Exprimentación, libertad creativa y ánimo por explorar los límites del jazz.
Hilario Rodeiro en un baterista, productor y compositor gallego afincando en el País Vasco, que ha participado en agrupaciones como Los Wachinsneis, CiTriC, R.S. Faktor o Pamplona Jazz Orchestra.
Como líder cuenta con cinco grabaciones: “Transoceánica” (2017), “Respira” (2022), “Cosmic Late” (2018), “Lifa no Ceo” (2020) y “Pausa” (2024). La más reciente firmada como Hilario Rodeiro Quintet y las dos anteriores como Tnuk y Anosmic respectivamente.
También ha trabajado con frecuencia como compositor para espectáculos de danza: “Orígenes”, “Elektrical Body” y “Transoceánica” para Dinamo Danza, y “Nikola” para Atalak.
Su nuevo trabajo lo ha grabado junto a Juan de Diego (trompeta y fliscorno), Eneko Diéguez (saxofón alto), Kike Arza (contrabajo) Y Julen Izarra (saxofón tenor y soprano).
El disco se llama “Pausa”, ha sido grabado y mezclado por Fredi Peláez en los estudios Pottoko de Beasain (Guipúzcoa) y de la producción musical se han encargado a dúo Fredi y el propio Hilario Rodeiro.
En esta entrevista repasamos su trayectoria y algunos de los detalles más destacados de la creación y grabación de su nuevo álbum.
En los músicos de jazz es habitual desde hace ya un montón de décadas que tengan una formación magnífica. En tu caso has estudiado con LAR Legido, Guillermo McGill, Jorge Rossy, Jo Krause o Guillermo Klein, además supongo que antes estuviste en el Conservatorio de Santiago de Compostela estudiando. ¿Nos puedes hacer un breve repaso a tu etapa de formación?
Pues sí, como muchos compañeros, mi primera etapa de formación fue en torno a la música “clásica académica”, dedicando mucho trabajo a los todos los instrumentos de percusión. Mientras me formaba en el conservatorio obtuve varias becas que me permitieron ingresar en una escuela de música moderna de Santiago llamada Studio y con la que pude abrir horizontes y profundizar en más músicas. Aquellos músicos y profesores me contagiaron su interés por el jazz y fueron definitivos en el rumbo que tomé después. En esos años comenzaban a formarse las primeras promociones especializadas en Jazz en los conservatorios, y seguí formándome en San Sebastián. Un conservatorio es una buena oportunidad para establecer lazos personales y artísticos, y aprender mucho de la música. Aún así, soy de la opinión de que los conservatorios no lo son todo, y que es fundamental una investigación personal y mucha reflexión y tiempo para llegar a madurar como artista.
Guardo especial cariño a los artistas y profesores que has mencionado, ya que ellos dejaron una impronta muy fuerte que marcó profundamente lo que soy ahora.
¿En qué momento supiste que te decantarías por el jazz como tu principal estilo y no por algún otro de los muchos estilos musicales clásicos posibles?
Hubo un momento que todo cayó por su propio peso. Recuerdo que estaba tocando al mismo tiempo como percusionista clásico en la Orquesta da Escola de Altos Estudios Musicais, y en los mismos días como batería de la S.E.M. BigBand. Ambas formaciones exigían ya mucha implicación y dedicación, pero lo que me devolvía cada estilo de música era algo muy distinto, la big band me cargaba de energía positiva, disfrutaba mucho tocando. Todo lo que implicaba el jazz en grupos pequeños también me resultaba divertido y despertaba mucha curiosidad en mí. Estaba muy enganchado a descubrir la música de los discos de jazz. En cambio, no sentía la misma pasión siendo percusionista en una orquesta sinfónica, y que el repertorio “clásico-contemporáneo” de mi instrumento no me despertaba el mismo interés en su discografía y artistas. Agradezco mucho haberlo estudiado, y sé que todavía forma parte de mi universo, pero en ese momento caí en cuenta soy un improvisador, y hoy en día es la forma más natural de expresarme que tengo.
