El veterano cantante navarro empieza una nueva temporada de conciertos por todo el país con música de todas sus pasadas etapas musicales.
Este segundo fin de semana de febrero coincide con el partido americano de la SuperBowl. Es esta cita deportiva un evento que mezcla lo deportivo con lo comercial, pues de todos es conocido la importancia que tiene todo lo que ocurre en sus descansos y pausas publicitarias. Abruma saber las millonadas que se manejan cada vez que el balón se para durante un tiempo, aunque sea muy breve. Sin embargo, los magnates que ajustan y planifican todos estos detalles al milímetro para sacar el mayor rendimiento posible nada podrían hacer en un concierto del amigo Enrique Villarreal. ¿Por qué? Muy fácil. No hay tregua en el discurrir del reloj pues cada uno de sus shows es un continuo bombardeo de música y caña que arruinaría a cualquier gestor publicitario.
Porque este viernes 7 de febrero se dio el pistoletazo de salida en la ciudad de Toledo a una nueva gira del maestro de la Txantrea para el recién estrenado 2025. Con la necesidad de habilitar una segunda fecha en la capital manchega, que también agotó papel como la primera, el artista navarro abre un ciclo de conciertos para todo el año con cerca de una treintena de citas ya cerradas (y algunas ya sin entradas). La mayoría son en pequeñas salas (como esta de “Los Clásicos” de Toledo), pero es en estos entornos donde surge la comunión entre un público entregado y una jauría de músicos dándolo todo.
Está claro que la fórmula de Don Enrique no defrauda. Una banda donde Brigi fue sustituido hace un tiempo a la batería por Nahia Ojeta, tras volver el antiguo cantante de Koma a reactivar a su antigua formación el año pasado. Pero al resto de los mandos musicales sigue manteniendo a sus fieles escuderos Flako y Txus (y sus camisas), con lo que demuestra concierto a concierto y canción a canción la sincronía existente tras tantos años juntos.
Para esta gira El Drogas ha incluido temas de todo su bagaje música. Hay cosas de Barricada, de Txarrena y de El Drogas. De hecho el concierto que tuvimos oportunidad de ver comienza con una serie de temas tocados de manera casi continua, donde destacan éxitos como “Nos queda poco tiempo”, “En punto muerto”, “Víctima” o “Peineta y Mantilla”, que para eso estamos en Toledo. Son todo temas tocados a un ritmo frenético, más alto incluso que cuando fueron grabados originalmente y con una atmósfera fantasmagórica potenciada por las luces estroboscópicas y el humo despedido por las máquinas. Enrique, que viste su clásico pañuelo a la cabeza y su chaleco de color morado, solo hace pequeñas interrupciones para sacar un megáfono, colgarse la guitarra o pillar la harmónica. Así tenemos sesión continua de casi 100 minutos, en lo que lo único que se repite es su clásico agradecimiento sobre lo “a gusto” que se encuentra. Otros temas que sonaron en este tiempo fueron “Frio”, “Tan fácil”, “Por salir corriendo”, “A toda velocidad” o el tema “Cordones de mimbre” que dedica a esa enfermedad y a los que la sufren (en primera y segunda persona) y que tan de cerca le toca como es el alzhéimer.
También hubo tiempo para acordarse de Triump y sus peregrinas ideas de convertir Gaza en un resort turístico. Antes de llegar al breve descanso suenan clásicos como “Esta noche” o “Azulejo frío”, que utiliza para presentar a la banda antes del receso.
Tras la pausa y con el público esperando los postres suenan solo temas de Barricada como son “Blanco y Negro”, “Balas blancas”, “Lentejuelas”, “Esta es una noche de Rock&Roll” o “Sean bienvenido”. Y tras dos horas y veinte minutos de adrenalina en vena, finaliza esta primera entrega de la banda navarra que, una vez más, muestra que tiene pilas para rato. Se nota que disfruta y mucho con lo que hace Don Enrique. Así que tenemos maestro para rato.
La Factoría del Ritmo quiere agradecer a Edu Ugarte de Black Izar promociones la invitación para poder asistir a este concierto.
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 26 (sección: ).
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