Crónica del concierto celebrado por esta banda británica que gozó de gran éxito durante los años 80 en el Teatro Gran Rex de la capital argentina, el miércoles dos de mayo.
Ausentes “con aviso”, después de unos años, regresan al país los Echo and the Bunnymen, banda relevante de la escena pop de los ochentas en Inglaterra.
Ian McCuloch estrecha su mano frente al micrófono. Las melodías suaves, acogedoras que resalta su voz entre oscura y fresca, hincan el show ante un Gran Rex colmado por 3500 personas.
Discos como su debut homónimo y “Ocean drive” han sumergido a Echo en los laureles de un éxito instantáneo en su apogeo de mitad de los ochenta. Las complicaciones, riñas y diferencias terminan alejando a su fundamental frotman y el resto probando suerte con otro vocalista. Lo extrañan tanto que McCuloch ataca con su lírica: Hay reconocimiento pero un gusto agrio a nivel comercial. El 2005 finalmente los halla no rejuvenecidos, llevando a cuestas la profesionalidad y calidad para lograr una constitución sólida que logran en “Siberia”, álbum que los traslada a sus viejos tiempos, con madurez y buen ojo para melodías pop modernas. Un ejemplo de ello es “All because of you days”, sabroso pop-rock con guitarras brillantes al frente.
El entusiasmo parece controlado. La exaltación termina en un segundo plano, porque los ingleses se están comiendo literalmente el concierto. Haciendo hincapié en su último trabajo discográfico, recorren sus comienzos y reviven hits como “The cutter” y “Over the wall”, mostrando un sonido limpio y parejo como en sus grabaciones. Cuando uno escucha los deslices vocales de McCuloch se asoma Chris Martin de Coldplay. Y Jim Morrison conoce a Ian. Mientras la base rítmica toca, su perfomer desvía la canción y trasluce sus influencias entonando “Roadhouse blues” de los californianos The Doors. Se estancan en el pasado y recorren extractos de “Walk on the wild side” (pieza siniestra de Lou Reed) como así un costado glam-rock con “Hot love” de T. Rex.
La sonrisa no es excesiva, pero tampoco generosa. Los “sobretodos” negros quedaron en el placard. El frío no fue suficiente, pero si la calidez del grupo confirmando su vigencia en el ámbito del rock universal.
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