Aunque tu campo fundamental de trabajo es el jazz, también compones para danza, practicas la música experimental y la electrónica. ¿Qué te aporta cada una de esas vertientes de tu trabajo?
El jazz y la música improvisada forman parte de mí. Soy un improvisador en muchas de las cosas que hago, y me he dado cuenta que está también en mi forma se ser y de abordar cada día. Aunque intento ser un músico versátil, es cierto que mi sonido tiene una influencia muy fuerte del jazz. En mi caso, componer para formaciones jazzísticas implica un grado de abstracción cercano a los procesos para crear música clásica-contemporánea. Llevo componiendo cosas de todo tipo desde mi adolescencia, y estoy seguro que, escribiendo mi música en formato “acústico”, puedo alcanzar una carga emocional realmente muy fuerte. Los intérpretes, a través de sus manos y su respiración, son capaces con sus instrumentos de elevar una melodía, un solo o una interpretación colectiva para conseguir que conmueva al oyente.
Componer música electrónica me ha aportado algo distinto, una nueva curiosidad hacia la música, al principio era un mundo totalmente nuevo y desconocía su potencial. Derivé hacia la electrónica experimentando desde la improvisación libre. Publiqué algunas cosas con seudónimos como TnuK y luego vinieron las piezas para danza y escénicas, publicando como Anosmic. Desde los trabajos para escénicas aparecen encargos que me dan la oportunidad de explorar temáticas a las que quizás no llegaría por mi cuenta. Tengo muchos trabajos acumulados pendientes de publicar, de obras a las que he puesto música. Me fascina mucho el aspecto más textural de esta disciplina.
Hay mucho tiempo dedicado a rebuscar en mi imaginación en estos trabajos. Realmente nunca sé que va a pasar y voy construyendo poco a poco un universo sonoro, siguiendo algunas pautas previas. Nunca podría generar esa música desde el mundo del jazz. Supongo que es una extensión más de mí y creo que permanece cierta carga emocional que viene desde mi forma de componer convencional, que no puedo prescindir de ella aunque trabaje desde la electrónica.
Para preparar esta entrevista además de escuchar tu nuevo disco, he estado repasando algunos de tus otros trabajos… y he probado ha mezclar piezas del disco “Transoceánica” de Anosmic con los temas de “Pausa”… una mezcla sencilla, de volúmenes y sincronización básica… y casaban bastante bien… ¿Has trabajado en proyectos donde se combinaran los instrumentos del jazz y los electrónicos?
¡Qué curioso!, ¡vaya mezcla! No lo hubiese imaginado nunca, lo probaré, me intriga el resultado. Es algo que tengo en mente desde hace tiempo, pero que todavía estoy investigando. Todavía no sé si será en el contexto del quinteto o quizás en otro nuevo proyecto, ya se verá; pero sí que me parece natural que, en algún momento, lleguen a sumarse a mis formaciones mis “alter ego” electrónicos.
Lo he podido mezclar en situaciones mixtas, con The Big Free Tongue, y a dúo con el saxofonista Iñaki Rodriguez. Eran unos contextos dentro de la improvisación libre donde la electrónica y lo acústico se mezclaban entre sí, de una forma muy experimental.
En tu faceta jazzística tu instrumento es la batería. ¿Para tus piezas de música electrónica que instrumentos utilizas?
El principal instrumento es el propio programa de software, considero al ordenador como a un instrumento más. Lo acompaño además con sintetizadores modulares, cajas de ritmos, y artefactos electrónicos varios. También hay una parte importante de percusión, grabo todo tipo de instrumentos con parches, todo tipo de chapas y artefactos, e instrumentos fabricados a mano. En algunas piezas aparece la marimba, el vibráfono, la guitarra, flautas o acordeones y pianos, que grabo yo mismo o con ayuda de otros músicos. Me encanta modificar todos esos sonidos para convertirlos en otra cosa. Por último, también uso muchas grabaciones de campo. Siempre llevo una grabadora encima, y siempre aparece algún sonido interesante que se puede samplear para otra cosa.
