La banda madrileña celebra tres décadas sobre los escenarios renovando el trabajo que les dio a conocer
Treinta años es el tiempo que tarda un tetrabrik en degradarse o la duración de la primera guerra mundial, allá por 1618. Pero también es el tiempo que ha tardado Sôber en revisitar el trabajo de presentación de banda de los hermanos Escobedo al mundo de la música. Ahora, y para celebrar la efeméride, una de las bandas pioneras del sonido alternativo en nuestro país, vuelve a regrabar “Torcidos” para darle la merecida mano de pintura. Hablamos con Carlos Escobedo y con Manu Reyes sobre éste y otros asuntos interesantes.
¿Cómo está Sôber? ¿Tenemos Sôber para rato?
Pues de momento sí. Hemos estado comentando hace un rato que desde la vuelta del grupo en el 2009 ya han pasado 15 años, es decir, mucho más tiempo que lo que duró la primera etapa. Así que de momento y hasta que el cuerpo aguante y sigamos haciendo las cosas bien hechas, va a haber Sôber para rato.
¿Cuáles son los principales cambios (a mejor) del trabajo grabado hace 30 años respecto al actual?
Ese disco le llamábamos disco porque tenía un formato CD, pero realmente se grabó como si fuese una maqueta. Se grabó en un fin de semana y entonces es eso, como una maqueta del disco. Y el verdadero disco pues lo hemos podido grabar 30 años después. Siempre decimos en plan cachondeo que siempre que vamos a sacar un disco hacemos previamente una maqueta, cuando nos metemos de primeras en el local. Hacemos una preproducción con las baterías, por ejemplo, y luego ya nos vamos al estudio a grabarlo. Pues todo eso no ocurrió en la grabación de Torcidos y es lo que hemos hecho 30 años después con Retorcidos. Y creemos que es un trabajo que se lo merece, pues ahí había una esencia, una impronta, una inquietud, típico de alguien que tiene 19 años. Y todo eso había que rescatarlo y había que plasmarlo en una producción a la altura de los discos de Sôber. Además la incorporación de la batería de Manu Reyes a todo esto le ha dado ese aplomo que el grupo tiene. De hecho Manu, en un primer momento pensó que todo esto eran temas nuevos. Le extrañó que las letras y temas tratados en el disco eran muy diferentes a los del Elegía, último trabajo publicado. Cuando ya cayó en que eran los temas del antiguo disco lo entendió todo. Y el cambio de sonido de la grabación de entonces a ahora es aplastante. La mezcla y la producción han dado lugar a un acabado espectacular. Y es que, por ejemplo, entre las baterías de entonces y las de ahora hay una diferencia abismal, aunque se han respetados muchas cosas.
“Donde está mi paz” ya va a por el segundo lavado de cara, pues la tenéis regrabada en Synthesis…
El cambio es notable respecto a la versión inicial. Era una canción en la que siempre hemos creído, es un temazo. Es cierto que la grabamos en Syntesis pero nos quedó algo ahí, como a medio gas. Sin embargo, ahora ya sí se puede decir que esa canción tiene la esencia que le queríamos dar. Tiene un riff de entrada potente, tiene una parte muy melódica que no baja nunca el ritmo y tiene una parte central típica de Sôber, que evoca un poco esa componente progresiva que a veces el grupo roza. El disco tiene canciones que están bastante cercanas a la versión original, pero hay otras en las que se le ha dado una vuelta de tuerca importante porque lo necesitaban.
Revisitando el trabajo y viendo que por aquellos entonces teníais unos 20 años aproximadamente, ¿os sorprende a toro pasado lo que eráis capaces de hacer con esa edad, la calidad musical del trabajo para ser unos recién llegados al mundo musical?
Éramos un poco avanzados a nuestra época. Muchos medios de comunicación no sabían dónde encajarnos. Sonábamos potente, metal, cañeros pero de repente la voz melódica en castellano y con unas letras que no es lo que estábamos acostumbrados a oír. Pertenecemos a la época de Extremoduro, Barricada y otros grupos de rock urbano. También estaban los que eran más heavy metal como Barón Rojo, Obús o la parte más cañera como Soziedad Alkohólika muy reivindicativos e incluso políticos. Pero el hueco que encontramos estaba vacío y nosotros nos acoplamos ahí. Había medios de comunicación que decían que éramos los Tool españoles o los Héroes del Silencio cañeros. Poco a poco se consolidó ese sonido y al final hay muchos grupos que suenan a Sôber, así que creemos que hemos creado nuestro propio estilo, aunque suene un poco egocéntrico decirlo. En esa época nos subíamos al escenario, empezábamos a tocar y venían 20 personas. Pero es que al siguiente venían esas 20 personas con dos colegas cada uno y ya éramos 60. Y teníamos 20 años, no con una experiencia musical muy grande, pero nos hervía la sangre y, en cuanto teníamos un rato libre nos íbamos al local de ensayo y nos pasábamos allí las horas muertas. Y eso fue lo que hizo que sin ser unos músicos de flipar, consolidáramos nuestro estilo y dentro de nuestro formato éramos los mejores haciendo lo que sabíamos hacer.
