Monegros Desert Festival 2023: Al menos una vez en la vida

El pasado 29 de julio 2023 se celebró una nueva edición de este clásico festival de música electrónica, en el que se celebró su 30 aniversario y en el que hubo también espacio para el reggae y el Hip Hop.

Unos de los cabezas de cartel era precisamente un grupo legendario de este género: Wu Tang Clan.

Hasta el festival se trasladó nuestro colaborador Roberto Aguilar, especialmente interesado en ver en directo a este gran grupo.

Un paraje espectacular y singular.

El Desierto de los Monegros es uno los parajes naturales más especiales de la península Ibérica. Esto, lejos de ser una exageración, incluso se queda corto, pues ha sido reconocido oficialmente como “Paisaje singularísimo único en Europa”.

Tiene una extensión enorme, en torno a 276.440 hectáreas. Se extiende entre dos provincias, Zaragoza y Huesca. En este territorio coinciden unas condiciones climatológicas muy particulares, con fuerte viento, bajas precipitaciones, escasas acumulaciones de agua que nunca confluyen en el mar y, derivado de todo esto, una constante erosión muy acusada.

Pero lejos de ser un paraje totalmente solitario, el caso es que acoge a 49 pueblos y, aunque tiene una tasa de población bastante baja (7,6 habitantes/km²), está dotado de importantes infraestructuras de comunicación, incluyendo la autopista AP-2, la carretera nacional II, una línea de ferrocarril estándar y también otra de alta velocidad (AVE).

Esto se debe a que está relativamente cerca de Zaragoza (92 km) y Huesca (70 km), estando además ubicado este entre estas dos ciudades y Cataluña. Lo que hace que sea un punto de paso natural para ir a alguna de esas dos capitales desde Barcelona o Tarragona.

La discoteca Florida 135 y las fiestas clandestinas.

Los dueños de la discoteca Florida 135, en Fraga (Huesca), escogieron ese lugar para celebrar una modesta fiesta en 1994, simplemente por su cercanía, pues apenas lo tenía unos 10 kilómetros. Aquella fiesta con el paso del tiempo se transformó en el gran festival actual y, con toda probabilidad, la situación y características de ese lugar, un territorio diáfano enorme al que se puede llegar con facilidades desde dos capitales aragonesas y dos catalanas, explican en gran parte su éxito.

Esa discoteca, Florida 135, es un negocio familiar, de los Arnau, que remonta su historia a 1942, cuando abrieron una sala de cine. Décadas después inauguraron una sala de baile anexa, que en 1973 se transformó en discoteca. Tras algunas desventuras, incluyendo un gran incendio, el local apostó en los años 80 por la música electrónica en sus diferentes tendencias, convirtiéndose en un gran referente del género en toda España.

En los 90, con el notable éxito que estaban teniendo, no es de extrañar que miembros de los Arnau estuvieron muy atentos a lo que sucedía en otros países dentro del ámbito de la música electrónica y fueran a conocer en primera persona aquel fenómeno que se hizo popular en aquellos años: las “rave”.

Este fenómeno se fue extendiendo a lo largo de los 90 por diversos países, pero había nacido en Inglaterra en los años 80, consistiendo en fiestas clandestinas celebradas en locales de las afuera de las ciudades, donde primero se pinchó acid house y posteriormente las corrientes que fueron tomando el relevo: jungle, drum & bass, dubstep, goa e infinidad de tendencias más que fueron teniendo su momento de gloria.

En España aquellos de las “rave” resultaba realmente exótico y en los telediarios de la época se empezaron a hacer eco de su existencia, destacando su histriónica y machacona música, así como la sospecha de que el consumo de drogas sintéticas en ellas resultaba habitual.

Juan Arnau, junto a su mujer Cruz, viajaron para conocer aquellas fiestas clandestinas y tuvieron la idea de celebrar una de ellas en España. Tenían mucho a su favor: la experiencia del negocio familiar, contactos en el circuito de la electrónica y un territorio cercano donde podían montar todo el estruendo del mundo sin molestar a los vecinos. El Desierto de los Monegros.