El tipo de música electrónica tuya que he podido escuchar está muy alejada de la música que los DJ pichan en la “raves”… ¿te sientes atraído de alguna manera por ese tipo de música electrónica?
Sí, es cierto. Mi música tiende más a otro tipo de energía, nunca he ido a una rave y dudo que aparezca en una, salvo que me pierda. La verdad es que no me atrae demasiado la música electrónica en ese contexto. No escucho ese tipo de música. Particularmente, me atraen los autores más relacionados con la parte más experimental y otros quizás mas comerciales como Apparat, Rival Consoles o Nils Frahm, que son algunos de los músicos de electrónica que más me influyen a la hora de producir.
No me suelo encontrar con baterías que también sean compositores, pero ahora mismo tengo sobre la mesa dos discos de proyectos liderados por dos baterías que además han compuesto el repertorio: el tuyo y el de Mikel Urretagoiena. ¿Qué herramientas utilizas para componer tus piezas jazzísticas? ¿Juega en el proceso de composición algún papel la batería?
Reconozco que quizás es menos habitual ver a baterías, pero para mí, componer siempre ha sido una necesidad. Necesito componer música para poder expresarme completamente, es maravilloso poder escuchar mis melodías fuera de mi cabeza, tocadas por mis compañeros. En mi caso, la herramienta principal de composición que más utilizo es el lápiz y el papel, y mucha goma de borrar. Sigo componiendo llenando libretas, intento no perder el hábito. Me ayudo de programas informáticos para pasar a limpio las partituras, pero todo el proceso creativo me resulta mucho más fluido y humano haciéndolo a mano. Por otro lado, en mi estudio tengo mi piano y mi batería a un salto de distancia, siempre al lado uno del otro. Compongo indistintamente desde los dos: desde la batería, cantando y ayudándome del piano; o desde el piano ayudándome con la batería a mantener la energía que quiero plasmar a la pieza. Me fascina cómo ambos instrumentos se complementan mutuamente para ayudar a descubrirme.
Durante tu trayectoria has colaborado con infinidad de artistas, participando en sus directos y grabaciones… ¿Hay algunos artistas de esa extensa lista que haya tenido un significado especial y te hayan marcado de alguna manera?
Sin duda, creo que los compañeros habituales marcan mucho, porque siempre hay un grado de confianza que fomenta el diálogo y el debate. Adoro tener bandas como R.S.Faktor, con mucha carretera detrás, o Citric, en su momento. Además, están los productores con los que he colaborado, pueden ayudarte desde una silla más neutral, como Fredi Peláez, que prácticamente ha producido la mitad de mi discografía. Tengo especial recuerdo de Dave Darling, que vino a producir un disco de canción americana, y que nos dejó muy marcados a todos los músicos que participamos en él por la búsqueda de “algo más”. Por otro lado ha sido definitivo el haberme encontrado a artistas de otras disciplinas. Koldobika Jauregi, escultor guipuzcoano, me inspiró y marcó desde la profundidad de su obra. Sumarme a sus piezas me hizo pensar en que el arte puede transcender más allá. Carmen Larraz, bailarina y coreógrafa, me ayudó a descubrir una parte creativa que no conocía de mí mismo, y me enseñó a pensar la obra partiendo de la investigación y el autodescubrimiento. Después de trabajar con ellos me tomo mis propuestas mucho más en serio.
Este el primer disco que firmas con nombre, si bien acompañado de la palabra “Quinteto”. Pero previamente ya habías compuesto piezas para discos y en algunos de los proyectos tu posición era muy importante. ¿Qué distingue para ti Hilario Rodeiro Quinteto de cualquier otro de los proyectos en los que hayas trabajo previamente?