Sin embargo, no todo ha cambiado a mejor. ¿Algo que echéis de menor de los Sober Stoned de hace 30 años?
Creemos que la fluidez que teníamos para ir a ensayar, para hacer las cosas ¿no?. Ahora todos tenemos nuestra familia, nuestros trabajos, nuestros quehaceres. Entonces era más fácil de conseguir. ¿Qué días ensayamos? Pues todos tenemos que mirar nuestras agendas… Echamos mucho de menos eso. Allí se ensayaba todos los días, vinieran o no vinieran todos se ensayaba. En el disco de Morfología, Miguel Planelló no venía mucho a ensayar y Carlos empezó a tocar la batería y por eso la batería de Morfología es muy sencilla, porque era él quien las sacaba. Y es que hay veces que la inspiración te tiene que pillar ensayando…
La portada del Torcidos era una habitación de adolescente. Sin embargo, la portada de ahora es completamente diferente. ¿Qué queríais expresar entonces y que ahora?
Entonces queríamos expresar la parte social que estábamos viviendo. Estábamos en ese momento borreguil, en el que todos mirábamos la tele, las cual nos tenía manipulados. Ahora lo que hemos hecho es sacar la esencia de las letras. Y es que el título del álbum viene de Los Renglones Torcidos de Dios, de esa historia que se cuenta, de la locura que sufre ese personaje. Y aquí lo que hemos querido hacer ha sido sacar en primera plana a ese personaje. Y en cuanto abres el disco y empiezas a ver dentro todo lo que sale son sus temores, sus emociones y sensaciones. Representa a los pánicos que tenemos nosotros en la cabeza, que quedan ocultos tras esa fachada o caparazón que nos hace parecer más fuertes, pero que luego por dentro estamos llenos de miedos.
En el trabajo habéis metido una serie de temas nuevos. ¿Por qué no los habéis dejado para otro disco futuro si con la reedición ya teníais material nuevo?
“Tiempo” es un tema que ya estuvimos trabajando para el disco de Elegía. Pero una vez visto el global del disco vimos que no tenía hueco en el mismo y lo dejamos para el siguiente. Y cuando nos pusimos a plantear lo que iba a ser Retorcidos pues acordamos que podría tener cabida en el mismo, con un sonido similar a como han quedado los otros temas que hemos readaptados. Y “Habitación 208” ha surgido a raíz de que se pusieran en contacto con nosotros para incluirla en un videojuego. Y la verdad que ha resultado muy interesante entrar también en otro terreno y en especial cómo ha derivado todo hasta llegar a ser un videoclip, donde nosotros somos como los protagonista de dicho videojuego.
Repetís con Dromedario Records, tras haber estado en mil y una discográficas. ¿Trabajar con amigos es más fácil?
Principalmente es más fácil trabajar con gente que sabe de dónde tú vienes y las carencias y problemas que puedes llegar a tener. Aparte de eso nos hemos juntado con Dromedario como familia tanto en la parte discográfica como en la parte de conciertos. Entonces al final pues con Iosu Berriobeña, que es con quien no ha echado una mano dirigiendo el disco, también hablamos cosas de los conciertos porque creemos que son cosas que tienen que ir de la mano. No es que la parte compositiva de Sôber esté separada de la parte de los conciertos. Al final somos todos uno y mola que la compañía y que la agencia de contratación sea la misma. Y es cierto que estamos mucho más arropados que como nos hemos sentido en cualquier multinacional. Primero porque estamos intentando cuidar el trabajo, peleándonos para intentar bajar €1 de la caja pensando en el fan. Una multinacional, sin embargo, impone un precio y solo le interesa su beneficio. Nosotros tratamos de ponerle todo el cariño al trabajo y nos hemos juntado con gente que piensa como nosotros y que cuida tanto la producción como la fabricación del producto. Y la tienda que ha montado Dromedario Records es brutal. Si tienes cualquier problema llamas y siempre está Gabri detrás. Y eso no pasa con las multinacionales. Aquí nuestra responsabilidad no acaba tras la grabación, sino que monitoreamos el proceso casi hasta el final.
El disco viene acompañado de una gira junto a esas bandas que nacieron durante el paréntesis del 2004 al 2009. ¿Os hace mucha ilusión tocar esos temas?
Hombre, pues sí, que te vamos a decir. Fueron años muy especiales y muy bonitos para todos. A todos nos motiva volver a tocar esos temas, con esos amigos con los que compartimos escenarios hace tanto tiempo.
Y la siguiente pregunta es ¿podríamos ver en un futuro esos temas reeditados con el sonido Sôber?
