Alternavigo ha llegado para quedarse… Desde que se anunciara la celebración de esta segunda edición, la expectación aumentaba conforme se acercaban las fechas señaladas.
Alternavigo ha llegado para quedarse. Desde que se anunciara la celebración de esta segunda edición, la expectación aumentaba conforme se acercaban las fechas señaladas. Como siempre pasa en estos casos, el apoyo incondicional y ferviente de unos, chocaba con el pesimismo y la costumbre de ver el jarrón medio vacío de otros. Los más positivos se inclinaban por opinar que este es el mejor festival de Metal que se haya creado nunca en Vigo y esta segunda edición no viene sino que a reafirmarlo. Los más desconfiados optaban por comparar el cartel del pasado año con el de este, en un intento de convencerse de que el desembolso económico mereciese bien la pena.
Este año, Alternavigo agrupó a las bandas internacionales el primer día, dejando la representación nacional (con la excepción de Grave Digger) para el segundo. Un número aproximado de 6000 personas se dieron cita a lo largo del fin de semana en el Recinto Ferial De Vigo, una cifra considerable pero que no supera la habida en la primera edición.
VIERNES 7 DE AGOSTO
El primer día vino a llamarse “día internacional”. Sin duda esta fue la jornada que despertaba más interés entre los metaleros llegados desde todos los puntos de la geografía gallega, así como del norte de España y Portugal. Sin demasiados retrasos horarios, Scar Symmetry salieron al escenario para inaugurar el certamen. Sinceramente, ignoro porqué este año no se ha optado por darle la oportunidad de lucir a una banda gallega tal y como ocurrió el pasado año con Fallen Sentinel y Shroud Of Tears. Es indudable el salto de calidad que representa Scar Symmetry, pero si al final van a tocar con un sonido bajísimo, unas guitarras que casi no se aprecian y unas voces (principal arma de la banda) bastante difusas, bien habría merecido la pena darle la alternativa a alguna de nuestras bandas, que las hay y muy buenas. Poco que comentar sobre la actuación de los suecos, que aprovecharon su corta actuación para mostrarnos algunos de sus mejores temas, incidiendo en discos como “Holographic Universe” y “Pitch Black Project”, disco que los había puesto en boca de todos los amantes del Melodic Death Metal. Muy poco dinamismo en escena con unos guitarristas bastante “aburridos”, recayendo toda la gracia del show en los vocalistas Roberth Karlsson y Lars Palmqvist que por momentos parecían tropezarse en el escenario. Unas pobres condiciones técnicas no ayudaron a que el show ganara en intensidad. Una actuación simplemente correcta.
La segunda banda en subir al palco nos traería una buena dosis de Thrash añejo. Destruction regresaban dos años después de su paso por la ciudad y volvieron a dejar un excelente sabor de boca, amén de haber montado los mayores (y casi diría únicos) circle pits de la jornada. El tremebundo Thrash alemán de temas como “The Butcher Skies”, “Cracked Brain”, “Soulcollector” o “D.E.V.O.L.U.T.I.O.N” puso en auténtico éxtasis a un buen número de la concurrencia. El porte imponente del trío formado por el bajista/vocalista Marcel Schmier, el singular guitarra Mike Sifringer y el batería Marc Reign son un seguro de vida cuando se trata de dar caña burra de la buena. Si no la montaron más gorda fue por que, al igual que pasó con Scar Symmetry, el sonido (sobre todo en los primeros temas) no hizo justicia al tamaño potencial que suele desplegar esta banda.