El primer Monegros.

Así en 1994 Juan y Cruz organizaron, con el apoyo del resto de la familia, la rave que llamaron “Monegros Party”, con la “friolera” de 200 personas como asistentes, arrancando en horario de “after”, es decir cuando las discotecas “serias” cierran, y con los DJs de su Florida 135 pinchando la música.

Aquello fue divertido y podía haberse quedado ahí, en una fiesta puntual. Pero dejó un buen regusto en asistentes y organizadores, así que decidieron continuar el siguiente año. Y la cosa fue creciendo poco a poco. En 1996 le cambiaron el nombre a The Groove Parade. En 1998 se asociaron con los organizadores del Festival Sónar, consiguiendo elevar el nivel artístico y atrayendo a 5.000 personas.

A partir de ahí todo fue crecer y crecer: en público, importancia de los artistas participantes y en diversidad de estilos que sonaban en los escenarios. En 2004 decidieron renombrar el evento como Monegros Desert Festival, ya habían conseguido la cifra de 40.000 asistentes y por el “festi” habían pasado figuras internacionales como Underworld, Orbital, The Prodigy, Laurent Garnier, Jeff Mills, Luciano, Cypress Hill, Snoop Dog, Busta Rhymes, LTJ Bukem, Ángel Molina, Óscar Mulero, Ben Sims o Carl Cox.

Pero para sorpresa de muchos, las desavenencias internas entre los organizadores, ya no solo era una aventura familiar, hicieron que la edición de 2015 se suspendiera 15 días antes de celebrarse.

Aquello abrió un paréntesis, que se extendió más de lo esperado por la pandemia de Covid-19. Pues si bien se anunció una vuelta del festival en 2020, no fue hasta 2022 que se celebró una nueva edición.

2023, el 30 aniversario.

Así nos plantamos en 2023, momento en que se ha celebrado el 30 aniversario, que no la edición número 30, por las circunstancias que hemos relatado.

El día elegido para la celebración fue el 29 de julio y en el cartel decenas y decenas de artistas, con predominio claro de la electrónica, pero con espacio para el reggae y el Hip Hop.

Kölsch, Michael Bibi, Oscar Mulero, Paco Osuna, Reinier Zonneveld, Richie Hawtin, Seth Troxler, Pendulum, 999999999, Adam Beyer, Amelie Lens, Andrés Campo, Ben Sims, Oscar Mulero, Paco Osuna…

Son muchos los artistas que se pueden citar. Pero para mí, personalmente, el reclamo fueron Wu Tang Clan. Ellos fueron los que me hicieron aventurarme de la mano de La Factoría del Ritmo en viajar hasta este festival, conocerlo y disfrutar de la música, el ambiente y ese lugar tan particular, el Desierto de los Monegros, que por momentos te sorprende y en otros se convierte en infernal.

El lugar exacto de la cita era el kilómetro 416 de la carretera nacional II, entre las poblaciones de Fraga y Candasnos. Unas dos horas en coche desde Barcelona, ciudad en la que vivo, que tuvieron algo de mágico. Pues cuando me iba acercando algo se palpaba en el ambiente… más tráfico del habitual, presencia de la Guardia Civil y nubes de polvo arenoso en el horizonte. Cuando más me acercaba esas nubes más me dificultaban la visibilidad y encarando la entrada al festival, aquello se convirtió en un verdadero engorro, obligándome a extremar la atención para mantener una distancia prudencial con los demás vehículos y no salirme del trazado de la carretera. Aquello parecía un rally.

Llegar al parking, dejar el vehículo, bajarme de él y mirar el horizonte fue emocionante. Un terreno enorme para los coches y a cierta distancia lo que se me antojó una ciudad en mitad del desierto. Una ciudad entregada a la música y a la diversión.

El recito del propio festival era realmente grande, con 10 escenarios oficiales, varios bares de gran tamaño, zona de food-trucks para comer, baños en varios puntos y otros locales adicionales patrocinados por grandes marcas, en los que también se montaron buenas fiestas, incluso con actuaciones sorpresa.

