Llevaba ya varias veces escuchado el nuevo trabajo de Carlos Escobedo, y no me había motivado mucho, me parecía una continuidad de Sôber y yo me esperaba algo diferente, más original, que existiera un cambio o una ruptura con el sonido que habían venido haciendo hasta ahora.
Después de los prolegómenos de todos los conciertos: colas para entrar, teloneros y la media hora larga para preparar el escenario, se apagan las luces y con una música en off, recordando un poco a Metallica con El bueno, el feo y el malo empiezan a personarse sobre el escenario los diferentes miembros del grupo, empezando por las novedades (los guitarristas), seguidos de Alberto Madrid y la voz cantante con el sombrero con el que se ha estado promocionando.
Empecé a escucharlo un poco reticente, todo hay que decirlo, pero a partir del primer corte, con la salida de Alberto Cereijo, todo cambió. No tocaron una canción, fue más bien un breve momento de locura, pasión, sentimiento, arte… im-presionante, que diría el torero, una contundencia que en ningún momento me hubiese podido imaginar después de lo oído en el trabajo de estudio. Y a partir de ahí noté una demarcación o un aire fresco en el directo, tuvo más contacto con el público que en todos los conciertos anteriores en los que yo haya estado (y son unos pocos) y los finales de las canciones los han trabajado excepcionalmente. Alberto Madrid se salió (eso no es nuevo) y quizás lo que más llamó mi atención fue que Carlos abandonó su bajo, instrumento con el que nos tenía acostumbrados a verle, para tocar la guitarra.
Por el escenario fueron pasando más invitados según avanzaba la noche, aquellos que ya colaboraron con él en el disco. A quien vi y no participó fue a Sherpa, cosa que me llamó la atención, porque también habían trabajado juntos con anterioridad.
Y en esto, se retiran todos, y cómo no, vuelven para culminar la actuación con los tradicionales bises, acompañados una vez más por el guitarrista de Los Suaves. Y para poner el broche final, una versión, a mi parecer muy buena, de Insensible (single que da nombre al disco).
Y no sé si por hacer caso al refrán, Lo bueno si breve, dos veces bueno, o por falta de repertorio (aunque también sonó algo de Sôber), lo cierto es que el concierto fue corto, duró algo más de la hora, pero… poco más. Si a todo esto sumamos el precio de la entrada, que entre unas cosas y otras se puso en 16,50 (no se por qué anuncian a 15, si tienen que añadir más gastos o comisiones, es como si te lo anuncian sin IVA), pues uno no sale todo lo entusiasmado que debiera, es como volviendo a los refranes, dejarte con la miel en los labios.
Artículo: DC Pérez.
Fotos por: DC Pérez.
(Fecha de publicación: 02-06-2005)
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