Tocaba cambiar de tercio. El Death melódico sueco y el Thrash alemán quedaban aparcados para acoger el bombástico Power Metal de los ingleses Dragonforce, una banda que está alcanzando un, quizás, elevado status dentro de la escena. Aclamados por unos y defenestrados por otros, la banda demostró en el palco vigués que hoy por hoy, en este estilo hay muy pocas bandas tan divertidas y con un show tan dinámico como el que ellos ofrecen. A mi me encantó la cuidada puesta en escena y el derroche técnico de los guitarras Herman Li y sobre todo Sam Totman, que poco tiene que envidiar al asiático. Mención aparte merece el “cachondo” teclista Vadim Pruzhanov dispuesto en cualquier momento a colgarse las teclas de su cuello y hacer virguerías junto a sus compañeros de seis cuerdas. El sonido fue algo mejor que el de las actuaciones anteriores y esto, hizo que presenciáramos la primera actuación realmente intensa. Empezaron dando protagonismo a su último disco “The Ultrabetdown” con fantásticas piezas como “Heroes Of Or Times” y “The Fire Still Burns”, temas largos ya de por sí y que la banda desarrolla ampliamente en directo. Por supuesto no se olvidaron de repasar algunas de sus “viejas” canciones, entre las que no pudo faltar la coreada “Through The Fire And Flames” con la que cerraron el show con la gente acompañando a ZP Theart en el estribillo. Muy buena actuación de Dragonforce que dieron, posiblemente, el mejor concierto técnico de la jornada, o por lo menos, de los que derrocharon más energía.
Tras la línea ascendente en la que nos habían metido Destruction y Dragonforce, era el turno para disfrutar del elaborado Death melódico de los siempre interesantes Dark Tranquillity, una auténtica banda de culto dentro del género. Al igual que pasaría posteriormente con Paradise Lost, se notó mucho que para disfrutar plenamente de un show de estas características hay que irse por libre y mirarlos a ellos solos en una sala donde dejarse atrapar por el embrujo que estas bandas saben recrear. Con algunos rayos de sol todavía entrando por los ventanales del pabellón y un pobre potencial de sonido, la actuación de los suecos se hizo algo tediosa y aburrida. Nos demostraron porqué son toda una influencia dentro del estilo ofreciéndonos una buena recopilación de una más que interesante discografía, siendo los temas de dos de sus discos más aclamados “Haven” y “Damage Done” los más esperados y aplaudidos. Dejaron contentos a todos aquellos que iban expresamente a verlos con un show muy cuidado escénicamente al que le faltó el brillo que siempre dan un mejor juego de luces y un sonido mucho más conseguido.
Mucho personal que subió esta tarde al IFEVI, la tenía bien clara, a Paradise Lost no se los pilla todos los días. En Galicia, bandas como Moonspell, Paradise Lost o Amorphis tienen una buena legión de seguidores; nos va el misticismo y por ende las bandas sonoras que acompañan esta cualidad de nuestra personalidad. Sin duda, si algo merecía la pena de esta jornada, era la actuación de Nick Holmes y sus chicos, que están a punto de estrenar su decimosegundo disco “Faith Divides Us – Death United Us”. Si dejamos los sentimentalismos de lado, lo cierto es que la actuación de Paradise Lost no pasó del aprobado justo. Si bien las condiciones técnicas, hasta ahora desfavorables, mejoraron tímidamente permitiendo un show más enérgico y vistoso. Observé a una banda que viene de vuelta, que ya no trasmite ese misticismo del que hablaba anteriormente, todavía confundidos entre la vena gótica y los sonidos más vanguardistas. Un Nick Holmes falto de garra y sobre todo de una voz que parece haber quedado en el baúl de los recuerdos me pareció lo más flojo de una columna vertebral inquebrantable desde los orígenes de la banda, la formada por los guitarristas Aaron Aedy y Gregor Mackintoch (muy buen concierto de este último) y el bajista Stephen Edmondson, a los que se acaba de unir el nuevo batería Adrian Erlandsson (At The Gates, The Haunted, Cradle Of Filth…), que se suma a la extensa nómina de baterías que han pasado por el paraíso perdido.
Al igual que comentaba con Dark Tranquillity, lo mejor es aplazar una segunda cita con ellos para disfrutarlos en un marco donde puedan explotar todas sus cualidades y en el que lleven su propio equipo para recrear los ambientes que requieren muchas de sus composiciones. Los temas que se llevaron la palma fueron los pertenecientes a sus discos más queridos como “The Last Time” y “Forever Failure” del “Draconian Times” o la vibrante “Embers Fire” del aclamado “Icon”. Tampoco faltaron éxitos modernos como “The Enemy” y “Never For The Damned” del excelente “In Réquiem”, junto a recuerdos de su etapa más “alternativa” como “One Second”.