Si, otras veces he estado cooperando en bandas con otros compañeros, más colaborativas y sumando energías y es algo que no quiero dejar de hacer. Ayuda mucho el repartir y compartir esas responsabilidades. Pero cuando compartes tu tiempo, tus piezas y tu forma de ver la música en una banda de este tipo, siempre es necesario llegar a un punto común con los compañeros, y no necesariamente se llega a donde a uno le gustaría llegar. Tenía ganas de ver a dónde podía llegar si tomaba la iniciativa al 100%. Dudé mucho si publicar con mi nombre o ponerle algún otro nombre a la banda, como he hecho otras veces, pero me di cuenta que este quinteto reflejaba plenamente mi personalidad artística actual y que en ese momento era mi espejo. Creo que es reflejo fiel de la música que llevo dentro y de mi curiosidad en este momento. Desde luego, cada músico aporta mucho a la banda, y es vital para el proyecto que tengan su voz propia y su espacio. Ahora mismo quiero plasmar mi visión integral, hacerlo de una forma lo más profunda posible, y que tanto el álbum y el directo muestren lo que yo llevo dentro.
Los instrumentos de este quinteto llaman la atención… batería, bajo y un trío de metales… ¿por qué elegiste esa singular alineación? ¿echaste de menos algún instrumento que sentara la base armónica en algún momento?
Lo tenía claro desde hacía años. Es una formación que se ve menos en el panorama jazzístico, y además hay menos referencias discográficas. Me la encontré siguiendo la pista a Paul Motian, que colaboraba en un directo del Bill McHenry Quintet emitido en la radio NPR. A raíz de ese directo dedidí explorar esta textura. Aporta algo distinto al cuarteto o quinteto canónico con un piano acompañando. En mi caso, no echo de menos tener un instrumento armónico. Forma parte del juego. Ello tiene sus dificultades y riesgos, pero abre otro camino que creo que esta menos transitado, y que me crea mucha curiosidad e interés. Cuando me siento a componer o arreglar las piezas, soy consciente de las limitaciones que conlleva esta formación, pero al mismo tiempo esta sonoridad viste la música de una ambigüedad que me fascina, y que creo que se hubiese perdido añadiendo una guitarra o un piano.
Háblanos de los músicos que forman junto a ti el quinteto…
Para formar esta banda, llamé primero a los músicos, y después me puse a componer y a arreglar pensando en su sonido y su forma de improvisar. Hicimos algunas pruebas, ya que la formación era muy nueva para mí y no conocía apenas referencias previas. Luego hubo un cambio sustancial al mudarse la contrabajista Luisa Brito fuera de España, es un gran músico y amiga y le echamos mucho de menos. Kike entro sustituyéndola y le imprimió un carácter totalmente distinto, el contrabajo tiene uno de los papeles de más responsabilidad de la banda. He tocado mucho con él y me da mucha confianza tenerle a mi lado, es un virtuoso en su instrumento y aquí lo deja plenamente patente. Juan de Diego me encandiló desde hace años con su sonido tan personal y su elocuencia al improvisar, ha sido siempre un trompetista que me sorprende cada día. Julen Izarra ha sido compañero de aventuras desde R.S.Faktor, pasando por muchas otras bandas. Tiene una plenitud en su forma de estar, de ser e interpretar y una serenidad que me ayudan mucho, y que me inspira siempre. Eneko Diéguez fue todo un descubrimiento, le ví en las jams que hacíamos en el Altxerri de Donostia, y lo tuve claro. Siempre me gusta tener a alguien más joven en la banda; lo hice ya en mi cuarteto anterior, con Dani Juárez de unos diez o quince años más joven que los demás. Eneko aporta una vitalidad especial a la banda y se contagia siempre a los demás. Hay mucha curiosidad en todo lo que hace y se nota cómo va explorando nuevos caminos. Disfrutamos teniéndole entre nosotros por todo lo que aporta, y tiene unas aptitudes asombrosas. Creo que ha sido todo un acierto y estoy aprendiendo mucho de su forma de ver la música.