Bueno, esos discos sí se puede decir que están a la altura de los de Sôber en cuanto a nivel de producción. Por lo que creemos que en principio no. Lo que sí que hemos notado es que, por ejemplo, en Spotify y desde hace unos meses, se han quintuplicado los seguidores de Skizoo y Savia. Había gente que a lo mejor estaba desconectada y que aquello no lo escuchaba y al ver que volvemos con esto se han puesto a oír esos temas. Y a las dos partes implicadas nos ha hecho mucha ilusión volver a ver resucitar esos temas que también forman parte de nosotros. Y creemos que la gente va a disfrutar mucho en los conciertos. No va a haber etapas con bloques diferenciados, sino que vamos a intercalar los temas de estas dos bandas con los de Sôber.
Volviendo a Torcidos quizás el sonido de aquel trabajo estaba acorde más a lo que sonaba entonces. Por ejemplo “¿Dónde queda mi paz?” suena a Eddie Vedder y a Pearl Jam una barbaridad o también podemos encontrar aromas a Scott Weitland de los STP mientras que esas mismas canciones ahora están “tuneadas” al momento actual de la música. ¿Podemos decir que la música se mimetiza con la época que vive?
Esto está claro. Lo que más nos escama de Torcidos no es el sonido o los arreglos, sino que se grabó en dos días, de modo muy rápido y por gente que no conocía el estilo. En ese año 95 ó 96 ya había discos españoles que sonaban muy bien. Grupos como Hamlet, Soziedad Alkoholika o Su Ta Gar tenían un sonido metalero muy potente. La pena de Torcidos fue que no lo hubiese cogido un productor que controlarse y haberlo cuidado. Claro que hay reminiscencias de Pearl Jam, los riffs eran muy Helmet, baterías como Stone Temple Pilots o Tool, etc. Ahora lo que hemos hecho es llevárnoslo a nuestro estilo: ¿Cómo cantarías esto? así, ¿cómo tocarías esto? asá…
Si los Sober Stoned del 1994 hubieran tenido una bola del futuro y pudieran haber visto a los Sôber de 2024, donde están y quienes son, ¿Qué reacción tendrían? ¿Qué les dirían?
Se sorprenderías seguramente… ¿quién les iba a decir a ellos que tras 30 años en este negocio estarían llenando salas y conciertos?
Y si los Sôber del 2024 tuvieran el Delorean ahí aparcado y pudieran viajar con Doc y McFly al 1994 ¿Qué le dirían a aquellos imberbes chavales?
Bufff…pues les calmaría en muchas ocasiones y les aconsejarían que no tuvieran prisas, que este viaje es de largo recorrido. Cuando eres muy joven lo quieres todo y ya, de forma rápida. No miras nada. Todos recordamos que hablando de la estafa que sufrimos con este disco, yo creo que teníamos tantas ganas de firmar el contrato del disco que ni lo leímos. Nos fijamos en que estuvieran bien puestos los nombres y no reparamos en ninguna de las restantes 35 páginas. Ahora, sin embargo, leemos hasta la última coma de los contratos y cuestionamos cualquier cosa. Pero bueno, muchas veces decimos que quizás gracias a ese disco, su ímpetu y su fuerza y todo lo que sucedió entonces, Sôber es lo que es hoy. A ese disco le rodea una parte negativa pues, tras la publicación del mismo, Antonio y Elías se van del grupo y se quedan Jorge y Carlos solos. Hay un periodo en el que aparece una banda paralela. Empezamos a probar gente muy dispar para la batería y la guitarra y no dábamos con nadie. Viajamos a Villaverde, Getafe y nada, no dábamos con lo que buscábamos y el proyecto parecía que se moría. Pero bueno, se sacaron fuerzas de flaqueza y conseguimos reinventarnos y al final pues dimos con la tecla.
Para acabar: si tuviéramos un botón mágico que nos rebobinara a hace 30 año¿Qué cambiaríais?
Algunas cosas sí se cambiarían.
Y si tuviéramos ese botón: ¿volveríais?
No, creemos que no. Y mira que hemos vivido cosas chungas durante estos años. Nos los hemos pasado muy bien y hemos vivido mogollón de historias. Dormir en gaztetxeas, tocar en casas okupas, etc. Con el grupo hemos tenido una suerte brutal porque cada concierto que dábamos venía más gente. Ha sido una carrera en ascenso muy lenta, con picos y valles. Pero todo eso forma parte del proceso natural de un grupo. Si volviéramos atrás sería solo para decir: cuidado con la espalda y cuidado con la rodilla.
La Factoría del Ritmo quiere agradecer a la banda y a Oscar de Dromedario Records las facilidades dadas para poder realizar esta entrevista.
Videoclips de las canciones “Habitación 208”, “Brazos altos, caras bajas” e “Hijos del miedo”.
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Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 26 (sección: ).