Tras un camino un tanto infructuoso, con altos y bajos en la mayor parte de las actuaciones, con UDO la cosa ya cobró un cariz más serio. Al final siempre son los clásicos los que vienen a salvar este tipo de veladas y el pequeño Udo Dirkschneider junto a su cohorte de veteranos heavymetaleros no iban a ser la excepción. No vamos a negar que a estas alturas del festival había ganas de algo duro y directo a la médula espinal y que mejor que una buena ración de Heavy Metal para ir olvidándose del cansancio que se acumulaba en nuestras piernas. UDO salieron dispuestos a ofrecer un recital de clásicos, sobretodo de su etapa con los grandes Accept.
El telón de fondo con la portada de “Mastercutor”, era más bien anecdótico ya que fue muy poco el protagonismo prestado a este y a sus más modernos discos. El carisma de Udo no tardó en contagiar a un personal que no paró de corear cada uno de los pegadizos y metálicos estribillos en un show que corría a la velocidad del diablo, donde no había un momento para coger aire. Uno tras otro, los temas iban cayendo como pesadas losas de acero. Los pocos adornos musicales de los que requiere el Heavy Metal de UDO, fueron la salvación para poder disfrutar del sonido más potente y nítido de la noche, que nos permitió disfrutar de los solos de guitarra, como hasta el momento no se había logrado con ninguna banda.
Definitivamente, un show donde se incluyen clásicos imperecederos como “Metal Heart”, “Thunderball”, “I´Am A Revel”, “Animal House” o “Holy” no deja indiferente a ningún metalero que se precie. Estos a su vez no desentonan con cortes de nueva hornada como el enérgico “24/7” o “Vendetta”. Para el final reservan otro gran clásico de Accept como es “Balls To The Wall” donde el graznido de Udo cobra una dimensión casi mágica.
Amon Amarth podrían haber tocado un peldaño por debajo de UDO y no habría pasado nada ya que su actuación, en términos generales, no cumplió con las expectativas creadas. Una vez superado el shock inicial de ver a un auténtico energúmeno de las voces como Johan Hegg y un arrollador inicio con “Varhall Awaits Me”, la cosa se fue difuminando bastante en un concierto bastante lineal y monótono. La voz del tremebundo vocalista se elevaba por encima del IFEVI tapando unas ya de por si apagadas guitarras por lo que no pudimos disfrutar plenamente del buen hacer de Olavi Mikkonen y Johan Söderberg, una pena. Como la cosa sonaba bastante lineal y aburrida, muchos no dejaron pasar la oportunidad de abandonar el pabellón para dirigirse a sus tiendas o a sus casas, mientras que los más fieles disfrutaron de una buena colección de himnos vikingos (“Death In Fire”, “Versus The World”), así como de lo más destacable del último disco de la banda “Twilight Of The Thunder God”. Mucha caña y pocas nueces.
SABADO 8 DE AGOSTO
Sin apenas tiempo para desconectar, el sábado subíamos nuevamente al IFEVI para disfrutar de otras nueve horas de conciertos. Esta jornada se caracterizaba por la presencia de bandas españolas y el cierre de cartel con los alemanes Grave Digger.
Cuando entro en el (demasiado grande) pabellón habilitado para el festival, Angelus Apatrida se encontraban tocando su primer tema y ya tenían a una buena legión de jóvenes fans montándola parda. A los pocos minutos no tenía duda de que estábamos ante uno de los mejores conciertos de las dos jornadas. Los albaceteños nos ofrecieron el último concierto de la actual gira y recordaron al personal las buenas vibraciones que habían vivido con la parroquia viguesa en su reciente paso por la ciudad. La banda volaba las cabezas de los metalheads con trallazos como “Gime´Ém War” , “Vomitive” o “Corruption”, recreando los momentos vividos el día anterior con Destruction, con la gente montando unos buenos circle pits y el famoso wall of death. Desde luego, la posición de Angelus Apatrida en el cartel no hizo justicia al potente directo del que fuimos testigos.