En el jazz la improvisación es muy importante… ¿Qué parte de lo que podemos escuchar en “Pausa” es improvisada en el estudio y qué parte llegó ya preparada?
Para grabar “Pausa” pudimos hacer bastantes ensayos previos, se preparó todo con tiempo y dedicación. Así que llegamos al estudio con todo bien trabajado haciendo algún concierto de “preestreno”, también testando al público. Hay partes de improvisación muy libres planteadas para que sucedan siempre cosas distintas, abiertas a descubrirse dentro de ellas, pero se había hablado mucho sobre ello antes, que sea libre no significa que se pierda el control necesariamente. Las partes improvisadas de los solos e improvisaciones colectivas, y ciertas interpretaciones muy rubato son fruto del momento. Pero hubo un peso importante de la escritura, y mucho sobre la planificación previa de cómo abordar ciertas texturas en el estudio.
¿Se transformarán mucho las piezas de “Pausa” cuando las llevéis a los escenarios?
Sí. De hecho, se han transformado. Al publicar el disco pudimos hacer una presentación con cuatro conciertos seguidos, y fue curioso ver cómo desde el primer momento ya estábamos explorando otros caminos para el mismo repertorio. Seguiré por esa vía, y seguramente incluyendo poco a poco nuevas piezas que sigo componiendo. Veo que con este quinteto puedo explorar una forma distinta de acercarse a la improvisación, es un reto pero me atrae mucho la idea de poder encontrar algo distinto a lo que suelo escuchar.
Eres de Galicia, pero vives en Euskadi… ¿Cuáles son los puntos fuertes y débiles de cada una de las dos zonas en cuanto a sus circuitos musicales y las posibilidades que bridan a los músicos de jazz?
Llevo 20 años fuera de Galicia y no estoy de todo al día de cómo van por allí las cosas. Creo que tan sólo tengo una impresión parcial de la situación actual. Siempre me ha dado la impresión que a nivel musical goza de una salud excelente. Hay muy buenos proyectos, música muy interesante y de gran calidad. Muchos músicos de primer nivel nacional son gallegos y residen en Galicia, y además existe una gran cantera que cada vez está mejor preparada. Otra cosa son las condiciones laborales, que siempre deberían mejorarse. Ser músico de jazz puede llegar a ser un oficio muy precario… y pasa lo mismo en muchos otros sitios. La situación del País Vasco es parecida, pero con diferencias. Hay músicos interesantes, un buen conservatorio con gente que viene a estudiar desde todo el estado, pero menos lugares dónde tocar y poder desarrollar proyectos. Tenemos varios festivales que son una parte importante de las ciudades para atraer turismo durante el verano pero, en mi opinión, se desaprovecha el tirón del jazz durante el invierno. Lamentablemente se echan en falta más locales que apuesten como lo hacen el Dazz o Jazzon así que darle recorrido a nuestras formaciones no es tarea sencilla.
Y para terminar, desearte mucha suerte con este nuevo disco y dejarte espacio para que nos cuentes cuáles son los nuevos proyectos en los que, muy probablemente, ya estarás trabajando o tendrán a punto de empezar…
Gracias. Estoy muy contento con la respuesta que está teniendo este disco, el próximo año podrá verse en muchos teatros y en varios festivales. En cuanto a nuevos proyectos, ahora mismo estoy a punto de estrenar Luz Negra, una obra de danza contemporánea de la compañía Dínamo Danza, me he encargado de la música y su paisaje sonoro. Además, está en marcha el proceso de investigación para un segundo disco del quinteto y, aunque es pronto para hablar de entrar de nuevo al estudio, ya empiezan a surgir algunas piezas. Por último, aportaré algunas composiciones para bandas de las que formo parte, como S.M.E.. En el último año he grabado bastantes discos pendientes de editar acompañando a otros artistas, que seguramente se publicaran durante los próximos meses.
Vídeoclip del tema “Atopeite”:
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Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 26 (sección: ).