan a los tambores
y ya juntos los cuatro estuvimos tocando un par de años, luego le sustituyó Javier Lobillo.
En este grupo trabajas con tres músicos de gran experiencia… ¿qué nos puedes contar sobre ellos y sobre la relación que tienes con ellos?
Soy partidario de rodearme de gente musicalmente mejor que yo, es la única forma de crecer y tener estímulo: Ile es un guitarrista de gran técnica y velocidad, tiene una escudería de guitarras cincuenteras maravillosa, es un buen luthier, conoce a fondo el mundo de las válvulas, y como valor añadido ha girado tocando blues por todo el mundo… y además canta en perfecto inglés y ahora en perfecto español.
Alfonso es un contrabajista ágil y afinado. Puedes desgranar nota a nota cada escala suya, y todas están dentro del tono. Canta bien y controla también el bajo eléctrico.
Javi es el batería, siempre inquieto y enamorado de los baterías y las baterías de los 50. Tiene ahora tres completas en perfecto estado, no sé cómo las consigue. Sin él todo sonaría diferente.
El disco se llama “Amigo Chet” y por lo que parece su título es un homenaje a Chet Atkins y el álbum en total un homenaje a los grande rockeros… como Bruno Lomas… Me gustaría que nos hablases de esta reivindicación que hacéis de figuras legendarias…
No es un propósito preconcebido. Chet Atkins no es un guitarrista popular aquí, el tema que lleva su nombre surgió antes que la intención
de dedicárselo, es una feliz coincidencia. El caso de Bruno sí fue voluntario, aproveché con el permiso de mis compañeros, la ocasión
de quitarme una espina con él, quisiera por lo menos recordarle, hacerle justicia y darle a conocer a generaciones actuales………..
Y el sonido tira claramente hacia la etapa clásica del rock and rol… ¿es la parte del rock que más te gusta practicar o es lo que te apetecía hacer justo en estos momentos?
El sonido, la imagen, el concepto de rock clásico es intencionado, no es casual, ya que es el camino voluntariamente elegido para este trabajo. A lo mejor mañana sería otro concepto, no lo sé, es un futurible. La música no es rígida… por supuesto nos movemos cómodos en lo que hemos grabado, concretamente para mí es la música de mi generación, pero estoy abierto a todo o casi todo.
El disco lo has producido tu mismo y en los créditos das un agradecimiento muy especial a los técnicos de sonido, Pablo y Pedro Baselga… me gustaría que nos hablases de la grabación, de cómo fueron esas sesiones y si hubo alguna anécdota digna de mención…
Pablo y Pedro Baselga son dos expertos ingenieros y músicos, propietarios de Studios Infinity, con los que ya he trabajado tiempo atrás, gente de total confianza que se involucra a fondo y aguantan los experimentos con buena cara. La grabación se desarrolló en etapas sucesivas y huecos de trabajo de cada uno de los miembros. Quizás la anécdota más reseñable es ésta. Nunca durante el proceso de grabación estuvimos juntos los cuatro a la vez, por imposibilidad de calendarios. Menos mal que existe el multipista.
Con todo tu extenso trabajo a lo largo de todas estas décadas tienes una perspectiva de excepción sobre la evolución de la industria musical en nuestro país… ¿cómo valoras los cambios que se han producido debido al avance de la tecnología y a los nuevos medios de difusión musical en Internet? ¿crees, como Brian Eno, que la industria basada en el formato físico sólo ha sido un accidente en la historia de la música?
El cambio en la tecnología ha sido espectacular. Ha pillado a la industria sin preparación para adaptarse a nuevas formas. Todavía no veo claro hasta donde se llegará, ya que los cambios van más rápidos muchas veces que la capacidad para adaptarnos a ellos. Internet es un reto para las descargas y para los derechos de autor. ¿Quién pone el cascabel al gato?, hace falta que todo encuentre su sitio, el “todo es gratis” me parece una tramposa utopía mientras nos cobren una barra de pan o un vaso de vino. Sí, el soporte industrial ha cambiado, pero si queremos disfrutar de la creatividad futura tendremos que encontrar la forma de ordenar este presente de una manera racional.
Es complicado y confuso…
Hace unos pocos años Sabino Méndez publicó un libro, “Limusinas y Estrellas”, en el que exponía que el rock había muerto… porque aunque se hicieran nuevas canciones y hubiera muchos grupos tocándolo ya no era la música de la juventud ni expresa su rebeldía… y ahora los jóvenes preferían la electrónica o el Hip Hop… ¿cómo lo ves? ¿crees que Sabino tiene razón en su reflexión?
La reflexión de Sabino es correcta, pero algo incompleta. Socialmente el rock en la actualidad no tiene el significado que tuvo en los 50
de rebeldía y estética, quizás efectivamente, lo tenga ahora por analogía el Hip Hop, porque hoy hay otra tecnología y otra sociedad. Mañana será otra historia. Hay siempre en cada generación ese toque de inconformismo que luego al paso de los años se va asilvestrando y se integra en el sistema de turno que toque vivir, siempre que no exista una situación traumática. La música comunica cantid
d de sensaciones (afortunadamente no solo de juventud y rebeldía), y mientras haya un joven de las nuevas generaciones que entienda las formas musicales del rock and roll y le apetezca crear dentro de ellas, habrá rock. Efectivamente sin la connotación primitiva, pero lo contrario sería negar la evidencia, que nos movemos en una mezcla de estilos y colores musicales que al final son sólo eso, nada más y nada menos que MÚSICA.
Por cierto… en los años 60, con el clima social que se tenía en España en aquellos años y las costumbres sociales que había… ¿cómo se vivía nuestro país el conocido lema “sexo, drogas y rock and roll”?
Es divertido a toro pasado hablar de estos tres aspectos, voy a resumirlos (siempre bajo mi experiencia): sexo más excitante que años sucesivos, el aliciente de lo prohibido lo hacía aún más apetecible y festivo.
Drogas mínimas, tabaco y alcohol, alguna anfetamina. Pocas. Era más la curiosidad por ellas que la complicidad en ellas, no merecían la pena.
Rock and roll a tope, se nos abría un universo asequible a nuestras posibilidades de expresión, bajo estilos y nombres diferentes; rockabilly, beat, glam, surf, psicodelia, punk, power pop… al paso del tiempo todavía la máquina no podía con el hombre.
Nada más, salvo darte las gracias y dejarte espacio para si deseas añadir algo más para nuestros lectores…
Lo único que se me ocurre es pedir a todo el que me haya aguantado que se abra de orejas, la MÚSICA está por encima de los estilos, no existen estilos mejores o peores, es muy relativo. Existe música buena o mala. Gracias.
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 24 (sección: Entrevistas).
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