Era el turno para los ya veteranos Ktulu, toda una institución dentro del Metal patrio. Con nuevo disco bajo el brazo (“Show Caníbal”), los catalanes empezaron un poco titubeantes para, poco a poco, ir metiéndose al personal en el bolsillo. Usaron su tiempo para ofrecer gran parte de sus temas más conocidos como “Crisis De Fé”, “Apocalipsis 25 D”, “Justicia”, entre muchas otras. Por supuesto nos presentaron su nuevo disco, muy cañero y de la cual destacaría la interpretación de “Demonios”. Un show muy metálico pero que nos muestra a unos Ktulu más dóciles que antaño. El punto negro de esta actuación fue que los sonidos programados que acompañan algunos temas no estuvieron a la altura de las circunstancias y en ciertos momentos provocaron algunas risas.
Tremenda sorpresa la que me llevé con Stravaganzza. Comandados por un torbellino como Leo Jiménez y con la sorpresa tras los parches de Dani Pérez, invitado a hacer este “bolo” junto a sus ex compañeros (desconozco las causas), los madrileños dieron un show excelente, donde tan solo faltó la guinda de un sonido mucho mejor. De todas formas pensaba que el uso de teclados iba a ser un lastre vistas las deficiencias técnicas que nos ofrecía el recinto, pero la verdad es que el show superó lo correcto. No fueron pocos los momentos en los que se nos puso la piel de gallina con el siempre derroche técnico vocal de Leo en temas como “Deja De Llorar” o “Máscaras de Seducción” de su aclamado nuevo disco “Réquiem”, pero nada que ver con las tremendas “Dios”, “Odio”, “Pasión” o la siempre emotiva “Hijo De La Luna”. Aunque la banda se mantuvo bastante estática, Leo lo arregló con su siempre inquebrantable hiperactividad. La potencia rítmica de Dani Pérez, simplemente fue de lo mejor del día.
La jornada no estaba saliendo nada mal y todavía quedaba mucha tela que cortar. Skizzo eran la segunda banda madrileña en salir a escena. Los ex guitarristas de Sober, Carlos Escobedo y Antonio Bernardini, comandan una formación de lo más interesante que nos ha dado el Metal nacional. Junto a ellos, comparte protagonismo el vocalista Mortis, verdadera alma de esta banda. Sober y ahora Skizzo han creado un sonido único que unos adoran y del que otros reniegan. Potentes cortes de gruesas guitarras y afilados riffs se dan de la mano con vocales melódicas que rozan lo poético. La banda lució, incrustados en la parte seria de la jornada, y no desaprovecharon la oportunidad para chulearse ante el numeroso público que aceptó prestarles atención, presentando algunos temas de su último disco “3”, así como algunos de los más conocidos de su (todavía) corta carrera como “Habrá Que Olvidar” y “Renuncio Al Sol”. Se despidieron con una gran ovación repartiendo entre el público un montón de camisetas, púas y otros enseres, en lo que fue un bonito detalle. Curiosamente, la actuación de Vigo fue una de las últimas en las que pudimos ver a la banda encima de un escenario ya que recientemente han declarado que han decidido darse un “descanso largo”.
Llegaba la hora esperada por la mayor parte de los metaleros que asistieron a este día. Muchos de los que solo venían por Los Suaves, se animaron a presenciar la actuación de Hamlet, haciendo que la actuación de los madrileños cobrara una intensidad más propia de estos eventos. La banda salió a matar con un hiper motivado J. Molly que últimamente parece sacado de una banda de culto del Thrash Metal, visto el derroche escénico que se gasta. En general los Hamlet de hoy nos ofrecen una propuesta más cercana a la esencia heavymetalera que al crossover de hace años.