Todo resultaba grande, todo resultaba brutal. ¿Cómo es posible montar todo esto en medio de la nada?

La gente comentaba que cada año el festival mejoraba. Y la primera impresión no pudo ser mejor: todo fueron facilidades para llegar, aparcar, acceder a festival y desenvolverse por él.

La hora oficial de comienzo del festival eran las 2 del mediodía, con Paco Osuna inaugurándolo en el escenario “Techno Cathedral”. Pero la fiesta ya había comenzado en el parking, el día antes, pues no eran pocas las “raves” improvisadas que se habían hecho, pues muchas personas habían llegado con mucha antelación, muchas ganas de pasarlo bien y se plantaban en el inicio del festival ya bien entonadas y alegres.

En mi caso, tras mi llegada ya con el festival iniciado, hubo una primera sorpresa muy agradable para mí. Que consistió en toparme con una actuación no recogida en el cartel. de nada más y nada menos que Gordo Master, el legendario rapper malagueño que fue parte de Triple XX y que hizo un repaso a sus temazos, con buen hacer, desenvoltura y mucho buen rollo. ¡Hasta me hice una foto con él!

Al margen de esta grata sorpresa, moverse de un lado al otro del recito ya era toda una experiencia en sí misma, cruzándome con personas de lo más variado, algunas con unas pintas realmente sorprendentes. ¡Parecían sacadas de alguna de las películas de Mad Max!

Muchas llevaban gafas de motociclista de estilo retro, que son muy efectivas para evitar que el polvo se meta en los ojos, pañuelos al cuello que se pueden subir con facilidad para evitar que el polvo se meta en lo boca y era habitual la ligereza en el atuendo, para afrontar el calor. Entre eso, la emoción reinante y el estilazo que algunas chicas y chicos se gastaban, con algunas piezas de cuero incorporadas al atuendo, se generaba por momentos una sensación de irrealidad muy cinematográfico.

Pero lejos de resultar incómodo, todo era buen ambiente, había un respeto absoluto y una emoción compartida de estar disfrutando de una fiesta enorme. Esto hacía que todo apuntara a que en su conjunto el festival resultaría una experiencia inolvidable.

La gran mayoría de la gente disfrutaba de lo lindo de la música electrónica. Pero lo mío es el Hip Hop, así que me alegré de llegar a la actuación de Ill Pekeño & Ergo Pro, un dúo de Madrid con militante, de barrio y declaradamente antifascistas. Tras ellos actuó Fernando Costa, otro representante de las nuevas generaciones de artistas de rap de nuestro país. Un tipo con tirón entre el público y que ofreció un buen espectáculo, logrando conectar con los asistentes.

La tarde ya estaba bastante avanzada y los siguientes en actuar en ese mismo escenario, “Sound System Temple”, era Iseo & Dodosound, una peculiar propuesta que combina el reggae cadencioso con la electrónica. Este era el  escenario en el que iban a actuar los Wu, así que también pude disfrutar de las mezclas de DJ Bobby Bo, que ofreció una selección de temas variados de diversos estilos de la música negra más sabrosa, con soul, funk y Hip Hop. Un buen calentamiento para el momento que yo espera con gran expectación…

Y pasadas las 10:30, ya con la oscuridad de la noche, saltaron al escenario los Wu Tang Clan, el legendario grupo de Staten Island, en Nueva York, liderado por RZA.

Wu Tang Clan son un proyecto multitudinario, que en su punto álgido llegó a estar formado por 10 MCs. Pero ya hace tiempo que ver al grupo al completo, al margen de que Ol’Dirty Bastard falleció en 2004, resulta imposible. Ciertas desavenencias entre sus miembros y las agendas propias de sus carreras en solitario lo dificultan enormemente, por lo que dependiendo del lugar en que se les pueda ver, son unos u otros los rappers que salen al escenario.

En este caso participaron RZA, Raekwon, U-God, Masta Killa, Cappadona y el hijo de Ol’Dirty Bastard, YDB (Young Dirty Bastard). A quién más se le echó de menos es a Method Man, tal vez el miembro que más éxito ha conseguido en su carrera en solitario.