El fichaje por Roadrunner ha surtido sus efectos en la imagen y la actitud de la banda. El plato fuerte era la presentación del último disco, “La Puta Y El Diablo”, aunque en un certamen de estas características la gente quiere “clásicos” y la banda se prestó a ello…”Tu Medicina”, “El Color De Los Pañuelos”, “Dementes Cobardes”, “Egoismo”, sonaron muy cañeras y con un sonido digno, con un Paco Sánchez pletórico tras los parches. Dentro de los nuevos cortes destacaron “La Tentación” y sobre todo “El Hábil Reino Del Desconcierto”, con toda la banda haciendo el ganso en un nuevo clásico de la banda. Por supuesto no faltaron las siempre esperadas “Irracional” y “J.F”, esta última con todo el pabellón entregado. Para mí, fueron uno de los triunfadores de esta segunda edición del Alterna.
Era la hora de la nostalgia, de recordar el Rock&Roll de Los Suaves, acaso la banda más emblemática que ha dado el rock gallego. Una vez más, los ourensanos, comandados por un Yosi que sigue portándose como un auténtico adolescente ofrecieron un show de greatest hits. Nada importó que durante los primeros temas la guitarra de Alberto Cereijo sonase como si nunca llegase a ser enchufada al P.A. (por denominar de alguna manera al equipo de sonido). Solventado este problema (bastantes minutos después), no se puede decir que Los Suaves diesen el concierto de su vida. Hicieron lo justo para agradar a los viejos incondicionales pero a decir verdad, el público de esta noche era demasiado metalero para rockear al ritmo de “Malas Noticias”.
El broche final de esta edición corría a cargo de Grave Digger, una banda que tampoco es que levantara demasiadas pasiones a la hora de ser incluidos en el cartel. Los alemanes arrastran fama de haber cerrado varios festivales nacionales y no con demasiado éxito, ya que aunque estamos ante una banda clásica del género, no gozan del carisma de las más grandes, como pasó con UDO la noche anterior. Los seguidores del heavy más tradicional disfrutaron con un show que sin brillar excesivamente, estuvo a la altura de las circunstancias. El vocalista Chris Boltendahl y el guitarrista Manni Schmidt tienen suficientes tablas como para agradar a todo el que guste del buen Heavy Metal. Aunque con nuevo disco bajo el brazo (“Ballads Of A Hangman”), el triunfo como casi siempre en estos casos, corrió a cargo del legado más clásico con himnos de la talla de “Heavy Metal Breakdown”, “Knight Of The Cross”, “Lionheart”, “Excalibur” o “The Last Supper”.
Así concluía esta segunda edición de Alternavigo, donde ya se pueden hacer algunas valoraciones más en profundidad respecto a la primera edición:
Lo más importante es que la gente de Breaking Producciones, Demonio Producciones así como el Ayuntamiento de Vigo y la gerencia del IFEVI, han puesto todo su esfuerzo para ofrecer un cartel de garantías, algo que está fuera de toda duda, pero si el festival quiere crecer necesita de unos mejores medios técnicos para su total disfrute. No es que los conciertos sonaran muy mal pero sí muy mejorables, sobre todo para que puedan lucir en todo su esplendor bandas del calibre de este año. El tema de la iluminación también es un detalle a cuidar y ya no solo para el buen trabajo de fotógrafos, que lo tuvieron muy difícil para sacar unas buenas instantáneas, si no para un mayor espectáculo en los shows.
Definitivamente el pabellón de IFEVI no es un sitio adecuado para un festival que no logra llenar ni la mitad de su aforo (este sitio es muy grande) y esta es la consecuencia de que si uno no está bien situado cerca del escenario, escuche un barullo bastante desagradable. Si este festival lo organiza la gente actual pero se emplaza en el Auditorio al aire libre de Castrelos (por ejemplo), se convierte en un referente nacional en cuanto a festivales metaleros, y aunque este recinto esté reservado para conciertos más “cool”, muchos recordarán el éxito que obtuvieron las actuaciones de Metallica o Helloween en el pasado.
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 24 (sección: Reportajes).
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