Junto a ellos estaban sobre el escenario DJ Mathematics y una banda de músicos, tocando batería, guitarra, bajo y teclados.

Ofrecieron un gran concierto, de casi dos horas, con una espectacular puesta en escena, gracias a la presencia y carisma de los rappers, los músicos tocando en vivo y unos montajes audiovisuales muy potentes. Sin pasar por alto al propio escenario, que simulaba tener unas torres inmensas de altavoces superpuestos, pareciendo que se transformaban y palpitaban gracias a los juegos de luces.

Repasaron muchos de sus éxitos, incluyendo temas donde el protagonismo lo tenían los rappers ausentes, pero cantaron sus letras los presentes, mientras se veía al artista original en la gran pantalla. Así, no faltó el tema “Methond Mad”, de su álbum debut, ni “C.R.E.A.M.”, tal vez su canción más conocida por el gran público.

También hubo sorpresas, como el homenaje a grandes del Hip Hop que nos dejaron, con porciones de canciones clásicas de 2 Pac, DMX, Prodigy de MobDeep y otros grandes del género. También se acordaron de Kurt Kobain de Nirvana, con una versión de “Smell Like Teen Spirit”, en la que cantaron parte de su letra y estribillo, además de aprovechar para animar al público.

Los miembros de Wu Tang ya tienen sus añitos, pues no hay que olvidar que cuando irrumpieron en escena a mediados de los 90 eran unos veinteañeros, pero se les vio con mucha energía y contundencia en el micrófono.

El resto de la noche fue dominaba por la electrónica. Género que no controlo como para valorar a los artistas, aunque he de constatar que el público se lo pasó en grande. A ello también ayudaba el buen sonido y los sofisticados juegos de luces, que engrandecían lo que salía por los altavoces.

La fiesta continuó con gran intensidad hasta la mañana siguiente. El cansancio ya hacía sus estragos, pero muchos aguantaron hasta el artista encargado de cerrar el festival, Andrés Campo, cuya actuación estaba prevista para las 11 de la mañana. Y los que acudieron disfrutaron de una nueva sorpresa, que yo también tuve la suerte de gozar, pues en cierto momento saltó al escenario Kase O, que lanzó sus barras sobre los ritmos que pinchaba el DJ. Hubo en esa parte algún momento simpático, como cuando Kase entonó el estribillo “Esta sí, está no”, de Chimo Bayo.  En total, la actuación de Andrés Campos con la sorpresa de Kase O, fue un gran colofón para una gran edición de este festival ya clásico.

Mi valoración del festival.

El balance que hago del festival es muy positiva. Artísticamente ya le he dado un buen repaso. En cuanto a organización, todo estaba bien coordinado y muy cuidado. Los precios de los bares y los food-trucks no eran excesivos, al menos al compararlos con los locales de ocio de mi ciudad, Barcelona.  Las entradas y salidas estaban muy controladas, con personal de la propia organización y con la Guardia Civil atenta para que no hubiera desmadres que pudieran provocar accidentes.

El público era muy variado, destacando el respeto y buen ambiente que había. La gente se lo pasaba de lo lindo, pero sabía estar en su lugar. Algo que es muy destacar teniendo en cuenta que la organización ha informado que asistieron más de 50.000 personas.

En definitiva y a modo de conclusión, decir que al que le guste la música tendría que vivirlo al menos una vez en la vida, porque este festival es algo que no se olvida.

Me gustaría agradecer a Rosa Santa, la persona encarga de prensa, su colaboración y facilidades para que asistiera y que este reportaje haya sido posible. También a la familia Arnau, por haber hecho posible este gran festival del que hemos disfrutado miles y miles de personas en estos 30 años. Este año fue mi primera vez y me va a quedar un recuerdo inolvidable.

Reportaje por Roberto.C.A.B, con la ayuda auxiliar en la redacción de F-MHop.

También puedes visita la galería fotográfica: “Desert Festival 2023: 29 de julio 2023, en el Desierto de los Monegros“.

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